La
importancia y el valor del reclamo
de un pedazo de territorio nacional en este mundo, compuesto de naciones,
se mide a partir de dos variables principales. Una es la de la justeza del
reclamo. Cuanto más injusta, irracional
y ofensiva es la pérdida de ese
territorio, más afectada está la soberanía y la dignidad (el valor) del
afectado como nación, en el concierto de naciones. Mayor es la responsabilidad
del gobierno nacional en cuanto al reclamo en sí. Esto está relacionado con
razones históricas y geográficas principalmente.
No caben
dudas de que en el caso de las Malvinas esta cuestión se expresa brutalmente,
ya que no estamos hablando de temas limítrofes
o disputas originarias sino de la ocupación colonial de un territorio
que está a más de 15000 kilómetros del
país invasor y a menos de 500 de la
costa continental del invadido (y dentro de su plataforma submarina). Y la
soberanía española heredada legítimamente por la nueva nación soberana, fue
reconocida desde los primeros asentamientos en el 1700.
Pero hay
otra variable que mide la importancia del reclamo territorial y es la que se
determina por el valor que tiene su ocupación
(y particularmente su ocupación militar), hoy, en este mundo
globalizado, para el resto de las naciones,
principalmente para las potencias mundiales. Esta es la importancia
geopolítica. En ese sentido queda claro
que si los británicos no estuvieran ocupando hoy Malvinas y algunas otras islas
de nuestra pertenencia la Otan no
tendría ningún asentamiento importante en todo el Atlántico Sur, lo que en un
escenario de guerra de posiciones territoriales y marítimas internacionales, en
tensión permanente, como lo es el actual, su desarrollo estratégico se
debilitaría enormemente. Si a esto le
agregamos la certeza de que hay en el subsuelo de la costa malvinense reservas
de petróleo que prometen una base de por lo menos 1.000.000.000 de barriles,
esto completa la significación política
económica y moral que tiene el reclamo argentino de las islas.
A esto se le
debe sumar el hecho de que ya hoy la
Argentina no está reclamando las Malvinas solo en nombre propio sino que, por
las razones antes apuntadas, lo hace también a nombre de todo Latinoamérica, ya
que la presencia anglo –norteamericana allí es una afrenta geopolítica para
todo el continente. Tanto más hoy cuando la cuestión del acercamiento y la
integración es vital para los intereses de todos los países de la región.
Aparece en
toda su dimensión, entonces, la gravedad de
haber sacado de agenda en las relaciones con el Reino Unido la cuestión
de Malvinas, como concesión alegre y gratuita para “amigarnos” y “volver al
mundo”. Se podría hablar de, por lo
menos, una gran ignorancia en materia de política internacional,
irresponsabilidad, ingenuidad, estupidez y “cholulismo”, para no recurrir a
términos como traición a la patria (chica y grande), “cipayismo” y corrupción,
lo que nos haría pasibles de ser acusados de conspirativistas o ideologistas.
Mariano
Ciafardini
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