El candidato de Uribe en las elecciones colombianas, Oscar Zuloaga,
parece haber tenido su "Watergate", en plena campaña
presidencial.
El candidato de Uribe en las elecciones
colombianas, Oscar Zuloaga, parece haber tenido su "Watergate", en
plena campaña presidencial. La justicia colombiana habría descubierto que, con
pleno conocimiento de Zuluaga (y, por supuesto, de su sponsor Uribe), el
encargado de la propaganda a través de redes sociales para la campaña, Ángel
Sepúlveda, se habría infiltrado en las conversaciones de paz, entre las FARC y
el gobierno colombiano,para boicotearlas. Así lo terminó de confirmar el hacker
español que trabajaba para Sepúlveda, Rafael Revert, ahora testigo protegido de
la justicia, que dijo, además, que la forma del boicot consistiría en mostrar
engañosamente a las FARC que el gobierno las estaba espiando. El hecho de que
todo ello haya sido descubierto es una buena noticia para el proceso de paz
colombiano y, consiguientemente, para la integración latinoamericana, porque se
desarma un peligroso boicot a las cruciales conversaciones de paz cuyo exitoso
final es imprescindible para desmantelar la tensión permanente en el área y
ayudar al acercamiento entre Ecuador, Venezuela y Colombia.
En cuanto a la incidencia que estas revelaciones de
las maniobras sucias de Uribe tengan sobre el resultado electoral en el
que su partido "Centro Democrático" pareciera marchar parejo con el
del presidente Santos candidato a la reelección, (26% y 28%, respectiva y
aproximadamente), es algo sobre lo que no se puede especular. Ni siquiera, en
el medio de esta guerra de hackeados e informaciones falsas, se puede confiar
demasiado en los resultados de las propias encuestas. Cierto es que el tema de
las conversaciones de paz no ocupan el centro de la preocupación electoral de
los colombianos en este momento, donde el desempleo, la salud y la seguridad
encabezan el ranking de preocupaciones, y las FARC tienen una alta imagen
negativa, al menos entre lo habilitados para votar. Por lo tanto, en caso de
una segunda vuelta entre Zuloaga y Santos, el actual presidente tendrá
que ser lo suficientemente seductor con el aproximadamente 20% que en
primera vuelta se repartiría entre los votantes del Polo Democrático y la
Alianza Verde.
Desde el punto de vista del proceso de integración
autónoma de Latinoamérica es evidente que, ante esta opción, que parece ser de
hierro, entre Santos y Zuloaga-Uribe, debe desearse y apoyarse el triunfo del
primero. Para Zuluaga la UNASUR es producto de un "Castro-chavismo
nefasto para América Latina" y es conocida la posición guerrerista del
uribismo, no sólo contra las FARC (y toda oposición de izquierda en Colombia),
sino con sus vecinos suramericanos. El triunfo de Uribe sería una bomba de
tiempo implantada en el corazón del proceso de integración democrática
regional. Santos, por el contrario, ha demostrado tener capacidad para
acusar recibo de las señales que le manda el contexto de una región, y de un
mundo, que ya no es unipolar. En el caso de que Santos triunfe, las conversaciones
de paz continuaran. Y la lucha también.
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