En un mundo atravesado por una partición binaria política
que se podría esquematizar sociológicamente entre incluidos y excluidos pero
que en realidad refleja la partición también binaria anunciada ya en 1848,
entre el trabajo y el capital, todos los realineamientos
políticos coyunturales por más complejos y diversos que parezcan terminan
tendiendo hacia uno de los polos de esa binariedad. .
Parece que a pesar de toda el agua que ha corrido bajo los
puentes desde la época bipolar por excelencia de la guerra fría, la tendencia a la polarización continua. Y por qué no habría de ser así si la contradicción
principal “biopolítica” sigue sin
resolverse.
Ya está quedando bastante claro que en el mundo no hay tres,
cinco o cientos de centros de poder
paralelos de la misma intensidad a nivel global, sino que son, nuevamente, solo dos.
Uno es el proyecto que nace a mediados de los 80 con el
resurgimiento del neoliberalismo de un sesgo marcadamente financiero y que se
confundió desde un principio con el término globalización (lo que no es exacto
porque globalización implica un proceso mucho más complejo relacionado con el
desarrollo de la fuerzas productivas y las formas de producción
comercialización y acumulación del capital y grandes transformaciones en la
estructuración del sujeto histórico del cambio).
Este es el proyecto financierista que hace pivote en Wall Street y la City de Londres corporizado en grandes
corporaciones bancarias como el “City Group”, toda la banca Rotschild, EL BANCO Santander, el HSBC y algunas otras
grandes entidades financieras, cuya estrategia es la de condicionar la producción
a lo que convenga a un mayor y más rápido retorno de la renta financiera,
aunque ello implique una producción irracional superflua, de consumo inducido
por la propaganda, totalmente coyuntural,
sin planificación alguna y que corre
hacia delante sin saber (es más , sin que le interese saber) a donde lleva esta
huida hacia el futuro, con alta dosis de apuesta y especulación.
Este “proyecto” apunta
a una matriz geográfica de grandes ciudades, centros lujosísimos implantados a lo largo y
ancho del globo, principalmente ciudades capitales, con importantes
infraestructuras y tesoros artísticos invaluables, convertidas en plazas
financieras, nodos de una red financiera global, habitadas por hiper-ricos y clases medias acomodadas y, por supuesto,
con necesarios comandos de fuerzas de élites
policiales y militares que garanticen la seguridad. Fuera de las murallas de
estos centros de la vida “a full”, centros fabriles automatizados, rigurosamente
controlados, en un primer cordón de
segmentariedad de la especialización del
trabajo. Y luego la gran llanura de “ilotas” supervivientes, excluidos incluso
de un trabajo agrario altamente
tecnificado y automatizado con poca necesidad de mano de obra. Masas destinadas a
un maltusianismo regulatorio demográfico a partir de la eliminación física para
la que ya va preparando las conciencias
la usina ideológica de Hollywood con la moda de los “zombies” y los muertos
vivos Es decir personas que se pueden
matar ( o dejar morir) sin mayor
remordimiento porque, en realidad, ya están muertos.
Frente a ese “proyecto”,
y a partir de un fenómeno que se
inició como parte indispensable de la estrategia neoliberal antes descripta, de relocalización y tercerización de la producción para lograr
la gran acumulación de capital nunca
vista en la historia humana, se fue desarrollando otro proyecto. Primero
subsidiariamente pero luego fue
adquiriendo autonomía imparablemente y, finalmente, a partir del inicio del milenio, se constituyó como eje alternativo contrapuesto al
neoliberalismo financierista. Esto sucedió en
países que fueron denominados “emergentes”, principalmente China, que,
en efecto, emergieron en forma industrial tan velozmente que pasaron los límites de la subsidiariedad que se suponía que no debían superar.
Es decir que el propio sistema capitalista, hoy neoliberal,
a partir de la inevitable contradicción
que lo atraviesa ha creado su propia alternativa (¿no afirmaba acaso esto Marx
ya también en 1848)? Esta
alternativa se ha desarrollado en forma de un proyecto
que, en términos clásicos de los
usados en los siglos XIX y gran parte del XX, se podría llamar también
capitalista y de mercado, pero puesto a
funcionar en este momento histórico del capitalismo paradigmáticamente financiero,
se ha convertido en una traba, un
escollo, algo que hace entrar en cortocircuito a la expresión real del
capitalismo actual que es su expresión financiera pura y dura.
Ensayando un punto de
vista pretendidamente hegeliano podríamos decir que no hay
nada más subversivo para un
sistema que se está desarrollando en sus
ritmos históricos, que confrontarlo con sus
formas del pasado, pues estas ya nunca son, ni pueden ser las mismas formas exactas
del pasado en tanto que adoptan, por
necesidad dialéctica, un aspecto de síntesis entre elementos positivos del
pasado y lo sincretizan con una
perspectiva futura que niega el sistema actualmente imperante. Estas
perspectivas que se hallan presentes en esta nueva alternativa que ha surgido
desde los “emergentes” contiene ni más ni menos que elementos nodales de las
prácticas de la planificación, la
industrialización y la cooperación internacional, enemigos jurados de la esencia del capital financiero.
De hecho políticamente el mundo se ha configurado así: China
, Rusia , la Organización de Cooperación de Shangai y los Brics por un
lado y los poderosso sectores del
capital financiero ya mencionados que
manejan los servicios secretos y dominan poderosos sectores de la política y la
FFAA de EEUU Europa Occidental y otros países del mundo.
Los choque directos
entre estas dos fuerzas mundiales se ven en Siria, en Ucrania, en el mar de la
China, también en América Latina situaciones como las de Venezuela y Brasil
revelan finalmente esta tensión bipolar pero, además, en el mundo
“desarrollado” se sienten impactos que parecieran indicar que la que está
avanzando realmente día a día, en un
complejo camino de idas y venidas, pero con saldos medibles, es la opción
alternativa de un programa
industrialista de construcción de una
gran infraestructura de comunicación mundial y de incentivación del comercio en el marco de una planificación de
complementariedades que aunque aún muy general e incompleta y con
contradicciones promete irse desarrollando.
Hoy por hoy eso
recibe el nombre de Ruta de la Seda e
integración Euroasiática, y, en nuestro ámbito, Integración Latinoamericana y del Caribe, aunque la región esté atravesando un momento
de convulsiones gravemente desestabilizantes del proyecto.
Los síntomas del impacto del impresionante desarrollo de
este proyecto alternativo en el “mundo
desarrollado son sin ir más lejos el
hecho de que Trump haya ganado las elecciones en los EEUU y sea
su presidente. Ello, más que cualquier otra cosa, representa la imposibilidad
del grupo financiero globalizador de imponer su candidata en el corazón mismo del gobierno de su
proyecto. Trump destruyó el equilibrio
de las relaciones con la UE y especialmente con la Alemania de Merkel
que constituía el eje político internacional del proyecto globalista
financiero. Otro ejemplo es el “Brexit” que altera nada más y nada menos que al segundo centro de la estrategia
neoliberal financierista: la City de Londres y, por si fuera poco, los principales
gobiernos aliados de la estrategia financierista global, es decir los
países usurarios de la Unión Europea:
Alemania y Francia, se encuentran en una crisis crónica temiendo todos los días
que no caiga en cadena el sistema bancario italiano, lo que haría que la crisis
Griega pareciera un simple problema de caja.
Hecha esta descripción somera del panorama mundial reamente
existente debe decirse que todos estos actores van a encontrarse cara a
cara en la ciudad alemana de Hamburgo el
7 y 8 de julio.
La historia del G 20 es realmente significativa y sugestiva.
En la década de 1970 los países capitalistas más poderoso para hacerse fuertes
y limar las asperezas de la crisis del petróleo crean el G7 ( Alemania ,
Canadá, EEUU, Francia, Italia, Japón y Reino Unido). Cuando el avance del
neoliberalismo atropellaba como locomotora se incluyó a una Rusia devastada, corrupta
y entregada de pies y manos a los grupos financieros por el gobiernos de
Yeltsin en 1999 y se forma el grupo de los 8 que tenía su antecedente en el
grupo de los 7 + Rusia. Ese mismo 1999 se produce la primera advertencia seria
sobre el rumbo de la tan triunfante hasta entonces globalización con la crisis
de los “Tigres Asiáticos”, lo que llevó a un primer gesto de temor y prudencia
que impulso a pensar en un grupo más ampliado que incluyera ya no sólo a Rusia sino
a países emergentes que se estaban desarrollando a tasas mucho más elevadas que
los “desarrollados” principalmente a China. Pasado ese primer susto la cosa quedo en un cierto “stand by” hasta
que la crisis del 2008 obligó al “stablishment”
capitalista occidental financierista
principalmente a EEUU y la UE a reconocer que no se podía seguir sin
retomar sistemáticamente la reunión de los 20 que desplazó en importancia al G8
Y a un G8 ampliado que llegó a funcionar
en algún momento. Desde entonces la alianza chino-rusa (país este último
que en el 2000 hizo un giro radical desde el entreguismo humillante de Yeltsin
al nacionalismo en marcha de Putin), comenzó a tallar fuerte en el G 20 a punto
tal que hasta en el Foro de Davos de enero de 2017, donde están todos los miembros del G 20 más muchos otros
grupos e instituciones, fue el presidente Xi Jinping quien abrogó por el libre
comercio mundial, criticó del proteccionismo y se convirtió en la voz cantante
de la reunión.
Pero el precedente más indicativo de lo que va a ocurrir en
el G 20 del 7 y 8 de julio en la cumbre de Hamburgo se puede rastrear en el
relanzamiento de mayo de este año del proyecto de la Ruta de la Seda en el
Centro Internacional de Convenciones de Beijin con la presencia de más de 100
mandatarios del todo el mundo y una
delegación de primera línea de los EEUU.
Ha habido algunas señales muy llamativas en el gobierno de Trump a pesar de toda su
gesticulación belicista y de ciertas acciones provocadoras que
responden seguramente a la presión del complejo militar industrial que lo
sostiene (hay que entender que Trump no pertenece al riñón de ninguno de los
grupos financieros que se enfrentan en los EEUU
porque lo que su situación política es muy precaria. Estos hechos
llamativos son por un lado que el 22 de junio
el funcionario de mayor jerarquía en la política exterior de China Yang
Jiechi se reunió con el presidente Trump quien dijo que Estados Unidos está
dispuesto a cooperar en proyectos relacionados
con la iniciativa de la Franja y la Ruta.
Los días 20 y 21 de junio se llevó a cabo en Pekín el
“Noveno Diálogo Oficial Estados Unidos-China de Alto Nivel”, copatrocinado por
la Cámara de Comercio de Estados Unidos y el Centro de China para el
Intercambio Económico Internacional, y al final emitieron una Declaración
Conjunta en la que señalan que “ambas partes coincidieron en que los dos países
pueden participar en cooperación plena bajo la iniciativa de la ‘Franja y Ruta’
y a través de diversos otros medios”. Ambas partes acordaron realizar una
conferencia conjunta sobre la Franja y la Ruta dentro de los próximos 12 meses.
Más de 200 funcionarios del gobierno chino y estadounidense
se reunieron en San Francisco, California, junto con representantes de
compañías de infraestructura, en el “Foro de Cooperación en Transporte EU-China
2017”, en donde el cónsul general de China dijo que “la cooperación entre China
y Estados Unidos en el frente de la infraestructura está lista para convertirse
en el nuevo hito en la participación comercial entre los dos países”.
En Detroit Michigan, más de 3000 participantes llenaron el
Centro Cobo el pasado 20 y 21 de junio en la conferencia patrocinada por el
presidente de la compañía china de comercio internacional Ali Baba, Jack Ma. El
vicegobernador del estado de Michigan, Brian Calley, dijo durante su
intervención en el acto que el comercio con China, “es la situación tradicional
en la que todos ganan”. Por su parte, Ma le dijo a los asistentes: “Si se
pierden China, pierden el futuro”.
Todos los informes indican que el Presidente Trump espera
tener una reunión bilateral oficial con el Presidente Putin el 7 de julio
durante la reunión del G20 en Hamburgo; no un mero “encuentro casual” al margen
de la reunión, sino una verdadera cumbre, y también sostener una reunión
similar con el Presidente de China, Xi Jinping, ahí mismo. La prensa británica
como los diarios Independent y Telegraph de Londres, se muestran muy
consternados ante esos informes (que comenzó a difundir inicialmente la agencia
Associated Press), por el temor de que Trump y Putin puedan tomar decisiones
sobre cooperación, como hicieron Trump y Xi en Mar-a-Lago.
Por su lado Merkel quien después del fracaso de Hillary y
del Brexit inglés se ha transformado en la voz cantante del proyecto financiero
mundial globalizador , recuperando un poco los alicaídos ánimos con el triunfo
de Macron representante de la banca Rothschild está preparando una alianza
entre todos sus adláteres europeos para
hacer frente a esta posibilidad de acuerdo
Trump- Putin- XI, atacando
fundamentalmente a Trump y a Rusia .
Todo ello indica un escenario de fuerte enfrentamiento del que puede salir a la
realidad un escenario todavía medio oculto en el que se advierta ya más
claramente que el proyecto Chino- Ruso- tercermundista es ya dominante en el
juego de fuerzas globales.
MARIANO CIAFARDINI
OGEOC