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lunes, 12 de mayo de 2014

DE QUÉ LADO HAY QUE ESTAR EN UCRANIA

En casos como el de Ucrania hay que estar de algún lado. La neutralidad o el eclecticismo revela, en situaciones como esta, más una falta de claridad o comprensión de la situación que objetividad en el análisis.
Hay que admitir que la crisis ucraniana es de difícil lectura, y aun más  en el marco de una crisis internacional cada vez más compleja. Pareciera, en principio, que se reproduce una situación de guerra fría. Pero ya no estamos en el contexto de aquella guerra sórdida entre las fuerzas del imperialismo estadounidense y europeo occidental contra la URSS (y contra los movimientos independentistas, socialistas y de liberación nacional en cualquier lugar del planeta). No es esa la situación ni la dinámica de la política internacional hoy.
Proponemos entonces algunos recursos –que servían a la izquierda verdadera y a los que luchaban por la liberación de sus países dependientes del imperialismo en aquellos tiempos– para facilitar un entendimiento, aunque sea inicial, de la compleja situación, como lo es hacerse la siguiente pregunta: ¿de qué modo la prensa del imperialismo actual y sus socios menores publican y "explican" la situación?
La desestabilización de Viktor Yanukovich, con acciones armadas e incluso francotiradores, aprovechando visiblemente el descontento de algunos sectores por la situación económica, terminó en algo que no puede calificarse más que como golpe de Estado, ya que muchos de sus líderes son de ideología fascista y difícilmente accederían al poder por elecciones si mostraran sus reales intenciones. Todo ello es, para el New York Times y los demás "star media" de EE UU, una "revolución popular". Mientras tanto, la autonomía y anexión de Crimea a Rusia, pedida  en libre referéndum por casi el 100 por ciento de la población, es una "invasión de Rusia a Ucrania".
El País de España no deja pasar ninguna primera plana sin hacer notar la violencia de las fuerzas rusas combinando estas noticias, sutilmente, con la situación en Siria,  y a veces incluso en Corea del Norte para, ya no tan sutilmente, hacer casi un paralelismo con la situación venezolana, donde pareciera augurar día a día otro "euromaidan".
De la exhibición obscena sobre la intervención de la embajada estadounidense en la organización del susodicho "euromaidan", ni una línea. Ni siquiera algo que sugiera la reflexión acerca de: qué tiene que hacer un país como EE UU, que está a casi 10 mil kilómetros de distancia y con un océano de por medio, en el conflicto interno de un país en el que no debería admitirse, por lo menos alegremente, que, ni siquiera los "interesados" de la Unión Europea, como Alemania o Francia, se inmiscuyeran. De todo eso nada, ni una palabra.
Dime cómo publican las noticias los diarios del poder global y te diré de qué lado hay que estar.

EL DESTINO HISTÓRICO DE AMERICA LATINA


En el caso latinoamericano,  Venezuela parece tener un poder histórico de atracción de los Dioses de la Revolución. Ya Simón Bolívar fue en los comienzos  del siglo XIX  uno de los patriotas latinoamericanos que más hizo honor al significante revolucionario, con una visión y una práctica  que iba mucho más allá de la sola liberación del yugo colonial  español. Él concibió un proyecto de continente (y  de mundo) nuevo. Clara prueba de ello fueron la Carta de Jamaica de 1815 y sus esfuerzos en relación al Congreso Anfictiónico de Panamá. 
Un siglo más tarde, en el momento de surgimiento del imperialismo, es la negativa del Estado  y los particulares venezolanos al pago de las deudas externas lo que desencadena el bloqueo naval de Inglaterra y Alemania, circunstancia  que dio lugar a la doctrina  del canciller argentino Luis María Drago, sobre la prohibición internacional de cobrar deudas utilizando la presión de los cañones.
En el advenimiento de la globalización,  el primer grito de los pueblos fue el Caracazo de febrero/marzo de 1989. Venezuela, entonces, dio a luz al hijo que venía a completar la labor del Libertador. Hugo Chávez  representa la continuidad y el triunfo definitivo de la revolución latinoamericana.
 El "Tratado magnífico titulado de la Unión, de la Liga, y de la Confederación perpetua" no fue ratificado y Bolívar murió pobre y exiliado en Santa Marta. El incidente naval de 1905 concluyó  con la intervención  mediadora de Thedore Roosevelt y desde entonces  América latina  paso a ser el patio trasero de los EE UU. Pero  el socialismo del siglo XXI  de Chávez está destinado a subsistir e imponerse frente a  una globalización  capitalista, que ya no tiene respuestas ni posibilidades de reciclarse y que lleva al mundo a la bancarrota ecológica, económica y política. 
El socialismo del siglo XXI es el triunfo definitivo del socialismo frente al capitalismo. Y por lo tanto es inevitablemente un socialismo para toda América Latina, en un principio, y luego, también inevitablemente, para toda la humanidad. No hay otra forma de entenderlo. Chávez pensaba en grande, que es hoy la única forma realista de pensar. El estado de desarrollo del capitalismo, en el nivel de globalización, no permite salidas  pequeñas o a medias, limitadas a uno o dos países  o a una perspectiva socialdemócrata o desarrollista, como las del siglo pasado. Su visión estratégica sabía de la necesidad de un programa político y económico común. El punto de partida para ellao fue la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños),que no está destinada a ser un organismo regional más, sino el continente de ese proyecto común antiimperialista y antineoliberal, es decir socialista. 
La única forma de honrar a Chávez y a Bolívar y a todos los que cayeron luchando por la verdadera independencia americana, es avanzar en ese sentido.