El 24 de junio de 2016 va a entrar en la historia como una
fecha paradójica. Ese día en la financierizada Londres se anunciaba el triunfo
de la postura favorable al Brexit en el referéndum llamado al efecto. Este resultado demostrativo de la voluntad del pueblo de
Gran Bretaña, pero más específicamente de Inglaterra ya que en otras regiones como Escocia o Irlanda tomadas por
separado ganó el “remain” puso en profunda crisis
una unión de naciones europeas, la UE, que oportunamente, en los comienzos de la
globalización se había exhibido como
evidencia palpable de que el capitalismo, aun en su desenfadada versión neoliberal,
no solo era compatible con la paz y la
cooperación internacional sino que
incluso las generaba a través de sus
invisibles y automáticas dinámicas.
La crisis cuyas consecuencias no están todavía claras del todo, pero por momentos aparecen como
extraordinarias, lo que en realidad pone en evidencia palpable es que la Unión
Europea nunca fue una verdadera “unión” y que lo que menos la inspiraba era una sincera
intención de cooperación y solidaridad entre las naciones que la formaron, sino
que, constituida efectivamente al calor
del espíritu capitalista neoliberal, ha sido preferentemente un instrumento de unas pocas burguesías
europeas poderosas, para expoliar mejor a los pueblos de toda Europa, incluidas,
eventualmente, las burguesías menores de los demás países de la mentada “unión”.
Claro que todo ello estuvo oculto, desde el principio, por
una lluvia de euros, cedidos a cuenta, a “troche y moche” multiplicando un
consumismo irresponsable y generando un bienestar e. Pero, como es sabido, las lluvias siempre alguna vez paran. Y esta
paró ya claramente en el último trimestre del 2012.
Más allá de los
fenómenos de irracionalidad antiinmigratoria, que han fortalecido las
potencialidades electorales de los partidos de extrema derecha, lo que está
determinando la gigantesca crisis político
institucional de la unión es el abrupto descenso del nivel de vida de amplios
sectores sociales y el aumento del
desempleo la precariedad laboral y la pobreza. Amello se suma la ausencia de
algún proyecto creíble de alternativa popular dentro de la UE tal como está
concebida hasta ahora o de la posibilidad real de reformarla.
Pero lo paradójico de la fecha lo completa un dato que comparado con la espectacularidad del Brexit
se puede decir que tiene por el momento casi nula visibilidad. Solo lo pudimos constatar quienes tuvimos el
privilegio político de asistir al XXII encuentro del Foro de San Pablo, en la
centroamericana ciudad de San Salvador, en ese mismo día. Allí, en forma
inicialmente casi desapercibida, pero
adquiriendo más y más notoriedad a medida que transcurrían las sesiones, se llegó
al consenso acerca de la elaboración de
un programa político único del Foro, es decir, ni más ni menos que un programa
político continental de la izquierda de toda América Latina y El Caribe .
El Foro d San Pablo nació en …. como recurso esforzado de
una izquierda duramente golpeada por el
fantasma del “fin dela historia “ en medio de la fiesta neoliberal Pocos le
auguraban buen futuro en tiempos en que habían
“muerto las ideologías” Los menos mal intencionados miraban al grupo de
militantes resistentes con desdén y
hasta algo de pena, como restos
resilientes de un impulso utópico ya acabado. Ultimas brasas del fuego revolucionario
del siglo XX del que solo quedaba llama exigua la Cuba comunista. La “izquierda
verdaderamente inteligente”, abrazaba la tercera vía, ya no de color rojo, ni siquiera rojo pálido, sino de un rubor rosado, manteniendo algunas reinvindicaciones
de baja intensidad conflictiva, propias
del liberalismo político, y cuidadosamente seleccionadas, pero suscribiendo un decidido pragmatismo económico,
que implicaba el seguidismo a ultranza a todas las
propuestas básicas del neoliberalismo.
Pero la izquierda resistió, Cuba resistió y, al calor de los
grandes movimientos populares latinoamericanos, muchos de ellos convertidos en
gobiernos en la década del 2000, el Foro llegó a tener los más de cien integrantes actuales que,
aun a pesar de algunas pocas excepciones notables,
todavía no incorporadas, pueden considerarse como la expresión legítima
de la izquierda realmente existente en el continente, y celebró en San Salvador su XXII encuentro
anual.
No obstante hasta el
momento el Foro no había pasado de ser el lugar de encuentro periódico de
partidos ideológicamente próximos para
intercambiar opiniones, reportar las situaciones nacionales y sacar
en conjunto declaraciones de solidaridad o de repudio y coordinar acciones de solidaridad o repudio simultáneas.
Es la primera vez en la historia política latinoamericana
que se da inicio a un proceso de esta naturaleza. Nunca antes se había podido
construir un espacio político partidario regional en el que fuera posible
tamaña empresa y desde algunas imprecisas intentonas en los 70
que no se volvía a considerar la posibilidad de hacerlo. Las
consecuencias altamente positivas para el avance y desarrollo de las luchas de
los pueblos de la región por su emancipación y la transformación de la
realidad, en este caso sí son
previsibles y son también extraordinarias, pero en sentido positivo.
La diferencia entre los dos procesos "unitarios"
está a la vista Uno fue impuesto
fraudulenta y mendazmente por arriba,
por corporaciones financieras, a los pueblos a través de la colonización política
de los dirigentes, muchos de los cuales
todavía se hacen llamar socialistas. La nuestra es una construcción que empieza
desde abajo, como lanzamiento de una
dirigencia política de izquierda, comprometida con el pueblo, y para ser
debatida y consensuada con todos los sectores y expresiones populares.
Mariano Ciafardini
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