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jueves, 12 de julio de 2018

LA CONTINUIDAD DE LA HISTORIA China y el marxismo en los tiempos de la globalización


LA CONTINUIDAD DE LA HISTORIA China y el marxismo  en los tiempos de la globalización
Este artículo apunta a afirmar, inicialmente,  que la realidad y el rumbo actual de la República Popular China, tanto interno como exterior, y su red de proyectos internacionales,  son una consecuencia natural y necesaria del desarrollo histórico, entendido  en los términos marxistas del materialismo histórico.
Marxismo e historia
Como ya lo demostró Marx hace más de 150 años,  el análisis teórico sólo puede desarrollarse con pretensiones predictivas, es decir como “praxis-teórica” vinculada efectivamente a lo real, si se basa en una metodología histórico dialéctica. La “anatomía” del pasado sólo se comprende  a partir de una disección profunda del presente pero, a su vez, el rumbo del pasado y su tendencia interna  son  imprescindibles para ubicar al presente dentro de ese rumbo  (La ideología Alemana; Los Gründisse;  El Capital etc).
Obviamente para hacer una “disección” lo más exitosa posible, el proceso vital que se analiza debe haber cesado,  o  encontrarse  en el momento del final crítico y decadente de una larga etapa,  en el caso de la historia humana. Como lo afirma Marx  a lo largo de toda su obra (y, particularmente, en los trabajos citados) sólo se entienden las épocas pre-capitalistas  a partir del análisis crítico del capitalismo que, a su vez, sólo es posible cuando éste ha llegado a un punto de desarrollo, de maduración, suficiente.
La genialidad de Marx como teórico fue que, a pesar de escribir no a finales del capitalismo, sino cuando aun estaba en curso  su primera etapa,  pudo  hacer no sólo una disección profunda  del sistema como un todo,  sino, incluso, vislumbrar la dinámica general de las etapas siguiente al analizar la tendencia al monopolio y la renta  financiera. Hilferding, Luxemburg y Lenin avanzarían, poco después,  en la profundización de este análisis.
Estos antecedentes nos ponen, a los marxistas,  que tenemos el “privilegio” (al menos en el campo teórico) de poder presenciar la realidad del final del capitalismo, en su última etapa  de globalización financiera, en la obligación de concluir la disección y el análisis del proceso capitalista en su totalidad,  cosa que se ha empezado a hacer  desde hace ya un tiempo con mucha agudeza  y refinamiento en cuanto al análisis  de los  fenómenos  de la “globalización” y la dinámica de la “financierización”,  pero con  particulares limitaciones en cuanto a la actualización de la visión general del proceso capitalista en general,  y nulo abordaje de la necesaria reformulación ajuste o precisión del tema de las edades  pre-capitalistas (Formen) y la cuestión antropológica materialista de base del materialismo histórico.
Por nuestra parte hemos intentado iniciar un debate sobre la primera de estas cuestiones  en nuestros trabajos “Globalización tercera  -y última – etapa del capitalismo” y “El sujeto histórico en la Globalización”.
El propósito de este artículo es insistir en ello  a partir de un enfoque particular del insoslayable fenómeno que constituye la dinámica económica política y social de la República Popular China en nuestros días y la red de alianzas estratégicas,  grupos de cooperación, asociaciones y proyectos de integración que viene generando cada vez con más fuerza a nivel mundial.
Dada la inquietud que pueda provocar la complejidad del tema, tanto hacia dentro como hacia fuera de China, debe recordarse lo  que es de “público y notorio” conocimiento:   que  la República Popular  está gobernada eficaz (y hasta ahora deberíamos decir también eficientemente) por el Partido Comunista Chino y este partido proclama insistentemente en cada uno de sus congresos al materialismo histórico como uno de sus pilares ideológicos.
 ¿Fracasó  el socialismo del siglo XX?
Hay que aclarar desde un principio que planteada así la pregunta  alude no sólo al socialismo “realmente existente” en la Unión Soviética y los países de Europa Oriental sino también al de la República Popular China inaugurado con la revolución liderada por Mao en 1949, al de Corea del Norte desde 1948-53,  al de Cuba  a partir de la revolución de 1959 y al de Vietnam a partir de 1954 (en Vietnam del Norte y 1976 en todo el territorio). En todos estos últimos países  el Partido Comunista que lideró la revolución socialista  sigue en el poder.  Y para responder cabalmente  al interrogante  del subtítulo habría que tener en cuenta  también  los efectos internacionales perdurables de estos socialismos  del siglo XX,  que  en mayor  o menor medida,  provocaron transformaciones en muchos casos profundas en distintos países de Asia y África y América Latina y que impactaron en las políticas y economías de los mismos países capitalistas.
 Si para responder la pregunta del título tomamos como punto de referencia la creencia generalizada, que existió en gran parte de la dirigencia y la militancia de los partidos comunistas y de un amplio espectro de la izquierda mundial, de que aún con marchas y contramarchas, y a partir de seguir el mismo derrotero o efectuar cambios más o menos profundos,  esos procesos socialistas iban a continuar, más o menos sin grandes  rupturas, en términos de la propiedad estatal del mayoría de los medios de producción,  avanzando en la estatalización y en la colectivización agrícola y sin dar demasiado paso a la economía de mercado hasta que todos los demás países del mundo fueran, uno a uno,  haciendo sus propias revoluciones socialistas y sumándose al “mundo socialista”, hasta que la totalidad del concierto de naciones formaran u n mundo comunista  total, entonces sí,  la respuesta debe ser que fracasó.
Pero resulta  que desde una posición marxista como a la que se alude en los párrafos iniciales de este artículo, que creemos que es la correcta desde un real entendimiento dialéctico  del materialismo histórico,  ese punto de referencia  para contestar la pregunta acerca del “fracaso” del socialismo no es correcto. Es un punto de referencia  establecido por una coyuntura ideológica impuesta por las urgencias de la guerra fría  y del embate brutal que sufrió  todo intento socialista desde sus primeros ensayos en la Comuna de París hasta siendo ya un sistema militar y políticamente consolidado con  la URSS y el “campo socialista”. Es un punto de referencia “ideológico” en el sentido de que oculta el parámetro histórico real que debiera tomarse para hacer una evaluación material del sentido de todo ese  proceso socialista del siglo XX  en el contexto del proceso revolucionario del sujeto histórico desde los inicios de la modernidad capitalista (1300) hasta nuestros días. De ahí la importancia de  la correcta caracterización de las distintas etapas de ese proceso  a partir precisamente de la correcta caracterización de la etapa actual de la globalización. Es decir la dialéctica entre la “anatomía” del presente y del pasado ya aludida.
Dicho crudamente el socialismo “realmente existente” no fue “un error histórico” (en términos hegelianos la realidad puede que nos guste o nos disguste pero no “se equivoca”) lo errado eran las expectativas de algunos de nosotros  sobre la forma  en que se iban a terminar de desarrollar esos procesos. Pero ese es un problema nuestro y no de la Realidad, ni del materialismo histórico que  en aquel entonces malentendíamos.
Si, en cambio, hacemos el ejercicio analítico marxista, que sólo hoy se puede hacer, a partir de los elementos que proporciona el derrotero universal, sobre todo a partir del año 2000, podemos advertir que  el “imperialismo” (en términos de Hobson, Hilferding, Luxemburg,  Lenin y Gramsci) con  su paradigmático desarrollo industrial de producción masiva a través de la matriz de división internacional del trabajo entre  países imperialistas y países dependientes,  no era la etapa final del capitalismo,  sino que le sucedería ( en la triada dialéctica) una tercera etapa, como negación de la negación del primer capitalismo comercial (1300-1900),  que es precisamente la del paradigma financiero del capital iniciada en 1985 (circa). Y  que,  en esta tercera, y ahora si  última, etapa  del capitalismo, el sistema mismo como un todo  está hundiéndose  en profunda crisis en estos precisos tiempos que estamos viviendo. Entonces la respuesta es que no hubo “fracaso” alguno  en términos históricos, sino un avance por etapas que tuvieron su comienzo, su apogeo y su crisis,  pero  crisis que, en términos dialécticos,  dieron lugar a nuevos escenarios  propios de una etapa superior  que nos acerca más al fin del ciclo total.
A partir de ello    podemos advertir  que el “fracaso” del socialismo del siglo XX no fue tal,  sino un simple movimiento interno lógico y necesario del proceso mundial que lleva a la extinción del capitalismo y de toda sociedad de lucha de clases antagónicas y la construcción de un mundo basado en dinámicas económicas política y sociales totalmente diferentes a las que han imperado como denominador común durante, ya no cientos,  sino miles y decenas de miles de años, desde los comienzos de una era que ha sido signada por la violencia intraespecífica, la lucha a muerte  y la explotación de unos seres humanos por otros. Resulta curioso ver como el capitalismo  con sus violencias  y guerras permanentes y su competencia brutal en todos los planos no deja de evocar a una antiquísima y originaria guerra de todos contra todos que precedió  a la formación de los grandes imperios de la antigüedad.
Para no volver sobre cuestiones que ya hemos abordado en nuestros trabajos citados más arriba vamos a agregar un dato que nos parece contundente y llama la atención que no se tenga más en cuenta en cualquier análisis histórico actual:


Descripción: Resultado de imagen para poblacion mundial hace 100000 años


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Atendiendo exclusivamente al dato demográfico  de Naciones Unidas (publicado en internet,  agosto 2017)  hay que ser muy miope para no ver que estamos viviendo  una situación excepcional  no solo respecto de los inicios del capitalismo sino en relación a toda la historia de lo que se ha dado en llamar “civilización”. A ello se refería insistentemente en sus últimos años  el Comandante Fidel Castro Ruz  cuando aludía al “cambio civilizatorio” y a la “crisis civilizatoria”.
Por otro lado las alarmas ecológicas y en particular la del calentamiento global y el techo energético darían como resultado cuadros similares a los exhibidos arriba, con el vértice de las abscisas incluso más pronunciado aún.[1]
Es obvio que lo que ha desestabilizado la ratio de crecimiento ha sido el capitalismo (cuyos comienzos en las ciudades italianas  holandesas y de la Hansa germánica se remonta  al 1200-1300)  y, particularmente, la revolución industrial de mediados de 1900 y las tecnológicas del siglo XX y la actual.  Pero, además,  ello  se presenta   como el estallido final  un extensísimo  ciclo (más de 10.000 años)  que, evidentemente, no puede seguir como hasta ahora. Paradójicamente los países en los que las tasas de crecimiento se han pronunciado mas no son  como al inicio del siglo XIX  los que  exhibían un capitalismo más desarrollado sino  los más periféricos  como China y la India  y además los africanos y los latinoamericanos. Y es en el primero de éstos  (el único de ellos que paso por un proceso socialista real integral en el siglo XX) en el que se ha dado un cambio en el siglo XXI que ha dejado atónito al género humano por lo imprevisible y lo monumental. Algo nunca jamás visto en la historia humana,  aun teniendo en cuenta parámetros comparativos contextualizantes como sería  por ejemplo el compararlo con la llegada de la agricultura en el neolítico. De esa excepcionalidad histórica es para nosotros el desarrollo gigantesco a velocidad de la luz que han tenido las fuerzas productivas en China, y por lo tanto a nivel universal, y así es el impacto que ese desarrollo de las fuerzas productivas mundiales  en el que también han participado  aunque en mucha menor medida otros países,  en las relaciones sociales  de producción, también esta vez a nivel universal.

El Suceso chino
El breve análisis que sigue  es necesariamente esquemático  por razones de la estructura de este artículo. Pero es necesario.
En términos de fuerzas productivas la “novedad” de la globalización, considerada como última etapa del desarrollo del capital,  ha sido indudablemente la externalización de la producción en general hacia países que en la jerga de los paradigmas culturales  del siglo XX eran considerados subdesarrollados o del “tercer mundo” por la razón básica, desde la lógica del capital, de que allí se pagan salarios mucho más bajos que en los países  centrales. Última puerta que encontró el capital productivo para mantener la competencia por el alza de la tasa de ganancia.
Ello tuvo dos consecuencias principales.
La primera es que para mantener la demanda y generar demanda agregada fue necesario relocalizar a los millones de desempleados de los, ahora,  ex estados de bienestar y pleno empleo en el sector de los servicios por un lado  y como ello era evidentemente insuficiente para el reemplazo de la masa de ingresos, insuflar dinero a través de la ilusión crediticia de manera de ir expoliando silenciosa y subrepticiamente a las otrora poderosas clases medias de los países “desarrollados” y del resto  del mundo,  suficientemente hipnotizadas por el consumismo como para poder advertir la trampa. Esto generó  el auge del capitalismo financiero que pasó a dominar a las otras dinámicas del capital  la mercantil y la productiva  que aunque crecieron no lo hicieron ni cerca de la medida  en que se dio la explosión crediticio financiera. Con ello aparecieron  un par de grupos globales  que desde la estrategia financiera determinan todo el funcionamiento de la economía  del capitalismo desarrollado. La masa financiera se transformó en abrumadora pero a medida que aumentaba su volumen aumentaba la precariedad de su sustentabilidad  dado que se sabe  precisamente desde Marx  que lo financiero desbocado  se autonomiza de lo productivo y comercial y comienza a “inventar valor de ficción”  allí donde no lo hay. Esto evidentemente tenía un límite que se empezó a ver con claridad a partir de la explosión de la burbuja financiera en el 2008  y el inicio de una crisis de la que está resultando evidente que ya no se podrá salir en el marco del sistema imperante.
La segunda consecuencia  de esta externalización del núcleo productivo, que  a la vista del capitalismo desesperado era un efecto inevitable pero secundario y manejable  pero que a los   efectos  del propósito de este artículo fue la consecuencia económico política más importante,  fue la de que este proceso, históricamente inédito, catapultó a China al primer lugar mundial del desarrollo económico. Ello fue así porque    en términos del contexto histórico concreto esta nación  se presentó como única alternativa demográfica y territorial posible para llevar a cabo aquella externalización del parque productivo en la escala y con la eficiencia en que la necesidad de sostener y elevar la tasa de ganancia lo exigía.
Esta única opción requería  un ámbito territorial extenso, con una gran población que cumpliera con los niveles básicos de salud y educación como para transformarse en muy corto tiempo en una nueva fuerza de trabajo de escala mundial y en un marco político económico y social mínimamente ordenado y con garantías de seguridad y paz interna. Paradójicamente ello sólo lo podía ofrecer una sociedad socialista y sólo lo podía ofrecer si no perdía su carácter político y dinámica de poder propios de un país socialista.  Era necesario un país (una sola jurisdicción política y legal) con  gobierno centralizado y centralizante  del socialismo “realmente existente” que a su vez fuera grande y densamente poblado y que a la vez no hubiera alcanzado los niveles de desarrollo salarial e infraestructural de la Rusia Soviética.
Visto en perspectiva entonces, el que haya existido ese país con esas características, justo en el momento en que el capital necesitaba para su última posibilidad de reinvención y supervivencia, no fue precisamente una “casualidad histórica”. La existencia de ese país  con esas características fue producto  del rol que jugó el socialismo realmente existente en el siglo XX, cuya plataforma de lanzamiento y continuidad fue la Revolución Rusa y el proceso soviético  “in totum”, desde 1917 hasta 1989, sin el cual no  hubiera existido la China socialista (ni tantas otras cosas).
¿No habría que considerar entonces al socialismo de los países comunistas del siglo XX como el inicio de un proceso revolucionario necesario e inevitable,  que produjo organizaciones sociales de una tremenda potencialidad?
 ¿Y que precisamente, a una de esas producciones del socialismo realmente existente del siglo XX,  tuvo que recurrir,  en su último momento, el capital mundial para subsistir?
  ¿Y que ese movimiento,  al que se vio obligado  el capitalismo en las vísperas del siglo XXI implicó a su vez la entrega  del control de la fuerza productiva mundial principal a un sistema que, aunque haya aceptado tácticamente jugar el rol complementario en la economía mundial globalizada en formas capitalistas,  insiste en sostener el horizonte socialista y comunista de la humanidad y actúa autónomamente,  a punto de llegarse a convertir en el obstáculo económico principal para el desarrollo y la supervivencia del capital financiero  globalizado,   que es la verdadera forma que tiene el capital en el actual momento histórico?
La cuestión  fundamental desde el punto de vista marxista es que por su nivel demográfico  y el aumento general de la población mundial pronunciadísima en los últimos 50 años este desarrollo  industrial productivo de China llevó a que el mundo tenga hoy la clases obrera industrial (de horario y concentración fabril y mameluco) más grande de la historia a contrario de lo que la ceguera euronorteamericanocéntrica  indica. Esa voluminosidad  de la clase obrera pura y dura  más la de los millones de trabajadores  en relación de dependencia en  servicios  opera como  un anclaje de clase  del propio gobierno chino conducido además por el “partido de los trabajadores” que lo proyecta a nivel mundial a una estrategia productivista pacifista integradora y preocupada principalmente por la mantención y desarrollo del nivel de vida de miles de millones.  Ello, obviamente  no obsta a la manifestación de contradicciones entre el capital y el trabajo en la misma China pero, como veremos más adelante,  no son estas las contradicciones  en las que se asienta la fuerza principal de la estrategia  histórico revolucionaria actual sino que tales contradicciones solo se van a superar en la medida  en que se dé el gran cambio universal  en el que nos estamos adentrando.
China  no sólo se ha convertido en la primera potencia económica mundial  sino que su explosión productiva le ha permitido a Rusia  una salida de la crisis en la que la habían sumergido los buitres neoliberales después de la implosión soviética. Y fue precisamente esta puerta de salida la que le permitió a la Rusia de Putin salir de la crisis en clave de potencia nuevamente antagónica a las redes estratégicas del capital financiero concentrado  potenciando así enormemente el polo alternativo en que se ha convertido este “socialismo con características chinas”. Con la particularidad de que Rusia pudo reaprovechar las bases de una magnífico arsenal y recursos militares que en poco tiempo la han catapultado a ser la potencia mundial militar con mayor  avance tecnológico.
Ese polo es ahora no sólo una potencia económica sino también militar y es, principalmente, una potencia política que está en condiciones, como ya lo hace,  de general proyectos mundiales ( los únicos proyectos mundiales “realmente existentes”) como el de la Ruta de la Seda, que no sólo ha hecho aparecer  una oportunidad de desarrollo real  para muchos países  sino que,  simultáneamente, y   para ser aprovechada integralmente tal oportunidad  presenta el desafío de requerir transformaciones estructurales y  nuevas concepciones de la soberanía y el internacionalismo.
China  y su alianza con Rusia.  tanto bilateral como en el marco de la Asociación para la Cooperación de Shangai y los Brics,  se han convertido en un faro de esperanza no sólo  para todo el Asia sino también para los dos bloques regionales  azotados por el colonialismo y el imperialismo durante el siglo XX :  África  y  América Latina.
Ello ha generado un plafón  de articulación internacional no coercitiva  cuya extensión en territorio y habitantes no tiene parangón en la historia humana. Sin contar la creciente opinión que gana fuerza  en  Europa (Occidental y Oriental) de acercarse a la propuesta.
Esto es lo que ha sucedido  en términos de la práctica concreta  política y económica mundial, pero cómo se explica esta deriva universal  desde el materialismo histórico.
 ¿Estaba implícito en la visión marxista del mundo este rumbo que han tomado los acontecimientos mundiales?

Marxismo (y materialismo histórico) hoy
¿Cómo desarrollar, actualizar  un plexo teórico concebido en el siglo XIX, a la vez, como interpretación del mundo y guía para la acción, pero con pretensiones de sintetizar , al menos en términos generales , el proceso humano en su totalidad hasta el presente y su tendencia hacia el futuro?
¿Cómo no caer en un dogma pero manteniéndose dentro de las coordenadas  materialistas y dialécticas del análisis? ¿Cómo evitar lo que hacen los “postmarxistas” o los “posmodernos” que insinuando una superación teórica vuelven al kantismo o a formas de pensamiento aún anteriores, o repiten conceptos marxistas sin reconocerlo, pretendiendo que una nueva fraseología es una nueva concepción filosófica?
Si bien no es este  el lugar para desarrollar exhaustivamente ese intento reflexivo, vamos a recordar de todos modos algunas premisas de lo que consideramos la base, por el momento inalterable, del pensamiento marxista hoy, particularmente  en lo que se refiere al sentido del título  de este trabajo,  es decir,   la continuidad de la historia.

Hegel
No se puede pensar de modo marxista sin incorporar gran parte de la forma reflexiva hegeliana.
Lenin, en sus reflexiones filosóficas,  dejó en claro que no se puede entender lo que realmente dice  El Capital si no se comprende la Lógica de Hegel. La autoridad en la temática de quien pronuncia la afirmación debería ser más que suficiente para no adentrarse libremente y sobre todo no sacar conclusiones de los trabajos de Marx y Engels sin tener al menos un cierto dominio del método dialectico hegeliano  y no una simple lectura de contratapa. Sin embargo muchos de los que han “interpretado” el marxismo, el materialismo histórico y el materialismo dialéctico, no han intentado siquiera comprender esa lógica, esa aventura del pensamiento que ( a contrario de los pretendidos “posmodernos” desarrollos teóricos   hoy de moda) sí es verdaderamente posmoderna o, al menos, lleva el pensamiento moderno  a  un límite que lo hace asomarse a la superación de la modernidad.
Esos intérpretes le han hecho decir al marxismo cosas que no dice y peor aún no logran advertir cuales son las ideas fundamentales del marxismo, que sólo salen a la luz a través del cristal hegeliano. Uno de los que más daño ha hecho a la comprensión dialéctica y por lo tanto historicista y humanista del marxismo ha sido Althusser, y no es casualidad que el principal desarrollo  de los “posmos” haya sido Francia. También el “eurocomunismo”  y su contrapartida extremista, ambos detractores del hegelianismo  que tienen hoy su máximo  expresión el en pensamiento de Tony Negri. No estamos diciendo que en toda esta elaboración teórica no haya elementos importantes  y originales  pero, como  dice el dicho generalizado en la crítica literaria los importantes no son originales y los originales o no son importantes o no aportan  al tema que se está tratando de plantear en este artículo.  En algunos casos es  más lo que confunden que lo que aportan.
Los postulados básicos  acerca de que el ser es siempre un siendo, que lo que llamamos cosas  son juegos de fuerzas, que nosotros mismos como sujetos estamos dentro de esos juegos de fuerzas,  que además son contrapuestas, que no hay nada fuera del infinito pero que a su vez este único infinito esta en cada uno de los infinitos finitos que lo expresan, y muchos otros,  rompieron el molde del pensamiento mecánico de la modernidad y adelantaron la forma de reflexionar  que, incluso según algunos” hegelólogos”,  presupuso incluso  los fundamentos filosóficos de   la teoría de la relatividad y  la física cuántica[2]. La revolución filosófica hegeliana es de una magnitud  tal que  da   pudor el referirse a ella  en un  parrafito de conceptos aislados.  Pero ante  el negacionismo  sistemático en el campo filosófico actual y el plagio generalizado y sesgado de sus ideas sin cita alguna, valga por lo menos este llamado de atención para dejar en claro que   hay que estudiar a Hegel (y entenderlo) sino estamos obligados a decir sistemáticamente frases hechas  y muchas veces erróneas sobre el marxismo y el leninismo
¿Pero cuál de los legado hegelianos que el marxismo incorpora (y supera, al realizarlo) es el que nos interesa tratar aquí?
Desde su idealismo Hegel nos habla del espíritu universal, pero éste no es un idealismo ingenuo, el “espíritu universal” de Hegel  es en realidad el proceso de realización de tal espíritu  que es: la historia universal.
El proceso de realización es decir de llegada a la autoconciencia del espíritu del mundo solo se da en la historia de la humanidad.
“Puesto  que la historia es la producción del Espíritu en la forma del acaecer de la realidad natural inmediata, los momentos  del desenvolvimiento existen como principios naturales inmediatos; y estos, ya que son naturales, son como pluralidad, el uno externo al otro, y, además, de manera que uno de ellos concierne a un pueblo, es decir a su existencia geográfica y antropológica”[3]
Dri se refiere al parágrafo citado  diciendo que “El espíritu se ha configurado de diferentes maneras, pero, en el proceso histórico, lo hace manifestándose cada forma o configuración como un ‘acaecer’, es decir, como un acontecimiento circunstancial. Ello significa que  se despliega en estadíos  que  parecen obedecer a “principios naturales inmediatos”, separado uno de otro.[4]
Por su parte Charles Taylor afirma: “la idea es realizada en la historia pero a través de etapas, y esas etapas son civilizaciones históricas, Volksgeister”  y cita ‘La historia  del mundo es la presentación del proceso divino, absoluto, del Espíritu en sus más elevadas formas, de este proceso por etapas en donde él logra su verdad y su autoconciencia acerca de él mismo’[5]
En la Filosofía de la Historia, conjunto de apuntes de clase que sus alumnos recopilaron y publicaron, Hegel se explaya sobre la cuestión y se adentra en la descripción de estas “etapas” de la historia humana desde lo que llama el “mundo oriental” hasta lo que llama “el mundo germánico” y también en las últimas páginas de su Filosofía del Derecho.
Dejando de lado las referencias históricas concretas,  hechas desde un idealismo hegeliano al que no le interesaba principalmente la cuestión historiográfica en sí, sino la referencia al proceso de realización del “espíritu absoluto” y que además no contaba con datos de una historiografía que precisamente en ese momento estaba adquiriendo un impulso que la desarrolló  en forma impresionante, sobre todo en los años inmediatos posteriores a la muerte de Hegel, lo que queda en claro como aporte en el que el marxismo  va a hacer pie de modo basal es el sentido de la lógica del devenir histórico, ya desde un punto de vista materialista, como un desarrollo de las fuerzas productivas del ser humano de carne y hueso  en  un avance de las formas  de producción y reproducción de su vida material, de la especie, de una especie que hoy llega a los casi 8.000.000.000 de especímenes.


Marx
Creemos que el aporte  al desarrollo de  estas concepciones históricas del marxismo, que han dado lugar al Materialismo Histórico, y que resultan determinantes para no extraviarse en devaríos  filosófico políticos, que por ser errado son inmovilizantes , debe ser el  de afirmarse en la continuidad del análisis histórico marxista hegeliano realizando las síntesis que son posibles ahora, a la luz de lo ocurrido desde que ellos establecieron el marco analítico y su dinámica intrínseca.
Así lo hemos abordado en nuestro “Globalización tercer –y última- etapa del capitalismo”[6] y “El sujeto histórico  en la globalización”[7]
La tesis fundamental de estos trabajos es la de que efectivamente la historia se ha desarrollado  en etapas y periodos , saltos cualitativos  en los modos de producción y reproducción de la humanidad con núcleos civilizatorios  predominantes en cada una de estas etapas que,  sin sucederse en forma mecánica  ni uniforme,  han dado lugar a paradigmas civilizatorios  que marcaron épocas  que se sucedieron cronológicamente hasta llegar al actual paradigma capitalista, que es el único  que logró su extensión a  casi la totalidad del globo terrestre aunque  en ámbitos no despreciables lo haya hecho de modo  totalmente condicionado  por esquemas que llevan el germen de su antítesis como el caso de China. La necesidad de expandirse geográficamente del capitalismo ( prevista por Luxemburg) lo llevó a fortalecer tremendamente  a su sepulturero mundial ( Marx dixit).

Para Marx la dimensión  histórico temporal y el desarrollo dialéctico histórico en etapas no era una cuestión secundaria ni un aspecto curioso o anecdótico de su interpretación de la realidad, sino el pilar basal de toda su construcción teórica aunque por el sentido práctico revolucionario de su doctrina se haya concentrado en el análisis  del último (y actual) estadío histórico, en su crítica y en los fundamentos de la necesidad de su extinción.
En las primeras páginas  de los “Grundrisse” ya comienza su fundamentación  de esta cuestión basal de su análisis materialista:  “Cuanto más lejos nos remontamos en la historia, tanto más aparece el individuo –y por consiguiente también el individuo productor-  como dependiente y formando parte de un todo mayor, en primer lugar  y de una manera todavía muy enteramente natural, de la familia y de esa familia ampliada que es la tribu, más tarde,  de las comunidades en sus distintas formas, resultado del antagonismo y de la fusión de las tribus. Solamente al llegar el siglo XVIII con la ‘sociedad civil’ las diferentes formas de conexión social aparecen ante el individuo como un simple medio para lograr sus fines privados, como una necesidad exterior”[8]  añadiendo unos párrafos más adelante “Por eso cuando se habla de producción se está hablando siempre de producción en un estadío determinado del desarrollo social…”[9]
Uno de los aportes más trascendentales a la historiografía (sino el más importante de todos los tiempos hasta ahora)  pero que Marx no hace con esa intención preferencial sino insistimos para fundamentar todo su análisis crítico  del sistema y sus propuestas revolucionarias  son las conocidas “Formen”  o “Formas que preceden a la producción capitalista” desarrollando en apenas unas aproximadamente 40 páginas  de los “Grundisse” ,un ejercicio de aplicación de la lógica dialéctica al abordaje de los períodos o etapas históricos  que demuestra la articulación inescindible de esta perspectiva histórico antropológica con la crítica  de sistema capitalista actual y la fundamentación de la necesidad del cambio revolucionario.
Ya antes  en las primeras páginas de unos  apuntes de Marx y Engels  que dieron en llamarse “La ideología Alemana” (1845/46)  se refieren  a las distintas y sucesivas formas de propiedad y en ésta mismas páginas afirman “Las diferentes fases  de desarrollo de la división del trabajo son otras tantas formas distintas de la propiedad, o dicho en otros términos, cada etapa  de la división del trabajo determina también las relaciones de los individuos entre  sí.  En lo tocante al material, el instrumento y el producto del trabajo”[10]
Más adelante  ellos mismos dividen en períodos  el capitalismo desde su  origen  hasta  el momento en que se hallan escribiendo esos apuntes  entre  un primer momento en que el impacto del oro y la planta traídas del nuevo mundo  “cambian totalmente la posición de unas clases respecto a otras”, un segundo período que iría desde “mediados del siglo XVIII…hasta finales del XVIII” con el predominio de los comerciantes y un tercer período, se infiere a partir de inicios del XIX de creación de la “gran industria y con ella la aplicación de las fuerzas naturales a la producción”. [11] Está claro que siempre se manejaron con la sucesión cronológica de etapas en sus análisis históricos y que estos análisis fueron siempre la base de fundamentación de la crítica  sistémica que ejercieron.
Sin dudas el gran “etapista” del capitalismo  desde el análisis marxista fue Lenin. Si bien sus  afirmaciones  en “El imperialismo fase superior del capitalismo”  se basaron en varios y muy  profundos estudios anteriores como los de Hobson y Hilferding, fue él quien instaló en la teoría marxista la concepción de capitalismo por etapas, aunque la  tremenda intensidad  de la coyuntura en que vivía actuaba y escribía no le permitiera ver más que dos etapas  y considerar necesariamente a la segunda como la etapa final del sistema. También Rosa Luxemburg  entendió que con el imperialismo el capitalismo se extendía a todo el globo y por ello se agotaba el espacio territorial de su expansión  lo que consideró un síntoma de su límite final. Ambos se equivocaron en ese punto. El capital tenía todavía grandes espacios geográficos  que ocupar (entre ellos las grandes extensiones asiáticas que se resistían revolucionariamente a su cooptación siguiendo precisamente el ideario leninista y luxemburguista) y sobre todo le faltaba desarrollar paradigmáticamente su mecanismo financiero después de haber transitado  sus etapas mercantil y productivista.[12]
Tres no es número mágico
Varios especialistas en el pensamiento hegeliano  han renegado de la insistencia en vincular   la dialéctica  con  el simplismo  de la fórmula tesis, antítesis y síntesis  y con lo tríadico en general aludiendo al hecho de que esto no ha sido planteado así en ninguno de los textos de la prolífica obra del gran filósofo alemán y podría agregarse que tampoco lo está  así explícito en las de Marx.
Sin embargo,  a poco que uno se familiariza con el contenido del pensamiento dialéctico a través de estos autores fundacionales del desarrollo de dicho  pensamiento en su forma moderna,  se encuentra sistemáticamente con que  el ponerse, el contraponerse y la tensión que de ello surge como nuevo contexto, o la afirmación, la negación  y la negación de la negación, o el en sí, el para sí, y el en sí y para sí, se constituyen en el ritmo general del razonamiento hegeliano marxista. Por otra parte tal ritmo se halla en los fundamentos de la vida misma, con el nacer crecer y perecer o la oposición de dos sexos que da lugar a la fecundación o los principios de la física  de acción y reacción que dan lugar a una tercera fuerza. Los polos opuestos siempre generan algo que no es igual a ninguno de ellos  ni a la yuxtaposición de ambos.
En este sentido parece que, si pensamos en los marcos del materialismo histórico, deberíamos  darle a esta forma  triádica, significativa del movimiento dialéctico, el lugar  que merece.
Aquí es donde surge la pregunta ¿porque  el capitalismo habría entonces de tener  solo dos etapas y no tres? ¿Cómo se resumiría a sí mismo   en un movimiento dialéctico si su movimiento fuera binario? Evidentemente  su primer movimiento  de hiperdesarrollo mercantil con el “libre comercio” y la “libre competencia” que fue llevado al extremo por  las compañías comerciales y finalmente por el comercio inglés, fue negado por el monopolismo  industrialista y proteccionista del imperialismo especialmente el norteamericano. La pregunta entonces es: ¿Y la negación  de la negación? ¿No está faltando acaso un tercer movimiento?
A ello hemos intentado darle respuesta en nuestra “Globalización tercer y última …” donde afirmamos que este tercer momento de cierre del proceso es justamente la Globalización Financiera. Lo financiero niega (vuelve a negar) lo productivo del industrialismo imperialista del siglo XX como este había negado el libre comercio de la primera etapa, y  esta última negación de la negación hace como que retorna en el espiral dialéctico una dirección hacia  la fase comercial  con la diferencia que lo que se comercia ahora es el dinero mismo. Este es el desvío final que consuma la unidad del proceso capitalista como un todo Es la etapa irracional, improductiva, parasitaria,  anti ecológica y anti humana por excelencia,  la etapa decadente, la última.

Una nueva etapa de capitalismo que no había sido prevista  hasta ahora y que además es una etapa final implica un esfuerzo teórico marxista no dogmático que siga siendo guía para la acción
SI pretendemos coherencia dialéctica con los desarrollos hasta ahora expuestos  queda en claro que la matriz de  los análisis marxistas  que se realizaron a lo largo de todo el siglo XX frente a lo que podría llamarse “modo de acumulación” imperialista  no pueden ser válidos ahora. Es más  su aplicación  sin discontinuidad podía llevarnos, como en muchos casos lo está haciendo, a una confusión acerca de la verdadera correlación de fuerzas a nivel global, las contradicciones principales y sobre todo teniendo en cuenta   la nueva conformación estratégica  del sujeto histórico , el sujeto destinado a darle el golpe final , el golpe de gracia al sistema  capitalista y a comenzar a desintegrarse a sí mismo  en la construcción del mundo nuevo .
Los análisis lineales con las formas de interpretar la contradicción entre países imperialistas y países dependientes no son adecuados desde la visión del materialismo histórico en la actualidad  para una etapa que es distinta y que incluso niega a la anterior denominada imperialismo (algunos lo llaman ahora “imperialismo clásico”). Las luchas de masas en los marcos de los estados nación  si bien siguen siendo sustancialmente la forma por excelencia de la lucha política revolucionaria  ya no pueden estar enfocadas exclusivamente a lo que antes denominábamos “liberación nacional”  ni, mucho menos,  hacia la revolución socialista en un solo país. La única forma de que esas luchas adquieran sentido y por lo tanto posibilidades de éxito está en que sean siempre  realizadas dentro del marco de estrategias internacionalistas  o al menos y especialmente regionalistas y ello no sólo en términos de discurso.
El internacionalismo proletario pasa hoy de ser una consigna general en la anterior etapa, a ser un indicador concreto de las formas estratégicas que deben adoptar las luchas locales y nacionales
Hay que prestar entonces principal atención al contexto internacional en el que precisamente se han dado  cambios monumentales con la famosa “globalización”. ¿Qué indica ese contexto? ¿Cómo lo interpretamos? ¿Cómo lo leemos? ¿Qué oportunidades y que riesgos nos presenta?
Hoy el sujeto revolucionario  como lo sugerimos en nuestro “El sujeto histórico...”, adopta la forma de un movimiento complejo a nivel internacional que cada vez más se estructura a partir de la línea de desarrollo económico político que impone el gran emergente asiático y la red de alianzas estratégicas que teje aceleradamente.
Es allí donde el desarrollo de las fuerzas productiva  mundiales se consolida hoy para apalancar una transformación gigantesca que empieza a dar visos de cambio civilizatorio No un simple cambio más, algo que excede incluso a lo que hemos visto hasta ahora como “revoluciones”  Estamos hablando de una transformación esencial  de lo que Merleau Ponty llamaba “la biosfera” con la consiguiente implicancia de la conformación de  una nueva humanidad. El cambio civilizatorio de Fidel (otra mente de lucidez extraordinaria para ver la totalidad de los procesos).
 Dijimos en “El Sujeto  Histórico …”: “Ahora bien, terminada la guerra fía adviene la globalización y el cambio de todas las relaciones internacionales es abismal. La lectura que hace el Partido Comunista Chino de la nueva situación. Inspirados en el pragmatismo de Deng, no puede ser más acertada y (hay que decirlo) más coherente con el materialismo histórico….Es evidente que la revolución socialista china había dejado un capital en experiencias y cuadros verdaderamente marxistas que aparecieron en el momento preciso. Sin hacerlo explícito. La dirección del partido Comunista Chino (tal vez como reflejo de una sensación existente en toda la sociedad china) “comprendió” el salto de etapa y la necesidad de abandonar enfoques y estrategias  que habían sido propias dela etapa anterior…”[13]
La extensa cita nos parece necesaria para reafirmar el sentido marxista y materialista histórico de una de las decisiones político estratégicas con implicancias internacionales más importantes de los últimos cuarenta años,  cual es la de soportar el embate del huracán neoliberal  pero conservar el control del rumbo histórico de la revolución y aprovechar las tremendas energías de ese embate para ponerlas al servicio de la continuidad del proyecto revolucionario.
Esta decisión, que fue posible por los legados, no sólo chinos, de todo el esfuerzo revolucionario mundial del siglo XX, generó dentro del mundo capitalista globalizado y financierizado un contrafrente que a partir de alianzas estratégicas  fue creando un marco también global en el que se pudo articular nuevamente el sujeto histórico del cambio, que en esta última etapa ha adquirido la complejidad, flexibildad y dinámica que los tiempos exigen. La clase obrera  como clase para si tiene hoy un formato adecuado a las circunstancias y con la potencialidad suficiente como para dar el golpe definitivo al sistema senil que todavía la oprime  y más aún pone en riesgo la existencia misma de la vida en el planeta.
Muy interesantes en este aspecto resultan  las reflexiones del, lamentablemente fallecido, Francois Houtart en relación a esta nueva forma del sujeto histórico revolucionario “Por todas estas razones, el nuevo sujeto histórico se extiende al conjunto  de los grupos sociales sometidos tanto aquellos que forman parte de la subsunción  real (representadas por los llamados ‘antiguos movimientos sociales’) como los que integrarían el grupo de los subsumidos formalmente (‘nuevos movimiento sociales’) El nuevo sujeto histórico a construir será popular y plural, es decir constituido por una multiplicidad de actores y no por la ‘multitud’ de la cual hablan Michael Hardt y Antonio Negri (2009) Este sujeto será democrático , no solamente por su meta sino por el proceso mismo de su construcción. Será también multipolar ya que se desarrollará en los diferentes continentes y en las diversas regiones del mundo”[14]
Por ese camino de pensamiento y  como lo sostuvimos en “El sujeto histórico..” creemos que la fórmula debe ser más completa  y que hoy podemos hablar también de tres corrientes que encarnan la estrategia de la clase aun insuficientemente coordinadas entre sí :   a) el posicionamiento geoestratégico de grandes países continentales como Rusia y China que también han de avanzar a partir de sus contradicciones internas y conformando bloques mundiales de poder ; b) los gobiernos de  países periféricos  sustentados en movimientos populares anti-neoliberales y antiimperialistas que buscan la integración en bloques regionales (Venezuela  Bolivia, Nicaragua etc.) y la lucha de los pueblos  del mundo periférico por alcanzar el gobierno y desplazar a las oligarquías neoliberales que aun los oprimen Argentina , Brasil , Perú  etc) , luchas que además incluyen  la defensa del multiculturalismo y la reivindicación de los pueblos originarios  y la defensa del medioambiente etc;  y  c) la lucha de los pueblos de los países desarrollados que entre marchas y contramarchas y no sin  contradicciones está emergiendo en Europa Occidental pero también habrán de hacerlo en EEUU luchas  por el trabajo  pero también por la igualdad de géneros,  igualdad racial, a favor de la inmigración , etc..  El “también”  del inicio del párrafo  es  debido a que  estas tres corrientes revolucionarias no pueden dejar de evocar a las que nos eran propias en los tiempos de lucha contra el imperialismo en el siglo XX a) La URSS y el campo socialista, b) los movimientos de liberación nacional y c) las luchas de la clase obrera en los países industrializados.
China no es la URSS (pero la evoca)
Un ejemplo de manejarse  aparentemente dentro del marxismo leninismo  pero en realidad hacerlo de forma dogmática y mecanicista ( no dialéctica y por lo tanto no marxista) es el  de sacar la conclusión lineal de que, como China ha tenido un impresionante desarrollo  a partir de las inversiones de grandes monopolios capitalistas, y como en todas  sus grandes fábricas tanto privadas como estatales rige inevitablemente  la ley del valor,  con  el consabido  efecto de la plusvalía, entonces China es un país capitalista más al estilo de  todos los grandes países capitalistas que descollaron durante el siglo veinte y siguen  hoy  aunque inmersos en  ciertas crisis en el  siglo 21,  como EEUU y Europa Occidental.  A esto se le agrega, además,  el supuesto de que, sobre todo a partir del desarrollo de inversión extranjera directa de empresas privadas y públicas chinas en el exterior, China seria entonces,  además, un nuevo país imperialista (en el sentido leninista de imperialismo  es decir un país de capitalismo monopolista de estado).
Eso es un claro ejemplo de análisis que  parece marxista  y no lo es,  porque toma ciertos conceptos   marxistas y  leninistas como dogmas,  como recetas aplicables indefinidamente  más allá de los cambios históricos o las etapas de un proceso.  Eso es justamente lo contrario de “el análisis  concreto en el momento  concreto”,  base de la dialéctica leninista.

Por hacer solo unas comparaciones superficiales  ya que los límites de este artículo no dan para más,  en el capitalismo monopolista de estado son los monopolios privados los que manejan el estado nación   y lo usan en función de su política de depredación  mundial. En China es el Estado y el Partido Comunista Chino  el que maneja la planificación general de la economía  y ese estado y ese partido no están  conducidos por ningún grupo de accionistas de ningún monopolio inter nacional ni por ningún grupo financiero privado internacional, sino que son el producto de todo un proceso histórico de lucha  en China contra el colonialismo y el  imperialismo  desde las guerras del opio,  pero fundamentalmente desde la revolución de 1949,  cuyo rumbo se  reformuló con profundidad   pero en continuidad con los idearios revolucionarios ,  en la era de Deng . Su  primer objetivo es sacar a la población china de la pobreza sin explotar para ello a la población de ningún otro lado del mundo, cosa que en gran medida ya ha hecho,  e incentivar  la producción y el comercio mundial de una manera que  presupone, es más,  necesita,  un clima de paz mundial. Todo ello, particularmente esto  último, que es eje evidente de la política exterior china, es exactamente lo contrario de cualquier estrategia capitalista pasada o presente. Una cosa son las apariencias y otra la esencia misma de los procesos.
Claro que esto es un proceso que vive en medio de contradicciones de pujas internas  incluso de grandes huelgas  y luchas sectoriales  Pero ¿acaso no las hubo en todas las revoluciones socialistas del siglo 20, no  hubo acaso pasos atrás para después volver adelante, no hubo “Neps”,  no hubo que recurrir a  intervenir en numerosísimos conflictos,  generados desde las bases mismas obreras y campesinas? Es más   ¿a alguien se le puede ocurrir que un  proceso de transformación revolucionaria  que ahora ha adquirido escala mundial, puede darse sin esas idas y venidas  errores y aciertos  y conflictos permanentes?
 Lo que la dialéctica  de Lukacs tendría para decir en el caso es “no hay que perder la visión de la totalidad”. Mao insistiría entre las contradicciones principales y las secundarias, a todas las que hay que atender  por igual, pero sabiendo cuales son las principales y cuales las secundarias.
Sólo el inmenso poderío económico que logró China, en tiempo histórico record y  sin entregar el poder político a los grupos financieros internacionales,  le permite ahora oponerse a las estrategias depredadoras y suicidas de esos mismos grupos económicos,  que no es casualidad que la tengan hoy como el enemigo principal junto con su socio Rusia. Ello no se podría haber logrado nunca sin aceptar  las reglas de juego del capitalismo pero en una hábil maniobra de “judoca” que aprovecha la fuerza  de la embestida del adversario para hacerlo caer. La estrategia china ha sido magistral y nos permite hoy soñar  con la posibilidad de un gran cambio mundial post capitalista cercano.
 Es claro que los dirigentes chinos que hoy tiene  el poder real en el Comité Central del partido Comunista saben que en el proceso de valorización de la inmensa cantidad de mercancías que producen  está contenido  el plus valor del trabajo de millones de obreros y trabajadores y el consecuente enriquecimiento de  los chinos y no chinos que son propietarios  de las empresas privadas, pero no es ese el objetivo  central de su economía,  como si lo  es  en la economía capitalista,  sino que  lo que se han propuesto y logrado con ello es 1) en primer lugar sacar a casi 800 millones de personas de la pobreza campesina ( no es un detalle pequeño) y 2 ) consolidar un poder nacional  que les permite ahora no sólo ir elevando el nivel de vida de la población  china toda, sino posicionarse geopolíticamente como el principal adversario  de un sistema capitalista mundial  en su fase  financiera, parasitario, especulativo,  de capitalismo de casino,   sustentado políticamente  en  la generación permanente de conflictos armados , desestabilizaciones de estados nacionales y  maniobras terroristas de inteligencia que  de no ser por  la contención chino-rusa  ya habría arrastrado a la humanidad a la guerra y la anarquía generalizada.

En cuanto al argumentado “imperialismo chino“,  es innegable  que China busca en el exterior prioritariamente materias primas  para abastecer su monstruosa producción industrial  que la ha llevado a ser “el taller del  mundo”. Pero  ¿es igual  su comportamiento al de las compañías industriales norteamericanas  o francesas o inglesas  durante el siglo XX,  que instalaban sus filiales para llevarse la plusvalía de los obreros de los países subdesarrollados  y cobrar patentes y  royalties  bajo la amenaza de las cañoneras o los golpes de estados con la colaboración de las oligarquías militaristas “nacionales”? O peor aún ¿ es igual su proceder al proceder actual de los grandes grupos financieros internacionales que solo invierten  en  los países subdesarrollados  para utilizar lo que se llama la “bicicleta financiera” es decir  comprar valores o acciones que dan gran rendimiento en intereses  y luego venderlos  y llevarse muchas más divisas de las que pusieron sin que el dinero invertido haya sido aplicado nunca a ningún proceso productivo,  construcción de infraestructura o incentivación de comercio nacional?
Veamos lo que dicen  el encargado de negocios para África del  Banco Santander  y el periodista especializado en China Xulio Rios  en publicaciones recientes.  “ En el fondo China ha contribuido a recuperar un continente a la deriva olvidado de todos en el mapa de la globalización. Occidente no se había vuelto a interesar por África tanto  como hasta ahora  desde que China partió hacia su conquista.  En 2008 el entonces presidente de Senegal Abdoulaue Wade manifestó en el Financial Times respondiendo así a las críticas de occidente sobre la ayuda china ´El acercamiento de China a nuestras necesidades se adapta mucho mejor al lento post-colonial acercamiento de la mayoría de los inversores europeos, donantes, y ONGS… Con ayuda directa, líneas de crédito, y contratos razonables, China ha ayudado a las naciones africanas a construir proyectos en infraestructuras en tiempo record, puentes, carreteras, escuelas, hospitales, estadios, aeropuertos….He encontrado que un contrato que normalmente toma 5 años discutirlo, negociarlo y firmarlo con el Banco Mundial, toma 3 meses con las autoridades chinas´. La simple percepción de África como proveedor de materias primas de China no se ajusta a la realidad y ello provoca el no considerar  otros aspectos cruciales de la influencia China en el continente africano. China persigue exportando su modelo, intereses no solo económicos, sino  ideológicos, políticos y de seguridad  en África como hemos mencionado. Para la estrategia exterior china, África es más un propósito que un final. La visión y estrategia china  a diferencia de lo que ocurría con los países occidentales es una visión a muy largo plazo estamos hablando de un futuro de dos o tres décadas.”
“La ausencia de pasado colonial es un factor de legitimidad histórica importante que se debe reconocer y que sirve a los dirigentes chinos el argumento perfecto para proponer una asociación estratégica con el continente africano que tiene como su antecedente más inmediato en la política de no alineamiento del mundo bipolar El fomento de la cooperación su sur y la defensa dela multipolaridad son aspectos de un mismo posicionamiento y que abundan en la no injerencia y en la neutralidad como baluarte de una relación  por la que China ha venido apostando  desde el triunfo de la revolución de 1949 animada por la solidaridad anti colonialista y antiimperialista objetivos que han estado muy presentes en la trayectoria revolucionaria de Partido Comunista de China ´El modelo chino de cooperación pragmática´ dice basarse en la no injerencia en los asuntos internos y en la neutralidad En paralelo su objetivo es del  desarrollo y la prosperidad  económica compartida, evitando fijar cualquier tipo de condicionante político…De esta forma, su modelo no solo está exento de mercantilismo exclusivista sino que además propone una asociación estratégica que tenga en cuenta los respectivos valores y ritmos  que resulten mutuamente beneficiosos para ambas partes “
“China crea poco empleo en África, ya que buena parte de la mano de obra  es originaria y la subcontratación es marginal. Pero es sensible  a estas críticas  y sabe que sus intereses se verán afectados  si no reacciona adecuadamente. Quizás por eso se insiste cada vez más en alentar a las empresas a invertir en África y regionalizar aquí su producción o a ser más selectivos  a la hora de decidir qué personal debe ser objeto de expatriación para asegurar la viabilidad de determinadas explotaciones pero apoyando el empleo local y no eludiendo las normativas”
Todo esto (internet  entrada 20-2-18) no está dicho por personas que sean precisamente apologetas de China y sus  políticas en el extranjero,   pero que tienen la suficiente seriedad analítica como para ver aspectos esenciales del proceso  al que también, por supuesto,  critican en otros  aspectos de índole más coyuntural.
En la revista Nueva Sociedad que se edita en el espectro ideológico de la socialdemocracia alemana para toda América latina Dietmar Dirmoser analizando el proyecto de la “Ruta de la Seda” escribe críticamente aunque  sobre afirmaciones hipotéticas y suspicaces  como “en muchos países se preguntan(??)  si  win win no se refiere a ganar dos veces”  o “varios proyectos …son meros planes de infraestructura  de dudosa rentabilidad y en algunos casos solo sirven para complacer a algún gobernante autoritario (¿??) al que Beijin necesita como aliado[15]. Por supuesto no da ningún dato empírico ni fundamento para decir lo que dice, pero aún dentro de esta línea discursiva afirma “Por su bagaje marxista, los líderes chinos están convencidos de que tiene sentido un gran plan que integra motivaciones e intenciones porque creen que incluso los macroprocesos son planificables, o por lo menos “piloteables” y “China cuenta  con reservas de moneda  extranjera de tal magnitud que se puede dar el lujo de no insistir en primer lugar  en la rentabilidad de sus proyectos en el exterior. Si estos cumplen los objetivos políticos o estratégicos no importa si son rentables o que quiebren. Según datos de Gravekal Dragonomicas, los inversionistas chinos calculan pérdidas  de 80% en Pakistán, 50% en Myanmar y 30% en los países vecinos de Asia Central”[16]
Es decir que se reconoce  que  el gobierno chino tiene un plan global, un pan estratégico que no está guiado por el rédito económico  inmediato. Se reconoce que cree  en forma marxista en la posibilidad de la planificación incluso a nivel global. En un mundo  donde el sistema capitalista sólo subsiste a partir de la velocidad de la recuperación de las inversiones dirigidas fundamentalmente a la especulación financiera , China apuesta a un desarrollo de la infraestructura mundial ( y de las fuerzas  productivas mundiales  para la sustentabilidad de la vida de sus 1500 millones de habitantes  pero  en un forma totalmente complementaria con  el desarrollo  de los otros 6.000 millones del planeta.. El contraste o mejor dicho la contraposición es evidente. Y hasta el momento nadie ha podido demostrar  ni siquiera se han permitido insinuar que detrás del gobierno chino estén tales o cuales grupos financieros o monopolios transnacionales ni chinos ni de ninguna otra nacionalidad o naturaleza. ¿Qué es el gobierno chino? ¿unos cientos ( o miles) de locos a los que se les ha dado por conquistar ( y subyugar) el mundo  como venganza por la postergación histórica del imperio del centro? Hasta Hitler tenía tras de sí (y en realidad fue títere de)  los monopolios imperialistas alemanes en competencia con los ingleses y norteamericanos. Aquí no hay nada de eso.
De todos modos ¿podría algo similar  haberse dicho  en algún momento de la políticas coloniales neocoloniales  o imperialistas llevadas a cabo  por “occidente” en África,  Asia  o  América Latina acerca de   sus voraces  asaltos a los países dependiente de estos continentes? Políticas que hoy siguen llevando adelante tal vez más vorazmente que antes.  Es Obvio que no Es obvio que hay algo sustancialmente distinto en este proceso  y ese algo sustancial solo se puede apreciar a partir del principio dialéctico de la “visión del todo” tanto en forma espacial como temporal.
La siguiente extracción de parte de un artículo publicado en el “Financial Times” en febrero de este año (2018) muestra desde una visión  totalmente pragmática desde el punto de vista de los grupos financieros occidentales,  con meridana claridad,  el problema en que se está convirtiendo para ellos la “cuestión china”: “la exposición en  Davos hecha el año pasado por Xi Jinping, el líder de China, se derivó de su aparente defensa de la globalización. Su mensaje le fue bien a la elite trotamundos, pero un año después las desarmonías entre China y Occidente están proliferando. Los EE. UU., La UE y Japón se quejan de la percepción de injusticia china en áreas como la propiedad intelectual, los subsidios industriales y las órdenes de Beijing de que las compañías extranjeras deben albergar las células del partido comunista. Por su parte, a China le preocupa el creciente escrutinio de Estados Unidos y la UE sobre sus inversiones externas. Tales asuntos, sin embargo, son todas expresiones de una discordia más profunda. El problema básico entre China y Occidente es que las esperanzas de ´convergencia´ que asistieron a la adhesión de Pekín a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001 se han derrumbado sobre las rocas de economías políticas incompatibles. La idea de que China se integre en un sistema global liderado por Occidente creado bajo Pax Americana parece haber sido una ilusión. A China a finales de 2016 se le denegó el ´estatus de economía de mercado´ en el marco de la OMC, desencadenando demandas por parte de Pekín contra la UE y EE. UU. El futuro, dicen los analistas, parece ser uno de disonancia sistémica. China, por un lado, está construyendo una economía híbrida impulsada por el estado mientras defiende su propia visión distinta para la globalización. Por su parte, la adhesión de Occidente a la economía de mercado libre basada en reglas se ve socavada por la doctrina de ´América primero´ de Donald Trump, el presidente de los Estados Unidos. Lawrence Summers, el ex secretario del Tesoro de Estados Unidos, ve tales contradicciones como resultado no tanto en la confrontación como en el ´juego paralelo´ entre China y Occidente. ´En este momento describiría el modus vivendi que el mundo ha encontrado como un juego paralelo´, dijo en un discurso a fines del año pasado. ´Occidente hace lo suyo; China hace lo suyo. Los países obtienen un montón de dinero de China y lo hacen a la manera de China. Los países obtienen un montón de dinero de nosotros y lo hacen a nuestra manera ´. Tales adaptaciones al menos permiten que todas las partes avancen pero no resuelven una pregunta fundamental: ¿cuál es el sistema de gobernanza global en el que van a participar Estados Unidos, Occidente y China? Tampoco el ´juego en paralelo´ es un estado estable. El enfoque de China en construir estructuras multilaterales que sigan su ejemplo y cumplan con sus reglas sugiere que con el tiempo Beijing se volverá menos dependiente de los sistemas liderados por Occidente que dominan la gobernanza global. Iniciativa de Belt and Road de China (visto aquí en construcción en Pakistán) tiene como objetivo reconstruir la antigua Ruta de la Seda . La Iniciativa Belt and Road (BRI), a través de la cual China pretende impulsar el comercio con cerca de 70 países en Asia, África y Europa, coloca a Pekín en el asiento de un nuevo tipo de multilateralismo. El BRI difiere del libro de estrategias de los Estados Unidos en que no busca negociar un tratado de libre comercio con los países miembros, sino que promete proyectos de infraestructura financiados y construidos por Beijing. En Europa, 16 + 1, un grupo político y comercial dirigido por China, reúne a 11 miembros de la UE y cinco países de Europa central y oriental no pertenecientes a la UE. Las 16 naciones son también países BRI, y varias se han suscrito a importantes acuerdos de infraestructura financiados por China, lo que impulsa la influencia de Pekín en la UE. Varios otros organismos dirigidos por Beijing, incluido el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB), son alternativas a las instituciones dominadas por Occidente. Algunos enfatizan la cooperación con contrapartes occidentales, pero otros buscan equilibrar o desafiar el orden establecido, dicen los analistas. ´Si la narrativa desde 1978 fue de la lenta integración de China al orden internacional y la adopción de normas, ahora se está volcando hacia un choque sistémico´, dicen François Godement y Abigaël Vasselier del Consejo Europeo de expertos en relaciones exteriores. De hecho, las tensiones son cada vez más evidentes entre las multinacionales que operan en China: casi el 50 por ciento de las empresas europeas informaron en 2016 que se había vuelto más difícil hacer negocios en China que el año anterior. La Cámara de Comercio Estadounidense informó en 2017 que más de las tres cuartas partes de los miembros se sintieron menos bienvenidos. La clasificación de facilidad de hacer negocios del Banco Mundial coloca a China en el puesto 78 entre 190 países, y la OCDE lo ubica en cuarto lugar entre los 62 países evaluados en cuanto a restricciones a la inversión extranjera. Tales percepciones surgen en parte del impulso tecnológico de China. En 2015, reveló su política ´Hecho en China 2025´, que apunta a mayores cuotas de mercado en 10 industrias globales. El objetivo es impulsar la ´innovación indígena´ y la autosuficiencia en la fabricación de componentes clave. Tales objetivos agregan combustible a las preocupaciones occidentales. Pero al igual que otras acusaciones de que China favorece a sus industrias estatales, lo que resulta en un exceso de capacidad que inunda el mundo con acero barato y otros productos, estas ansiedades no hacen que el oeste tenga más posibilidades de prevalecer. Las áreas identificadas por los EE. UU., La UE y Japón están fusionadas con la naturaleza del estado partidario de Beijing. Son expresiones de una economía política que China no tiene intención de retroceder”. 
La sutilezas de la escritura periodística de esta extensa cita  no logran sin embargo ocultar  que China no es una réplica del capitalismo dominante en el mundo  y de que éste le teme y no sabe qué hacer con (o contra) ella. La forma de razonar y actuar del capitalismo real hoy más financierizado que nunca empieza a chocar contra una “economía de mercado” que se mueve distinto, en forma opuesta, con la que no puede hacer componendas o asociaciones brutalmente espúrias a las que está acostumbrado. Los grandes grupos financieros que encarnan el capitalismo real de esta última etapa del sistema no pueden involucrar  a la inmensa masa de capitales chinos, superior a la de cualquier país del resto del mundo,  en sus  jugadas estafatorias que  como se vio en el 2008 son de una voracidad irracional y apuntan a la hiperconcentración de riqueza cada vez en menos manos.



El Capital
No es nuestra intención consagrar a la obra máxima de Marx como una suerte de Biblia  a partir de la cual sólo puedan darse discusiones exegéticas. Sobre lo dicho  por Marx  allí muchísimo se ha escrito y debatido y hay varias cuestiones que han sido incluso “superadas” pero no es nuestra culpa si  la mayoría de los pasajes de la obra conservan una vigencia actual impresionante que ninguno de los estudiosos analistas expertos y exégetas del El Capital ha podido formular mejor.
De todos modos  ante  lo impresionante de las transformaciones sociales políticas y económicas  que se han producido en el mundo entero desde 1870/80 hasta el tiempo actual,  aunque permanezcamos dentro del mismo proceso histórico que Marx estudia  es decir el capitalismo creemos que hay una parte de su obra magna  que tiene mayor relevancia hoy  que las otras.
Nos referimos a la sección quinta del Tomo III denominada “Escisión de la ganancia en interés y la ganancia empresarial. El capital que devenga interés”. No estaban ni Marx ni Engels  que contribuyó a ordenar el manuscrito, en aquellos tiempos,  frente al monstruoso volumen  del capital dinerario y bancario actual ni a la velocidad de la luz con que se realizan las transacciones de todo tipo de papeles y asentamiento en cuentas  ya ahora digitalizadas. Sin embargo en el último tomo de su obra ya abordan  con una cientificidad hasta ahora no superada precisamente el último de los tres momentos del movimiento interno del capital en si después de haber pasado  por la circulación y la producción.
Hay allí un párrafo en el que la dialéctica de los tres momentos de la dinámica capitalista se explicitan  para aquellos a quienes les quede alguna duda sobre la relación entre La Lógica hegeliana y El Capital marxiano que dice así: ”Pero otra  es la situación  del capital que devenga interés, y precisamente esto constituye su carácter específico. El poseedor de dinero que quiere valorizarlo como capital que devenga interés, lo enajena a un tercero. Lo lanza a la circulación lo convierte en mercancía como capital, no sólo como capital para él mismo, sino también para otros; no es sólo capital para quien lo enajena, sino que también se lo entrega al tercerol de antemano, como capital, como un valor que posee el valor de uso de crear plusvalor,  ganancia; como un valor que se conserva en el movimiento y que retorna a su emisor originario –en este caso el poseedor del dinero- luego de haber funcionado; es decir que sólo se aleja de él por un tiempo, sólo pasa temporariamente de la posesión de su propietario a la del capitalista actuante, es decir que no se lo emplea como pago ni se lo vende, sino que sólo se lo presta;  que solo se enajena con la condición de que transcurrido un lapso determinado, debe retornar, en primer lugar, a su punto de partida, y en segundo término, que debe hacerlo como capital realizado, de modo que haya realizado su valor de uso, el de producir plusvalor.”


Esto Marx lo vio como una posibilidad de movimiento interno dentro del proceso capitalista  pero no llegó a imaginarlo  ni él ni los que estuvieron frente a una bancarización  mucho más desarrollada como Hilferding y Lenin  como la forma paradigmática de la acumulación capitalista. No lograron imaginar al   préstamo como  el conductor del proceso del capital como un todo. No podían imaginarse un momento de tanta irracionalidad  de tanto desborde no pudieron ver  al capital suicidándose en un juego de “ruleta rusa” e intentando arrastrar con ello a toda la humanidad  como es la situación en la que nos encontramos ahora. Les pareció algo accesorio  secundario o de apoyatura  de los movimientos clásicos de producción y circulación de las mercancías Nunca pensaron en una época en  que lo que se iba a producir  y circular principalmente era el capital en sí mismo en  multiplicidad de veces antes de llegar a ser invertido en un proceso de valorización real. Y la verdad es que era muy difícil imaginar  hasta incluso a mediados del siglo XX  semejante grado de alienación generalizada del comportamiento económico del sistema como un todo.
Los fundamentos sistémicos de la acumulación contemporánea de  capital prestable como dinero´ como un proceso distinto (apropiación de la acumulación financiera) descansan en los mecanismos institucionales que eran todavía incipientes en los tiempos de Marx, pero que son hoy extremadamente poderosos (los esquemas de ahorro  de retiro de los obreros  dependen del mercado financiero y de la globalización financiera)… El resultado es una plétora de capital global que expresa nada menos que las barreras a la producción capitalista en una escala que Marx de ninguna manera podría haber anticipado[17]
Así como Marx no pudo prever  con las determinaciones que lo hizo Lenin  el fenómeno del imperialismo , el capitalismo monopolista de estado  y el fenómeno de la dependencia con su contracara las luchas por la liberación nacional Lenin  tampoco pudo ( ni quiso)  imaginar  una etapa  posterior al imperialismo  que el consideraba la superior  y última  del capital.  No podían imaginar  en su despliegue  que  el derrumbe del sistema se iba a producir en una tercera y esta vez si última etapa  de características  tan irracionales aun para los que la estamos viviendo. La etapa del desmadre del fetichismo donde  papeles  sin valor de respaldo generan otros papeles con menos valor de respaldo y a todo eso  se lo considera valor.
Es evidente que en un momento histórico de estas características  de crisis permanente  e interminable  la estrategia de lucha de la clase obrera  se trastoca también  en términos profundos dentro de su ideario comunista inalienable. En ese sentido un gran bloque  continental  que sostiene lo realmente productivo  es decir la creación de valor real  aun en términos de economía mixta  y con formas capitalistas propias del siglo XX  empieza a jugar el papel inverso  que jugaba el capitalismo monopolista de estado  y se transforma  en si y para si  en el garante de que  el desmadre del sistema no arrastre consigo a toda la humanidad  y en el  punto de partida para un replanteamiento  radicalmente distinto a  la competencia  a muerte  por la dominación económico política mundial.
No es contrario al marxismo ni al materialismo histórico que China desarrolle hoy  su economía  con muchos recursos del capitalismo clásico y que se relacione con otros países en estos términos  e impulse  el comercio mundial con formas comerciales, productivas e incluso financieras propias del capitalismo ( y que esto dé lugar a la existencia de procesos de enriquecimientos individuales y corrupción  en una escala significativa por la dimensión del proceso económico de que estamos hablando, hay incluso “millonarios” dentro de los integrantes de la dirección del Partido Comunista y del gobierno ) Sería irreal tratar de impulsar una política de cambio profundo del poder nacional y mundial sin ninguno de estos instrumentos y formas de acción que son hoy por hoy las únicas formas básicas económicas existentes para un real desarrollo rápido y gigantesco de las fuerzas productivas en escala gigantesca. Pero no son estas relaciones  ni  la defensa de riquezas individuales o la trama mafiosa corrupta la que  dirige o hegemoniza  al partido ni al gobierno  ni a la estrategia política y económicas nacional e  internacional chinas , como siempre lo fue  y los sigue siendo en los países verdaderamente capitalistas  e imperialistas  o para ser más precisos hoy en los grupos financieros dominantes a nivel mundial del rumbo capitalista  que intenta persistir.  Las verdaderas relaciones de dominación en las que expresa hoy su esencia el capitalismo  en su forma paradigmáticamente financiera no tienen ninguna influencia directa ni indirecta  en este desarrollo de China  ni en la magnífica red comercial productiva y financiera que está estableciendo  con cientos de países en todo el mundo. Por el contrario  ambas estrategias se contraponen como la contradicción principal del momento histórico.
Es claro que esas formas de desarrollo acelerado de las fuerzas productivas en China  y en muchos otros países del tercer mundo   producen plusvalía, ganancia empresaria  y en última instancia reproducen  desigualdades y formas de alienación ya descritas y criticadas permanentemente por el marxismo  Y que son correctos los reclamos de los sectores que  padecen  esas formas de explotación en la medida  que sepan relacionar  sus reclamos  particulares con la nueva forma en que se expresa la lucha de clases a nivel internacional.
Pero lo que debe quedar claro,  sobre todo para entender esa nueva forma que ha adquirido la lucha de clases a nivel internacional, es que  el capitalismo  en su fase final como sistema  que pretende mantener el poder mundial ha tenido llegado a través de sus contradicciones internas  al último recurso  propio que le quedaba  para seguir concentrando ganancia  eliminando competencia  y controlando  el poder económico mundial que es la constitución de grupos financieros  globales ( hoy en brutal competencia entre ellos ). Esta última forma de poder mundial del capitalismo  propiamente dicho implica considerar a los  territorios e inevitablemente a los  estados nacionales como elementos secundarios utilizables o desechables según la dinámica que vaya adquiriendo la disputa interna del capital financiero  y según  la estrategia  que vaya predominando en estos grupos. El hecho es que  esa mecánica de poder  mundial se ha terminado  casi por autonomizar de la racionalidad productiva comercial y está generando acciones gravísimas descontroladas contradictorias y sobre todo suicidas para el planeta en su totalidad sea por el jugueteo con la guerra nuclear o por el aceleramiento de la debacle ecológica. Estas acciones  que ya ni merecen el nombre de estrategias por su falta absoluta de proyecto real posible sustentable y que se parecen más a manotazos de ahogados   (un ahogado con una fortaleza física capaz de hundir con él al que pretenda salvarlo)  son pergeñadas  en círculos  políticos cerrados  sectas  político económica  que atraviesan lo nacional  y sectores de la llamada “comunidad de inteligencia” principalmente norteamericanos  y británicos pero no exclusivamente y no en su totalidad. Por todo ello sería erróneo intentar localizarlos geográficamente en uno  más países particulares como si  se podía hacer cuando   el capitalismo dominante tenía la forma de capitalismo monopolista de estado  y los estados  en forma orgánica estaban comprometidos con las  estrategias imperialistas de los monopolios  industriales y comerciales de sus países  como EEUU y varios países de Europa Occidental en el siglo XX.  
A todo ello se opone  en términos de contradicción insalvable la estrategia comercial productivista de China  Rusia los principios  de cooperación   el grupo de Cooperación de Shangai y los Brics y particularmente ahora la Nueva Ruta de la Seda. Y es por eso que tanto China como Rusia  sufren los embates que sufren permanentemente  sin que muchas veces  se entienda claramente cuál sería el motivo realmente existente para que sean  propiciatorios de  embargos acusaciones  expulsiones  y sanciones. La verdad es que hoy la lucha de clases a nivel internacional la lucha entre le mundo del trabaja para el desarrollo de la humanidad y un mundo distinto  contra el capital suicida y dispuesto a llevarnos a la desaparición antes de entregarse pasa por allí. El desarrollo de la ruta de la seda  y la comunidad de naciones en entendimiento  y paz  o la carrera financiera especulativa frenética  de las “cities” globales  en red. De que triunfe una u otra estrategia dependerá de que se pueda avanzar hacia el socialismo y el comunismo, ahora si a nivel mundial, como inevitablemente siempre debió haber sido por la naturaleza propia de ese tipo de sistema, o de que desaparezcamos  del sistema solar (barbarie extintiva) 
 Es en este escenario internacional  en el que  adquieren  visos de posibilidad las miles de luchas de clase (populares  sindicales  de movimientos sociales  de genero  antidiscriminatorias y antiineoliberales)  locales que ahora también se diferencian de las anteriores por tener  una tendencia  a la regionalización  y la universalización y que deben encontrar las formas de coordinarse y articularse con la estrategia central mundial. En ello ha de serse muy creativo  porque no son pocas ni simples las contradicciones.

El “marxismo chino”
Más allá  de que  en los congresos del Partido  Comunista Chino  se invoca persistentemente de entrada  la fidelidad del pensamiento del partido  y del gobierno a los  principios del marxismo leninismo y del materialismo histórico  y de que desde Deng  hay una introducción de conceptos tales como “socialismo con características chinas” y otros  principios complementarios que no son propios de la jerga marxista clásica (ni siquiera de la maoísta).
En su libro “Como el marxismo ha transformado el mundo” Gu Hailiang Jefe del Partido Comunista Chino en la Universidad  de Wuhan con el rango de viceministro  del 2202 al 2008 y presidente de dicha universidad del 2008 al 2010, encargado además de  organizar el segundo encuentro mundial de expertos  en marxismo en mayo de este año (2018) ha escrito.

“Enfocarse en la concreción de la transformación del mundo capitalista.
La influencia que tiene un cuerpo de pensamientos en su profundidad y amplitud, tiene su contraste con la verdad que abarca. A medida que el tiempo transcurre, ideas y reflexiones famosas dejaron de serlo, pero la ideología marxista va avanzando, y demostrando día a día, la luz de su verdad. Desde que fue enterrado en el cementerio Highgate, pasaron 100 años, su ideología cruzó los limítes de Europa y su atractivo teórico llegó a todo el mundo. Al mismo tiempo, desde que nació la ideología marxista, hasta la actualidad, todos las fuerzas en contra del movimiento y del pensamiento no han cesado en su “caza”. Anunciaron su “muerte” en cada oportunidad, pero tuvieron que “acecharlo” una y otra vez. Esto demuestra que la ideología marxista, tiene profundos efectos sobre la actualidad y nunca han desaparecido, siguen tenido un efecto abrumador sobre el pensamiento y la ideología de la actualidad.

Un pensador francés, Derrida, expresó en “Espectros de Marx” las diez plagas que occidente no pudo resolver. Cree que ante estas diez plagas, solo se podrá alcanzar la salvación pidiendo ayuda a la ideología marxista. 19 de Julio del 2012, en el diaria de Japón, el Profesor Marcelo Musto de la universidad de Canadá, dio un discurso sobre política con el título “Marx: el regreso del gigante”, señalando:

“Relegar a Marx al estatus de clásico embalsamado, indicado sólo para la investigación académica especializada sería un error de la misma envergadura que convertirlo en la fuente doctrinaria del “socialismo real”. Ya que, en realidad, sus análisis nunca han gozado de mayor vigencia.  (...) tras el colapso de la Unión Soviética y su expansión a nuevas regiones del planeta (sobre todo a China), el capitalismo se ha convertido en un sistema global que invade y configura todos los aspectos (no solo los económicos) de la existencia humana. En estas circunstancias, las ideas de Marx están demostrando ser más fértiles de lo que lo fueron en su época.(...) Si la eterna juventud de un autor radica en su capacidad de seguir estimulando nuevas ideas, entonces podemos decir sin lugar a dudas que Karl Marx sigue siendo joven.”[18]

No importa por qué circunstancias a pasado la historia de la humanidad, la ideología marxista es un campo magnético difícil de eludir.

Ante las crisis del mundo capitalista, la humanidad volvió a despertar el interés sobre la ideología marxista, especialmente los jóvenes de occidente. Después de la Gran recesión del 2008 en Estados Unidos, luego de discutir todo el sistema luego del suceso, las personas se dieron cuenta que los pensamientos de Marx servían. A pesar de la época de los 80 en el siglo XX, la ideología marxista sigue siendo una de las teorías más discutidas. Aunque en vida, su obra sobre “El Capital” tuvo pocos lectores, obtuvo gran audiencia desde su muerte, sirvió como guía para muchas ideologías comunistas y socialistas (como por ejemplo el socialismo popular alemán, bolchevique, etc).
10 de diciembre del 2008, en el 75 aniversario de la biblioteca fundada en su memoria, el profesor David McLellan de la Universidad Goldsmiths en ciencias políticas, manifestó:

“Luego de la finalización de la guerra fría, las personas tienen un interés más elevado con respecto a la economía y al entorno, y la visión sobre la ideología marxista y el mismo Marx son más objetivas ya. Se ha podido visualizar con claridad, que la ideología marxista tradicional, realizó un profundo análisis sobre el capitalismo.”

Tal como menciona el historiador Lucien Fevre:

“Cualquier historiador, aunque no haya leído ninguna obra de Marx, o cree que salvo el campo de la ciencia todo es de alguna manera una posición antimarxista, no podrá evitar usar la metodología de reflexión de la ideología marxista para comprender la realidad y probarla. Los pensamientos expresados por Marx ya se conviertieron tempranamente en nuestro tesoro, herencia en común.”

Ante las transformaciones confusas que sufre la globalización, y el desarrollo de la sociedad del hombre, dentro del proceso de conocer un nuevo mundo y transformarlo, el hombre aún así, puede sentir el atractivo de la ideología marxista y su valor en la aplicación social.

 “Mientras la humanidad  indaga infinitamente en búsquedas y reflexiones para ´cambiar el mundo´ es el marxismo el que brindó una orientación teórica para conocer el mundo  y en función de tal conocimiento transformarlo”…“El Marxismo se destaca por su calidad de teoría que evoluciona con  el tiempo”…“ya transformó el mundo y la humanidad y las crisis financieras en la comunidad internacional demuestran nuevamente  que para analizar el capitalismo y su crisis hoy  el marxismo es insustituible”[19]
Estos son textos de uno de los últimos trabajos  de uno de los miembros  más destacados en los estudios de marxismo del Partido Comunista Chino.
Es decir  que las alusiones al marxismo , al leninismo  o al materialismo histórico  que  integran innumerablemente  los documentos  más importantes del Partido Comunista Chino  y del gobierno  no son en absoluto formales  u ornamentales sino que hay  una fundamentación ideológica  desde el análisis profundo de la teoría marxista, de la estrategia general político económica del partido y el gobierno, tanto en las políticas internas   como en el marco geopolítico de la República Popular China.

Conclusión 
Así con lo visto  hemos intentado mostrar como categoría esenciales del marxismo y el materialismo histórico  como el desarrollo de las Fuerzas Productivas, las etapas históricas que ello determina,  aun dentro del lapso  de una misma unidad histórica como la modernidad capitalista,  y los cambios que estas  transformaciones en los modos de acumulación,  impactan en la superficie  de la lucha política tanto  a nivel nacional como  internacional, llevando al sujeto histórico que representa el mundo del trabajo a conformaciones superiores que dan la batalla a los nuevos retos del capital
No se trata de fracasos o equivocaciones sino de saltos de etapas  en el mejor sentido dialéctico. El marxismo  que no es dogma se desarrolla y produce nuevas categorías sin abandonar la esencia de las anteriores. Tal vez el símbolo más trascendental de ello es que el país más poderoso económicamente  y geopolíticamente del planeta esta conducido por el Partido Comunista  y se proclama marxista leninista y consecuente con los principios del materialismo histórico. Acá es donde se vislumbra  que el aporte de racionalidad al proceso histórico que  vino realizando el sujeto  histórico revolucionario desde las luchas campesinas de los siglos XIV a XVII y las de la clase obrera  y sus grandes construcciones  históricas como los países socialistas  los movimiento de liberación  los partidos  los sindicatos y los movimientos populares revolucionarios a encarnado hoy  entre otras cosas en un proceso nacional chino de explosión de fuerzas productivas  con proyección mundial pero no comandado por  los gerentes del capital  financiero mundial sino por un partido y  un gobierno marxista, comunista que se mueve estratégicamente en un delicado ajedrez mundial  sorteando los riesgos  que presenta la decadencia  de un sistema milenario de explotación y violencias  que ha dado en llamarse civilización y que se encuentra hoy en la última sección de su último capítulo.
Simplificando tal vez  demasiado un complejo devenir histórico político del imparable proceso de la revolución  comunista mundial se podría decir que la estrategia del sujeto revolucionario ha pasado por el movimiento tríadico dialéctico también en el pensamiento estratégico político de sus líderes más relevantes y  en las estrategias y tácticas políticas que efectivamente acometieron  con éxito en perspectiva histórica  en cada ocasión:
En lo político Marx y Engels  la Liga de los Comunistas y La primera internacional apostaron  a una insurrección mundial de la clase obrera que como reguero de pólvora se extendiera por todo el mundo . En ese tiempo el mundo era Europa. Si Europa se volvía comunista  el resto del mundo  se “comunistizaría” en un tris.  Tenían en su  cabeza la imagen de las revoluciones burguesas  pasadas  y sobre todo la última y mas reciente  Francia 1789, impactando de uno en uno  en todos los países europeos y barriendo con los restos del feudalismo  pero además dando lugar a la expresión de sectores “jacobinos” extremistas  que ya anunciaban desde la revolución inglesa de 1648 la aparición de la “clase nueva” que quería ir más allá.. Este pensamiento se refleja con claridad en una de las pocas obras específicamente políticas de estos autores “La Guerra Civil en Francia” En el  el prólogo a la edición de 1895 Engels dice refiriéndose a 1848 “cuando el levantamiento  de París  encontró su eco en las insurrecciones victoriosas de Viena, Milán y Berlín; cuando toda Europa ,  hasta la frontera rusa, se vio arrastrada al movimiento; cuando más tarde en Junio, se libró en París  entre el proletariado y la burguesía, la primera gran batalla por el poder; cuando hasta la victoria de su propia clase sacudió a la burguesía de todos los países,  de tal manera que se apresuró  a echarse de nuevo en  los brazos de la reacción monárquico-feudal que acababa de ser abatida, no podía caber para nosotros ninguna duda , en las circunstancias de entonces, de que había comenzado el gran combate decisivo y de que éste combate había de llevarse a término en un solo período revolucionario largo y lleno de vicisitudes”[20].
Lo de la extensión y complejidad  del proceso  evidenciaba  que  ni Marx ni Engels eran ingenuos respecto de la fuerza de la burguesía  pero evidentemente no alcanzaron a visualizar la dimensión histórico temporal de un proceso que recién se estaba poniendo en marcha con cierto dinamismo si consideramos  que  los sucesos de mediados y fines del siglo XIX  no eran más que la culminación de una primera etapa de luchas populares que se iniciaron con las primeras revueltas campesinas de los siglos XIII y XIV. Pero su  imagen de la revolución mundial  en términos más o menos coetáneos  a la que llamaban los párrafos  del más genial panfleto político de todos los tiempos “El Manifiesto Comunista” era eso solo una imagen .Y no se dio. (¿Se le podrá a alguien cruzar por la cabeza la idea de que por ello fracasaron?) .
El leninismo   y la Revolución de Octubre  pueden considerarse, en los términos dialécticos que estamos proponiendo aplicar de este modo un tanto superficial, fueron   en realidad una negación de aquella estrategia soñada por los fundadores del marxismo. Es cierto  que hasta el momento mismo del asalto al Palacio de Invierno  y un  tiempo (demasiado) más  seguía revoloteando por  las exaltadas cabezas de los ejecutores  del asalto histórico ,   y de todos los marxistas del mundo , de que esa iba a ser la chispa  del reguero de pólvora que alcanzaría, en un tiempo prudencial, todo el mundo “civilizado” ( ahora se incorporaba a ese término incluso a los EEUU de América). Pero esta creencia duró poco. Cuando Lenin lo obliga a Trotsky a ir a firmar la paz de Brest  con los alemanes  ya se nota  en él  cierta jerarquización de la idea de una prioritaria consolidación  de la revolución en Rusia,  frente a la posibilidad ( que su perspicacia empieza a a ver como remota) de un avance  triunfal de la revolución socialista por el mundo,  a punta de cañón  y supuestos levantamiento populares  e insubordinaciones de tropas enemigas.   Luego de la fracasada  aventura militar hacia Polonia y  ya harto de esperar la  revolución en Alemania  se empieza a notar, claramente,  en todas las decisiones de Lenin el convencimiento de que lo que habían logrado hacer  él y los suyos  era una revolución socialista  en un solo país  o un grupo de países, bastante atrasados  a lo que llamaron Unión Soviética,  pero  que estaban ante un fenómeno nuevo,  propio de un  mundo capitalista nuevo,  claramente definido por él mismo  como “Capitalismo monopolista de estado” y que ello significaba que iban a tener que aguantar desde ese solo país,   y a la espera  de que  en un tiempo incierto otros se le sumen,  toda la presión del nuevo esquema  del capital imperialista mundial sobre sus hombros y así  aguantando y sumando  ganar finalmente la imposición del socialismo a nivel mundial. En términos de la teoría  política marxista haciendo un análisis profundo  con base en el  materialismo histórico  eso era imposible. Pero era lo que  estaba pasando.  Y así negando  la estrategia inicial postulada rudimentariamente por los padres fundadores del marxismo  de que la revolución tenía que ser internacional , el leninismo,  luego transformado en estalinismo , maoísmo y castrismo (en Latinoamérica) logró la construcción más monumental de una experiencia política y geopolítica  concreta  que, no sólo aguantó la embestida más brutal de toda la historia humana  que le propinó el imperialismo,  con un pico de destrucción masiva en la segunda guerra mundial,  sino que mostró niveles de desarrollo inimaginables  fuera del esquema  de la avaricia  competitiva  propio de la naturaleza del capital, neutralizó y condicionó  al desarrollo capitalista  y dejó instalada  en el mundo  y particularmente  en países como Rusia,  China,  Cuba y Vietnam una conciencia de clase y un orgullo por  la verdadera soberanía nacional irreversibles.
 De todos modos  la dialéctica es implacable y la contradicción de tal experimento con lo que indican los  principios  fundamentales  de  una teoría como el materialismo histórico, que por algo es llamada científica, estaba en el seno de todo este proceso  y por  eso la posibilidad de que se fueran dando sistemáticamente  revoluciones socialistas  una por una , en cada país, hasta completar los ciento  y  pico que conforman el concierto mundial de naciones y hacer esto en la cara al poder capitalista mundial que estaba demostrando tener  resto para el desarrollo de las fuerzas productivas, fracasó finalmente      y esta segunda etapa  que había sido la  negación  dialéctica de la primera  terminó  en parálisis, degradación y caída  en los últimos años del milenio. Precisamente cuando el capitalismo volvía a cambiar de estrategia de acumulación por la imparable caída  de la tasa de ganancia, aprovechando el desarrollo de las fuerzas productivas , especialmente la tecnología de transportes y comunicaciones.
Pero en la dialéctica toda negación tiene una negación de la negación En este nuevo  y final movimiento que tiene como consecuencia el cierre y la superación de la unidad dialéctica del proceso, es decir la finalización definitiva del capitalismo, surgen para nosotros  dos nombres que sintetizan el nuevo cambio de estrategia del sujeto revolucionario mundial, estrategia   que en forma espiralada se acerca  como retrocediendo al momento inicial   pero  en un nivel superior  definitivo.   Este movimiento constituye la estrategia de llegar a la construcción del socialismo en forma articulada e integral  y cuasi simultánea a nivel mundial ( como lo pensaban Marx y Engles) pero a partir de un desarrollo monumental de las fuerzas productivas que ponen a los países continentales herederos de la elevación de la conciencia de clase  generada  en medio de la paradoja revolucionaria del siglo XX como guías,  ordenadores y contenedores   del complejísimo proceso  que supone nada más ni nada menos  que la finalización de toda una era de guerras enfrentamientos explotaciones marginaciones  discriminaciones  (incluida la más  grande de todas ellas  es decir la de género). Esos dos personajes simbólicos son, al menos  por el momento por el momento  Deng Xiao Ping  y Fidel Castro.
Deng  supo dar el “timonazo” en el rumbo de China con una precisión y un sentido de la oportunidad histórica que solo una visión verdaderamente marxista  puede  hacer. Porque  que nadie se engañe  Todo lo que hicieron Deng y sus camaradas  en China y que se continúa hasta hoy fue hecho desde una estrategia marxista  y una comprensión cabalmente dialéctica de lo que es materialismo histórico.
El profesor Liu Ji  teórico cercano a Jiang Zeming  legítimo heredero  de la línea  de Deng en la política China  expresó en 1997 “ Deng Xiaoping dijo que sino se reforma el sistema político no se podrá profundizar en la reforma económica e incluso se perderá el éxito de ésta Sin reforma política nos encontraremos en un callejón sin salida. Según el marxismo, en efecto, la economía es la base, y la política la superestructura. Cuando cambia aquella debe hacerlo esta. La URSS reformó el sistema político sin hacer antes la reforma económica. Esto va contra el marxismo. El resultado fue una ´revolución’ que hundió  la base económica socialista Esto nos enseñó mucho . Sin embargo cuando  el sistema económica cambia y no hay reforma política estamos contraviniendo también las ideas básicas del marxismo…”[21]. Ya se ha remarcado anteriormente la vigencia del pensamiento de Marx y del marxismo en general  en el fundamento ideológico político y económico de la República Popular China y sus líderes  y con renovados bríos a partir de la nueva elección de Xi Jinping como autoridad máxima del gobierno y del Partido. Es Marxismo  y también Leninismo y también maoísmo  y también “deng  xiaopinismo” ,  en una unidad de las negaciones dialécticas que dan lugar al universal concreto.
Fidel que vivió igual que Deng  el período anterior del imperialismo y los socialismos país por país pero que alcanzó  igual que Deng a vivir el cambio de época pudo notar  y hacer saber a la humanidad  que estamos ante un cambio civilizatorio  es decir no sólo ante  la caída del capitalismo sino  ante el fin  de una era histórica entera y también encontró  un camino de transformación de la estratégica  cubana de supervivencia y adecuación al nuevo contexto internacional ( que a la isla  la golpeó en forma especialmente cruel) iniciando estratégicamente  el entramado en articulación  para la integración regional latinoamericana  en primer lugar con la revolución bolivariana de Venezuela  pero también con gobiernos como los de LuLa, en Brasil  Evo Morales  en Bolivia Correa en ecuador y los Kirchner en Argentina y con  otros países de Latinoamérica y el Caribe que no  planteaban necesariamente el socialismo  como objetivo político ni mucho menos el marxismo como su ideología de base. Ese proyecto a pesar  de los  golpes ( en sentido  político estricto) que ha sufrido por un contraataque del imperialismo financiero no sólo no está acabado sino que está en plena batalla por  contra contraatacar . avanzar en la integración verdadera de los pueblos y gobiernos regionales y sumar ese proyecto continental a la ruta de la Seda u otras propuestas que vengan con la intención de cooperación complementación  e integración mundial.
Una vez que se termine de quebrar el espinazo del capitalismo neoliberal financiero y sea definitivamente desplazado del poder mundial y neutralizadas su posibles acciones depredadoras hasta derrotar su estrategia  conspiracionista desestabilizadora, a través de sus maniobras de espionaje  mentiras mediáticas y  el acciona de grupos   subversivos, y terroristas,  como ya se ha logrado en Siria, se ganará la paz, la estabilidad  y se consolidarán las alianzas  y estructuras internacionales  que se están conformando en torno a las propuestas racionales  chinas rusas  y de un grupo casa vez más numeroso de países  que se suma a este impulso,  entre ellos varios países latinoamericanos y del Caribe. Esto va a determinar a su vez a  los propios gobiernos de los países capitalistas desarrollados,  en los que  las  clases populares ya están en lucha  contra el neoliberalismo,  a reformar,  reprogramar y a poco dar virajes profundos a sus  políticas y unirse a una planificación y un programa económico político y social mundial enfocado en el verdadero desarrollo ecológico sustentable de la humanidad sin exclusiones  de ninguna región, pueblo o grupo humano  en formas articuladas complementarias y sinérgicas.
Se abrirán entonces las puertas para el avance de la igualdad, la dignidad, la verdadera libertad y las realizaciones personales y comunitarias e identitarias, que resisten hoy en lucha en todas las partes del mundo.

Mariano Ciafardini
Doctor en Ciencias Políticas Universidad de Buenos Aires
Instituto Argentino de Estudios Geopolíticos (IADEG)
Mayo 2018

Dirección postal  Martin Coronado 336 Acassuso  Pcia. de Buenos Aires Argentina CP 1641
Te 54 911 44073137


[1] En este sentido ver  Jorge Beinstein “Alertas rojas Señales de implosión en la economía global, Pagina del autor en internet (4 febrero 2018)
[2] Pérez Soto Carlos Clases en internet febrero 2018.
[3] Hegel G.W F “Filosofía del Derecho” parágrafo 346 Ed Claridad 2009  Buenos Aires (pag 273). En otras traducciones  la palabra “momentos” a sido traducida como “estadíos”.
[4] Dri, Rubén “La Rosa en la Cruz” Ed. Biblos 2009 Buenos Aires (pag.220).
[5] Taylor, Charles “Hegel” Ed Anthropos 2010 México (pag.337) El remarcado es nuestro.
[6] Ciafardini Mariano “Globalización tercera-y última- etapa del capitalismo” Ed Luxemburg Buenos Aires 2011
[7]Ciafardini Mariano “ El sujeto histórico en la globalización” Ediciones Centro Cultural de la Cooperación” Buenos Aires  2016
[8] Marx Karl “Elementos fundamentales para la crítica de la economía política. Grundrisse 1857-1858” Ed Siglo XXI  2007 Buenos Aires (pag 4)
[9] Op cit (pag 5)
[10] Marx Carlos , Engels Federico  “La Ideología Alemana” Ed Cartago 1985 Buenos Aires (pag.. 20)
[11] Op. Cit.  (pags 64 a 68)
[12] Ver en este sentido “Globalización tercera y última…” Debe aclararse que si bien Lenin siguiendo en esto particularmente a Hilferding hace en “El Imperialismo ..” importante hincapié en ¨Los bancos y su nuevo papel” e introduce términos como el de “oligarquía financiera”, lo que lo hace considerar al imperialismo como una “fase particular “ del capitalismo  que en cierto modo es la “antítesis” de la anterior, es la “sustitución de la libre concurrencia por los monopolios capitalistas”.
[13] Ciafardini Op cit p148
[14] Ciafardini op cit 172
[15] Dirmoser Dietmar “La gran marcha china hacia el oeste” La Nueva Sociedad n° 270  Buenos Aires 2017 (pags 30 y 31)  Los signos de interrogación son nuestros.
[16] Ibid  pags. 35 37y 38
[17] ´Chesnais Francois “Finance Capital Today”. Brill Boston 2016 (pag 71) La traducción es nuestra
[18] https://marxismocritico.com/2012/10/03/marx-el-regreso-del-gigante/
[19]  Gu Hailiang “Cómo el Marxismo cambia el mundo” párrafos extraídos  de la versión  en idioma chino  con traducción al español por encargo nuestro.
[20] Marx Karl “La lucha de Clases en Francia de 1848 a 1850” Espasa Calpe Madrid 1985 p 65
[21] Bregolat Eugenio  “La segunda Revolución China” Capital Intelectual Buenos Aires pag 282