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viernes, 31 de octubre de 2014

A luta (Lula) continua


Por aproximadamente un 3%   Dilma Roussef, después de 12 años de gobierno del PT y cuatro de ella misma, le ganó al recalcitrantemente neoliberal Aecio Neves quien, consecuentemente, se acercó al 49% de los votos. Si se quiere saber cómo oscilaron los humores electorales en Brasil desde el inicio del proceso electoral hace aproximadamente un mes atrás, basta con ver el gráfico de abscisas y ordenadas del indicador bursátil Bobespa  correspondiente a ese período y leer las intenciones de voto de Dilma en forma inversamente proporcional a las ganancias de los que allí especulan. Eso indica los intereses que estaban (y están) detrás de cada uno de los dos candidatos. Siguiendo con las proporcionalidades, es difícil de explicar  el resultado a nivel de los escaños parlamentarios. El PT y su principal  aliado de izquierda el Partido Comunista de Brasil perdieron fuerza en diputados, pero la alianza oficialista, formada por estos dos partidos y algunos otros más, ganó espacio parlamentario, no tanto por lo obtenido por el PMDB, viejo partido que supo tener su momento de gloria  en la post- dictadura y que hoy agrupa distintos cacicazgos estaduales muy susceptibles a los estímulos económicos, sino por lo incrementado parlamentariamente por otros partidos  de la alianza oficialista, partidos más pequeños y muchos de ellos más conservadores. O sea que para gobernar,  la flamante reelecta presidenta  y su partido, tendrán que llevar adelante una compleja partida ajedrecística  en todos aquellos casos que requieran el aval parlamentario,  que son, en general, los más importantes. En particular uno de estos asuntos políticamente cruciales que se ve venir es el  pedido de juicio político con que amenaza a Dilma la oposición a raíz de la denuncia  de corrupción en Petrobras. Ese “empechment”, para prosperar,  precisa  de los tres quintos de la asamblea.
Dejando   por fin de lado la tiranía de las proporcionalidades hay que decir que el triunfo es histórico  y tan importante  para el proceso antineoliberal y progresista Latinoamericano como dramático habría sido el triunfo de Neves y su vuelta a las relaciones carnales con EEUU y el capital financiero que ayer sufrió un duro golpe en Brasil.

Mariano Ciafardini