Alertado por la popularidad de Byung-Chul Han en los medios corporativos en estos días, decidí echar un vistazo a sus ideas. Como resultado escribí este artículo que fue publicado en el sitio web semanal "El Cohete a la Luna" (enlace) el 9 de abril.
China y las luchas de los pueblos desmienten a Byung –Chul Han. (A 70 años de la aparición de “El Asalto a la Razón” de Georg Lukács)
Hace 70 años
Georg Lukács publicaba su “Asalto a la Razón”, una de las obras filosóficas más
lúcidas y necesarias que se hayan escrito en el S XX, exponiendo con magistral
claridad y síntesis todo el contenido irracional e inconducente (o conducente a
los más retrógrados y reaccionarios puntos de vista que coadyuvaron a conformar la base ideológica del nazismo
hitleriano y de todo tipo de fascismo) de distintas y afamadas posturas
teóricas desde Schelling ( 1775-1854) hasta C. Schmitt ( 1888-1985). Una actitud valiente la de Lukács ya que expuso críticamente desde
su intransigente racionalismo, que lo
ubicaba a él ineludiblemente en las visiones marxistas y materialistas
dialécticas, a pensadores respetados y, aún más, venerados, tanto en aquellos
tiempos como inclusive hoy en día, en no pocos círculos del pensar filosófico, como, por nombrar solo a dos de ellos,
Nietzsche y Heidegger.
¿Cómo es
posible entonces que, habiendo sido puesta en evidencia la irracionalidad y
complicidad con las más bajas y
deshumanizadas prácticas ideológicas y políticas que ha conocido la humanidad
de tales contenidos teóricos, hace ya
tanto tiempo, tengamos que soportar
todavía hoy que émulos de aquellos
filósofos criticados por Lukács, como lo
es el surcoreano Byung-Chul Han, nos
espeten en la cara que ninguna
revolución es ya posible porque hemos llegado al imperio del cuasi solipsista
individualismo generalizado urbi et orbi
y, por lo tanto, los que deberían rebelarse contra las injusticias del orden
establecido se culpan a sí mismos por su fracasada posición social, lo que los lleva a la resignación o en el mejor de
los casos a hacer nuevos esfuerzos por mejorar su situación individual, es
decir que “la lucha de clases se transforma en una lucha interior contra sí
mismo”.¡ Del plano político revolucionario al plano sicológico individualista
sin escalas!
No es que
Han no exhiba ideas ocurrentes ingeniosas e incluso impactantes (que agradan,
debe decirse, a aquellos que buscan en la filosofía no tanto un mayor acercamiento a la verdad sino más una
fuente de emociones y excitaciones existenciales que colmen su aburrido vacío
interior) pero tales ideas , algunas de ellas acertadas y aceptables vienen
mezcladas en un fárrago de contradicciones que ocultan el verdadero efecto
desilusionante, desesperanzador ( y desesperante) y en última instancia
desmovilizador del sujeto político cuya inexistencia, además, se proclama insistentemente.
En “El
Asalto a la Razón Lukács se refirió a: “La apologética indirecta fundada por
Schopenhauer y Nietzsche, es decir la
defensa del sistema capitalista mediante el reconocimiento y la acentuación de sus lados negativos, pero inflando estos hasta
convertirlos en contradicciones cósmicas…”
Pues
bien en uno de los capítulos de su
ensayo “Capitalismo y pulsión de muerte” dedicado a la crítica de la “transparencia” y de la difusión de datos
personales permitida por las nuevas tecnologías, que termina siendo un elogio del ocultamiento
y el secreto, Han, en el marco de lo que podría considerarse una justa
denuncia de la perversión capitalista
del control a partir de la obtención multitudinaria de datos que permite el
desarrollo tecnológico actual de la información y las comunicaciones lleva este aspecto negativo de la cuestión a
“una proporción cósmica” es decir procede , como se diría coloquialmente a “arrojar
al niño junto con el agua sucia” ocultando el papel altamente positivo que tal desarrollo tecnológico juega en el conocimiento científico y en la
prevención de grandes riesgos para la humanidad
(e incluso en la difusión de información necesaria acerca de tales
perversiones del sistema
capitalista y de las posibilidades de cambio y transformación del mismo a
partir de la lucha de clases).
En China, por ejemplo, el uso de los datos sobre la ubicación geográfica de los habitantes y sus contactos físicos
personales permitió que una sociedad en
la que, por su densidad poblacional, el
Covid 19 debería haber hecho estragos
como lo hizo en otras incluso no tan densamente pobladas, se
lograra una de las más bajas tasas
mundiales de muertos por cantidad de habitantes e incluso en la cifra absoluta
de muertes.
¿Cual fue la posición de Han frente a los peligros de la pandemia?
En un artículo del 17/04/2020 del diario argentino Clarín.com Cultura Han
sentenció alertando a la humanidad de lo
que él consideraba el verdadero peligro del momento: “vamos hacia un feudalismo
digital y el modelo chino podría imponerse” y “Es probable que la pandemia haga caer ese umbral de
inhibición que venía impidiendo que la vigilancia se extendiera bio-políticamente
al individuo. La pandemia nos lleva hacia un régimen de vigilancia biopolítica.
No solo nuestras comunicaciones, también nuestro cuerpo, nuestro estado de
salud, se está convirtiendo en objeto de vigilancia digital…Occidente llegará
pronto a una conclusión fatal: que lo único capaz de evitar el cierre total es
una biopolítica que permita tener acceso ilimitado al individuo. Occidente
concluirá que la protegida esfera privada es justamente lo que ofrece refugio
al virus. Pero reconocer esto significa el fin del liberalismo… El modelo asiático para combatir el
virus no es compatible con el liberalismo occidental. La pandemia pone en
evidencia la diferencia cultural entre Asia y Europa. En Asia sigue imperando
una sociedad disciplinaria, un colectivismo con fuerte tendencia al
disciplinamiento”.
¿Que
pretendía Han con estas elucubraciones? ¿Qué China y algunos otros países
asiáticos, “afectados por el colectivismo y la fuerte tendencia al disciplinamiento”
renunciaran frente a la pandemia al uso
de la tecnología de la información y comunicaciones para evitar “afectar la esfera privada” de
las personas? ¿Hay alguna afectación más grave de la vida privada de alguien
que la muerte? ¿Qué era mejor. Que en lugar de tener China 1.444 muertos cada
1000.000 de habitantes hubiera tenido 315.300 como EEUU o 460.000 como Alemania, es
decir 300 o 400 veces más de lo que tuvo? ¿En dónde estuvo más protegida la vida de los
habitantes? Y si de democracia se trata:
¿En dónde estuvieron puestos por delante de todo los intereses del pueblo,
particularmente frente a los intereses privados de las corporaciones
especialmente las farmacéuticas en el
“occidente liberal” o en el “oriente disciplinario”?
En Berlín,
en 1953, Lukács, explicando el papel de
la denominada “filosofía de la vida” en los orígenes del fascismo y el nazismo,
afirmaba que: “…para que una ‘concepción del mundo’ tan precaria en sus
fundamentos y tan poco coherente y tan
llena de un diletantismo tan tosco pudiera llegar a imponerse como la
predominante necesitaba de una determinada atmósfera filosófica, de una
corrosión de la confianza en la razón y el entendimiento, de la destrucción de
la fe en el progreso , de una actitud crédula ante el irracionalismo, el mito y
la mística”
Lo que hace
Han mediante su heggerianismo antitecnológico en términos absolutos, así como todas las corrientes filosóficas del mal llamado post-modernismo, es precisamente eso:
“crear una determinada atmósfera” ideológica en la que los problemas centrales de la humanidad no sean la lucha
contra la pobreza y la exclusión social
las enfermedades y la falta de educación y la protección real del medio
ambiente, sino el evitar que el estado maneje datos sobre mi persona dando a
entender confusamente además que ello es propio de estados “orientales o
asiáticos” cuando el manejo del llamado
“big data” es un elemento presente en todos los estados del mundo
particularmente en los de los países más desarrollados industrialmente y ha sido y es hoy más que nunca patrimonio
de las grandes corporaciones comerciales y financieras ( y políticas) que lo utilizan para la
difusión “inteligente” de sus productos.
Dicho en términos
un tanto esquemático pero no por ello menos verdaderos los datos puede ser
utilizados por el estado y los gobiernos para bien o para mal pero el manejo
por parte de las instituciones estatales de datos sobre la población, que
comenzó desde los primeros censos demográficos en el S XIX, no constituyen un mal en sí mismo. Eso va a
depender de cuan verdaderamente democrático sea el estado o el gobierno de
turno y de cuanto ponga por delante el interés de la gente y de los pueblos y
de cómo se definan también democráticamente estos intereses. Pero ello depende a
su vez, en última instancia, del grado de participación directa o indirecta que
tenga la población en las decisiones de gobierno Y todos sabemos que el modelo
de democracia liberal” que tanto quiere proteger Han es una mentira histórica.
Que no es para nada “un mal modelo pero mejor que todos los otros”, como le
gustaba decir desesperanzadamente a Churchill, sino un engaño que hace sentir
que se es libre en términos políticos porque se puede votar una vez cada tanto
mientras que, después de elegidos, los
gobiernos “liberales” no hacen otra cosa que seguir el mandato de las grandes
corporaciones privadas o las instituciones de crédito internacionales que a
ellas responden y poner estos intereses
por encima de todo cueste lo que le cueste al “demos”.
Con una desesperanza más profunda que la de
Churchill Han afirma que el manejo de datos por parte de los estados es, como
la tecnología para Heidegger, un mal absoluto al que desgraciadamente estamos
expuestos y que vivimos en una sociedad “disciplinaria” aludiendo al tan caro
ejemplo para gran parte del postmodernismo del Panóptico de Jeremy Bentham
Han recurre
a Simmel para fundamentar lo que éste denomina
“derecho al secreto” diciendo en su obra
“Soziologie” que “El mero hecho del conocimiento absoluto…nos desilusiona…y
paraliza la vitalidad de las relaciones”. Han debió haberse percatado de que ya
Lukács había dicho, entre muchas otras
cosas, respecto de la filosofía de
Simmel que: “Este relativismo desintegrador
no es en rigor sino la autodefensa de la filosofía imperialista contra
el materialismo dialéctico”.
Lukács cita
además un párrafo de la “Filosofía del
dinero “ de Simmel en la que éste se
manifiesta más claramente aun, diciendo
que se trata “ de construir un piso debajo del materialismo histórico de tal
modo que ….se reconozca en aquellas mismas formas económicas el resultado de
valoraciones y corrientes más profundas y
de premisas psicológicas y hasta metafísicas”. Contra ello arremete Lukács
señalando que: “esta ‘profundización conduce a consecuencias muy diversas,
aunque todas ellas convergentes. Lo más importante de todo es que con ellas se
desvía la atención de las situación económica concreta, de las causas concretas
del orden histórico social. Se dedican cierto es muchas páginas a hablar de
economía y sociología pero éstas pierden su sustantividad y, mucho más aún, su
prioridad; se las presenta más bien como algo superficial…”
En suma
Han aunque tenga pretensiones de
originalidad y creatividad resulta
heredero del idealismo irracionalista de fines del siglo XIX y principios
y mediados del XX en sus aspectos más reaccionarios, aunque su lenguaje
pueda ser cautivante en ciertos momentos en los que logra aproximarse más a
cuestiones reales.
Pero sobre
todo la resignada y sedicente heideggeriana
postura de Han inspirada según el mismo lo confiesa en la cuasi inexistente
resistencia de masas al poder económico en Corea del Sur (país de su
nacionalidad) se ve desmentida ya no teóricamente sino en la praxis misma de lo
social, económico y político y a nivel geopolítico global por la
Revolución verdadera que está ocurriendo ante sus ojos y que este aspirante a
ciudadano Alemán no ve. La Revolución
encarnada en un monumental proceso social económico y político como el de la
República Popular China, gobernada por su Partido Comunista ininterrumpidamente
desde la constitución de la República en 1949 una revolución que ha sacado a
más de 800 millones de seres humanos de la pobreza y que ha generado un
desarrollo económico y social tal que está provocando la reconfiguración de
todo el balance geopolítico global al
determinar la caída del hegemonismo unipolar estadounidense de casi un siglo de
existencia. Pero como dijimos la superación de la pobreza y la finalización del
hegemonismo imperialista por parte de EEUU no es algo que lo preocupe a Han especialmente.
No ve, tampoco, Han el auge de los movimientos de masas
en la región de América Latina y el
Caribe en la que sigue brillando la
invencible Revolución Cubana y que junto con la bolivariana Venezuela y la
Sandinista Nicaragua se han convertido
no casualmente en aliados estratégicos del eje China –Rusia que le ha plantado
cara a las bravuconadas de la OTAN. No
ve Han los avances de las fuerzas progresistas en muchos otros países de América
Latina, África y Asia que están haciendo
renacer las posibilidades de integraciones regionales autónomas y soberanas que
pongan definitivamente final a esa herencia del colonialismo que los ha
convertido históricamente en patios traseros de EEUU y/o de Europa Occidental.
En suma Han no ve lo que realmente está
pasando en el mundo actual y su
desilusionada (y desilusionante) argumentación filosófico política
particularmente la de su reciente y ya mencionado “Capitalismo y Pulsión de
Muerte” atrasa, por lo menos, 70 años.
Mariano
Ciafardini
Doctor en
Ciencias Políticas
Coordinador
del Grupo de estudios sobre China del Centro de Estudios y Formación Marxista
Héctor Agosti (CEFMA)
Marzo 2023
mciafard@gmail.com
http://marianociafardini.blogspot.com/
Autor de
"Globalización - Tercera y última etapa del Capitalismo": "El
sujeto histórico en la globalización" y "La continuidad de la
historia - Una explicación Marxista del fenómeno Chino". Múltiples
actividades en China como profesor invitado de la Universidad Renmin de Beij
Alerted to the popularity of Byung-Chul
Han in the corporate media these days, I decided to take a look at his ideas.
As a result I wrote this article that was published in the weekly website
"El Cohete a la Luna" (link) on April 9.
China and the struggles of the peoples deny Byung-Chul Han.
(70 years after the publication of "The Destruction of Reason (1953)" by Georg Lukács)
70 years ago Georg Lukács
published his "The Destruction of Reason", one of the most lucid and
necessary philosophical works written in the 20th century, exposing with
masterful clarity and synthesis all the irrational and irrelevant content (or content
leading to the most retrograde and reactionary points of view that helped to conform
the ideological basis of Nazism and all kinds of Fascism) of different and
famous theoretical positions from Schelling (1775-1854) to C. Schmitt
(1888-1985). Lukács attitude was courageous since he critically
exposed with his staunch rationalism, which inevitably placed him in the
Marxist and dialectical materialist context, those respected and even revered
thinkers in quite a few circles of philosophical thought, such as Nietzsche and
Heidegger and their followers both in those times and even today.
How is it possible then that,
having so long ago been exposed, the complicity of such theoretical contents with
the lowest and most dehumanized ideological and political practices that humans
have known, we still have to endure today emulators of those philosophers
criticized by Lukács, such as the South Korean Byung-Chul Han. He throws to our
face the idea that no revolution is possible anymore because we have reached
the imperium of quasi-solipsistic generalized individualism urbi et orbi and, therefore, those who
should rebel against the injustices of the established order should blame
themselves for their exploited condition, which leads them to resignation or,
in the best of cases, to make new efforts to improve their individual
situation. That is to say, that "the class struggle is transformed in an
internal fight against himself”, non-stop from the revolutionary political
level to the individualist psychological level!
It's not that Han doesn't
exhibit attractive and even surprisingly witty ideas (which appeal, it must be
said, to those who seek in philosophy not so much a closer approach to the
truth, but rather a source of existential emotions and excitements to fill
their inner emptiness). But such ideas, some of them accurate and acceptable
are mixed in a mess of contradictions that hide true disappointment, hopelessness
and despair and ultimately have a demobilizing effect on the political subject
whose existence, moreover, is insistently denied.
In "The Destruction of
Reason" Lukács referred to: "The
indirect apology founded by Schopenhauer and Nietzsche, that is the defense of
the capitalist system by recognizing and accentuating its negative sides, but
inflating these until they become cosmic contradictions..."
Well, in one chapter of his
essay "Capitalism and the death drive" dedicated to criticize
"transparency" and the dissemination of personal data allowed by new
technologies, which eventually ends up being a praise of concealment and
secrecy, Han, within the framework of what could be considered a fair
denunciation of the capitalist perverse control based on the massive collection
of data that the current IT development of information and communications
allows, brings this negative aspect of the issue to "a cosmic proportion”,
that is to say he proceeds, as the colloquial say runs “to throw the child
along with the dirty water” hiding the highly positive role that such
technological development plays in scientific knowledge and the prevention of
great risks for humanity (and even in the availability of necessary information
about the perversions of the capitalist system and the possibility of change
and transformation of the same from the class struggle).
In China, for example, the use
of data on the geographical location of the inhabitants and their personal
physical contacts allowed to avoid disaster in a society in which, due to its
population density, Covid 19 should have wreaked havoc as it did in other
countries even not so densely populated. China had one of the world's lowest
death rates per number of inhabitants and even absolute number of deaths thanks
to this policy.
What was Han's position on the
dangers of the pandemic?
In an article dated 04/17/2020
in the Argentine newspaper Clarín.com
–Cultura– Han argued, alerting humanity
to what he considered the true danger of the moment: “we are moving towards digital feudalism and the Chinese model could
prevail” and “It is likely that the
pandemic will lower the threshold of inhibition that has been preventing biopolitical
surveillance of the individual. The pandemic is leading us towards a regime of
biopolitical surveillance. Not only our communications, but also our body, our
state of health, are becoming the object of digital monitoring... The West will
soon come to a fatal conclusion: that the only thing capable of avoiding total
closure is a biopolitics that allows unlimited access to the individual . The
West will conclude that the protected private sphere is precisely what offers
refuge to the virus. But acknowledging this means the end of Liberalism… The
Asian model for fighting the virus is not compatible with Western liberalism.
The pandemic highlights the cultural difference between Asia and Europe. In
Asia, a disciplinary society continues to prevail, a collectivism with a strong
tendency to discipline”.
What was Han up to with these
musings? That China and some other Asian countries, "affected by collectivism and the strong tendency to discipline"
should have renounced the use of information and communication technology in
the face of the pandemic to avoid "affecting
the private sphere" of people? Is there any more serious affectation
of someone's private life than death? What was better? That instead of China
having 1,444 deaths per 100,000,000 inhabitants, it had had 315,300 like the US
or 460,000 like Germany, that is, 300 or 400 times more than it actually had?
Where was the life of the inhabitants more protected? And if it is about
democracy: Where were the interests of the people put above all, particularly
against the private interests of corporations, especially pharmaceutical
companies in the "liberal West"
or in the "disciplinary East"?
In Berlin, in 1953, Lukács,
explaining the role of the so-called "Philosophy of Life" in the
origins of Fascism and Nazism, stated that: "...for
a 'world view' so precarious in its foundations, with so little coherence and
so full of such crude dilettantism that it could come to prevail as the
predominant one, a certain philosophical atmosphere was needed, together with a
corrosion of confidence in reason and understanding, the destruction of faith
in progress, and a naive stand towards irrationalism, myth and mysticism”
What Han does through his
anti-technological Heideggerianism in absolute terms, as do all the philosophical
currents of the so-called Post-modernism, is precisely that: to create a
certain ideological atmosphere in which the central problems of humanity are
not the struggles against poverty and social exclusion, diseases and lack of
education and the real protection of the environment, but preventing the state
from handling data about me, confusingly implying that this is typical of
"oriental or Asian" states
when the management of the so-called big data is an element present in all the
states of the world, particularly in those of the most industrially developed
countries and has been and is, today more than ever, the legacy of the large
commercial and financial (and political) corporations that use it for the
“smart” promotion of their products.
Said in somewhat schematic
terms but no less true, the data can be used by the state and governments for
better or worse. The management by state institutions of data on the
population, which began from the first demographic census in the 19th century
do not constitute an evil in themselves. That will depend on how truly
democratic the state or government in power is, and whether it puts the
interests of the people first and how these interests are also defined
democratically. But this depends, in turn, ultimately, on the degree of direct
or indirect participation that the population has in government decisions. And
we all know that the model of "liberal
democracy” that Han wants to protect so much is a historical lie. That it
is not at all “a bad model but better than
all the others”, as Churchill was desperately fond of saying, but rather a
delusion that makes one feel that one is free in political terms because one
can vote once in a while. Once elected, the "liberal" governments do
nothing but follow the mandate of the large private corporations or the
international credit institutions that control them and put these interests
above everything, whatever it costs to the "demos".
With a despair deeper than
that of Churchill, Han affirms that the handling of data by states is, like
technology for Heidegger, an absolute evil to which we are unfortunately
exposed and that we live in a "disciplinary" society, alluding to the
so cherished example –for much of the Post-moderns– of Jeremy Bentham's
Panopticon.
Han turns to Simmel to support
what he calls the "right to secrecy".
Simmel says in his work "Soziologie" that "The mere fact of absolute knowledge (...) disillusions us (...) and
paralyzes the vitality of relationships". Han must have realized that
Lukács had already said, among many other things regarding Simmel's philosophy
that: "This disintegrative
relativism is strictly speaking nothing but the self-defense of imperialist
philosophy against dialectical materialism."
Lukács also cites a paragraph
from Simmel's "Philosophy of Money" in which this is even more clear
when he says that it is "a question
of building a floor under Historical Materialism in such a way that (...) it is
recognized as the result of deeper evaluations and currents and of
psychological and even metaphysical premises in those same economic forms”.
Lukács contests this, pointing out that: “this
deepening leads to very different consequences, although all of them converge.
Most important of all, they divert attention from the concrete economic situation,
from the concrete causes of the historical and social order. True, many pages
are devoted to talking about Economics and Sociology, but they lose their
substance and, moreover their priority; they are presented rather as something
superficial…”
In short, Han, despite his
pretensions to originality and creativity, is heir to the irrational idealism
of the late 19th century and early and mid-20th century in its most reactionary
facets, although his language can be captivating at certain times when he
manages to get closer to real issues.
But above all, Han's resigned
and self-styled Heideggerian stance, inspired, as he himself confesses, by the
almost non-existent resistance of the masses to the economic power in South
Korea (his country of origin) is denied, not theoretically, but in the very social,
economic and political praxis. This
would-be German citizen does not see what is happening at a global geopolitical
level in terms of a real Revolution before his very eyes. The Revolution
embodied in a monumental social, economic and political process like that of
the People's Republic of China, governed by its Communist Party uninterruptedly
since the constitution of the Republic in 1949, a revolution that has lifted
more than 800 million human beings out of poverty and that has generated an
economic and social development such that it is causing the reconfiguration of
the entire global geopolitical balance by determining the fall of the American
unipolar hegemony almost a century old. But as we said, overcoming poverty and
ending imperialist hegemony by the US is not something that worries Han
especially.
Nor does Han see the rise of
mass movements in the Latin American and Caribbean regions, where the
invincible Cuban Revolution continues to shine and which, together with the
Bolivarian Venezuela and the Sandinista Nicaragua, have become, not accidentally,
strategic allies of the China-Russia axis that has stood up to NATO's bluster.
Han does not see the advance of the progressive forces in many other countries
of Latin America, Africa and Asia that are reviving the possibilities of
autonomous and sovereign regional integration that will put an end to that
legacy of colonialism that has historically turned them into backyards of the USA
and/or Western Europe. In short, Han does not see what is really happening in
today's world and his disillusioned (and disappointing) political-philosophical
argument, particularly that of his recent and already mentioned
"Capitalism and the Death Drive" is at least 70 years late.
March 2023
Mariano Ciafardini
PhD in Political Science
Coordinator of the Study Group on China at the Héctor Agosti Center for Marxist
Studies and Training (CEFMA)
mciafard@gmail.com
http://marianociafardini.blogspot.com/
Author of "Globalization
- Third and last stage of Capitalism": "The historical subject in
globalization" and "The continuity of history - A Marxist explanation
of the Chinese phenomenon". Multiple activities in China as visiting
professor at Renmin Beijing University
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