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miércoles, 23 de noviembre de 2016

Elecciones en EEUU. Los síntomas de un cambio de época.


Para analizar correctamente el resultado de las elecciones en EEUU  creemos que es más preciso fijarse  primero en quién perdió que en quién ganó.
 Visto así, el triunfo de Trump es el síntoma más evidente de que  se quebró el espinazo de la globalización neoliberal, etapa final del capitalismo y, por ello, cruje la columna  vertebral  de todo el capitalismo realmente existente en nuestros días.
 No pensamos estar exagerando si decimos que estaríamos entrando  a una transición histórica  en la que, a poco andar no sabremos cómo llamar exactamente al modo de producción y apropiación en el que estemos viviendo,  pero de seguro ya no podrá  hablarse lisa y llanamente de capitalismo, al menos en lo que ello significa en términos marxistas.
Globalización neoliberal es lo contrario de proteccionismo y de industrialismo. Es desregulación casi total y el  financierismo (esto significa: las finanzas no al servicio de la producción –capitalista o imperialista- sino la producción  en función de la renta financiera capitalista global).
Trump expresa a poderosos grupos económico-políticos que se han puesto en contra de esta dinámica porque no les queda otra alternativa. No es, entonces  que sus anunciadas propuestas económicas, se traten de meros de meros slogans de campaña. Van a intentar realmente un gran cambio en la estrategia de EEUU como país, como bloque político económico  con pretensiones hegemónicas. No es necesario aclarar el impacto que esto va a tener en el resto del mundo.
Es un error considerar a Trump un mero “outsider oportunista”. Nadie llega a la presidencia de EEUU y le gana al bipartidismo tradicional del establishment mundial de la época, que en este caso había unido a Demócratas y Republicanos y a los clanes Clinton y Bush, simplemente porque “leyó mejor el estado de ánimo de los votantes”  y “se aprovechó de un sistema electoral en el que no gana la mayoría real sino la mayoría de los electores”.
 Con ese mismo sistema electoral la pendularidad del sistema se las había arreglado hasta ahora para tener dos candidatos más o menos aceptables  en los términos del sistema mismo y si había algún tipo de sorpresa (que nunca podía ser mayor)  el curso de la campaña electoral se arreglaba con una pequeña dosis de fraude correctivo o con acuerdos post electorales. Esta vez no fue así, ni lo será.
Por supuesto hasta hoy hubiera sido inimaginable que una vez  cerrado el resultado electoral no se alinearan todos los medios (y todo el establishment) al menos en las apariencias detrás del ganador,  que empezaba, automáticamente,  a ser tratado como un héroe de la nación hasta promediar su mandato.
Hoy no sólo sigue la campaña contra Trump en los principales medios norteamericanos y del capitalismo mundial sino que se ha agudizado, hasta ha habido manifestaciones callejeras  contra el presidente legítimamente elegido por el pueblo el día siguiente al de la elección. Ni en lo que ellos llaman una “republiqueta bananera” pasó nunca esto.
Como se explica entonces que haya ganado? Y porqué por primera vez en la historia hay una reacción semejante?
Es que ha pasado algo totalmente anómalo  que no tiene que ver  solo con lo electoral,  sino con una  crisis sistémica total.
Como decimos,  más  que pensar centralmente en quien ganó debe pensarse en quién (y qué)  fue derrotado . La derrotada fue Hillary que representaba la continuidad de la globalización para pocos y quien la derrotó no fue puramente Trump, ni siquiera puede considerarse como los principales victoriosos  al electorado de desocupados,  semi-ocupados o precarizados  trabajadores industriales del anillo de los grandes lagos. Aunque el sentido en que votó la clase obrera industrial norteamericano, o lo que queda de ella, no deja de ser significativo.
 No, los principales vencedores,   quienes le propinaron la paliza a la hillaryzación financiera terrorista global, fueron los pueblos del mundo. Ese sujeto histórico  que con tanta desesperación buscan tantos izquierdistas melancólicos. Ese sujeto  que como “topo” está siempre cavando aunque no lo vean  y que ha destruido ahora  irreversiblemente los  cimientos del sistema y ha “dado por tierra” con  la eternidad de utilería del capitalismo que “siempre se recicla”.
Intentemos una descripción sintética  de lo que ha pasado en realidad.
Detrás de la ágil frescura de la imagen de Obama y de la de su familia televisiva, se escondió, durante sus mandatos la más perversa de todas las estrategias de dominación del capitalismo. El plan globalizador siempre fue   transformar el mundo en una red de centros financieros tipo Londres o Nueva York, esparcidos por todo el mundo, sin importar de qué país se trate. En torno a cada uno de esos nodos  se agolparía la oligarquía financiera y una cada vez más escueta clase media,  protegidos, todos ellos, por legiones de desclasados a sueldo y apoyados por unos no muy numerosos “staffs”  de administradores y profesionales y equipos tecno científicos etc. El resto de la humanidad (es decir  no menos de seis mil millones de personas) se agolparían en torno de estos centros en círculos concéntricos de “Ilotas” de distintas categorías. Repetimos, cualquiera sea el país de que se trate, es decir sean países centrales o periféricos, industrializados o no, lo que incluye, especialmente, a los EEUU de Norteamérica y Europa Occidental.
Así se venía diseñando el “nuevo mundo” de la globalización ya aceleradamente  desde  Bill Clinton, y a ello era a lo que debía dar continuidad Hilary.
 Claro que esta estrategia tenía entre sus “perdedores”, además de las tres cuartas partes de la humanidad,  a los pocos pero todavía muy poderosos magnates remanentes del ya atrasado esquema de dominación del siglo XX, el del imperialismo (principalmente norteamericano) con sus grandes monopolios industriales  atados al estado norteamericano a través del complejo militar industrial y los grandes bancos que servían de apoyo financiero a esta estrategia imperialista. Los nombres de aquellas épocas eran Rockefeller , Carnegie,  Morgan, Standard Oil,  Ford, General Motors,  Chase Manhattan, Bank of América, banca Morgan. Era la época del gran sueño “americano”,  del uso de la banca estatal como reaseguro de la operabilidad financiera con instituciones como Freddie Mac  y  Fannie Mae,  de la Ley Glass-Steagal, que impedía mezclar la banca de depósito con la banca de inversión, de la articulación salarial con  los sindicatos cómplices de la AFL-CIO y del juego bipartidista de los Demócratas-Republicanos,  mediante el que se administraban los roces competitivos hacia el interior  del imperialismo norteamericano. Tiempos  de keynesianismo en tensión con liberalismo, con un poderoso mercado interno y una alta tasa de ocupación industrial y balanza comercial favorable.
Todo este esquema,  para la nueva dinámica financiera de alta desregulación,  hasta la cuasi inexistencia económico-financiera de los estados nación como estructura política soberana, (representada fundamentalmente por la red City Coorp-HSBC- banca Rothschild-Santander)  resultaba un estorbo. Más aún su desaparición era (y es) condición “sine qua non” para el logro del plan de la red de “cities” financieras, ágiles y flexibles como los pasos de Obama.
Esta contradicción de sectores capitalistas imperialistas empezó desde la constitución misma de esta etapa del capitalismo llamada globalización allá por fines de los años 80, pero   el primer golpe que le asestó la nueva estrategia globalista a aquellos grandes barones imperialistas del siglo XX, fue el de la desterritorialización industrial en masa,  con radicación preferencial en China, minándoles  a los grupos imperialistas industrialistas su base de apoyo geo-demográfica. El segundo gran golpe  fue la hiper liberalización comercial a nivel global  de la OMC y de los tratados ómnibus de libre comercio que, en esas condiciones de desventaja competitiva hizo que los EEUU sólo pudieran mantener sus tasas de ocupación con el hiperdesarrollo de los servicios y el consumismo artificialmente sostenido con la burbuja crediticia. Es burbuja tuvo su primer estallido grande en 2008 y a partir de allí el enfrentamiento entre el “nuevo capitalismo financiero globalizador y el “viejo capitalismo  imperialista rezagado” empezó a tener más visibilidad. Es más, esa crisis fue precisamente desatada por una movida defensiva de los rezagados  que, a través de su agente en el gobierno norteamericano de W. Bush,  Paulson ( ex Goldman Sachs),  dejaron caer uno de los banco importantes de la coalición globalista, el ahora famoso “Lehman Brothers”.
Todo esto, está muy inteligentemente estudiado y expuesto en los trabajos de los argentinos Gabriel Merino y Walter Formento  en sus libros pioneros en este sentido (incluso  a nivel internacional)  “Crisis Financiera Global” y en la reciente publicación de Formento con el holandés Wim Dierckxsens, “Geopolítica de la Crisis Económica Mundial”.
Pero como veníamos diciendo, no ha sido, sin embargo, este grupo  conservador rezagado  el escollo más importante  para los globalizadores. Es otra la fuerza que se les ha venido oponiendo en serio  y que es la verdadera imposibilidad  para cumplir con sus objetivos. Ha sido, se podría decir en forma abstracta  la historia misma. Y en forma concreta: la humanidad.
Veamos cómo ha sido este proceso  de reconfiguración del sujeto histórico en la globalización
El capitalismo,  aun antes de adoptar  su forma “new age”  globalizadora y financierista, había empezado a dar muestras de su finitud . Ya  E. Mandel había visualizado su decrepitud  con sus análisis sobre lo que llamó capitalismo tardío  en los 70, pero hoy queda más en evidencia que nunca que estamos ante su decadencia  y su final. El capitalismo comercial  duró desde sus comienzos en el siglo XIV hasta el XIX uso 500 años , el capitalismo industrial denominado imperialismo que lo sucedió duró aproximadamente 100 años desde fines del XIX hasta fines del XX
 La tercera y  última estrategia desesperada de reciclamiento ha sido como dijimos,  la globalización financiera, a la que nos venimos refiriendo,  pero ha durado “apenas” unos treinta años y ya está agotada. Y no  se percibe rastro alguno de alguna otra nueva versión.  Solo se notan los manotazos  perversos de acciones militares,  disfrazadas de rebeliones democráticas,  en el mejor de los casos y, ya desenfadadamente  expuestas como apoyo directo a grupos terroristas sanguinarios, en el peor. Una de las principales involucradas en todo este lodazal geopolítico  es precisamente  Hillary Clinton quien ha llevado junto con Obama los niveles de cinismo a extremos nunca vistos antes en la historia de la humanidad.
Entre los hechos más notorios de que el capitalismo está condenado, como sistema, a desestructurarse y sucumbir, está  la aparición contundente, en la escena geopolítica y económico financiera internacional, de dos potencias como China y Rusia  que no han hecho, en estos últimos años, más que proporcionarle fuertes derrotas económicas y militares  al, perversamente liviano, globalismo de Obama y Hillary y sus socios ingleses ( también golpeados por el Brexit como un pequeño adelanto de la  victoria trumpista).
Que los sistemas ruso y chino vayan a derivar en una nueva versión del capitalismo mundial  es algo que está en principio en el plano especulativo, pero  parecería muy   difícil  y contradictorio en el marco de un análisis más profundo e integral. Su rol de opositores globales tanto a la estrategia neoliberal de las “cities”, como a cualquier tipo de neo hegemonismo,  parece estar  impulsándolos más y más  a posiciones antifinancieristas , a nivel internacional , oponiéndole grandes proyectos productivos y comerciales como la Ruta de la Seda, y hacia posiciones anticapitalistas,  a nivel de sus políticas  internas, al reconocer lo imprescindible del desarrollo de sus pueblos  y de  la elevación del nivel de vida, sin exclusiones,  como parte imprescindible de su estrategia económico política, aunque es cierto que deberán resolver sus propias contradicciones interiores en este sentido.
Estos sistemas nacional-continentales no surgieron por generación espontánea. Son el resultado de la rearticulación interna de sus propias fuerzas populares en los complejísimos momentos del paso del capitalismo imperialista al capitalismo de la globalización financiera. Fue la tremenda experiencia de lucha y resistencia de sus pueblos durante el siglo XX la que permitió que ambas potencias se reciclaran en los actores mundiales que son hoy y no pasaran a ser tierra arrasada y colonizada por la estrategia globalista neoliberal.
Además ( y esto también es demostrativo de su rumbo) esas fuerzas de naciones-continente se suman  y articulan cada vez más  con una gran resistencia  de masas  mundiales a la globalización, que se expresa   por la multipolaridad  y la autonomía de las naciones o su integración  en regiones que no reproduzcan  el neoliberalismo sino la cooperación y la complementariedad global.
Es este gran sujeto histórico de la globalización, conformado  por personas,  movimientos,  partidos,  asociaciones e, incluso, y en algunos casos principalmente , proyectos nacionales  y continentales que ejercen el gobierno y el poder de sus países en contra dela deriva neoliberal y las artimañas de los Obamas, Hillarys, Blairs, Camerons etc., el que produjo, en realidad, la derrota de la Sra. Clinton, es decir de su proyecto de continuidad  y profundización de la globalización neoliberal de la red de “cities” financieras. Es este movimiento el que puso al descubierto su cinismo y su falsedades  y su involucramiento directo en el genocidio a que se está sometiendo a los pueblos en medio oriente con la estrategia del caos de la que es principal impulsora.
No nos confundamos, Hillary perdió contra la resistencia  mundial de los pueblos a la globalización capitalista, y parte de ese gran movimiento es la clase trabajadora norteamericana, aunque se mezclen irracionalmente entre sus ideas discursos xenófobos o raciales, manipulados por el oportunismo electoral. Que esto lo haya aprovechado el grupo imperialista rezagado  para ajustar cuentas con sus adláteres globalizadores  y haya impuesto a Trump es otro tema,  que está en un   plano secundario,  aunque no por ello, es claro,  poco importante.
Está claro también, como dijimos al principio,  que Trump no es una casualidad o  el éxito electoral de un “outsider” que se financió por sus propios medios  y supo leer inteligentemente  los deseos de gran parte de la población norteamericana. Eso es una ingenuidad. No es posible ser presidente de los EEUU  ( y comandante en jefe de sus FFAA) sin un apoyo de al menos un sector del poder global  Y ese sector es en este caso, como ya dijimos , el grupo imperialista  “rezagado”, vinculado a la banca más atada al mercado interno norteamericano y a importantes  ámbitos del viejo complejo militar industrial. O acaso alguien supone que el FBI va a denunciar a la principal candidata a la presidencia,  en el tramo final de la definición electoral  porque simplemente “está cumpliendo con su deber”. Eso no lo hace ningún jefe del FBI sino  es parte y está jugando el partido del poder con uno de los bandos  principales (y, en este caso, ahora lo sabemos, con el bando  que más posibilidades en la coyuntura). Este grupo rezagado  del capitalismo global ha aprovechado, como ya dijimos, su oportunidad coyuntural. De todos modos este intento de volver a los “años dorados de la posguerra”,  que parece ser  el objetivo de los que están detrás de Trump,  aunque contenga destellos de racionalidad frente a la locura desenfrenada del grupo globalizador, no deja de ser tan irracional como su ad-later y ello se pone en evidencia cuando uno intenta responder a la pregunta:  ¿cómo va a hacer Trump para cumplir con sus promesas de reindustralización  de los EEUU y recuperación de los niveles de vida de sus trabajadores?
 Pero, insistimos en  que no debe perderse de vista  que ha sido  y es el esfuerzo de los pueblos y la izquierda mundial lo que  está impidiendo que la última versión del capitalismo siga avanzando.  Su expansionismo militar se empantanó en Afganistán e Iraq,  en  Siria está siendo directamente derrotado, su plan ucraniano fracasó, sus leoninos tratados oceánicos son cada vez más rechazados, su estructura financiera y monetaria  se debilita y aparecen con fuerza planes globales alternativos.
En  lo que respecta a América Latina, aunque se han sentido los golpes de un intento de contraofensiva desesperada del Departamento de Estado  y la CIA obamianos,  Nicaragua, en la que el Frente Sandinista acaba de ganar las elecciones con más del 70 %, está construyendo  un canal inter-océanico con participación china, en las narices del imperio, por el que podrán pasa  mega buques mercantes y portaaviones, Venezuela resiste,  Cuba, a la que quisieron  sobornar, se mantiene cada vez más digna, Ecuador,  El Salvador y Bolivia prosiguen con sus proyectos autónomos, hay posibilidades del regreso de Lugo al gobierno de Paraguay y El frente Amplio prosigue con su gestión de más de diez años en Uruguay. Por otro lado, los gobiernos de Macri y Temer  muestran, aceleradamente, las nefastas consecuencias de querer regresar a la senda neoliberal.
 Todo ello también influyó para poner en descubierto la hipocresía Obama –Hillary pero, sobre todo, para mostrar al mundo, y en este caso especial al pueblo norteamericano, que ya nada bueno puede esperar pueblo alguno del proyecto que se inició a partir de Reagan- Bush, Clinton y  Tatcher-Major-Blair. No debe olvidarse que muchos demócratas que habían seguido a Bernie Sanders,  un liberal que compartía muchas de las propuestas económicas de Trump, decidieron finalmente no votar por nadie, y que la mala imagen de Hillary llego alcanzar más del 60%.
La derrota de Hillary es un triunfo histórico de los pueblos, Trump es, en todo caso,  un efecto inevitable y en cierta medida impredecible pero preferible a lo que hubiera sido la extensión de la globalización financiera pura y dura sin solución de continuidad. Habrá que ver muy atentamente cómo se desarrollan los acontecimientos a partir de ahora. Nadie dijo que todo esto iba a ser fácil pero se abre una inmensa oportunidad.
MARIANO CIAFARDINI
IADEG (INSTITUTO ARGENTINO DE ESTUDIOS GEOPOLITICOS

domingo, 31 de julio de 2016

ARGENTINA Y NUESTRAMERICA. PUNTO DE INFLEXION

ARGENTINA Y NUESTRAMERICA. PUNTO DE INFLEXION

Si nos acordamos de los años 90 y de la forma en que se llega en Argentina  al 2001, no aparece como poca cosa, para la izquierda  verdadera y el campo popular,  haber recorrido estos últimos diez años en una reconstrucción y recuperación de espacio político, que contrasta con la prédica en el desierto  y las luchas de subsistencia durante el  neoliberalismo menemiano anterior.  Aun con las  limitaciones en materia de reformas económicas estructurales del proyecto kirchnerista  que, debe decirse,   no fueron tanto mayores que las que padecieron  y padecen el resto de los proyectos latinoamericanos que han sido parte de la misma onda popular de la década, solo una visión fuera de contexto (o malintencionada)  no advertiría que en términos reales hubo un avance cualitativo en el escenario político ideológico social y cultural y que la gestión y el movimiento  kirchnerista tuvieron mucho  que ver en ello.
Porqué entonces  la salida del gobierno del kirchnerismo,  previsible desde bastante tiempo antes de las elecciones, ha provocado esta  suerte de discontinuidad y desarticulación en el impulso organizativo y expansivo  de las fuerzas propias. Ya la   misma  opción  por Daniel Scioli como candidato presidencial, no implicaba para nadie, incluída especialmente Cristina, continuidad alguna del proyecto, sino, en todo caso, un aterrizaje suave en el llano. Esto lleva a ampliar la pregunta en el sentido de ¿porqué  no se pudo armar una alternativa electoral real  que si garantizara la continuidad del proyecto como un todo?
 Es cierto que la desposesión de los resortes del ejecutivo constituye un cimbronazo político innegable. Pero la potencialidad de un movimiento  y de un liderazgo que, después de años de desideologización y mercantilización de la política, logró concitar nuevamente el entusiasmo genuino por cambios estructurales (se hayan hecho o no), particularmente en extensos sectores juveniles de todo el país, no puede,  o no debería poder, diluirse o congelarse así como así cuando insistimos esto ya se veía venir desde fines del 2014 y principios del 15.
Por otro lado, aun aceptando sin beneficio de inventario todo el “paquete  kirchnerista”  incluyendo el pesado lastre de los  casos de corrupción,  el instrumento que se podría ( y debería) armar  a partir de su propio envión político es, hoy por hoy,  la única alternativa visible contra la despiadada avalancha neoconservadora (y neo represiva) que ya absorbió a casi todo el radicalismo, edulcoró a gran parte del PJ y juega a demócratas y republicanos  con  los neoperonistas “new age” que “están, pero no están “ con el macrismo. El intento de “construir algo aunque sea a nivel puramente electoral con algunos de estos sectores sería un suicidio del movimiento popular. La única posibilidad está en no dejar que se pierda la energía del movimiento y el liderazgo generados por Néstor y Cristina Kirchner e ir por más en un continuum con ese impulso político
Sin embargo ese nuevo  instrumento o planteo estratégico del movimiento popular, esperable, como continuidad en la lucha  del movimiento popular argentino, a partir de la salida del gobierno, no se ha estructurado  naturalmente, ni se observan, por el momento, puntas claras, visibles, de proceso de  composición o recomposición alguno. Y si están, en cualquier caso, el proceso va muy lento.
Porqué un movimiento popular con esa potencialidad y con un liderazgo sólido, y aceptado aun por los aliados más periféricos, no se ha continuado en forma casi automática a partir de un cambio de gobierno que era previsible totalmente  (insistimos  en que aún el triunfo de Scioli, implicaba la urgente  necesidad de la estructuración de esta estrategia de resistencia desde fuera del poder).
Más todavía, por qué no se ha dado, al menos hasta ahora,  esa continuidad en la discontinuidad de un movimiento popular que surgió con tanto dinamismo y sembró tantas expectativas y supo mantenerse aceptablemente cohesionado,  aun en el declive gubernamental,  cuando el acceso del macrismo al gobierno  no ha hecho más que ofrecer oportunidades de reacción social y ha mostrado  una cantidad de aborrecibles perfiles que no eran imaginados ni siquiera por lo que sabíamos que era la peor alternativa electoral.
La puerilidad de la campaña mediática, construida sobre los casos de corrupción de los allegados al gobierno kirchnerista, no es explicación suficiente para el inexplicable estado de defensiva del FPV, que no pasa por el momento de emitir algunos argumentos  en el sentido de  que “ellos  también tienen casos de corrupción”, “los precios subieron una barbaridad” y “las inversiones  que prometieron  no vienen”. La tragedia en la que nos está sumiendo la desenfadadamente neoliberal gestión macrista, en el marco de un crisis global que se profundiza aceleradamente, exige otro tipo de respuestas,  sobre todo de un movimiento que se pretende (y está muy bien que así sea) no sólo popular, sino también revolucionario.
Un ejemplo  la llegada al país de John Kerry  con el claro objetivo de respaldar a Macri  avanzar geopolítica y militarmente en la región y en el país  y empujarnos hacia el Tratado económico neoliberal del Pacífico  pasó elegantemente  en medio de “ruidazos” por el aumento del gas y movilizaciones en defensa de Hebe de Bonafini. Obviamente que estas movilizaciones eran urgentes e imprescindibles  pero desde el punto de vista de una estrategia  verdaderamente antiimperialista y emancipadora no haber organizado una movilización masiva para el repudio de la presencia imperial en el país muestra claramente desorientación política.
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 Para continuar, con cierta aspiración de profundidad en el análisis político, esta propuesta reflexiva, creo que debemos  alzar la mirada comparativa con algunas situaciones, similares en la diversidad de los escenarios políticos de la región.
Inmediatamente viene al pensamiento la situación brasileña, de los queridos compañeros del PT el PC do B  y las demás fuerzas políticas que abonan el proyecto encabezado por “Lula” y Dilma. Es inimaginable unas circunstancias políticas más grotescas: en Brasil se ha dado un golpe de estado utilizando ilegalmente recursos constitucionales y lo ha hecho un grupo político que en simultáneo ha confesado su accionar mafioso y corrupto y su vinculación directa con los grandes intereses económicos externos. El grado de resistencia esperable de un movimiento popular, que ha demostrado tener aun  gran poder de convocatoria, como el del PT y sus aliados, debería ser  el de una cuasi desobediencia civil con  huelgas generales incluidas  al menos por parte de las importantes centrales obreras que conducen los partidos del proyecto ) Y esto por decir algo sin forzar demasiado la imaginación.
Pero es que el propio discurso de sus líderes,  limitado por ahora  a lo políticamente y jurídicamente correcto y, en el mejor de los casos, a los logros ya remotos de los inicios del proceso político “lulista”, pone el marco al sentido y la forma del despliegue de fuerzas. Cualquiera  que tenga un poco de experiencia histórica en el combate político desde la izquierda sabe, y tiene que sentir, que ello tampoco está a la altura de las circunstancias ni es suficiente frente a las gravísimas amenazas que acechan  al futuro de Brasil, y de toda la región, si no se para y se revierte la deriva política en que se encuentra.
Sería imposible hacer aquí  un análisis más extenso y pormenorizado  de estas experiencias y agregar además (como se debería) el análisis dela situación de aquellos procesos populares latinoamericanos  que han conformado con el argentino  y el brasileño el gran torrente de cambio esperanzador desde el año 1999 en nuestra región. Pero sí se puede llamar la atención sobre un clima de desorientación  y desconexión que campea dentro de ese  continente de fuerzas  y movimientos populares y de izquierda que supo dar el no al ALCA,  en Mar del Plata,  y construir la Unasur, el Alba y la Celac.
La nueva pregunta que se suscita ahora, entonces, en otro plano, es: qué pasa  con todo el espíritu de este movimiento popular y antiimperialista indudablemente de izquierda, en tanto  hasta la propia revolución cubana se sumó a sus tendencias integradoras.
La contraofensiva política proveniente de los intereses financieros neoliberales, mediatizada principalmente por las estrategias del departamento de estado norteamericano, es contundentemente real,  pero en verdad, no hace más que desplegarse visiblemente entre los intersticios y las grietas  que empezó a presentar  el propio movimiento regional popular, desde sus propias gestiones gubernamentales .
Los medios masivos monopólicos y las estructuras judiciales  reaccionarias estuvieron siempre y no es que el avance popular inmenso de esta década se haya dado porque se descuidaron o se fueron de vacaciones. La “distracciones geopolíticas” no existen más que en una visión ingenua de las relaciones internacionales. Como en cualquier carrera de alta competitividad,  en la política internacional los espacios que se abren, se llenan inmediatamente y siempre hay alguna expresión del poder que está pujando por ocuparlos (o generarlos). Si el movimiento nuestroameircanista se dio y logró lo que logró fue por su propia fuerza interna, en las condiciones en que se generó y se desarrolló, a pesar de  y luchando eficazmente en contra de todas esas fuerzas reaccionarias  que ahora conforman la “contraofensiva”.
La explicación acerca de los espacios vacíos que se están generando en el nuevo momento y que son aprovechados para el desarrollo de esa “contraofensiva” habrá que buscarla entonces en el cambio de esas condiciones y en la falta de adecuación de esas fuerzas internas al nuevo momento.
Y acá es donde aparece el meollo de la cuestión política actual, íntimamente ligada al proceso económico mundial, en tanto que uno de los rasgos distintivos de lo político en tiempos de globalización es que  lo político se da ya, ahora, siempre en un mismo tiempo  y espacio reales que lo económico y que los escenarios locales están imbricados  temporal y espacialmente con los globales.
A partir de aproximadamente el 2012, la caída de los precios de los “comodities” como producto de la inminente recesión global empezó a generar  problemas serios en todas las administraciones de los gobiernos populares que constituían la red progresista de América Latina y el Caribe y esto debilitó sustancialmente  las posibilidades de sostener el distribuicionismo neo keynesiano sobre el que se sustentaron los distintos proyectos. Esto es una verdad simple contundente y más que evidente. Lo trágico sería  no verla o enredarse en detalles, sutilezas o variables secundarias,  obviamente diferentes en cada caso nacional particular, y darles una dimensión que no tienen. Eso sí sería el árbol que no deja ver el bosque.
Ver el bosque consiste en ver   que esos recursos ya no existen,  ni volverán a existir y la no existencia de esos recursos impone un cambio cualitativo en la propuesta política actual de los movimientos populares y de izquierda de la región. Es por lo tanto  la falta de ese viraje cualitativo en la propuesta política y económica  lo que está debilitando a estos movimientos  y haciendo cada vez más grandes las grietas por las que se filtra la contraofensiva derechista. Esa   actualización dialéctica de la propuesta  que debe  mostrar una continuidad pero no ser la misma que la que orientó estos movimientos hasta ahora, es lo que está faltando y comienza a distanciar a los liderazgos del pulso de los pueblos. Este es el punto de desorientación en las organizaciones y en las conducciones.
Desde una perspectiva  no paternalista  se advierte  con claridad que “las masas” no se equivocan estratégicamente. Y si no reaccionan ante una determinada propuesta  lo más posible es que lo que está equivocada  o perdió vigencia o actualidad es la propuesta y no las masas.
Este es el punto de inflexión en que nos encontramos. No se puede seguir pensando,  como parece que se está pensando  en muchos de los círculos de conducción de estos movimientos populares,  que lo que se está atravesando es una coyuntura pasajera de crisis económica y que,  si logramos mantenernos ( los que aún están ) en el gobierno o esperar un poco, tácticamente, los que ya no están  en el gobierno , cuando vuelva otro gran impulso económico del capitalismo mundial  y las clases medias de los países “desarrollados” vuelvan a hiperconsumir  fastuosamente y, por lo tanto, China e India vuelvan a producir a “tasas  chinas” para atender esa  lujuriosa demanda  y, por tanto, nuevamente, los precios de las materias primas vuelvan a dejar la renta  que dejaban en la década del 2000, volveremos  a poder seguir  la distribución y el derrame y quizás...
Eso no va a pasar. Lo que hay por delante es una larga crisis  muy probablemente terminal del sistema mismo. El inconsciente colectivo lo sospecha  lo intuye  y puede reaccionar buscando salidas individuales o colectivas  pero lo que no va a seducirlo en modo alguno es una propuesta basada en  la insinuación de que esos tiempos van a volver o de que todos los ajustes económicos  que se están sufriendo son exclusivamente producto de la maldad de los gobiernos de derecha  en los casos en que estos han logrado desplazar electoralmente o por  golpes blandos a los movimientos populares, y que el simple regreso de estos movimientos al poder va a traer la bonanza  o continuar con lo que se daba.
¿Y si Macri fracasara escandalosamente (como parece que lo está haciendo) en Argentina y hasta se diera la circunstancia de que tuviera que abandonar el gobierno anticipadamente o someterse a una abrumadora mayoría opositora en las cámaras?, ¿cuál es el plan? ¿Acaso volver con la misma propuesta económico-política que hasta el 31 de diciembre. Acaso alguien sincero y bien intencionado cree que ello sería viable y sustentable?.
¿Y si Dilma no es desplazada por el “impeachment” y vuelve al gobierno  y recompone su gabinete? ¿cómo sigue la historia en Brasil? ¿Empezaría a crecer la economía brasileña y a revertirse la crisis volviendo a las políticas del momento anterior al  golpe destituyente?
Aun en el caso de aquellos movimientos populares que están en el gobierno en particular el del  compañero Maduro en Venezuela.¿ Si superara la crisis actual y en las próximas elecciones recuperara los espacios perdidos, sería acertado seguir adelante exactamente con el mismo esquema político-económico que hasta el presente?
La izquierda y el movimiento popular (en el gobierno o no)  necesitan hablar claramente, ya, con los pueblos acerca de la gravedad de la crisis mundial y de la necesidad de empezar a tomar medidas de emergencia,  urgentes, que permitan afrontar racionalmente la situación actual y la que se viene, y evitar catástrofes que, de darse, inicialmente serán sectoriales y finalmente arrastrarán a toda la sociedad. No afirmamos que hayan de abandonarse todos los planteos y programas económicos políticos y sociales que estos proyectos populares han sostenidos hasta ahora pero está claro que eso no alcanza, que hay que añadir otros y que algunos deben cambiarse. La situación mundial no es la misma, los proyectos no pueden ser los mismos.
Lo cierto es que  lo que se está n jugando en este momento de inflexión,  no sólo en América Latina  sino en el mundo todo, son dos visiones  contrapuestas del destino de la humanidad. Una  que piensa en una larga vida todavía del capitalismo,  que estaría pasando por una de sus tantas crisis cíclicas, pero de la que se ha de recomponer  nuevamente. Esto lo comparten incluso  muchas visiones  populares o de izquierda que asumen  con resignación  la supuesta “longue durée”  y consideran que  de lo que se trata es de seguir resistiendo en el mismo esquema neo-desarrollista  que hasta ahora  frente al neoliberalismo y al neo conservadurismo. La otra visión, a mi entender la acertada y consecuente con una interpretación ajustada al materialismo histórico, es la de que la crisis actual del capitalismo financiero no es una más, sino la última, por ser precisamente el capitalismo financiero la última etapa del capitalismo.  Y que de esta recesión mundial creciente no se sale ya sino en una compleja transición a una multipolaridad efectiva, con planificación global ampliamente reguladora de la economía, distribución equitativa real y profunda democracia política global y local. Claro que, como decimos, todo ello en un proceso altamente complejo que probablemente exija recomposiciones geopolíticas forzadas, rearticulación del poder mundial en bloques continentales y economías de emergencia, con distribuciones y ajustes urgentes, pero para todos los sectores sociales, y no solo para algunos como ha sido históricamente en el capitalismo.
Habrá que pensar en esquemas de articulación productiva de urgencia entre los países de la región, de clusters industriales, de reformulación conjunta de ciertos patrones de consumo, de proteccionismos armados a nivel regional, de reformulación articulada regionalmente de políticas impositivas para la creación de fondos regionales de emergencia, lo que sea. La enumeración anterior es solo simbólica a fin de dejar en claro que como dijo el maestro de Bolivar , Simón Rodríguez: “o inventamos o erramos”.


 Es evidente que los únicos que pueden ofrecer opciones viables de menores costos colaterales y que preserven el “afectio societatis” y permitan a partir de un replanteo estructural iniciar un nuevo camino de vida superador, son los partidos y movimientos populares y de izquierda. Con un agregado,  la magnitud de la crisis va a exigir  una mucho más profunda cooperación, coordinación  e integración regional, en tanto cada bloque mundial ha de tratar de protegerse  y salvaguardase con sus recursos a la mano, cooperando  con otros en algunos casos, y defendiéndose  del asalto y la depredación desesperada de otros, en otros casos. En nuestra América se impone una cumbre urgente de las conducciones de los movimientos populares para lanzar la contra contra-ofensiva articulada, integradora  y verdaderamente transformadora. Solo ello proporcionaría la densidad político-ideológica que necesitan las luchas en cada país.   Habrá que ver si se está a la altura de las circunstancias.
El no haberse asumido plenamente hasta ahora  esta cuestión de base es lo que explica la falta de reflejos que viene exhibiendo,  en  general, el movimiento nuestroamericanista. Especialmente desde la  derrota del chavismo en las elecciones  de medio término del 2015, el triunfo de Macri en la elecciones argentinas de fines de ese mismo año  y la suspensión  de Dilma a comienzos del actual 2016.
La tremenda diferencia que marcaron estos procesos populares nuestroamericanos con el pasado inmediato anterior (y con lo que hubieran hechos gobiernos continuistas de derecha en su lugar) fue el aprovechar el “viento de cola” del auge primarista en dos sentidos imprescindibles en aquel momento, dado la situación en que nos encontrábamos: 1) La urgencia humanitaria  de atender distributivamente en forma inmediata y como fuera a la inanición  y la brutal exclusión  de sectores enteros de la población , especialmente niños y jóvenes, con lo que automáticamente en la faz económica se dinamizó  el mercado interno mejorando la situación de amplios sectores medios y se aumentó el nivel de empleo ; 2) el articular todo ello con un regreso a la política de masas, con inclusión de las nuevas generaciones de jóvenes a la política popular, incentivándose el patriotismo y la valorización efectiva de los derechos humanos y civiles en toda su dimensión y no como privilegio  de una ciudadanía reducía o como formas abstractas de democracia liberal (si se pudo haber hecho más es una reflexión contrafáctica  que deberá hacerse oportunamente pero que sería un error poner en el centro en este momento crítico).
Este es el capital social  y político en el que reside la legitimación, el prestigio y la potencialidad  de estos movimientos populares.
Pero ese poder de convocatoria popular, ese liderazgo, esa legitimación,  está inevitablemente sujeto a la máxima que rige todo poder político: el poder si no se ejerce se diluye.
Hoy no se justifican ni siquiera argumentos presuntamente tácticos. El “tiempismo”, tanto en fútbol como en política, siempre termina con una goleada en contra.

MARIANO CIAFARDINI
Centro de Formación y Estudios Marxistas Agosti (CEFMA)












lunes, 11 de julio de 2016

Que hay detrás del Brexit


SI algo  ha quedado en evidencia con el Brexit, más allá de las complejidades y contradicciones que rodean el fenómeno, es que la gran construcción unitaria, integradora y cooperativa del capitalismo en su fase neoliberal globalizada y financiera,  que con orgullo se mostraba  como evidencia  contundente en la  Unión Europea, no es tal. Ya había empezado a quedar expuesto en 2012, con la crisis de Grecia y de los llamados Pigs (¿qué unión verdadera trataría de cerdos a sus socios menores?) que el ejemplo de cooperativismo e integración  era, en realidad, un armado para provecho de los grandes capitales c on concentración  en algunos países como Alemania y Francia y expoliación y ruina de los pueblos y los estados particularmente de los peninsulares globalmente retrasados.
Sin embargo varios economistas y geopolíticos ven en la movida de los conservadores  (y la corona) británicos bastante más que esto. Se habla de la decadencia de EEUU como potencia mundial  y de la intención de la fuerte burguesía financiera inglesa de despegarse, un  poco al menos, de su socio histórico  y empezar a jugar más libremente con su City bursátil londinense dando entrada a los capitales chinos,  y volver a usar, primariamente, al Commonwealth  como ariete de su estrategia internacional, para todo lo cual su pertenencia a la UE era un lastre.
Esto desesperaría a todos aquellos  que representan la estrategia globalizadora financiera dominante,  como Obama y gran parte de los demócratas estadounidenses, a los wighs británicos con Tony Blair a la cabeza y a los globalistas europeos  como Hollande y Merkel, todos ellos  partidarios del esquema vigente desde los 90. Si esto es así estaríamos asistiendo a una crisis de proporciones en la gobernabilidad mundial que amenazaría con arrastrar a la UE e incluso al esquema de poder mundial y nacional  de los EEUU. Tal vez ello explique  la preocupación de Obama por fortalecer a la OTAN a partir del cínico recurso discursivo sobre  la amenaza Rusa.
Por otro lado, en el mismo momento del Brexit,  India y Pakistán (dos estados nucleares) se integraron a la alianza político-económico-militar denominada  “Organización de Cooperación de Shangai”,  en la que mandan Rusia y China. No hay dudas de que la geopolítica mundial está cambiando a pasos vertiginosos y de que detrás del Brexit hay mucho más que un problema de inmigración mal resuelto, que puedan aprovechar, momentánea y oportunistamente,  los partidos de la ultraderecha europea.

MARIANO CIAFARDINI

lunes, 27 de junio de 2016

La Unidad de la izquierda Latinoamericana y la desunión europea


El 24 de junio de 2016 va a entrar en la historia como una fecha paradójica. Ese día en la financierizada Londres se anunciaba el triunfo de la postura favorable al Brexit en el referéndum  llamado al efecto.  Este resultado  demostrativo de la voluntad del pueblo de Gran Bretaña, pero más específicamente de Inglaterra  ya que en otras  regiones como Escocia o Irlanda tomadas por separado ganó el “remain” puso en profunda   crisis una unión de naciones europeas, la UE, que  oportunamente, en los comienzos de la globalización se había exhibido  como evidencia palpable de que el capitalismo, aun en su desenfadada versión neoliberal, no solo  era compatible con la paz y la cooperación internacional  sino que incluso  las generaba a través de sus invisibles y automáticas dinámicas.
La crisis cuyas consecuencias no están  todavía claras del todo,  pero por momentos aparecen como extraordinarias,  lo que en realidad  pone en evidencia palpable es que la Unión Europea nunca fue una  verdadera  “unión” y que  lo que menos la inspiraba era una sincera intención de cooperación y solidaridad entre las naciones que la formaron, sino que,  constituida efectivamente al calor del espíritu capitalista neoliberal, ha sido preferentemente  un instrumento de unas pocas burguesías europeas poderosas, para expoliar mejor a los pueblos de toda Europa, incluidas, eventualmente, las burguesías menores de los demás países de la mentada “unión”.
Claro que todo ello estuvo oculto, desde el principio, por una lluvia de euros, cedidos a cuenta, a “troche y moche” multiplicando un consumismo irresponsable y generando un bienestar e. Pero, como es sabido,  las lluvias siempre alguna vez paran. Y esta paró ya claramente en el último trimestre del  2012.
Más allá  de los fenómenos de irracionalidad antiinmigratoria, que han fortalecido las potencialidades electorales de los partidos de extrema derecha, lo que está determinando  la gigantesca crisis político institucional de la unión es el abrupto descenso del nivel de vida de amplios sectores sociales  y el aumento del desempleo la precariedad laboral y la pobreza. Amello se suma la ausencia de algún proyecto creíble de alternativa popular dentro de la UE tal como está concebida hasta ahora o de la posibilidad real de reformarla.
Pero lo paradójico de la fecha lo completa un dato  que comparado con la espectacularidad del Brexit se puede decir que tiene por el momento casi nula visibilidad. Solo  lo pudimos constatar quienes tuvimos el privilegio político de asistir al XXII encuentro del Foro de San Pablo, en la centroamericana ciudad de San Salvador, en ese mismo día. Allí, en forma inicialmente casi desapercibida,  pero adquiriendo más y más notoriedad a medida que transcurrían las sesiones, se llegó al consenso acerca de  la elaboración de un programa político único del Foro, es decir, ni más ni menos que un programa político continental de la izquierda de toda América Latina y El Caribe .
El Foro d San Pablo nació en …. como recurso esforzado de una izquierda  duramente golpeada por el fantasma del “fin dela historia “ en medio de la fiesta neoliberal Pocos le auguraban buen futuro  en tiempos en que habían “muerto las ideologías” Los menos mal intencionados miraban al grupo de militantes resistentes con desdén  y hasta algo de pena,  como restos resilientes de un impulso utópico ya acabado. Ultimas brasas del fuego revolucionario del siglo XX del que solo quedaba llama exigua la Cuba comunista. La “izquierda verdaderamente inteligente”, abrazaba la tercera vía,  ya no de color rojo,  ni siquiera rojo pálido,  sino de un rubor rosado, manteniendo algunas reinvindicaciones de baja intensidad conflictiva,  propias del liberalismo político, y cuidadosamente seleccionadas,  pero suscribiendo un decidido pragmatismo económico, que  implicaba  el seguidismo a ultranza a todas las propuestas básicas del  neoliberalismo.
Pero la izquierda resistió, Cuba resistió y, al calor de los grandes movimientos populares latinoamericanos, muchos de ellos convertidos en gobiernos en la década del 2000, el Foro llegó a tener  los más de cien integrantes actuales que, aun  a pesar  de algunas pocas excepciones notables, todavía  no incorporadas,  pueden considerarse como la expresión legítima de la izquierda realmente existente en el continente,  y celebró en San Salvador su XXII encuentro anual.
No obstante  hasta el momento el Foro no había pasado de ser el lugar de encuentro periódico de partidos ideológicamente próximos   para intercambiar  opiniones,  reportar las situaciones nacionales y sacar en conjunto declaraciones de solidaridad o de repudio  y coordinar acciones de solidaridad  o repudio simultáneas.
Es la primera vez en la historia política latinoamericana que se da inicio a un proceso de esta naturaleza. Nunca antes se había podido construir un espacio político partidario regional en el que fuera posible tamaña empresa y desde algunas imprecisas intentonas  en los 70  que no se volvía a considerar la posibilidad de hacerlo. Las consecuencias altamente positivas para el avance y desarrollo de las luchas de los pueblos de la región por su emancipación y la transformación de la realidad, en este caso  sí son previsibles y son también extraordinarias, pero en sentido positivo.
La diferencia entre los dos procesos "unitarios" está a la vista  Uno fue impuesto fraudulenta  y mendazmente por arriba, por corporaciones financieras, a los pueblos a través de la colonización política de los dirigentes,  muchos de los cuales todavía se hacen llamar socialistas. La nuestra es una construcción que empieza desde abajo, como lanzamiento de una  dirigencia política de izquierda, comprometida con el pueblo, y para ser debatida y consensuada con todos los sectores y expresiones populares.

Mariano Ciafardini

jueves, 9 de junio de 2016

Malvinas y la Política exterior del macrismo.


La importancia  y el valor  del reclamo  de un pedazo de territorio nacional en este mundo, compuesto de naciones, se mide a partir de dos variables principales. Una es la de la justeza del reclamo. Cuanto más injusta, irracional  y ofensiva  es la pérdida de ese territorio, más afectada está la soberanía y la dignidad (el valor) del afectado como nación, en el concierto de naciones. Mayor es la responsabilidad del gobierno nacional en cuanto al reclamo en sí. Esto está relacionado con razones históricas y geográficas principalmente.
No caben dudas de que en el caso de las Malvinas esta cuestión se expresa brutalmente, ya que no estamos hablando de temas limítrofes  o disputas originarias sino de la ocupación colonial de un territorio que está a  más de 15000 kilómetros del país invasor  y a menos de 500 de la costa continental del invadido (y dentro de su plataforma submarina). Y la soberanía española heredada legítimamente por la nueva nación soberana, fue reconocida desde los primeros asentamientos en el 1700.
Pero hay otra variable que mide la importancia del reclamo territorial y es la que se determina por el valor que tiene su ocupación  (y particularmente su ocupación militar), hoy, en este mundo globalizado, para el resto de las naciones,  principalmente para las potencias mundiales. Esta es la importancia geopolítica. En  ese sentido queda claro que si los británicos no estuvieran ocupando hoy Malvinas y algunas otras islas de nuestra pertenencia   la Otan no tendría ningún asentamiento importante en todo el Atlántico Sur, lo que en un escenario de guerra de posiciones territoriales y marítimas internacionales, en tensión permanente, como lo es el actual, su desarrollo estratégico se debilitaría  enormemente. Si a esto le agregamos la certeza de que  hay  en el subsuelo de la costa malvinense reservas de petróleo que prometen una base de por lo menos 1.000.000.000 de barriles, esto completa la significación  política económica y moral que tiene el reclamo argentino de las islas.
A esto se le debe sumar  el hecho de que ya hoy la Argentina no está reclamando las Malvinas solo en nombre propio sino que, por las razones antes apuntadas, lo hace también a nombre de todo Latinoamérica, ya que la presencia anglo –norteamericana allí es una afrenta geopolítica para todo el continente. Tanto más hoy cuando la cuestión del acercamiento y la integración es vital para los intereses de todos los países de la región.
Aparece en toda su dimensión, entonces, la gravedad de  haber sacado de agenda en las relaciones con el Reino Unido la cuestión de Malvinas, como concesión alegre y gratuita para “amigarnos” y “volver al mundo”. Se podría hablar de, por  lo menos, una gran ignorancia en materia de política internacional, irresponsabilidad, ingenuidad, estupidez y “cholulismo”, para no recurrir a términos como traición a la patria (chica y grande), “cipayismo” y corrupción, lo que nos haría pasibles de ser acusados de conspirativistas o ideologistas.

Mariano Ciafardini

lunes, 16 de mayo de 2016

Proletarios del mundo ¡Uníos! (último llamado)

Así rezaba  el irónico graffiti que apareció en una pared colombiana a comienzo de los años 90 cuando el internacionalismo proletario parecía no significar más que el recuerdo de una ridícula mueca de la historia.
Casi nadie creía entonces  que en menos de 20 años las cosas iban a volver a cambiar tanto como para  actualizar nuevamente  el sentido de la famosa frase conclusiva del viejo Manifiesto.
Hoy la crisis general del sistema capitalista es más que evidente. Desde hace casi 10 años que no hay solución de continuidad en la persistente inestabilidad económica y financiera mundial, a la que luego se le agregó la recesión y una solapada guerra monetaria. A diferencia de otras crisis económicas mundiales, no se ve ninguna salida en el horizonte capitalista.
EEUU, luego de la emisión más fabulosa de la historia, se debate entre subir o no las tasas de interés, si las sube se profundizaría una recesión que hoy mantiene disfrazada de bajo crecimiento  y engañando estadísticamente  con los datos de empleo y consumo. Si no las sube, sigue alimentando la especulación formadora de burbujas financieras,  porque está claro que la casi totalidad de lo que emite no va a la producción ni al bienestar del pueblo estadounidense. Esto se refleja en las perspectivas electorales en las que los dos candidatos que van quedando por los partidos  “tradicionales” tienen un elevadísimo nivel de imagen negativa.
A la Unión Europea le queda cada vez menos de unión. Se puede ver, ahora claramente, que el modelo de integración que se impuso fue el de una corporación manejada por Alemania, con Francia como socio menor, e Inglaterra con un pie siempre afuera  y mirando a los EEUU.
Hoy la situación de los países del sur europeo es desastrosa,  con la amenaza de una hipercrisis bancaria en Italia  y la reedición de la crisis del 2012 en el resto. Ello llevaría a los bancos franceses al default inmediato. Alemania ha perdido su poder de motorizar la economía en su conjunto y enfrenta una grave crisis interna que en lo político se expresa principalmente en el problema de la inmigración, pero que va mucho más allá de ello.
Japón no puede encontrar el rumbo para salir de una situación deflacionaria que en realidad viene arrastrando desde la crisis de 1989.
En la desesperación, aumenta la intensidad de los enfrentamientos competitivos de los grupos del capital. Aparecen denuncias contra las gigantes automotrices alemanas y japonesas, se interviene la federación internacional de fútbol, se publican listas (parciales) de evasores de impuestos y lavadores de dinero en la banca offshore, se profundiza el espionaje entre países “aliados”, hay sospechosas muertes y caídas de aviones  nunca esclarecidas.
Si se quiere resumir y simplificar  se puede decir  que  la causa de la crisis del “mundo desarrollado” está directamente relacionada con el haber gastado fabulosamente a cuenta durante los 90 y la primera mitad del 2000, sobre todo en suntuarios y gastos militares.
 ¿Debieron haber gastado menos? En términos de supervivencia del sistema capitalista eso era imposible, pues fue precisamente ese esquema de gasto basado en crédito y la emisión lo que le permitió al capital recuperar la tasa de ganancia, subsistir a la caída de los 80 y reciclarse como capitalismo financiero globalizado (ver Globalización tercera –y última- etapa del capitalismo. Ciafardini. 2011).
Pero que pasa entonces en el actual “segundo mundo” si así puede llamársele a las economías china e india. Pues sucede que, precisamente en el esquema ideado por la globalización financiera capitalista,  estos países estaban destinados a ser la “fábrica del mundo” lo que, a su vez, les permitió dar un gran salto de desarrollo industrial, mejorar la situación económica de millones de pobres, incorporar tecnología de punta, desarrollar sus infraestructuras y acumular grandes masas de reservas. Ello los catapultó, sobre todo a China, a transformarse en un factor importante de poder mundial, contraponiéndose al propio poder de sus mentores occidentales, contra los que el “gigante dormido”  armó su propio bloque de poder con Rusia  y otros países de su región, volviéndose  a reeditar, aunque de manera mucho menos intensa, un cierto bipolarismo atenuado con una tendencia a la multipolaridad que complica, cada vez más, los planes de los grandes grupos financieros de regular la economía mundial a su medida.
Pero también  sucede que, en el esquema globalizador,  el desarrollo económico de estos “emergentes  poderosos” nació atado al hiperconsumo,  ficticiamente sostenido, en EEUU y  la UE. Al caer éste  se detiene aquél.
Esto trae consecuencia internas  serias para estos emergentes de primera línea como lo es en primer término el descenso abrupto de las tasa de crecimiento. Pero el “parate” se proyecta a los “emergentes de segunda línea” es decir casi la totalidad del resto del mundo  que vivió un momento de auge económico a partir del aumento de los precios de sus productos primarios, por la gran demanda china –asiática. Hasta la olvidada  África empezaba a sentir  algunos beneficios del derrame del auge económico chino-asiático.    
América Latina y, particularmente América del Sur, no escapa de ninguna manera a esta crisis sistémica. Macri gana en Argentina con un apoyo mediático totalitario y cabalgando sobre problemas internos del proyecto político antineoliberal, pero el escenario de base  que le permiten el vertiginosos ascenso, que lo sorprendió hasta a él mismo,  fueron los problemas económicos y financieros que se agudizaron en los últimos años del gobierno kirchnerista con la crisis de Brasil y la baja del precio de la soja. En Brasil y Venezuela  el impacto de la crisis sistémica sobre sus economías es más que evidente  y amenaza con la interrupción de los proyectos políticos populares  que tuvieron auge a partir del 2000, como si estos proyectos fueran los culpables de la crisis. Hay un intento de restauración conservadora en la región que soslaya que  la crisis también golpea a gobiernos  claramente neoliberales como el mexicano y el colombiano y a todos los demás sin excepciones.
Desde ciertas posiciones de izquierda se les reprocha a algunos de estos gobiernos que encabezaron o encabezan proyectos populares (para la derecha, populistas) no haber transformado las estructuras neoliberales, primaristas y extractivistas,  de los países que gobernaron o gobiernan. El planteo como tal puede haber sido  pertinente, sólo que de nada sirve quedarse ahora en esto.
Tal vez la  verdadera oportunidad para abordar tales cambios profundos sea la que se abre ahora, con este intento de restauración conservadora en la región, que se da, precisamente, en el marco de la agudización de la crisis sistémica a la que antes aludimos.
En efecto, la única forma realista de salir adelante cambiando las estructuras productivo-distributivas   de los países Latinoamericanos,  en la economía globalizada, es mediante un proceso profundo y acelerado de integración regional, que permita pararse frente al resto del mundo con  escalas productivas significantes y un único inmenso mercado interno. Esto implicaría una revolución en las políticas externas de nuestros países que solo encontraría escenario propicio en la agudización de la crisis estructural mundial  que pronosticamos. Pero está claro que todo ello solo se transforma en una oportunidad si los movimientos populares son capaces de reaccionar y enfrentar con todo la estrategia restaurativa y si además  la resistencia se extiende internacionalmente de modo que no le quede a la estrategia del capital ningún territorio seguro donde hacer pie.
Y aquí llegamos al punto de este artículo, preanunciado en el título esotérico que elegimos,  qué es el de  que, afortunadamente los pueblos (proletarios) de todos estos países del mundo  “desarrollados”, “emergentes de primera “ , y/o “emergentes de segunda” parecieran no estar dispuestos ya hoy   a dar ni un paso  más atrás de los niveles de vida alcanzados  ni a aceptar pasivamente  el cuento de que habría que ajustarse y empobrecerse “por un tiempo” para después salir adelante, porque sospechan profundamente, y con razón, de la mentira oculta detrás de ese trillado argumento.
Aun en países donde ganó las elecciones el neoliberalismo puro y duro como en Argentina,  el gobierno no alcanzó a recorrer los seis primeros meses de gestión y ya se enfrenta a una poderosísima resistencia  popular. En Brasil, a pesar de la crisis económica profunda y  de la ofensiva mediática corporativa, destituyente, desembozada, el partido de gobierno no deja de tener un fuerte apoyo de amplios sectores populares  que vaticina una resistencia feroz manteniéndose en la gestión  o desde la oposición. Igual es el caso de Venezuela donde la presión golpista opositora podría desencadenar, incluso, una guerra civil.
En Europa los movimientos ciudadanos,  las centrales sindicales y los partidos de izquierda  se aproximan cada vez más a conformar frentes de resistencia  al ajuste  y se oponen a los inventos expoliadores de última generación (que muestra también el grado de desesperación del capital) como son los tratados secretos (para los pueblos) como el “Transatlántico” que amenaza con destruir a todas las pequeñas y medianas empresas  de Europa del Norte y Central.
También el Partido comunista Chino sabe que los amplios sectores del pueblo chino que accedieron a las ciudades  y a empleos industriales y de servicios,  o que mejoraron sus condiciones de vida en el campo, no pueden volver hacia atrás. Ha dado señas de ello  al emprender una gran reforma desde el perfil exportador hacia el fortalecimiento del mercado interno. Pero a medida que la crisis se profundice deberá avanzar aún mucho más.
Es precisamente esta fuerza subjetiva imparable y creciente la que se está erigiendo en “sepulturera” del sistema  capitalista global  ya que, frente al escenario planteado y descrito  en este artículo, la única salida que va a quedar es la de un gran acuerdo internacional que establezca pautas para la producción y el comercio que permitan sostener los niveles de vida alcanzados  en todo el planeta y avanzar  a los sectores más postergados y es evidente que ello solo podría logarse a partir del “sacrificio” de partes importantes de las pingues ganancias de los grupos financieros globales y de los ricos del mundo. La aceptación, aún a regañadientes, del gobierno norteamericano, de resultados no buscados , como el de la paz en Siria (y con Rusia) o la resignación ante iniciativas chinas como las del Banco Internacional y el aumento de la circulación internacional del yuan, son situaciones que parecieran indicar que la realidad se impone aun al más grande de los poderes.
Es obvio que, si se imponen acuerdos de esta naturaleza,  ello irá implicando más y más  la negación de las dinámicas esenciales del sistema capitalista y que  la planificación (o al menos la articulación) interestatal  mundial, regulatoria de la “libertad” de producción y comercio, en la que prime el objetivo de mantener el consumo cuantitativo más extendido, es decir el consumo popular, no puede ser más que  el  principio del fin del sistema .

Habrá que tener la mirada puesta en la próxima reunión del G 20, en Septiembre, en China y ver entonces la fuerza que hayan alcanzado  las luchas de resistencia popular en el mundo, luchas  que, ahora sí, parecen estar golpeando todas al mismo tiempo.