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sábado, 12 de julio de 2014

LA FINAL DE UN MUNDIAL Y EL COMIENZO DE OTRO

Este mundo globalizado y financierizado  del siglo XXI nos tiene  tan acostumbrado a las convulsiones  con proyección global  inmediata catastrófica que corremos el riesgo de perder la sensibilidad  ante algunas señales.
La cuestión de los fondos buitres planteada de una forma exótica, aun en los modos de la depredación del poder financiero global,  es una de esas señales que no se deben dejar pasar.
Las bravuconadas,  el esgrimir poder  en forma desfachatada, casi siempre evidencia más que fortaleza debilidad, aunque sea coyuntural.
El poder, en sus momentos de esplendor verdadero, siempre hace las cosas “prolijamente”, ganando consensos  más por la convicción y la adhesión racional  que por el temor infundido. Porque le es más económico y lo afianza más.
No es el caso. Hasta ciertos sectores del poder financiero global se muestran  dubitativos ante la maniobra de Singer, Griesa, la Suprema Corte Norteamericana pro republicana y el Tea Party (porque esta es la fuerza política verdadera que se esconde detrás de las resoluciones iuris).
Obama quedó mal parado, es decir más de lo que ya estaba, y la posición argentina no hace más que recibir respaldos internacionales de todos los niveles.
Es una de esas situaciones  en las  que la cuerda se tensa. El poder financiero mundial  o su sector más agresivo, vuelven a traer la extorsión de la deuda al plano de las relaciones internacionales frente a una de las recomposiciones más exitosas que se haya visto, agregándole un  poco más de inercia a la desestabilización financiera global más grande de los últimos 80 años.
Esta situación de tensión  implica graves riesgos es cierto  por lo que no cabe ninguna conclusión  confiada ni mucho menos triunfalista por el momento,  frente al estratégico funcionamiento del gobierno argentino en el caso.
 Pero, en términos locales, lo más preocupante no es siquiera eso. Lo que, al menos debiera ser, más preocupante  es la lentitud con que el tema se está instalando  en la sociedad argentina, en la gente, en el pueblo, (lo que antes se llamaban las masas).
Hace muchísimo tiempo, tal vez de la época de Malvinas, que la Argentina no tiene delante de si un enemigo capaz de juntar tantas buenas voluntades en su contra, con la diferencia que en la “gesta”  el gobierno estaba en manos de militares genocidas lo que ciertamente enturbiaba el panorama. Hoy esto se da en el marco de un gobierno democrático, de gran aval popular y que, además, está decidido a dar batalla en serio,  y no especulando  con la ingenuidad de una mediación norteamericana a nuestro favor. Al menos eso es lo que se ve hasta ahora.
¿Y la gente (las masas)? ¿Y sus “vanguardias” populares? ¿Habrá que esperar a que termine el mundial?

 

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