La Fiscal de EEUU
Loretta Lynch, declaró que el Departamento de Justicia Norteamericano está
“decidido a acabar con la corrupción en el mundo del fútbol”.
Más allá del incipiente incentivo que se le ha
dado en ese país, en las últimas décadas a este deporte, sin logros que se hayan traducido en calidad
de juego, no sabíamos que Norteamérica estuviera hoy tan futbolera. Tanto más
cuando ellos le llaman “foot ball americano” a otro deporte que contará con un gran público
en EEUU pero no tiene, ni por asomo, la
popularidad mundial del nuestro.
Lo que sí se sabe, es
que los gobiernos de EEUU tienen una larga tradición en pervertir el sentido de
las cosas, no solo en cuanto a denominar “balón pie” a algo que juegan mayormente con la mano, sino a usar
causas válidas y nobles, como el combate contra delitos que repugnan a la
humanidad, con un sentido artero de expansión de su dominio político
internacional.
El caso de la lucha
contra las drogas es un ejemplo claro y que ya todo el mundo está terminando
por entender. Lejos están de intentar
realmente bajar los impresionantes
niveles de consumo de su población (se cree que el piso es una tonelada diaria).
Si lo lograran (junto con Europa
Occidental) terminaría definitivamente con la cuestión del narcotráfico y todos sus daños
colaterales al nivel mundial, al desaparecer la posibilidad de las ganancias monumentales que lo sostienen.
Claro que dentro de
estas ganancias está la ganancia impresionante del sistema bancario internacional
y particularmente el de EEUU, por donde circulan mayormente estos fondos ilegales “lavados”. Además, si el problema
del tráfico internacional de drogas desapareciera o pasara a segundo plano, por convertirse en un ilícito de menor
magnitud y poder, la DEA y todas sus delegaciones en casi todos los países del
mundo, y la injerencia de los EEUU en la política interna de seguridad de casi
todo el mundo, con la excusa de combatir el narcotráfico, se quedarían sin
argumento sensibilizador.
¿Alguien, amante o no
del fútbol, puede estar en contra de la lucha contra la corrupción y el
enriquecimiento endemoniado de las trenzas y mafias del “negocio del fútbol”?
En realidad le estamos llamando “escándalo” a algo que todos ya sabíamos.
Maradona es el ejemplo paradigmático de este deseo que teníamos todos de que
todo esto se denuncie y se persiga. Pero Diego no debería olvidar que la
perversa preocupación de los EEUU por la transparencia en el fútbol ya lo tuvo
a él como víctima principal en momentos en que, a la cabeza de nuestra
selección en el mundial de 1994, estaba a punto de llenar de goles los arcos
made in USA, ante la mirada de todo el mundo. “Casualmente” le tocó a él el análisis antidoping, pese a que
todos sabemos (como sabíamos de los negocios oscuros de la FIFA) que muchos
deportistas profesionales pueden jugar con ciertos niveles de estimulantes o
pueden tener residuos de estimulantes ingeridos
con fines no competitivos pero que a determinadas estrellas nunca le tocan esos
análisis sobre todo en eventos de esa
naturaleza. Esto lo han reconocido públicamente por ejemplo el magnífico Andre
Agassi.
Es decir, como siempre que se trata del tipo
de imperio de la ley, característico del
sistema de las “democracias” liberales actuales, se convive con una práctica
cotidiana del delito y la corrupción a todos los niveles y conocida por todos,
y se administra la represión selectivamente, en la oportunidad y contra los sujetos que al
sistema le convenga.
Y hablando de la
oportunidad y conveniencias para algunos, deben destacarse en el caso dos o tres circunstancias. La primera es que este
“escándalo” podría llevar a revisar la designación como sede del mundial 2018,
que es Rusia, e incluso a iniciar investigaciones contra integrantes del
gobierno ruso a partir de cualquier hecho que se le ocurra a la fiscal americana tomar
como indicio de ilegalidad, ya que varios de los delitos que se imputan como la
“conspiracy” y el “money laundering” son de una tipicidad tan lábil que en
el marco de la investigación se podría llegar hasta el mismísimo Papa por su
afinidad con San Lorenzo de Almagro . La segunda es que precisamente en el
congreso de la FIFA n° 65 que acaba de
inaugurarse uno de los puntos a
tratar era la expulsión de Israel por racista cosa que con todo este “escándalo” ha pasado a
segundo plano. La tercera relacionada con la interna política norteamericana
es que al estar involucrados en el
lavado de dinero en EEUU varios bancos de grupos financieros opuestos y en
guerra financiera como el Citigoup, por un lado, y el JP Morgan y el Bank of
America, por el otro, habría que ver cuál de ellos cae peor parado con todo
esto y cual se salva, por aquello de que:
si quieres saber quién está detrás del
asunto fíjate a quien le sirve.
Otra circunstancia de carácter más general es
que EEUU no ha podido hasta ahora entrar en el control del negocio billonario
que regentea la FIFA en tanto que tiene
tan solo un voto dentro de los más de doscientos y, mal que les pese, no han podido colonizar la organización como
si lo han hecho con las Naciones Unidas, ni imponer ninguna condición a partir de lo
deportivo, debido al peso insignificante de su selección nacional (por
mas dólares que lleven gastados en el intento de mejorarla)
Si esto suena a
interpretación demasiado conspirativa yo contestaría con los dichos de un amigo: “El hecho de que
yo sea paranoico no es prueba suficiente
de que no me estén persiguiendo”. Mucho menos si todo empieza por un llamativo
esfuerzo extraterritorial de la justicia de
EEUU por “terminar” con la
corrupción en el mundo de un deporte que los norteamericanos ni siquiera pueden
llamar por su nombre correcto.
Mariano Ciafardini
Profesor de Derecho
Penal y Criminología UBA
Instituto Argentino
de Geopolítica (IADEG)