Es verdaderamente muy importante en términos políticos que
se hayan generado distintas manifestaciones
con motivo de la reunión del G 20 aquí en la Argentina. Se eleva el nivel del pensamiento político de la participación popular y de la
militancia. En la época política actual resulta cada vez más indispensable que se relacionen
permanente las reivindicaciones
locales y particulares con el contexto
global, para que el reclamo tenga mayor
profundidad y eficacia, para que al ser esgrimido teniendo a la vista la
totalidad del panorama político y económico, alcance la fuerza de a razón del argumento verdadero, frente a la confusión de las ideas que
invaden los medios y las redes de la comunicación. En este sentido se puede
decir que fue “bueno” que tocara la reunión del G20 en Buenos Aires este año
que, además, tiene para los argentinos una importancia política crucial por
ser el del inicio de la carrera electoral para definir si sigue adelante
la gestión neoliberal (y “berreta”) de Macri o si se abre una puerta al regreso a la senda de la construcción
política en clave popular.
El haber sido el
anfitrión de esta cumbre mundial no le aportó demasiado al oficialismo, ni en
términos políticos ni electorales, ya que estas cuestiones , en la Argentina actual, se van a dirimir fundamentalmente en torno a la crisis económica interna y su resolución, temas sobre el que ninguno
de los mandatarios huéspedes hubiera
podido ofrecer gran cosa, al menos en
términos inmediatos. Por otra parte la cantidad de deficiencias de la gestión macrista, que se manifestó en diversas escenas de
patetismo protocolar, ha de seguir como
una sombra a varios de los integrantes del gabinete y al gobierno en su conjunto por alguno tiempo más.
Sobre lo que sería bueno profundizar el debate político,
ahora, en los sectores populares es
sobre la cuestión más esencial
acerca de: qué es el G20, que
representa, y cuál es la actitud
política más acertada, que corresponde adoptar, desde el campo popular, ante
sus reuniones.
En ese sentido nos
parece que la consigna de “fuera el G20”
o “no al G20” cae en una simplificación mecánica y estéril repitiendo como un eco la de “fuera FMI”,
cuando no son la misma cosa, o “fuera el imperialismo de América Latina”, cuando tampoco es la
misma cosa y no es la misma época
histórica.
El G 20 se crea en 1999, frente a la crisis de los “tigres
asiáticos”, y otras más, cuando el capitalismo financiero se empieza a dar
cuenta de que con el G7, creado para administrar la crisis capitalista que generó la salida de la paridad
dólar-oro de Nixon de 1971, no le
alcanzaba para garantizar la gobernabilidad global, en un estadio histórico en
el que el capitalismo ya había perdido el impulso de posguerras. Y que tenía que empezar a entenderse
políticamente con China y algunos otros, que ya estaban adquiriendo cierta
autonomía de sus mandatos hegemónicos.
Como esa crisis pareció superarse (precisamente por un
segundo auge productivo y financiero de China)
la euforia especulativa volvió y el G20 flamante fue puesto en el
“freezer”. Las distintas reuniones que
se sucedieron siguieron siendo de nivel
ministerial y abordaron diversos temas importantes pero en el orden de la
administración de una situación global “controlada”.
En 2008 hubo que descongelarlo de apuro, y transformarlo en un verdadero grupo de gobernanza global. Se lo llevó
entonces al rango de una cumbre de presidentes.
Pero entonces China ya no sólo
había profundizado su autonomía en términos políticos y económicos, sino que
disputaba hegemonía a nivel mundial a
todos los países “occidentales” especialmente a EEUU. Desde entonces y
particularmente a partir de la alianza estratégica chino – rusa (2010 circa) se ha configurado un escenario de tensión entre las potencias
pero sin que ninguna pueda imponerse
sobre las otras.
El G20 está formado por 19 países, a los que se agrega la UE
como unidad política Es decir que países como Alemania, Francia e Inglaterra
tienen una doble representación. Aunque viendo el grado de alteración de la
unidad europea en la actualidad, esa participación de la UE como unidad es, hoy
por hoy neutra, y lo que juega en realidad es la participación de los países
por separado
La reunión anterior había sido en Hamburgo el año pasado en medio de
manifestaciones y desórdenes populares,
y sin que se haya arribado a
ningún acuerdo sustancial. Los temas centrales fueron entonces ( y siguieron siendo ahora) : 1) -el principal -proteccionismo versus libre
comercio que en realidad oculta el enfrentamiento entre dos estrategias no solo
comerciales sino geopolíticas de China (y su estrategia de la Ruta de la Seda )
y EEUU ( bajo gobierno de Trump y su política de “América First”) , 2)
Migración y 3) cambio climático.
El primer tema fue obviamente el que concentró la atención en Buenos Aires, una capital
latinoamericana, es decir de un
continente que está siendo terreno de enfrentamiento de las dos estrategias
geopolíticas mencionadas.
El combate de fondo tuvo lugar en medio de un alto fuego
cruzado y activas ,maniobras de
inteligencia que lograron, por ejemplo, evitar
uno de los eventos más esperados
del gran mitin como era la reunión Trump-Putin que, a partir de una
provocación naval ucraniana y la respuesta
contundente de Rusia, tensó
nuevamente la situación en el significativo escenario del Donbass, lo que, a su
vez, fortaleció momentáneamente la
posición de los sectores del poder
norteamericano que insisten en una ruptura total entre EEUU y Rusia.
Esto está relacionado con la circunstancia a tener en cuenta de que en el referido combate de fondo no se enfrentaban dos pares, sino un presidente que viene siendo “pato rengo” desde el mismo momento de su
triunfo electoral, sujeto permanentemente a la crítica de los medios masivos de
comunicación más importantes de su propio país, y perseguido insistentemente
por la Fiscalía Especial, que lo
mantiene al borde del “impeachment”, y,
otro, que es considerado como el presidente con mayor poder en China desde la
época de Deng.
Por esa y otras cuestiones más determinantes, el resultado
del amable encuentro se inclinó a favor de Xi Jinping. La “tregua” conseguida
(aunque sea en términos de declaración conjunta) fortalece mucho más la
posición negociadora China que la beligerancia gesticulante del “trumpismo” y descarta por el momento las
pretensiones rupturistas de los halcones norteamericanos, que pugnan por
la ruptura definitiva, y la puesta del mundo al borde de una guerra
nuclear.
Ganó la paz (al menos ganó tiempo) y la idea del diálogo y
del acuerdo. Xi, además, se reunió con
todo el grupo de los Brics y revalidaron sus acuerdos y tuvo una muy importante
reunión bilateral con Narenda Modi, presidente
de la India, en torno a un entendimiento “de nivel superior” que resulta estratégico (e históricamente
inédito desde el punto de vista
demográfico).
Pero lo que quedó
cabalmente demostrado es que el G20 se ha convertido, más allá de los gustos o
deseos de unos y otros, en el escenario
principal en el que se exhibe la dinámica del poder mundial real. Ocupa el
lugar que venían dejando, lánguidamente, las Naciones Unidas (incluido
el Consejo de Seguridad), instrumentos
que fueron producto de esa otra época anterior de la posguerra, mundo en
el que, como dijéramos “ut supra”, algunos, incluso desde la “izquierda” y
progresismo, creen que todavía estamos.
Si desde un análisis de clase no se puede renunciar
a la idea de que la contradicción fundamental (y universal), en tanto no se supere el capitalismo global y
definitivamente, sigue siendo entre el
mundo del capital y el mundo del trabajo, la cuestión es cómo se “lee”, entonces, este combate de fondo en este nuevo “escenario principal del poder mundial”, a la
luz de dicha contradicción.
Es decir en términos más concretos y actuales, dónde
ubicamos, entonces, el esfuerzo
productivo humano, el desarrollo en
clave de mejoramiento de la vida de los pueblos , la paz, el diálogo
internacional y multinacional, en fin, la esperanza de un mundo mejor,
por un lado, y el parasitismo rentístico financiero y la competencia furiosa y belicista, a
costa y riesgo de la humanidad
misma, y el desprecio por la verdad y la conspiración
permanente para la producción y la
difusión masiva de la mentira.
A nosotros no nos quedan dudas.
Mariano Ciafardini
Instituto Argentino de Geopolítica (IADEG)
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