Un análisis
concreto de la época actual, que la ponga en perspectiva dialéctica con el todo
del proceso histórico de la modernidad capitalista, no puede sino hacer especial hincapié en el
salto cualitativo que se produjo a nivel global entre los años 1985 y 1989. Se
entiende que en los procesos históricos la alusión a fechas se hace siempre en
el sentido de establecer un momento en el que
se condensan las fuerzas del cambio (los acontecimientos). Pero es obvio
que fenómenos propios de esta tendencia venían ya produciéndose antes del
momento fijado y siguieron produciéndose después, aunque en forma más aislada.
Dicho ello
insistimos entonces en que la
“globalización” con todo lo que encierra ese neologismo, desde un punto de
vista materialista histórico, “nace”
entre 1985 y 1989,
Los hechos
que se pueden señalar como significativos de esos años, en términos de los que consideramos una nueva
etapa del capitalismo (como lo fue el imperialismo de Lenin respecto del capitalismo de libre competencia cuyo
pasaje se dio entre 1880 y 1890) son:
-La derrota
de los sindicatos mineros de Gran
Bretaña por el gobierno de Margaret
Tatcher en 1985.
-La iniciativa
de defensa estratégica (“guerra de las
galaxias”), propuesta por el presidente de los EEUU Ronald Reagan, que se puso
en marcha en 1984.
-La
consolidación económica norteamericana,
durante ese mismo gobierno (segundo mandato ), con tasas de menos del 5% de
desocupación y 4,1% de crecimiento del PBI anual.
-El inicio
del descomunal crecimiento de la economía china, a partir de 1989-91, con el
proceso de ingreso de capitales privados a zonas especiales, lo que conllevó al
desplazamiento del “taller mundial” a su territorio.
Para América
Latina y El Caribe, paralizados por la deuda externa y los efectos de las dictaduras militares de la década 75-85, la señal del cambio vino
de la mano de los planes “de ayuda” Baker y Brady y, su corolario, el “consenso
de Washington”.
La “cereza
de la torta” de todo este movimiento político económicos, que nos pondría en
una nueva etapa de las formas de acumulación del capital, fue, sin duda, la
desarticulación y caída del poder
soviético y de la red de países
socialistas de su entorno.
Esta nueva
etapa que se iniciaba llevaba en su seno el germen de la propagación de una de
las dinámicas propias del capital: la financiarización. El capital pasó a
acumularse paradigmáticamente a nivel global a partir, principalmente, de la
renta financiera, aunque no dejara de hacerlo a través de los también
crecientes pero en menor escala, comercio y producción.
Para ello el
mecanismo por excelencia que aplicó el poder capitalista global fue la
desregulación del desplazamiento de los capitales, especialmente de los capitales financieros, de lo que es
ejemplo la derogación, el 12 de noviembre de 1999, de la ley Glass Steagall,
que separaba la banca comercial de la de inversión para impedir la especulación
financiera a gran escala, y que estaba
vigente desde 1933.
A partir de
allí, la nueva ecuación fue :
-producción básicamente en países con
bajos salarios y orden interno,
mantenimiento de la ocupación plena en los países desarrollados a partir del
comercio y los servicios y /o la construcción de viviendas, depredación de los recursos de los países
subdesarrollados cuyas energías de resistencia política habían sido diezmadas por las dictaduras militares y los
gobiernos autoritarios de la década
anterior con el consiguiente aumento de la desocupación y la aparición de
grandes bolsones de marginalidad en dichos países y, finalmente, crédito disponible
para todo el mundo, a tasas bajas pero
ajustables, para ser usado en el consumo y la producción de aquellos artículos
y actividades cuya financiación
implicara el retorno más veloz y
la renta más alta para el capital.
Desde un
punto de vista dialéctico, aparece como
evidente que la centralidad de la acumulación financiera (parasitaria) venía a
negar los rasgos productivistas de la
anterior etapa del imperialismo del siglo XX, sustentada principalmente en la
explotación del trabajo (fordismo,
taylorismo, desarrollismo , industrialismo, “New Deal”, dirigismo estatal,
keynesianismo).
Así como
aquella etapa productivista del capital había negado inicialmente el rasgo
paradigmáticamente comercial del período
del capitalismo primero (1400-1800), a partir de la finalización del siglo XIX, finalizada la segunda revolución industrial ,
la globalización vino a negar, por
segunda vez (negación de la negación),
el productivismo imperialista, reemplazándolo por la hiper financiarización de la economía.
Es decir que, en términos dialécticos, la globalización es teóricamente la
tercera (y, en la triada dialéctica, la
última ) de las etapas del desarrollo del capital. Así lo hemos planteado en
nuestro trabajo “Globalización tercera –y ultima – etapa del capitalismo” (Ed.
Luxemburg. Buenos Aires. 2011)
Períodos internos
de la etapa globalizadora neoliberal
En aquel
ensayo del 2011 decíamos, también, que, así como el movimiento histórico total del capital podía apreciarse dialécticamente en su progresión en tres grandes etapas, cada
una de ellas mostraba, a su vez hacia su desarrollo interno, el mismo ritmo
triádico general en los tres momentos de:
afirmación , negación y negación de la negación.
En
particular, respecto de la etapa del
capitalismo que ahora analizamos, la globalización, ya dijimos que se inicia en 1985-89 y su primer período interno llega hasta aproximadamente los años 2000-2002.
La nefasta,
para los pueblos, “década de los 90” fue
la de la gran fiesta del capital, la avalancha neoliberal. Su “cliché” fue la soberbia afirmación del “fin de la
historia”, basado en el librejo de Fukuyama, burda paráfrasis de Hegel, quien, desde una altura
infinitamente mayor, intentó, a comienzo s del siglo XIX, cerrar el ciclo civilizatorio, con la llegada de la gran burguesía alemana
al poder y la consolidación del estado prusiano.
El primer
período de la globalización fue el del reinado de las privatizaciones, tanto en
el mundo desarrollado como en el subdesarrollado, la destrucción del estado
social “benefactor”, que solo , a duras
penas, en algunos países de Europa Occidental.
Se produjo
entonces la decadencia de la Rusia de Yeltsin, con el auge de las mafias que colonizaron importantes empresas del
estado e introdujeron en Rusia y sus adyacencias la economía ilegal a gran escala con ramificaciones a Europa y
EEUU y la asunción de gobiernos de derecha y ultraderecha en muchos de los ex
países socialistas del este europeo. La socialdemocracia mundial mostró que su socialismo siempre fue
un travestismo oportunista, ya
que, ostentando el mismo nombre
de “socialistas” o “laboristas” y sin
pudor alguno, adoptó todas las recetas
neoliberales y las puso en marcha donde
pudo con, casi, mejor eficacia que su propios creadores.
Sus
principales líderes fueron los demócratas de Clinton y los laboristas de Tony Blair. Sus gurúes fueron
los ideólogos del capitalismo bueno,
como Anthony Giddens y varios premios nobeles de economía ex keynesianos.
Los pueblos,
en estos tiempos y a pesar de los golpes
sufridos en el embate que
precedió al desembarco neoliberal, no dejaron, obviamente, de resistir:
movimientos sociales , de migrantes de desplazados y de minorías excluidas
surgieron por doquier. Ejemplos más visibles son tal vez el movimiento de “Los sin tierra”,
que hace su primer congreso en Curitiba Brasil en 1985, el “ejército zapatista
de liberación nacional”, que genera el
levantamiento de indígenas mexicano, en Chiapas
en enero de 1994, en el mismo
momento en que entraba en vigor el Tratado
de libre comercio de América del Norte,
entre México EEUU y Canadá, con evidente
sumisión de la economía mexicana al
poder de las otras dos, el “caracazo” venezolano, de 1989, y, ya después, los
movimiento antiglobalización con su
máxima expresión en la contracumbre de
la OMC, en Seattle, en 1999 .
No es casual
que los principales movimientos antineoliberales
que señalamos se hayan producido en América Latina ya que el emblema de la
resistencia regional y global fue Cuba,
inmolándose en el período especial 1991-1997, e irradiando ejemplo de dignidad y consecuencia
por todo el continente.
Debe
mencionarse también, dentro de esta resistencia
general de los pueblos, el
triunfo del Congreso Nacional Africano y
su líder Mandela quien luego de lograr su libertad después de
30 años de prisión, fue elegido
presidente de Sudáfrica en 1994.
La
proliferación de protestas y movimientos
contra los efectos sociales de la globalización entusiasmó, hasta el error, a muchos teóricos
de izquierda como, por ejemplo, Tony Negri o John Holloway, quienes pensaron
que esa ebullición era el comienzo de un movimiento sin solución de
continuidad y podía rebasar las
estructuras capitalistas de la
globalización y transformar el mundo por
sí misma.
No fue así, pero ese período de resistencias puso las
bases para algo nuevo que despuntó en el período siguiente.
2000-2012.
La ofensiva antiglobalización
Al avance
arrollador de la ola neoliberal,
comandada por los grupos financieros
cuyo poder excedía (y excede),
incluso, la soberanía de los
poderosos países como EEUU , Inglaterra, Francia y Alemania (otra de las
circunstancia que confundió a Negri y le hizo suponer la desaparición lisa y llana de los estado
nación), se le contraponen, en este
nuevo período, polos de poder que se
estructuran, precisamente, a partir de estados nación y que interrumpen su
marcha triunfal y alteran sus planes de
dominación mundial total y unipolar.
El primer
síntoma visible de que algo nuevo estaba pasando , al menos en Latinoamérica,
fue el ascenso de Hugo Chávez al poder en Venezuela, en febrero de1999, con el
72% de los votos, y su resistencia exitosa al golpe de estado con el que se lo
intentó desplazar en 2002. A ello le siguió el triunfo de Lula, en Brasil y de
Néstor Kirchner, en Argentina, en 2003 (
en el segundo caso después de las puebladas del 2001-2002); el Frente Amplio,
en Uruguay en 2005; Evo Morales y el movimiento indigenista en Bolivia y Michelle Bachelet en Chile, en el 2006; Rafael
Correa en Ecuador, en 2006; Fernando Lugo, en Paraguay en 2008, poniendo final
a la hegemonía del partido colorado, stroessnerista y el de Funes, candidato del Frente Farabundo Martí para la
Liberación Nacional, en el Salvador, en
2009.
Este
terremoto electoral, que protagonizó la izquierda y la centro izquierda en América
Latina, si bien no pudo desacoplar totalmente al región de la dinámica del
neoliberalismo global, que funciona sistémica y tentacularmente, se transformó
en un obstáculo insalvable y profundamente molesto para los planes de los
grupos financieros internacionales en la región y permitió construir una
institucionalidad, supranacional y regional , que aparece como alternativa
firme a los “tratado de libre comercio”, nodo de la estrategia más reaccionaria de los fondos financieros norteamericanos, que perdieron la batalla más estrepitosa en Mar del Plata, cuando el acuerdo entre Chávez y Kirchner le
negaron al propio presidente de los EEUU, George Bush, en cuerpo presente, el
acuerdo ALCA que habían ideado los tecnócratas de su padre y el venia proponer, en noviembre de 2005.
China que había, como referimos ya, entrado inicialmente en el esquema general global, al aceptar la radicación de empresas extranjeras en zonas especiales, asumiendo
el papel de gran fábrica mundial, con sus enormes recursos humanos,
empieza, a partir de 2001, un
crecimiento imparable de
absorción de capitales externos
que, en 2004-2005, se acopla con
el inicio de un crecimiento, también
imparable, de la exportación por parte de China de Inversión extranjera directa
. Este no es un detalle secundario en
terminos de economía global, ya que,
transforma a China en un competido,r
con potencialidad de triunfo, en
un rubro determinante para las transnacionales occidentales y japonesas. Es decir que, una economía no gobernada
por los circuitos del capital financiero global, empieza competir
en un rubro fundamental para el esquema productivo global del capital.
En Rusia
asume la presidencia (y el poder real)
Vladimir Putin, ex agente de la KGB, con su partido Rusia Unida, e inicia un
camino ininterrumpido de recuperación geoestratégica del poder ruso,
en alianza con otras ex repúblicas soviéticas. En 2001 inicia sus
actividades la Organización de
Cooperación de Shanghai (fundada en 1996), compuesta por Rusia China Kazajistán,
Kirguistán, Uzbekistán y Tajikistán. En 2006 se constituyen los Brics entre
Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, que enlaza, a través de la presencia
de Brasil y Sudáfrica, al continente
americano del sur y al africano con el
eje asiático, desafiando la hegemonía estadounidense y la de otras petencias.
La
posibilidad del surgimiento de todos estos polos alternativos, aunque menores,
de poder mundial, no es una simple casualidad. Ello encuentra una parte de su
explicación en el propio debilitamiento del poder hegemónico unipolar occidental.
Parcialmente, la causa y consecuencia de
ese debilitamiento está generada por la
propia agudización de las
contradicciones internas del polo hegemónico.
Como lo señalan
Gabriel Merino y Walter Formento en “Crisis
Financiera Global. La lucha por la configuración del orden mundial” (Buenos
Aires. Continente. 2011) es en el año 1999 cuando comienzan a agudizarse las
contradicciones entre la facción más avanzada y con mayores perspectivas de
desarrollo del capital financiero internacional, conformada por grupos bancarios empresariales como el Citigroup-State Street Corp, Barclays
–Rothschild, HSBC, Lloyd´s group, etc. y la otra facción más atrasada vinculada todavía a cierto industrialismo bélico, de lo que queda del complejo
militar-industrial denunciado
oportunamente por Eisenhower, con bancos como JP Morgan, Goldman Sachs y el
Bank of America. EL primer sector financiero con más apoyo político, en EEUU, en el sector demócrata y, el segundo,
en el republicano, especialmente en el “Tea Party”.
Oponiéndose al paseo triunfalista de la facción más
avanzada, durante el gobierno de Clinton, y para interrumpir el mismo, el sector más
reaccionario, en las elecciones
presidenciales de EEUU de 1999, le
propinó una derrota electoral al candidato demócrata que se perfilaba para
continuar la gestión, Al Gore, mediante un escandaloso fraude electoral por
parte de los republicanos, que usaron a la desvergonzada y reaccionaria familia
Bush para sus propósitos. Así George W. Bush, hijo del ex presidente G. Bush,
ganó con el apoyo de los electores de La Florida, donde la lista de su hermano,
gobernador del distrito, Jeff Bush, ganó mediante a un fraude a todas luces visible
que no fue impugnado.
No se sabe
que amenazas profundas operaron sobre los demócratas, pero lo cierto es que estos terminaron
aceptando el resultado y consolando a Al Gore con el Noble de la
Paz.
A partir de allí, este grupo más retrogrado y
fascistoide de la política
norteamericana y de la estrategia global,
comenzó a desarrollar sus acciones demenciales
desde el inicio, con el atentado
a las torres gemelas y al pentágono del 11 de septiembre de 2011, armado en combinación de algunos sectores de los servicios secretos norteamericanos con el
grupo terrorista AL Qaeda, de origen saudí,
que la propia CIA había armado
para luchar contra los soviéticos en Afganistán, en 1978-1992. Fue el “Pearl Harbor” del siglo
XXI.
A partir de
allí se sucedieron sus desesperadas campañas
en Afganistán y luego en Irak (funcionales, comercialmente, a los
fabricantes de armas convencionales y a los propietarios de ejércitos privados
como a los petroleros, es decir a los
componentes de su grupo). Intentaron, de este modo, avanzar
arrasadoramente hasta las puertas de
Beijing (pasando por encima de Irán).
Frente a
ello, el grupo financiero más poderos
en alianza con el eje Franco Alemán y los países de Europa, que habían sido extorsionados para envíar
tropas al escenario bélico, pero a los que se les había excluido de los
circuitos comerciales y productivos que ellos
mismos controlaban antes de las invasiones, fueron poco a poco dejando solos a
los “halcones”, que terminaron empantanados
en las arenas que habían ido a conquistar.
En respuesta,
viéndose ya próximos a ser desplazados de la presidencia de los EEUU, en los
finales del segundo mandato de “W”, y demostrando una vez más una desesperación
que los lleva a jugar con el riesgo de grandes hecatombes
económicas , políticas y bélicas, los integrantes del grupo ultrarreaccionario apuraron la explosión de la burbuja
financiera, a través de las maniobras de su agente Henry Paulson,
ex ejecutivo de Goldman Sachs y en ese
momento Secretario del Tesoro, quien,
luego de permitir que el banco JP Morgan
absorbiera al Bearn Stearns y el Bofa al
Merryll Linch, dejó caer al Lehman Brothers (unidad de negocios del Citigroup) y desató el derrumbe de las hipotecas “subprimes”, que eran un
modo preferencial de acumulación del grupo avanzado, causando con ello
el comienzo de la crisis económica mundial en la que aún estamos.
La contra
reacción del grupo financiero Angloamericano, más poderos no se hizo esperar: puso
a su hombre, Barak Obama , en la presidencia de los EEUU, quien inmediatamente anunció la retirada de
Afganistán e Irak y aceleró el rescate de los bancos afectados por la fenomenal
crisis financiera. Al uso demócrata, Barak Obama también recibió el Noble de la
Paz. De todos modos la crisis financiera
devino en decrecimiento y
recesión económica que se extendió a
Europa con fuerza en el 2010-2012.
Como en un juego de golpes y contragolpes el grupo
ultrareaccionario, aliado estrechamente
con el gobierno, también ultrareaccionario, de Israel, retomó la ofensiva militar y, al calor de movilizaciones populares que
comenzaron a generarse en África del
norte, denominadas “primavera árabe”,
evocando los levantamientos en Checoslovaquia en el 68, detrás de los cuales,
como en aquella vez, también estuvieron los servicios secretos estadounidenses,
ahora en colaboración con el Mossad,
generaron una escalada en Libia, contra el gobierno de Muamar Gadafi.
En el eje
franco –alemán, líder del bloque continental europeo, que intenta jugar un rol autónomo de los dos sectores de los que venimos
hablando, surgió la preocupación de que
las fuerzas norteamericanas empezaran a
tallar en una región que había estado, hasta entonces, bajo su influencia
directa, por lo que Francia se lanzó en apoyo de los rebeldes libios,
con 20 aviones caza Rafale y Mirage, pero pronto tuvo que ceder el control de la operación total a la OTAN,
que terminó destruyendo las fuerzas de Gadafi, y este fue asesinado por los
rebeldes. Todo ello entre febrero y octubre del 2011.
El gobierno
de Obama cabalgó por encima de esta ofensiva, que llevaría al asesinato de su embajador en Libia en septiembre del 2012, y ni los
gobiernos de ruso o chino se opusieron
ante este rapidísimo y arrollador avance del sector ultrarreaccionario, del complejo industrial militar
norteamericano, que, al incursionar en la costa africana del Mediterráneo, lograron involucrar a los europeos en la partida, como ya lo habían hecho antes en Afganistán e Irak, en menor medida.
Como parte
de la misma ofensiva y usando la misma táctica de generar levantamientos entre facciones internas infiltrando agentes de Al Qaeda, (lo que termina de
demostrar la clara conexión entre el
grupo terrorista y los servicios norteamericanos e israelíes), provocaron una
insurgencia civil en Siria contra el gobierno de Bachar Al Asad, aliado de Rusia y de los Palestinos.
Sin embargo,
esta vez sus planes se vieron obstaculizados
por la inmediata oposición rusa y china
y la posterior intervención del Hezbollah libanés y las milicias kurdas.
A partir de aquí, podría decirse que se
abre el período tercero (debería ser el
último en tríada dialéctica) de la
globalización.
¿La
batalla final ?
Cuando hablamos
de desarrollo dialéctico de los acontecimientos, en términos de negaciones y síntesis, no lo
hacemos desde una visión que descanse en el determinismo histórico mecanicista.
El materialismo histórico obliga a analizar
los aspectos objetivos y subjetivos de un proceso
como partes inseparables de una unidad. Lo que nos anima a especular sobre
la finalización del ciclo globalizador
y del del capitalismo como proceso histórico es, también, la apreciación del aceleramiento
con que se va constituyendo y reorganizando
un sujeto histórico global, que despunta
como polo alternativo de contrapoder y
se complejiza y crece más y más, y estas reflexiones apuntan sobre todo a
ayudar y estimular su constitución, por
lo que este artículo debe considerarse a la vez como una descripción objetiva y
como un llamado a la voluntad transformadora y a la lucha.
Luego de la
marcha triunfal del neoliberalismo, por todo el planeta, comenzaron a sucederse , como venimos relatando , hecho
económicos y políticos que se constituyeron como contrarios a este movimiento e hicieron entrar en crisis al sistema, agudizando
los enfrentamientos entre sus fuerzas internas y aumentando las
resistencias populares mundiales a su avance.
Llegado el
2012 asistimos a la primera derrota
militar de la estrategia militarista más reaccionarias en las ciudades Sirias. Se abre a partir de
aquí una nueva situación mundial
caracterizada por distintos y complejos escenarios que puntualizamos:
1) La crisis financiero-económica que se
inició en 2007, en vez de dar lugar a un nuevo período de auge como en los años
posteriores a la de 1929-31 se ha
transformado en crónica y se profundiza. Lo único que evita el derrumbe general
por el momento es la creación de una
nueva gran burbuja de inyección de valor ficticio a los bancos, burbuja que
amenaza con estallar en cualquier momento.
2) Las contradicciones entre las facciones del capital financiero se
agudizan. Los republicanos de EEUU liderados por su sector más reaccionario y
fundamentalista el “Tea Party” se enfrenta a todo o nada con el grupo globalizador anglo americano
representado por los demócratas el Citigroup y la bolsa de Londres que se
esfuerza denodadamente por mantener el frágil equilibrio económico político
mundial garantía de la continuidad de su
modo de acumulación de capital. Existe el riesgo claro de que próximamente el congreso
norteamericano le niegue a Obama la posibilidad de volver a subir el techo de
la abultadísima deuda externa y fiscal
de los EEUU lo que generaría una desestructuración del sistema económico
financiero mundial de consecuencias imprevisibles. Por otro lado en Europa
se agudiza la oposición del gobierno Británico con el eje franco –alemán y de estos últimos
con la estrategia belicista de la OTAN
particularmente en el escenario
ucraniano.
3) Si bien la crisis de EEUU, Europa y
Japón se ha proyectado a todo el mundo generando tendencias recesivas o
reductivas del crecimiento, los países “emergentes” se mantienen firmes frente a
las presiones de ajuste de las fuerzas globalizadoras internacionales y de sus
oligarquías nativas. China y Rusia profundizan su alianza política económica y
militar y muestran su intención de
estrechar lazos con África y particularmente con América Latina y el Caribe
donde se celebró hace un mes la reunión de los Brics con giras de Putin y Xi Jinping por la
región.
4) La recesión o fuerte reducción del
crecimiento que está alcanzando a varios países del continente suramericano
como a Brasil y Argentina pone en riesgo a sus gobiernos en las próximas elecciones.
Sin embargo de resistir
exitosamente el embate es seguro
que estos proyectos tendrán que
acelerar su radicalización para afrontar
el nuevo período gubernamental como ya
lo están haciendo Venezuela Bolivia y Ecuador. La resistencia argentina frente a los llamados “fondos buitres” está
llevando a un callejón sin salida al sistema mundial de pago y reestructuración
de las deudas soberanas y aparece cada
vez más clara la urgente necesidad de la regulación mundial.
5) La crisis migratoria se agrava en
México poniendo gravemente en crisis la
hegemonía conservadora y pro
norteamericana de sus gobiernos de más de 30 años . En Centroamérica se
consolidan los gobiernos del Frente Sandinista
en Nicaragua y del Farabundo Martí
en el Salvador y el bloqueo a Cuba
aparece cada vez más insostenible.
Todo parece
indicar que estaríamos llegando a un punto de grandes definiciones, en lo que sería el último, de los tres
períodos internos, de la última de las
tres etapas del capitalismo.
Pero ello no
es todo. El capitalismo es a su vez la
última edad de toda una era de violencia y explotación del hombre por el
hombre iniciado hace decenas de miles de
años atrás. Se podría decir que estamos ciertamente a las puertas de un cambio
civilizatorio. La genial perspicacia de la mente más lúcida de la revolución
mundial, el comandante Fidel Castro se
pone de manifiesto una vez más.
Mariano
Ciafardini
Instituto
Argentino de Estudios Geopolíticos (IADEG)
Centro de
Estudios y Formación Marxista Héctor P. Agosti
(CEFMA)
-