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lunes, 3 de julio de 2023

China y el Marxismo China and Marxism

 

Intervención  en el Seminario Internacional “Marxismo su vigencia en las condiciones concretas de nuestro tiempo. Miradas desde china Argentina y Uruguay”  30 de junio de 2023

Speech at the International Seminar “Marxism its validity in the concrete conditions of our time. Views from China Argentina and Uruguay” June 30, 2023


CHINA Y EL MARXISMO  

Hablar sobre marxismo siempre supone un desafío dada la riqueza, por un lado,  y el espíritu crítico, por otro,  de este trascendental  “corpus teórico”.

 En cuanto a China  como fenómeno y como proceso resulta ser uno de los más,  sino el más, importante evento de nuestros días ya que su gran desarrollo económico y social  y el hecho de ser el símbolo de lo que se opone al hegemonismo y al uni-polarismo occidental (que se resiste a terminar)  son características que la transforman en un modelo a respetar y también a seguir en términos generales.

El solo hecho de que  la República Popular  China esté liderada por el Partido Comunista, heredero de la tradición revolucionaria que dio origen a la propia República en 1949, es razón suficiente para que el par conceptual China- Marxismo deba ser considerado con detenimiento y atención.

El Marxismo  no es un dogma sino una teoría que por estar ligada a la realidad misma como ninguna otra se va transformando y enriqueciendo  con los avatares de esta misma realidad  manteniendo los postulados que siguen vigentes y reformando o reinterpretando los que deben cambiar.

De este modo la vigencia del Materialismo Histórico y su visión progresiva de los modos de producción como determinantes de una superestructura jurídico-política y cultural,  que sigue teniendo vigencia  hoy tanto como  en los tiempos en que Marx y Engels desarrollaron las bases de su teoría revolucionaria,  deben ser tenidos en cuenta,  pero,  introduciendo en su marco discursivo elementos producto del avance de las ciencias sociales,  preferentemente de la antropología y la historia y, en particular,   de las transformaciones en las fuerzas productivas  y los cambios que éstas determinan en las relaciones de producción, tanto a nivel nacional como internacional.

Desde este punto de vista se debe considerar que  el momento que nos toca vivir (principalmente en occidente) no es ya  el de un capitalismo  parecido al de los tiempos de Marx,  o al  del siglo XX,  en su forma de imperialismo, contra el que lucharon Lenin y Mao entre otros,  sino una nueva forma globalizada y con fuertes rasgos financieros que utiliza el recurso del endeudamiento de los países y las personas como mecanismo de extorsión y desposesión de las riquezas y los recursos de los pueblos, generando pobreza y exclusión por doquier,  incluso en  los países capitalistas desarrollados.

 A este capitalismo los hemos considerado   como una tercera etapa en su devenir histórico y que, por ser tercera, es dialécticamente la última, pronunciándose   entonces los tiempos de su  decaimiento y finalización de existencia como sistema socio político y económico dominante.

Pero el propio Materialismo Histórico nos enseña que  con la finalización del Capitalismo  no ha de sobrevenir otro sistema de opresión sino que todos los sistemas de violencia y opresión de las masas  existentes ya han tenido su lugar histórico como sistemas de guerra, de servidumbre y de explotación económica y se abre ahora para la humanidad la posibilidad de la construcción de una nueva comunidad de pueblos y naciones  en los que impere la equidad la solidaridad y el respeto mutuo.

Estamos, como decía el comandante eterno Fidel Castro Ruz,  frente a un verdadero “cambio civilizatorio” pero no solo por las amenazas que se ciernen para la especie, de la mano de esta última versión decadente del capital,  como la destrucción del planeta,  el peligro de guerra nuclear, la extensión generalizada de la pobreza y la exclusión social y la alienación  por el consumo de drogas o el consumismo desmedido, sino, también y a su vez, por la gran oportunidad de dejar atrás todo ello y comenzar con la construcción de un nuevo mundo.    Nunca antes estuvieron tan dadas las condiciones históricas para ello.

Y aquí es donde juega su parte la Realidad China.

Sin discontinuidades históricas el Partido Comunista de la República Popular China inició su lucha en 1921 y, luego de inmensos esfuerzos y sacrificios, logró vencer a las fuerzas del atraso y la reacción contra-revolucionaria definitivamente en 1949  y, a partir de allí,  desarrollar la construcción del socialismo en  China,  eliminando la exclusión social y el analfabetismo y la desocupación elevando el nivel de vida de todo el pueblo chino sin exclusiones. Y ha pasado, desde 1978 en adelante, a desarrollar una nueva estrategia que le permitió a China dejar definitivamente atrás la pobreza extrema y le está posibilitando superar la pobreza de todo tipo en unos años.  Con ello China, además,  se ha convertido en el segundo PBI mundial y marcha a ser el primero, con todo lo que ello significa en términos de presencia económica y geopolítica en el mundo.

No es una casualidad que la humanidad se encuentre en un punto de clivaje “epocal”,  síntesis de miles de años de devenir histórico y con posibilidades de dejar atrás toda una era de violencias y sometimientos  “del hombre por el hombre” y que China haya precisamente  florecido en la manera que lo ha hecho en los últimos 40 años. El proceso chino puede ser comprendido claramente en términos de Materialismo Histórico y Marxismo como el síntoma más notable de la proximidad de estos cambios civilizatorios que se avecinan y como una de las puertas de entrada a los mismos

China no solo se concentra en el bienestar de su pueblo.  Desde la época de la revolución se ha preocupado por la solidaridad y la ayuda a otras naciones del mundo. Hoy se ha convertido en el mayor prestamista mundial de divisas, superando al FMI,  y con la diferencia de que los préstamos chinos nunca imponen condiciones  ni obligaciones abusivas,  como  si lo hacen estos centros financieros capitalistas mundiales, y China presta  para el desarrollo de infraestructura o para refinanciar esas inversiones tan necesarias para que los países subdesarrollados puedan emprender el camino de su desarrollo real.

 China no solo manejó de la forma más humanitaria posible  la pandemia del Covid 19  evitando las crueles tasas de decesos de los principales países capitalistas  sino que tuvo frente al mundo una actitud solidaria y cooperativa enviando vacunas y material sanitario a todos los países necesitados  y proponiendo una comunidad sanitaria mundial en contraste con la actitud de los grandes laboratorios norteamericanos y europeos occidentales  que no buscaron más que el lucro con la enfermedad.

China aboga permanentemente por la paz y el marchar hacia una comunidad de destino de las naciones, contrastando, con ello,  con los principales países capitalistas  que no hacen más que incentivar guerras y distanciamientos entre los pueblos. Y,  en América Latina y el Caribe,  China es país amigo y solidario con lo mejor de nuestros procesos populares y soberanos como la Cuba Socialista,  la Venezuela Bolivariana, la Nicaragua Sandinista y ahora también con el Brasil de Lula y con  muchos otros países que encuentran en la relación económica con China una tabla de salvación en medio de sus encrucijadas de la deuda externa y los saqueos imperialistas.

Es decir que China hoy encarna e impulsa todos aquellos valores necesarios para la creación de un nuevo mundo que supere las desgracias de toda la era de la violencia y la explotación que viene sufriendo la humanidad desde épocas inmemoriales.

Es aquí donde se demuestra  el socialismo y el marxismo de China  y no en la existencia o no de áreas económicas con predominio del mercado  cosa que, por otra parte,  existieron siempre, desde los inicios de la República,  y existieron y existen en otros países socialistas como la URSS, Cuba y Vietnam.

El mundo que China propone de la mano de Xi Jinping es el de una comunidad de naciones y no slogans como “America  First” al uso de los países capitalistas dominados por los centros financieros del poder mundial.

Un autor muy significativo en relación a la cuestión de China y el Marxismo   es el profesor de la Universidad de Renmin, Gu Hailiang, quien en su libro “Cómo el Marxismo Transforma el Mundo” que existe en castellano gracias a la traducción directa del mandarín del Centro de Estudios Marxistas Agosti, al que pertenezco, señala con gran claridad  (cita) “Se puede decir que fue bajo la presión de la ‘crisis interna y externa’ a la que estaba sometida China en ese momento  ( se refiere a la década de los años 70 del siglo pasado) que se requirió un urgente llamado a la aplicación del Marxismo para cambiar la realidad de China  enfatizándose la necesidad  de la aplicación del Marxismo para transformar el mundo” y más adelante “ el pensamiento teórico del Partido Comunista de China sobre como el marxismo transforma el mundo constituye el cuerpo de ideas más eficaz para que el pueblo chino tome conciencia del gran rejuvenecimiento de la nación a lo largo del camino del socialismo con peculiaridades chinas, proporciona una guía científica y es una gran arma del pensamiento en la nueva era” (fin de la cita)

Estas apreciaciones constituyen para nosotros  una profunda síntesis   de pensamiento dialéctico  y de  materialismo histórico  aplicados a la realidad  del proceso chino actual que queremos hacer nuestra.

Con ello cerramos nuestra intervención en esta Conferencia tan trascendental y necesaria, en tanto su objeto es nada más y nada menos que  una cuestión histórica central de estos tiempos  para toda la humanidad   Muchas Gracias.

Mariano Ciafardini Coordinador Grupo de estudios sobre China  del Centro de Estudios y Formación Marxista Héctor Agosti Buenos Aires


CHINA AND MARXISM

Talking about Marxism is always a challenge given the rich complexity, on the one hand, and the critical spirit, on the other, of this transcendental theoretical corpus.

Regarding China as a phenomenon and a process, it turns out to be one of the most, if not the most, important world political experiences of our days, due to its great economic and social development and the fact that it is the symbol of opposition to a resilient Western hegemony and mono- polarity. These are characteristics that make it a model to respect and also to follow in general terms.

The mere fact that the People's Republic of China is led by the Communist Party, heir to the revolutionary tradition that gave rise to the Republic itself in 1949, is reason enough for the Chinese Marxist conceptual approach to be considered carefully.

Marxism is not a dogma but a theory that, because it is linked to reality itself like no other, is transformed and enriched by the changes of that same reality, maintaining the postulates that are still valid and reforming or reinterpreting those that must change.

In this way, the validity of Historical Materialism and its progressive vision of the Modes of Production as determinants of a legal, political and cultural superstructure, which continues to be valid today as much as in the times when Marx and Engels developed the bases of their revolutionary theory, must be taken into account. However we should incorporate into its discursive framework those elements resulting from the advancement of the social sciences, mostly Anthropology and History and, in particular, from the transformations in the productive forces and the changes that they determine in the relations of production, both nationally and internationally.

From this point of view, it should be considered that the moment in which we are living (mainly in the West) is no longer that of a capitalism similar to what they had  in times of Marx, or of the 20th century Imperialism, against which Lenin and Mao, among others, fought, but rather a new globalized version with strong financial traits that uses the debt of countries and individuals as a mechanism of extortion and dispossession of their wealth and resources, generating poverty and exclusion everywhere, even in the developed capitalist countries.

We have considered this capitalism as a Third Stage in its historical development and, because of that it is dialectically the last, anticipating its decline and end as a dominant socio-political and economic system.

But Historical Materialism itself teaches us that with the end of Capitalism no system of oppression will come about. All existing periods of violence and oppression of the masses have already had their historical place as systems of war, servitude and exploitation, and now it has become possible to build a new community of peoples and nations in which equity, solidarity and mutual respect prevail.

We are, as the unforgettable commander Fidel Castro said, facing a true "civilizing change" but not only because of the threats that loom for us and the planet, hand in hand with this latest decadent version of capital, such as ecological destruction, the threat of nuclear war, the widespread poverty and social exclusion and alienation due to drug use or excessive consumerism, but also  because of the great opportunity to leave all this behind and start building a new world. Never before were the historical conditions for it so favorable.

And this is where the Chinese presence plays its part.

With no historical discontinuities, the Communist Party of the People's Republic of China began its struggle in 1921 and, after immense efforts and sacrifices, managed to defeat the forces of backwardness and the counter-revolutionary reaction in 1949 and, from there on, develop the construction of socialism in China. They have managed to eliminate social exclusion, illiteracy and unemployment, raising the standard of living of all the Chinese people without exception. And it has gone on, from 1978 onwards, to develop a new strategy that allowed China to definitively leave extreme poverty behind and is enabling it to overcome poverty of all kinds in a few years. With this, China has also become the second largest GDP in the world and is going to be the first, with all that this means in terms of economic and geopolitical presence in the world.

It is no coincidence that humanity is at an "epochal" turning point, a synthesis of thousands of years of historical development and with the possibility of leaving behind an entire era of violence and subjugation "of man by man" and that China has flourished precisely in the way it has in the last 40 years. The Chinese process can be clearly understood in terms of Historical Materialism and Marxism as the most notable symptom of the proximity of these coming civilizing changes and as one of the gateways to them.

China is not only focused on the welfare of its people. Since the time of the revolution, it has been concerned with solidarity and aid to other nations of the world. Today it has become the world's largest currency lender, surpassing the IMF, and with the difference that Chinese loans never impose abusive conditions or obligations, as these global capitalist financial centers do, and China lends for infrastructure development or to refinance those investments so necessary for underdeveloped countries to embark on the path of their real development.

  China not only handled the Covid 19 pandemic in the most humane way possible, avoiding the cruel death rates of the main capitalist countries, but also had a supportive and cooperative attitude towards the world, sending vaccines and medical supplies to all countries in need and proposing a world health community unlike the attitude of the large North American and Western European laboratories that only sought profit from the disease.

China permanently advocates for peace and marching towards a community of destiny of nations, thus contrasting with the main capitalist countries that do nothing more than encourage wars and divisions between peoples. And, in Latin America and the Caribbean, China is a friendly and supportive country with the best of our popular and sovereign processes such as Socialist Cuba, Bolivarian Venezuela, Sandinist Nicaragua and now also with Lula's Brazil and with many other countries that find in the economic relationship with China a lifeline in the midst of their plight of foreign debt and imperialist looting.

In other words, China today embodies and promotes all those values necessary for the creation of a new world that overcomes the misfortunes of the entire era of violence and exploitation that humanity has been suffering for so long.

It is here where Socialism and Marxism in China are rooted despite the existence of economic areas with a predominance of the market, something that, on the other hand, has existed since the beginning of the Republic, as it happened in the USSR and currently in other Socialist countries like Cuba and Vietnam.

The world that China proposes with the leadership of Xi Jinping is that of a community of nations and not what is intended by slogans like "America First" used by politicians in capitalist countries dominated by the corporate financial centers.

A very significant author in relation to the question of China and Marxism is the professor at Renmin University, Gu Hailiang, who in his book "How Marxism Changes the World" which has been published in Spanish thanks to the efforts of the Centro de Estudios Marxistas Agosti, to which I belong, points out very clearly "It can be said that it was under the pressure of the 'internal and external crisis' that China was subjected to at that time (he is referring to the decade of the 70s of the last century) that an urgent call for the application of Marxism was required to change the reality of China, emphasizing the need to apply Marxism to transform the world” and adds “the theoretical thought of the Communist Party of China on How Marxism Changes the World is the most effective body of ideas for making the Chinese people aware of the great rejuvenation of the nation along the road of Socialism with Chinese characteristics, also providing scientific guidance and is a great weapon of thought in the new era”.

These remarks constitute a deep synthesis of dialectical thought and historical materialism applied to the reality of the current Chinese process that we make our own.

With this we close our intervention in this transcendental and necessary Conference, as its object is nothing more and nothing less than a central historical question of these times for all humanity. Thank you very much.

 

Mariano Ciafardini Coordinator of the Study Group on China of the Center for Marxist Studies and Training Héctor Agosti Buenos Aires


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