Para
analizar correctamente el resultado de las elecciones en EEUU creemos que es más preciso fijarse primero en quién perdió que en quién ganó.
Visto así, el triunfo de Trump es el síntoma
más evidente de que se quebró el
espinazo de la globalización neoliberal, etapa final del capitalismo y, por
ello, cruje la columna vertebral de todo el capitalismo realmente existente en
nuestros días.
No pensamos estar exagerando si decimos que
estaríamos entrando a una transición
histórica en la que, a poco andar no
sabremos cómo llamar exactamente al modo de producción y apropiación en el que
estemos viviendo, pero de seguro ya no
podrá hablarse lisa y llanamente de
capitalismo, al menos en lo que ello significa en términos marxistas.
Globalización
neoliberal es lo contrario de proteccionismo y de industrialismo. Es desregulación
casi total y el financierismo (esto
significa: las finanzas no al servicio
de la producción –capitalista o imperialista- sino la producción en función de la renta financiera capitalista
global).
Trump
expresa a poderosos grupos económico-políticos que se han puesto en contra de
esta dinámica porque no les queda otra alternativa. No es, entonces que sus anunciadas propuestas económicas, se
traten de meros de meros slogans de campaña. Van a intentar realmente un gran
cambio en la estrategia de EEUU como país, como bloque político económico con pretensiones hegemónicas. No es necesario
aclarar el impacto que esto va a tener en el resto del mundo.
Es un
error considerar a Trump un mero “outsider oportunista”. Nadie llega a la
presidencia de EEUU y le gana al bipartidismo tradicional del establishment
mundial de la época, que en este caso había unido a Demócratas y Republicanos y
a los clanes Clinton y Bush, simplemente porque “leyó mejor el estado de ánimo
de los votantes” y “se aprovechó de un
sistema electoral en el que no gana la mayoría real sino la mayoría de los
electores”.
Con ese mismo sistema electoral la
pendularidad del sistema se las había arreglado hasta ahora para tener dos
candidatos más o menos aceptables en los
términos del sistema mismo y si había algún tipo de sorpresa (que nunca podía
ser mayor) el curso de la campaña
electoral se arreglaba con una pequeña dosis de fraude correctivo o con
acuerdos post electorales. Esta vez no fue así, ni lo será.
Por
supuesto hasta hoy hubiera sido inimaginable que una vez cerrado el resultado electoral no se
alinearan todos los medios (y todo el establishment) al menos en las
apariencias detrás del ganador, que
empezaba, automáticamente, a ser tratado
como un héroe de la nación hasta promediar su mandato.
Hoy no
sólo sigue la campaña contra Trump en los principales medios norteamericanos y
del capitalismo mundial sino que se ha agudizado, hasta ha habido
manifestaciones callejeras contra el
presidente legítimamente elegido por el pueblo el día siguiente al de la
elección. Ni en lo que ellos llaman una “republiqueta bananera” pasó nunca
esto.
Como se
explica entonces que haya ganado? Y porqué por primera vez en la historia hay
una reacción semejante?
Es que
ha pasado algo totalmente anómalo que no
tiene que ver solo con lo
electoral, sino con una crisis sistémica total.
Como
decimos, más que pensar centralmente en quien ganó debe
pensarse en quién (y qué) fue derrotado
. La derrotada fue Hillary que representaba la continuidad de la globalización
para pocos y quien la derrotó no fue puramente Trump, ni siquiera puede
considerarse como los principales victoriosos al electorado de desocupados, semi-ocupados o precarizados trabajadores industriales del anillo de los
grandes lagos. Aunque el sentido en que votó la clase obrera industrial norteamericano,
o lo que queda de ella, no deja de ser significativo.
No, los principales vencedores, quienes le propinaron la paliza a la hillaryzación
financiera terrorista global, fueron los pueblos del mundo. Ese sujeto
histórico que con tanta desesperación
buscan tantos izquierdistas melancólicos. Ese sujeto que como “topo” está siempre cavando aunque
no lo vean y que ha destruido ahora irreversiblemente los cimientos del sistema y ha “dado por tierra”
con la eternidad de utilería del capitalismo
que “siempre se recicla”.
Intentemos
una descripción sintética de lo que ha
pasado en realidad.
Detrás de
la ágil frescura de la imagen de Obama y de la de su familia televisiva, se
escondió, durante sus mandatos la más perversa de todas las estrategias de
dominación del capitalismo. El plan globalizador siempre fue transformar el mundo en una red de centros
financieros tipo Londres o Nueva York, esparcidos por todo el mundo, sin
importar de qué país se trate. En torno a cada uno de esos nodos se agolparía la oligarquía financiera y una
cada vez más escueta clase media,
protegidos, todos ellos, por legiones de desclasados a sueldo y apoyados
por unos no muy numerosos “staffs” de
administradores y profesionales y equipos tecno científicos etc. El resto de la
humanidad (es decir no menos de seis mil
millones de personas) se agolparían en torno de estos centros en círculos
concéntricos de “Ilotas” de distintas categorías. Repetimos, cualquiera sea el
país de que se trate, es decir sean países centrales o periféricos,
industrializados o no, lo que incluye, especialmente, a los EEUU de
Norteamérica y Europa Occidental.
Así se
venía diseñando el “nuevo mundo” de la globalización ya aceleradamente desde
Bill Clinton, y a ello era a lo que debía dar continuidad Hilary.
Claro que esta estrategia tenía entre sus
“perdedores”, además de las tres cuartas partes de la humanidad, a los pocos pero todavía muy poderosos magnates
remanentes del ya atrasado esquema de dominación del siglo XX, el del imperialismo
(principalmente norteamericano) con sus grandes monopolios industriales atados al estado norteamericano a través del
complejo militar industrial y los grandes bancos que servían de apoyo
financiero a esta estrategia imperialista. Los nombres de aquellas épocas eran
Rockefeller , Carnegie, Morgan, Standard
Oil, Ford, General Motors, Chase Manhattan, Bank of América, banca
Morgan. Era la época del gran sueño “americano”, del uso de la banca estatal como reaseguro de
la operabilidad financiera con instituciones como Freddie Mac y Fannie
Mae, de la Ley Glass-Steagal, que
impedía mezclar la banca de depósito con la banca de inversión, de la
articulación salarial con los sindicatos
cómplices de la AFL-CIO y del juego bipartidista de los Demócratas-Republicanos, mediante el que se administraban los roces
competitivos hacia el interior del
imperialismo norteamericano. Tiempos de
keynesianismo en tensión con liberalismo, con un poderoso mercado interno y una
alta tasa de ocupación industrial y balanza comercial favorable.
Todo
este esquema, para la nueva dinámica
financiera de alta desregulación, hasta
la cuasi inexistencia económico-financiera de los estados nación como
estructura política soberana, (representada fundamentalmente por la red City
Coorp-HSBC- banca Rothschild-Santander) resultaba un estorbo. Más aún su desaparición
era (y es) condición “sine qua non” para el logro del plan de la red de “cities”
financieras, ágiles y flexibles como los pasos de Obama.
Esta
contradicción de sectores capitalistas imperialistas empezó desde la
constitución misma de esta etapa del capitalismo llamada globalización allá por
fines de los años 80, pero el primer golpe que le asestó la nueva estrategia
globalista a aquellos grandes barones imperialistas del siglo XX, fue el de la
desterritorialización industrial en masa, con radicación preferencial en China,
minándoles a los grupos imperialistas
industrialistas su base de apoyo geo-demográfica. El segundo gran golpe fue la hiper liberalización comercial a nivel
global de la OMC y de los tratados
ómnibus de libre comercio que, en esas condiciones de desventaja competitiva
hizo que los EEUU sólo pudieran mantener sus tasas de ocupación con el
hiperdesarrollo de los servicios y el consumismo artificialmente sostenido con
la burbuja crediticia. Es burbuja tuvo su primer estallido grande en 2008 y a
partir de allí el enfrentamiento entre el “nuevo capitalismo financiero globalizador
y el “viejo capitalismo imperialista
rezagado” empezó a tener más visibilidad. Es más, esa crisis fue precisamente
desatada por una movida defensiva de los rezagados que, a través de su agente en el gobierno
norteamericano de W. Bush, Paulson ( ex
Goldman Sachs), dejaron caer uno de los
banco importantes de la coalición globalista, el ahora famoso “Lehman
Brothers”.
Todo
esto, está muy inteligentemente estudiado y expuesto en los trabajos de los
argentinos Gabriel Merino y Walter Formento
en sus libros pioneros en este sentido (incluso a nivel internacional) “Crisis Financiera Global” y en la reciente
publicación de Formento con el holandés Wim Dierckxsens, “Geopolítica de la
Crisis Económica Mundial”.
Pero
como veníamos diciendo, no ha sido, sin embargo, este grupo conservador rezagado el escollo más importante para los globalizadores. Es otra la fuerza
que se les ha venido oponiendo en serio
y que es la verdadera imposibilidad para cumplir con sus objetivos. Ha sido, se
podría decir en forma abstracta la
historia misma. Y en forma concreta: la humanidad.
Veamos
cómo ha sido este proceso de
reconfiguración del sujeto histórico en la globalización
El
capitalismo, aun antes de adoptar su forma “new age” globalizadora y financierista, había empezado
a dar muestras de su finitud . Ya E. Mandel
había visualizado su decrepitud con sus
análisis sobre lo que llamó capitalismo tardío en los 70, pero hoy queda más en evidencia que
nunca que estamos ante su decadencia y
su final. El capitalismo comercial duró
desde sus comienzos en el siglo XIV hasta el XIX uso 500 años , el capitalismo
industrial denominado imperialismo que lo sucedió duró aproximadamente 100 años
desde fines del XIX hasta fines del XX
La tercera y última estrategia desesperada de reciclamiento
ha sido como dijimos, la globalización
financiera, a la que nos venimos refiriendo, pero ha durado “apenas” unos treinta años y ya
está agotada. Y no se percibe rastro
alguno de alguna otra nueva versión.
Solo se notan los manotazos
perversos de acciones militares, disfrazadas de rebeliones democráticas, en el mejor de los casos y, ya
desenfadadamente expuestas como apoyo
directo a grupos terroristas sanguinarios, en el peor. Una de las principales
involucradas en todo este lodazal geopolítico
es precisamente Hillary Clinton
quien ha llevado junto con Obama los niveles de cinismo a extremos nunca vistos
antes en la historia de la humanidad.
Entre los
hechos más notorios de que el capitalismo está condenado, como sistema, a
desestructurarse y sucumbir, está la
aparición contundente, en la escena geopolítica y económico financiera
internacional, de dos potencias como China y Rusia que no han hecho, en estos últimos años, más
que proporcionarle fuertes derrotas económicas y militares al, perversamente liviano, globalismo de
Obama y Hillary y sus socios ingleses ( también golpeados por el Brexit como un
pequeño adelanto de la victoria
trumpista).
Que los
sistemas ruso y chino vayan a derivar en una nueva versión del capitalismo mundial es algo que está en principio en el plano
especulativo, pero parecería muy difícil y contradictorio en el marco de un análisis
más profundo e integral. Su rol de opositores globales tanto a la estrategia
neoliberal de las “cities”, como a cualquier tipo de neo hegemonismo, parece estar
impulsándolos más y más a
posiciones antifinancieristas , a nivel internacional , oponiéndole grandes
proyectos productivos y comerciales como la Ruta de la Seda, y hacia posiciones
anticapitalistas, a nivel de sus
políticas internas, al reconocer lo
imprescindible del desarrollo de sus pueblos y de la
elevación del nivel de vida, sin exclusiones, como parte imprescindible de su estrategia
económico política, aunque es cierto que deberán resolver sus propias
contradicciones interiores en este sentido.
Estos
sistemas nacional-continentales no surgieron por generación espontánea. Son el
resultado de la rearticulación interna de sus propias fuerzas populares en los
complejísimos momentos del paso del capitalismo imperialista al capitalismo de
la globalización financiera. Fue la tremenda experiencia de lucha y resistencia
de sus pueblos durante el siglo XX la que permitió que ambas potencias se
reciclaran en los actores mundiales que son hoy y no pasaran a ser tierra
arrasada y colonizada por la estrategia globalista neoliberal.
Además (
y esto también es demostrativo de su rumbo) esas fuerzas de naciones-continente
se suman y articulan cada vez más con una gran resistencia de masas
mundiales a la globalización, que se expresa por la
multipolaridad y la autonomía de las
naciones o su integración en regiones
que no reproduzcan el neoliberalismo
sino la cooperación y la complementariedad global.
Es este
gran sujeto histórico de la globalización, conformado por personas,
movimientos, partidos, asociaciones e, incluso, y en algunos casos
principalmente , proyectos nacionales y
continentales que ejercen el gobierno y el poder de sus países en contra dela
deriva neoliberal y las artimañas de los Obamas, Hillarys, Blairs, Camerons
etc., el que produjo, en realidad, la derrota de la Sra. Clinton, es decir de
su proyecto de continuidad y
profundización de la globalización neoliberal de la red de “cities”
financieras. Es este movimiento el que puso al descubierto su cinismo y su falsedades y su involucramiento directo en el genocidio
a que se está sometiendo a los pueblos en medio oriente con la estrategia del
caos de la que es principal impulsora.
No nos
confundamos, Hillary perdió contra la resistencia mundial de los pueblos a la globalización
capitalista, y parte de ese gran movimiento es la clase trabajadora
norteamericana, aunque se mezclen irracionalmente entre sus ideas discursos
xenófobos o raciales, manipulados por el oportunismo electoral. Que esto lo
haya aprovechado el grupo imperialista rezagado
para ajustar cuentas con sus adláteres globalizadores y haya impuesto a Trump es otro tema, que está en un plano secundario, aunque no por ello, es claro, poco importante.
Está
claro también, como dijimos al principio, que Trump no es una casualidad o el éxito electoral de un “outsider” que se
financió por sus propios medios y supo
leer inteligentemente los deseos de gran
parte de la población norteamericana. Eso es una ingenuidad. No es posible ser
presidente de los EEUU ( y comandante en
jefe de sus FFAA) sin un apoyo de al menos un sector del poder global Y ese sector es en este caso, como ya dijimos
, el grupo imperialista “rezagado”, vinculado
a la banca más atada al mercado interno norteamericano y a importantes ámbitos del viejo complejo militar
industrial. O acaso alguien supone que el FBI va a denunciar a la principal
candidata a la presidencia, en el tramo
final de la definición electoral porque
simplemente “está cumpliendo con su deber”. Eso no lo hace ningún jefe del FBI
sino es parte y está jugando el partido
del poder con uno de los bandos principales (y, en este caso, ahora lo sabemos,
con el bando que más posibilidades en la
coyuntura). Este grupo rezagado del
capitalismo global ha aprovechado, como ya dijimos, su oportunidad coyuntural. De
todos modos este intento de volver a los “años dorados de la posguerra”, que parece ser
el objetivo de los que están detrás de Trump, aunque contenga destellos de racionalidad frente
a la locura desenfrenada del grupo globalizador, no deja de ser tan irracional
como su ad-later y ello se pone en evidencia cuando uno intenta responder a la
pregunta: ¿cómo va a hacer Trump para
cumplir con sus promesas de reindustralización
de los EEUU y recuperación de los niveles de vida de sus trabajadores?
Pero, insistimos en que no debe perderse de vista que ha sido
y es el esfuerzo de los pueblos y la izquierda mundial lo que está impidiendo que la última versión del
capitalismo siga avanzando. Su
expansionismo militar se empantanó en Afganistán e Iraq, en Siria está siendo directamente derrotado, su
plan ucraniano fracasó, sus leoninos tratados oceánicos son cada vez más
rechazados, su estructura financiera y monetaria se debilita y aparecen con fuerza planes
globales alternativos.
En lo que respecta a América Latina, aunque se
han sentido los golpes de un intento de contraofensiva desesperada del
Departamento de Estado y la CIA
obamianos, Nicaragua, en la que el
Frente Sandinista acaba de ganar las elecciones con más del 70 %, está
construyendo un canal inter-océanico con
participación china, en las narices del imperio, por el que podrán pasa mega buques mercantes y portaaviones,
Venezuela resiste, Cuba, a la que
quisieron sobornar, se mantiene cada vez
más digna, Ecuador, El Salvador y
Bolivia prosiguen con sus proyectos autónomos, hay posibilidades del regreso de
Lugo al gobierno de Paraguay y El frente Amplio prosigue con su gestión de más
de diez años en Uruguay. Por otro lado, los gobiernos de Macri y Temer muestran, aceleradamente, las nefastas
consecuencias de querer regresar a la senda neoliberal.
Todo ello también influyó para poner en
descubierto la hipocresía Obama –Hillary pero, sobre todo, para mostrar al
mundo, y en este caso especial al pueblo norteamericano, que ya nada bueno
puede esperar pueblo alguno del proyecto que se inició a partir de Reagan-
Bush, Clinton y Tatcher-Major-Blair. No
debe olvidarse que muchos demócratas que habían seguido a Bernie Sanders, un liberal que compartía muchas de las
propuestas económicas de Trump, decidieron finalmente no votar por nadie, y que
la mala imagen de Hillary llego alcanzar más del 60%.
La
derrota de Hillary es un triunfo histórico de los pueblos, Trump es, en todo
caso, un efecto inevitable y en cierta
medida impredecible pero preferible a lo que hubiera sido la extensión de la
globalización financiera pura y dura sin solución de continuidad. Habrá que ver
muy atentamente cómo se desarrollan los acontecimientos a partir de ahora.
Nadie dijo que todo esto iba a ser fácil pero se abre una inmensa oportunidad.
MARIANO
CIAFARDINI
IADEG
(INSTITUTO ARGENTINO DE ESTUDIOS GEOPOLITICOS
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