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viernes, 13 de febrero de 2015

Ganó Rusia

El acuerdo firmado hoy jueves 12 en Minsk por todos los involucrados directa o indirectamente  en el conflicto ucraniano vuelve a mostrar, esta vez  mas contundentemente que otras,  hasta dónde ha llegado el desgranamiento de la unipolaridad norteamericana, en un novísimo escenario que abre una gran cantidad de interrogantes y, por qué no también, esperanzas.
No sólo no se discute ya, de ningún modo, la incorporación de Crimea directamente al territorio nacional ruso, hecho que la gran prensa a tratado de digerir lo más rápido posible atenta a la dimensión que adquiere la imagen del poderío ruso con la sola mención de este hecho inconcebible en la política internacional de hace apenas unos años atrás, sino que ha quedado establecida una nueva frontera en el punto exacto donde Putin la quería y, por supuesto, donde también la querían  los separatistas de Donetsk y Lugansk, las dos “óblasts”     ucranianas que están por la autonomía y son claramente partidarias geopolíticas de Rusia.
Para los fascistas y ultranacionalistas de Kiev, que asedian al presidente ucraniano Poroshenko con sus reclamos de una actitud bélicamente más agresiva,  ha de ser un trago difícil, y para Poroshenko mismo , una situación de tensión que tendrá que saber manejar (y reprimir llegado el caso). Pero ello es  el precio  que debe pagar por  haber cedido a esas presiones y no haber concurrido a la última cita anterior  en Minsk, que la gran prensa también oculta, ya que no fue la reiteradamente  mencionada  del primer acuerdo de septiembre de 2014, sino la que estaba prevista para el 18 de enero, día anterior al comienzo del alto el fuego acordado en noviembre. En lugar de ello, cediendo a las presiones fascistas y especulando con involucrar a EEUU en forma directa en el conflicto, Poroshenko ordenó un ataque masivo en toda la región del Donbass. Así le fue, el ataque fue repelido y los rebeldes alcanzaron ocupar un territorio más extendido que el que tenían, que es el  que queda ahora establecido   como punto de partida para la línea de seguridad  controlada por el consejo europeo en el acuerdo que se acaba de firmar.
Pero lo más impactante como noticia geopolítica es el desplazamiento hacia los márgenes del conflicto que sufrió EEUU. En el viaje da apuro que tuvieron que hacer Merkel y Hollande para ir a tocar, humillantemente, la puerta del Kremlin, desesperados por la profundización de la crisis europea,  que el conflicto y el “bloqueo” a Rusia no hace más que agravar, y con la mecha encendida por el resultado de las elecciones en Grecia, los dos grandes especuladores de la política europea “olvidaron” llevar o, al menos, avisar a Washington. A Obama y Kerry lo único que les quedó para intentar “salvar algo de ropa” fue emitir un tardío y desubicado ultimátum bellum aparentando una presión supuestamente destinada a intimidar a Rusia, cuando, en realidad, ya estaba todo acordado sin ellos. Después de todo, ¿qué tiene que hacer EEUU en Ucrania, no?
Mariano Ciafardini

IADEG (Instituto Argentino de Geopolítica)

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