La característica estructural
de esta última etapa del
capitalismo denominada globalización financiera es precisamente, en términos
generales, la de la existencia de enormes masas de liquidez dispuestas a ser prestadas en busca de una renta de retorno lo
más inmediato posible. El abuso de este recurso determinado por la ley de la
competencia intercapitalista llevó a extender el préstamo en todas sus formas y derivados
en condiciones de alto
riesgo y escasas garantías reales de
devolución, con lo que la irracionalidad
del procedimiento dejó a grandes instituciones financieras y a las arcas de varios
estados poderosos en situaciones
contables netamente negativas,
que apenas se sostienen sobre la base de una emisión sin respaldo real en una producción de bienes equivalentes algunos,
lo que determina, a su vez, la caída del valor de la moneda que se imprime ,
básicamente el dólar y en segundo lugar el euro
y la libra esterlina correspondientes a los estados u
organizaciones supraestatales que más
han echado mano al “quantitative easing”.
Este es el escenario económico financiero mundial en que
estamos hoy, y todos estos desajustes
son aprovechados por algunos grupos transnacionales para acumular y
centralizar más riquezas y eliminar competidores , con lo que el
equilibrio económico mundial se desbalancea más aun, generando una extendida
recesión que lleva ya más de ocho años, sosteniendo y agravando el injusto e
irracional reparto de riquezas que es el cáncer crónico del sistema, y
generador de todos los problemas políticos
y sociales que se agudizan cada
vez más. El peor de todos ellos las guerras y su consecuencia inmediata: las
migraciones masivas.
Entre tanto el mundo se ha configurado de forma que los centros industriales incluso de la producción con alta tecnología
se han radicado en determinados países que están en condiciones de producir más
y a menor costo y, como los precios de los fletes, por el avance del transporte
inciden casi insignificantemente en
precio final del producto, el resto del
mundo queda cada vez más obligado a
consumir esos bienes, exportados desde
esos países o regiones. Por otro lado existen, en ciertos países que alcanzaron
el grado máximo de desarrollo
capitalista en el siglo XX, nichos de investigación y producción
tecnológica que han avanzado de manera tan significativa que la brecha
entre el nivel desarrollado en
ellos es prácticamente insalvable para
el resto del mundo, especialmente por los países menos desarrollados, que se
han mantenido en el rango de la producción primaria o con escaso valor agregado. Con la excepción
de China y en parte Rusia que por motivos de la nueva arquitectura productiva
mundial o sobre la base de adelantos que
habían logrado en el pasado sobre todo en el plano militar y espacial están en condiciones reales de competir con la
tecnología de punta.
Para los países
como los latinoamericanos y del
Caribe , fuertemente primario exportadores,
en particular de granos,
productos alimenticios, petróleo
y minerales , y con una clase trabajadora mal paga en amplios sectores de los servicios y la industria, pero que mantiene, en los sectores ocupados
formalmente, niveles salariales mayores a los de extensas regiones
asiáticas o africanas se plantea un
dilema de difícil solución.
Ninguno de los países del área, ni siquiera los más extensos como Brasil, México
o Argentina, están en condiciones de competir por si mismos con los desarrollos industriales o
tecnológicos mencionados ni de insertarse por sí solos en alguna cadena virtuosa de valor a nivel mundial. Este ha sido el talón de
Aquiles de los gobiernos populares surgidos en la región a partir del 2000, algunos de los cuales han caído por golpes institucionales o directamente en las urnas, a manos de grupos de derecha neoliberales, dado que su deseo de distribuir
equitativamente a la par de generar un desarrollo efectivo de sus economías, ha chocado contra esta dura realidad
global en forma sistemática, dejándolos
cada vez mas sólo con el deseo y sin oportunidades reales de dar continuidad a
los impulsos redistributivos iniciales.
Se habla de errores en la gestión o en
las estrategias electorales pero el peor error sería no ver esta realidad
económica estructural de fondo. Y lo grave es que todavía muchos de sus
protagonistas aun no la ven.
Los pueblos que siempre son más inteligentes que sus dirigentes, aun incluso que los grandes líderes, no están
dispuestos a acompañar proyectos que intuyen, con razón, que aunque han dado
algunos frutos en su momento no tienen futuro claro y que, tarde o temprano,
conducirán a “más de lo mismo”, en medio
de excusas, disculpas y explicaciones
basadas finalmente en la injusticia estructural del sistema, cosa que los pueblos no necesitan que se les
explique ya que la han sufrido históricamente y es por lo tanto la hipótesis de la que se parte y que se
supone que la vanguardia política debería proporcionar la estrategia para
superarla.
El keynesianismo, el desarrollismo, la sustitución de importaciones,
el “vivir con lo nuestro” y todas las
recetas cepalianas de los 50 y 60 o los
enfoques de la teoría de la dependencia tuvieron su momento de verdad cuando el
capitalismo estaba estructurado como imperialismo e
imperaba en todo el mundo la impronta industrializadora y la tendencia al
estado de bienestar. Pero eso ya fue. El salto del imperialismo a la globalización
es un salto cualitativo dentro del sistema capitalista tan grande como lo fue
el del liberalismo comercial que reinó
hasta el siglo XIX al imperialismo monopolista de estado que se impuso en el
siglo XX y las posibilidades concretas de los países del tercer mundo de salir
de su crónica situación de dominados y dependientes tienen frente a si un
desafío distinto y mucho más complejo. Ya ha pasado el tiempo y la oportunidad
de la “liberación nacional” y la posibilidad de desarrollar industrialmente en
forma autónoma un país en contra del sistema
amundial. Los únicos países que lograron eso en el siglo XX fueron la URSS y
relativamente China apoyada por la URSS y finalmente Cuba y Vietnam pero también bajo el paraguas soviético y con grandes restricciones en su capacidad
de desarrollo industrial ( el boom industrial de Vietnam corresponde a otro
proceso que se genera ya en la globalización).
Sin embargo esta nueva
época de la interconexión económica
mundial a una escala jamás vista antes por la humanidad tiene, como no podía ser de otra manera, a la
par de sus trampas y complejidades, sus
oportunidades.
Semejante desarrollo
demográfico y la creciente e y la expectativa de elevar la calidad de vida
de enormes masas que se han incorporado
al trabajo industrial y a los
servicios en el mundo desarrollado y en las llamadas
economías emergentes, necesitan de los alimentos que provee nuestra región y semejante desarrollo de la producción
industrial y de servicios necesita
imperiosamente de nuestros minerales.
Hasta ahora, en el
desorden y la irracionalidad del desarrollo capitalista mundial, los necesitados de estos recursos los han
tomado en relaciones bilaterales con
cada uno de nuestros países, las más de
la veces de forma abusiva, aprovechando
la venalidad de los gobiernos o las situaciones
de extrema necesidad de ingreso de divisas para atender urgencias nacionales y, otras,
en un comercio “normal” pero favorecido por el precio de unas materias primas
que aun en sus mejores momentos no alcanzó a compensar los gastos de los imprescindibles insumos
tecnológicos e industriales que se deben importar para mantener un nivel mínimo
de standard vital medio de la población. Todo ello a la par del aprovechamiento
que han hecho las oligarquías económicas locales de estas situaciones extorsivas
en que se encuentran nuestros países, para acaparar la mayor parte de la
riqueza que ingresara en divisas.
Sin embargo esta
necesidad que tiene el desarrollo de la economía mundial de nuestros recursos
nos pone por primera vez en la historia del sistema, en la posición de poder aprovechar el actual escenario recesivo mundial del que se intentara salir, posicionándonos
como bloque que haga de esta situación primarista exportadora no un
defecto sino una virtud.
Esto puede sonar revulsivo
luego de tantos años de pensamiento cepalino, desarrollista y de las teorías de la dependencias que
fulguraron en los años 50/70 y que impregnaron el pensamiento de izquierda y
popular, como ya lo adelantáramos. Pero insistimos en que esos
eran otros tiempos y lo acertado de aquellas posiciones puede convertirse en una traba hoy si no
entendemos la necesidad de adecuar la
estrategia al cambio mundial.
Claro que este primarismo exportador de mantenerse así como así
no haría más que mantenernos en la situación actual o llevarnos a situaciones peores, si se sigue
planteando en forma aislada, país por país. Pero distinta pareciera ser la cuestión si se lograra articular una
monopolización de estos recursos por el
conjunto de los estados latinoamericanos,
como recursos estratégicos a nivel regional.
La masa de insumos
alimentarios minerales y energéticos es tan grande que nos pondría evidentemente en una posición
negociadora privilegiada.
Además una articulación económico productiva bien planteada
podría lograr las tan mentadas inversiones de capitales pero no para la
especulación financiera o el pago de servicios de deuda sino para un mega
desarrollo infraestructural en función
de esa estrategia única exportadora y comercial.
Imagínese lo atractivo que resultaría para capitales Chinos
Rusos o de cualquieras otras partes del mundo, un mega proyecto de conectividad,
comunicación y transporte terrestre y fluvial
con desarrollo de puertos estratégicos en distintos puntos del continente desde México hasta Chile y Argentina para
desplegar la producción y exportación de productos que son indispensables para
el desarrollo mundial. Y lo importante que sería la realización de dicho proyecto para el
desarrollo de todos los países de la
región la generación de empleo
abaratamiento de costos, desarrollo tecnológico, florecimiento de
ciudades y mejoramiento acelerado del nivel de vida.
Además habría un acercamiento y una integración real de
nuestros pueblos y nuestras culturas lo que potenciaría el espíritu de la
Patria Grande Nuestroamericana. La
potencia de esa comunidad humana no tendría límites más que los que nosotros nos
demos a nosotros mismos. Esa sería la verdadera liberación nacional de de la
nación americana entera.
La cuestión política
Hay quienes ven esta opción como una utopía deseable pero
concluyen en que si no podemos lograr acceder
al poder en cada uno de nuestros
países mal podemos pensar en una integración de ese tipo. Eso es cierto pero
solo en parte. Este modo de pensar está
dejando de lado la visión dialéctica de que
para acceder al poder real en cada uno de nuestros países ( desde una iniciativa popular que no termine
traicionando los intereses generales) lo
primero que tenemos que tener es un programa económico creíble que muestre una
verdadera perspectiva de desarrollo, y no parches o dadivas bien intencionadas pero que se convierten en
limosnas para aliviar apenas los
sufrimientos de quienes tienen que seguir esperando eternamente que las viejas
recetas sesentitstas den resultado cuando el mundo nos lo permita.
Con eso no se puede construir ningún movimiento popular revolucionario
sólido y sustentable que permita alcanzar , y mantener, verdaderamente el poder
en los países de la región y obviamente por ese camino la gran transformación regional es imposible.
Se avanza algo como hasta ahora pero el
proyecto se empantana con las primeras derrotas populares.
El gran desafío de los partidos y movimientos populares y de
izquierda hoy es saber articular en la militancia y el diálogo con las masas esta posibilidad
real de Patria Grande Nuestroamericana con las luchas, imprescindibles
e inevitables de la urgencia cotidiana, reivindicativas o electorales.
Solo si amplios sectores de los trabajadores y de los pueblos
van haciendo carne esta relación imprescindible entre la lucha nacional y la
lucha por el proyecto regional y lo transforman en una exigencia ante los gobiernos
incluso ante sus mismos gobiernos populares y de izquierda la utopía
latinoamericanista puede dar el salto hacia la concreción.
En este sentido hay ya un comienzo impulsado por el foro de
San Pablo esa organización de partidos populares y de
izquierda que se constituyó en los trágicos 90 y se mantiene firme y creciente
dando muestras de una incipiente evolución hacia la conversión en algo más en
un foro es decir una organización política popular y de izquierda supranacional
regional nuestroamericana, lo que sería un hito histórico en nuestro continente.
En ella revisten partidos de gobierno de las íltimas décadas como el PT de Brasil, el Mas de Bolivia, Alianza País de Ecuadro el Frente Sandinista de Liberación Nacional
de Nicaragua, el Farabundo Martí Para la Liberación Nacional de El Salvador, el PSUV de Venezuela y el Frente Amplio de
Uruguay, además todos los partidos
comunistas de la región latinoamericana y el Caribe incluido obviamente el PC Cubano, el Partido Socialista Chileno
y su desprendimiento el Socialismo Allendistas partidos del ex presidente
y mártir chileno Salvador Allende, partidos de larga trayectoria de lucha revolucionaria incluso guerrillera como UNRG de Guatemala y sus desprendimientos, los partidos por la liberación de Puerto Rico
y de Santo Domingo y partidos miembros del Frente para la
Victoria de Cristina Kirchner, de la Argentina etc.
En las últimas reuniones de este Foro se ha conseguido acordar un programa base mínimo con contenido políticos económicos y sociales, para lo que debería ser una plataforma
política de acción de un gran movimiento
político social Latinoamericano y del
Caribe denominado “Consenso Nuestroamericano”. No se exagera si se considera
que este es un primer paso para la formación
de una gran organización política y social regional que consigue
un grado de concreción por primera vez en la historia Latinoamericana
desde los intentos bolivarianos y sanmartinianos del siglo XIX.
Este programa que está destinado a ser un documento en
permanente debate y transformación sobre
la base de sus inamovibles principios antiimperialista y de soberanía de la región puede convertirse en el instrumento que
movilice a nuestros pueblos detrás de la conciencia de que la única salida es
la regional y que los gobiernos de
nuestros estados tienen desde ahora en
más como obligación primera hacer el esfuerzo máximo por articularse en una
acción programática común que considere
a la región como una unidad económica política y social, que se debe parar monolíticamente, como tal,
ante el mundo, si se quiere salir del crónico circulo vicioso de la pobreza y
el atraso congénito . Debemos insistir en que
no existe ya, definitivamente, posibilidad alguno de liberación nacional y social de ningún país
de la región por separado, e, incluso los que la han logrado en otros contextos históricos, como el ncaso
de Cuba y podría decirse Nicaragua, y la mantienen a altos costos y sacrificios,
no tienen garantía alguna de poder
sostenerla eternamente si no se encara este camino común de una vez y para
siempre.
En su parte programática económica el documento hace hincapié
rotundo e la necesidad de la integración regional y la urgencia de encarar mega
proyectos financieros comerciales y productivos conjuntos que se constituyan en una estrategia única,
solidaria e internamente equitativa, ante
el resto del mundo y de asumir la
planificación de un mega desarrollo infraestructural urgente que los haga
viables .
Nuestros países con
sus gobiernos populares de las últimas décadas
han avanzado en el armado
institucional supranacional a un ritmo no desprecianle Es obvio que la creación
más importante en el plano institucional
regional producto de ese avance de los
movimientos y gobiernos populares de las ultimas década es la CELAC una OEA sin Estados Unidos ni Canadá, que en
cierta medida refleja en lo institucional lo que es el FORO en lo político partidario y movimientista.
La CELAC es el ámbito en el que se debería elaborar política
y técnicamente una estrategia financiera
productiva y comercial conjunta, complementaria y recíprocamente compensatoria entre todos los países de la
región, con expertos en las distintas
áreas técnicas y en la economía y la geopolítica mundial, al calor de un espíritu autonomista
liberador de la región , de redistribución y equidad, bienestar para los
pueblos protección del medio ambiente y de los recursos estratégicos y
profundización de la democracia y la participación popular en cada instancia
que corresponda.
Una de las acciones
recientes más trascendentales del
organismo, reemplazante de la pérfida OEA,
es el inicio de la construcción de una relación directa CELAC- CHINA,
que se correlaciona directamente con la inspiración de este “manifiesto nuestroamericano”
del Foro de San Pablo en la medida que establece un plano de
relación entre bloques y no
bilateralidades totalmente desbalanceadas pero es necesario meter a los gobiernos
nacionales de cabeza en la Celac
hacerlos que abandonen esa posición expectante y reticente que ha ganado
a muchos de ellos. Tal vez la salida de
EEUU de la alianza transpacífica y al entrada de China en él , lo que constituye una puesta de cabeza geopolítica de dicha
alianza, permita articular ahora si a
los países latinoamericanos que integran
dicha alianza como México, Perú y Chile
con los del Mercosur los del Alba
y Petrocaribe y los integrantes de otras
alianzas sub regionales y empezar a concretar las acciones imprescindibles para la salida del laberinto
en que sumió a la región el colonialismo
inicial el imperialismo norteamericano
del siglo XX y el consenso de Washington y la globalización financiera .
Pero si esto no lo
impulsan los pueblos difícilmente el avance venga solo de arriba. Para
ello la difusión y el debate del
documento del Foro de San Pablo es una herramienta insustituible. La
responsabilidad ahora es de los partidos
y los movimientos populares.
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