Seguidores

Translate

domingo, 14 de junio de 2020

Dos mundos distintos

Dos mundos distintos.
Desde siempre, se han marcado las diferencias entre el occidente y el oriente del mundo, como  grandes  distancias no solo geográficas sino también civilizatorias
 Al respecto queremos decir algo aquí  sobre lo distintas  que  aparecen hoy esas “civilizaciones”,   en este contexto  de mundo pandémico.   El contexto pandémico es,  precisamente, lo que permite hacer la comparación, ya que la enfermedad contagiosa  no hace diferencias geográficas ni políticas y se ha extendido por todo el planeta.  A efectos de tal comparación  habremos de tomar  como representación occidental a lo que puede considerarse  su máximo exponente: los Estados Unidos de Norteamérica, (hoy  bajo la  presidencia de Donald Trump) y como representación de  aquel “ Lejano Oriente”, lo que fue sin dudas siempre el paradigma  de la civilización oriental, China , desde el Imperio del Centro hasta  la República Democrática de China de hoy (bajo la presidencia de Xi Jinping)
Veamos China.  Al advertir  la existencia de un virus  desconocido y que se propagaba  empezando a tener causas letales, el gobierno chino, luego de un tiempo de hesitaciones,  totalmente comprensibles  frente a algo de lo que no se tenía experiencia alguna,   y exhibiendo un alto grado de eficacia , declaró en cuarentena a 50 millones de personas y dio aviso a la Organización Mundial de la Salud, la que, a su vez, comunicó la situación al resto del mundo. Se puede entrar en  el debate sobre si el gobierno  del país asiático (y el Partido Comunista chino)  actuó o no con la suficiente rapidez,  pero nunca se llegaría a una conclusión definitiva, particularmente por la excepcionalidad de la situación  y las graves consecuencias que tiene el hecho de dar una falsa alarma sobre estas cuestiones. Lo cierto es que “occidente” estuvo en conocimiento de la gravedad y las características de la enfermedad  cuando todavía los casos no se habían expandido desde China al exterior. A partir de allí,  el gobierno chino, en una armonía total con el pueblo de la República Popular,  que obedeció tajantemente todas las directrices  dadas por el gobierno,  tanto a nivel  nacional como en las provincias, controló la pandemia en un punto que lo pone entre los países con mejores resultados  y el mejor de todos si se compara infectados y muertos cada un millón de habitantes, y la dimensión demográfica  de que se trata. Junto con esas exitosas medidas internas  el gobierno chino comenzó a enviar ayuda médica  y de equipamiento sanitario todos los países que la requirieran, llamó a crear una comunidad mundial sobre los temas de salud  y  se comprometió a declarar bien público universal la vacuna contra el virus  que se descubra en China. Absoluta racionalidad, eficiencia, sentido común, humanismo y solidaridad. 
El gobierno norteamericano  desoyó, displicentemente, las recomendaciones de la OMS, y cuando la pandemia empezó a hacer estragos  en su territorio, comenzó  a dar indicaciones confusas y contradictorias, sin  plan  común  ni articulación alguna entre el gobierno  federal y los estados . Por el contrario  se expandió un clima de querellas, contradicciones y disputas vergonzantes. Al seguir aumentando las víctimas,  a un punto en que los datos pusieron  a EEUU en el  primer lugar absoluto de infectados y  muertos, muy por encima de los demás países del mundo , la reacción del presidente  Donald  Trump ha sido la de, literalmente,  ¡echarle culpas! al gobierno chino y a la Organización Mundial de la Salud ( es decir a los dos actores esenciales e imprescindibles para combatir hoy la pandemia y con los que tendría  que articular, en primer término,  para disminuir el número de muertes  en su  propia población y en el resto del mundo). El mandatario norteamericano no se ha privado, tampoco,  de recomendar,  él mismo, a través de ¡Twitter! , medicamentos contra la enfermedad no aprobados por la comunidad médica mundial y se ha notado permanentemente, en sus acciones concretas  de gobierno la sola preocupación  por la continuidad de la actividad  económica  y del consumo  y   una evidente insensibilidad por la vida de los habitantes de su país. Y, como si esto fuera poco, hoy, en medio de la pandemia,  el gobierno norteamericano  enfrenta una de las más masivas y extendidas rebeliones populares,  por la discriminación racial y la brutalidad policial, pero que  en  realidad expresa la queja  de  amplios sectores  populares  por la discriminación económica  y la exclusión social. Con 40 millones de desocupados,  EEUU  se enfrenta  a una recesión  que podría hacer caer el PBI en porcentuales de dos dígitos o cerca de ello.  China hoy se dispone a seguir creciendo “modestamente” y cumplir con su palabra de que no  haya más pobres en su territorio en el lapso de dos años.  Dos mundos, dos civilizaciones  (y dos sistemas  políticos, económicos y sociales) distintos.
Mariano Ciafardini 
Doctor en Ciencias Políticas

Two different worlds

  • The West and the East have always been marked as great distances not only geographical but also civilizing.  The pandemic context manifests as few things how different these civilizations appear today, since the virus does not make geographic or political differences.  Let us make a comparison taking the current United States as a western representation and the paradigm of eastern civilization, China, from the Central Empire to today's Democratic Republic, as representation of the Far East.

 Noticing the existence of an unknown virus that was beginning to cause deaths, the Chinese government, after a time of hesitation, understandable in the face of something that was not previously experienced, quarantined 50 million people and notified the  World Health Organization, which, in turn, communicated the situation to the rest of the world.  Whether or not Beijing acted quickly enough can be debated, but there would be no definitive conclusion due to the exceptional nature of the situation and the serious consequences of giving a false alarm on these issues.

 From there, the Chinese government controlled the pandemic at a point that places it among the countries with the best results.  It is enough to compare infected and dead every million inhabitants.  At the same time, Beijing began to send medical aid and sanitary equipment to countries that required it, called to create a world health community, and pledged to declare the vaccine discovered in China universal.

 The North American government ignored the recommendations of the WHO, and when the pandemic began to wreak havoc, it gave confusing and contradictory indications, without a common plan or articulation between the federal government and the states.  With victims increasing, to a point where the United States is in the absolute top spot of infected and dead, President Donald Trump's reaction has been to blame the Chinese government and the WHO.

 The US president has not been deprived of recommending, through Twitter, medications not approved by the world medical community, and the sole concern for the continuity of economic activity and consumption and an evident insensitivity to the lives of  inhabitants of your country.

 Today, in the midst of the pandemic, the White House faces one of the most massive and widespread popular rebellions.  For racial discrimination and police brutality, yes, but which expresses the complaint of broad sectors for economic discrimination and social exclusion.  With 40 million unemployed, the United States is facing a recession that could bring down GDP in double digits.

 China today is preparing to continue growing "modestly" and keep its word that there will be no more poor people in its territory in two years.  Two worlds, two civilizations (and two different political, economic, and social systems).