Desde Hegel por lo menos la dialéctica de la esencia y la
apariencia está disponible para todos aquellos que quieran pensar en serio.
Este es uno de esos momentos históricos en los que si no se
diferencia (y se une a la vez) lo que aparece de lo que Es, resulta prácticamente imposible entender gran
cosa.
Lo que aparece hoy en el mundo es Trump, y vaya si aparece. Desde que ganó las elecciones el planeta no
deja de hablar de él. En Argentina ha logrado lo imposible: que los medios
periodísticos y televisivos levanten, aunque sea de tanto en tanto, la mirada
del ombligo vernáculo para hablar algo de política y economía internacional.
Trump aparece en primer lugar como lo que es personalmente:
un derechista xenófobo, misógino y racista, de modales brutales, lenguaje poco cuidado y
dispuesto a encarar una estrategia poco clara de endurecimiento de su gobierno
tanto política como económicamente frente al resto de la humanidad. Aparece con
una "aparente" intención de cerrarse en principio a acuerdos de
cualquier tipo y, a partir de allí, renegociar punto por punto todo con todos con
la supuesta intención de volver a convertir a EEUU en el centro mundial más
importante de radicación de establecimientos industriales que exporten al mundo
al estilo de los tiempos en los que reinaba el "made in Usa". Con el
mismo fin quiere expulsar del territorio estadounidense a la mayor cantidad de
inmigrantes posible para reducir la oferta laboral y aumentar las posibilidades
de empleo y la calidad del empleo para enormes masas de trabajadores
norteamericanos que constituyeron su base electoral. Esto es lo que aparece.
Pero no es lo único que aparece (la dialéctica de la esencia
y la apariencia da sus frutos si se toman sus términos integralmente y no en
forma sesgada).
Aparece en también que esta cerrazón hacia el mundo va dirigida
a todos sin excepciones. Más allá de las alusiones directas contra China entendibles
porque allí están la mayoría de las empresas "norteamericanas" que quiere
re-radicar lo cierto es que no hay preferencias ideológicas o geográficas ni
culturales. De hecho se enfrenta a
aliados históricos como los de Europa Occidental y coquetea con enemigos históricos
como Rusia. Algo impensable de un presidente norteamericano por lo menos a
partir de los últimos cien años.
También aparece, por otro lado , el hecho históricamente
inédito de que un presidente de EEUU, habiendo ya ganado las elecciones y hasta
asumido el cargo, tiene a toda la gran
prensa norteamericana y "occidental" en su contra con ataques y
denostaciones sistemáticas, al punto que ( desprevenidamente) podría llegar a pensarse el oximoron de que,
nada menos que en EEUU, habría ganado un candidato en contra de los intereses
de todo el poder mundial occidental??? Que es el poder al que esos medios responden.
Lo que si es cierto y también aparece es que personajes
claramente integrantes de ese poder globalizador financiero imperialista como
Soros están haciendo esfuerzos económicos descomunales en su contra.
Además Trump aparece
enfrentado con gran parte de los organismos de inteligencia norteamericanos a
los que acusa entre otras cosas nada menos que de haber fraguado el 11 S !! y
de haber ayudado a desarrollar el Isis!!! (Aunque conto en el momento más crítico
de la campaña electoral con una no despreciable ayuda del FBI, que imputo, a días
de las elecciones, a su contrincante y figura ganadora Hillary Clinton, de
graves delitos políticos.
Estas son las apariencias. ¿Cuál es la esencia?
La esencia no se “deriva” de las apariencias” si no
estaríamos reincidiendo en el pensamiento aristotélico –moderno que es el
camino fácil y generalizado pero que no conduce más que a tautologías o
descripciones de lo ya sabido.
Por el contrario la esencia del asunto es lo que subyace ,
es el fundamento de lo que aparece, y lo comprende también. Para encontrar la
esencia del fenómeno es necesario siempre regresar al todo. Y el todo en este
caso es el sistema político-económico global dominante y sus movimientos históricos
internos.
Desde este punto de
vista no pueden caber dudas de que estamos ante una tremenda contradicción
interna del poder mundial capitalista, que
dentro de los grandes grupos capitalistas y financieros con origen y punto de
referencia en EEUU, Europa Occidental y
Japón se han agudizado sustancialmente las contradicciones y amenazan con profundizarse aceleradamente. La última vez
que el mundo estuvo en una situación “aparentemente” parecida se sucedieron la
primera y la segunda guerras mundiales. Claro que la situación era parecida pero
no la misma, sobre todo por los cien años de distancia y la muy distinta estructura política y económica
global.
Otro asunto esencial a tener en cuenta es que en el comienzo
mismo de la agudización de esta confrontación interimperialista existe, en el
escenario mundial, otro polo que no está dentro de la contradicción sino que “aparece” en una posición alternativa,
como lo es la alianza ruso-china junto con
el Grupo de Cooperación de Shangai,
los Brics y el proyecto de la
ruta de la seda, todos ámbitos que incluyen a estos dos gigantes con un pasado
reciente bastante común y sobre todo bastante distinto del del resto del mundo.
No estamos diciendo que este polo
alternativo no tenga contradicciones pero por el momento las mismas no parece
que tiendan a agudizarse. Tampoco estamos diciendo que este polo
"sur-oriental" esté planteando una alternativa clara anticapitalista.
Al menos no es lo que por el momento aparece. Pero es evidente que si lo que
representa hoy el punto máximo de desarrollo del capital son los grupos
financieros globalizados y las empresas transnacionales asociadas a ellos, este polo o estos varios polos aunados en esta diversidad
de lazos de cooperación no son parte de ello.
Frente a este escenario cabe a las fuerzas populares de
América Latina tomar nota de la esencia del momento lo que implica en primero término entender (lo que es casi evidente) que en
semejante panorama un actor simplemente nacional no tiene expectativa alguna de
escapar al tornado global que se avecina y mucho menos de incidir en él. México que está además cerca del ojo del huracán lo sabe
muy bien trágicamente. La única alternativa y que puede ser además una gran
oportunidad histórica es avanzar en la
construcción del bloque regional político económico que esté en condiciones de
escala que le permitan pararse como un actor más en el turbulento momento
histórico y desde allí elegir las
alianzas y tratados que convenga a los pueblos del continente como un pueblo
único.
Las batallas políticas nacionales deben darse con esta
consigna como cabeza de la lista y como ordenadora del resto. De otro modo el
resto de las reivindicaciones que son
muchas y muy importantes se van a ir licuando en el imposibilismo o lo que es
peor aún en el posibilismo.
A tal efecto resulta de máxima importancia el gran paso que ha dado recientemente el
Foro de San Pablo al elaborar un primer documento de lo que se ha dado en
llamar “El Consenso de Nuestra América” una suerte de base para un programa político
económico y social de América Latina y
el Caribe consensuado por una gran cantidad de partido s populares y de izquierda
de la región con invitación a los demás a integrarse al debate. Este puede ser
un instrumento para la militancia y la organización que permita salir de los
callejones en los que pretende encerrarnos la contraofensiva de la derecha.
Mariano Ciafardini
Instituto Argentino de estudios Geopolíticos (IADEG)
Observatorio Geopolítico de Conflictos (OGEOC)
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