Se cumplen 70 años de la Declaración de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas que consagra explaya y
explicita la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la
Asamblea francesa de 1789 convirtiéndola en un compromiso multiestatal.
La burguesía europea tenía muy en cuenta esos
principios cuando luchaba contra la
monarquía y la aristocracia, aunque después los
fue olvidando, arrepentida,
cuando las masas populares reclamaron por ellos.
EL surgimiento de los fascismos y autoritarismos en Europa y Asia Oriental y
los horrores de la guerra implicaron una violación tan profunda y rayana
de estos declarados derechos que la nueva
institución internacional, surgida de las cenizas del genocidio, no podía menos
que hacerlos pilar de su basamento legal.
De todos modos durante la llamada “guerra fría” las
dictaduras militares y los gobiernos autoritarios de los países
subdesarrollados siguieron violando
estos derechos y principios a ojos vista de la comunidad internacional, y
apañados hipócritamente por grandes potencias cuyos intereses geoestratégicos
esa dictaduras defendían. En las potencias capitalistas como EEUU Europa
Occidental y Japón, el estado benefactor de las socialdemocracias permitió cierta vigencia de una legalidad
democrática que no fue más que la contracara de la sistemática violación de
estos derechos por parte las tropas de
esos países en lugares como Vietnam, Argelia, Santo Domingo y un largo etcétera. En los mismos EEUU, esos
derechos proclamados al mundo le fueron negados a los afroamericanos por el
color de su piel.
No obstante la lucha
por el respeto a los derechos humanos prosiguió con tesón, con sacrificio, con entrega, en cada rincón del planeta donde
estos seguían siendo violados, a la sombra de la Carta.
Hoy se ha ganado una consciencia, una masa crítica global
nunca antes vista. Ayudada por el
desarrollo imparable de la comunicación, la denuncia de la violación de los
derechos humanos encuentra un eco
mundial casi inmediato, lo que ayuda a
detener las agresiones o al menos a reducir su marco de acción. Caen penas
sobre los violadores como nunca antes se había imaginado. Argentina es un caso
paradigmático en ese sentido. Y está muy
bien que así sea. Es un gran avance.
De todos modos sería ingenuo pensar que, en el marco de un
sistema en el que impera la competencia feroz y, ergo, la ley del más fuerte, la protección de los derechos elementales de
la persona humana vayan a estar definitivamente
asegurados y sobre todo
universalmente asegurados. Hoy los golpes de estado, las dictaduras militares y
los gobiernos autoritarios, que se mueven explícitamente al margen de la ley,
no son disimulables, ocultables, ni justificables a los ojos de esa masa
mundial reclamante que denuncia su violación y se moviliza por su protección.
Ni siquiera el poder mediático puede hacerlos aceptables. Esas formas tienen
demasiada “mala prensa”. Por eso el sistema nos regala hoy una nueva forma de violación de derechos
humanos 4.0 denominada (ya tiene su denominación) “Law Fare”, que es una forma “legal “de violar
los derechos humanos. Para ello el poder ya no recurre a las fuerzas armadas o
a las policías, demasiado manchadas por
las terribles experiencias históricas anteriores, sino a los jueces, al Poder
Judicial (significativamente el encargado institucional de proteger los derechos humanos mediante la aplicación
estricta de la ley a todos por igual y de acuerdo a la letra de los códigos y la jurisprudencia). Pues bien, hoy el poder financiero y económico
mundial encuentra cientos de integrantes
de las magistraturas nacionales dispuestos a “aplicar la ley” de maneras particulares y en sentidos
determinados, por una buena tajada económica o simplemente por ascensos en su
carrera o promociones a cargos de poder político. El caso más desembozado
es el de Juez Moro encarcelador, sin
pruebas, de Luis Inacio Da silva (Lula), y los demás magistrados que
acompañaron, refrendando, esas
actuaciones judiciales insólitas, ilegales, prevaricantes, mentirosas, privadoras ilegales de la libertad
y violatorias de los derechos humanos.
El “Law Fare” es la continuidad de las dictaduras por otros medios y es claro que no son sólo los dirigentes
políticos populares sus víctimas El “impeachment” a Dilma , la cárcel para Lula
, la cárcel para dirigentes políticos y sociales argentinos ,la persecución a
Rafael Correa y situaciones similares que
van más allá del continente americano, son la punta del iceberg gigante de una masiva,
sistemática y cotidiana violación de los derechos humanos
en las cárceles, juzgados, estaciones
de policías y en las calles y barriadas
populares de nuestros países, ejercicio
puro y real de poder, sobre el que se sustenta el sistema más inequitativo y depredador que ha conocido la humanidad.
Mariano Ciafardini Abogado. Doctor en Ciencias Políticas (UBA)
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