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jueves, 30 de abril de 2020

Estamos ante la crisis final del capitalismo (o como ser marxista leninista hoy)


Estamos ante la crisis final del capitalismo (o como ser marxista leninista hoy)
A partir de la pandemia de coronavirus  han aparecido y seguirán apareciendo muchos pronósticos políticos y económicos y  sobre los grandes cambios que se cernirán sobre la humanidad “una  vez  pasadas las cuarentenas mundiales”  y luego de ¿millones? de muertos. Muchos de estos pronósticos también especulan en cuanto a cómo serán las formas de la vida cotidiana y las de la organización social  en general pospandémicas. También aparecen algunas opiniones en cuanto que nada cambiará demasiado y se efectúan comparaciones con situaciones de crisis anteriores, en las que, luego de la crisis, no se registró ningún cambio estructural, es decir que tales crisis fueron funcionales al sistema capitalista mismo.
¿Aumento del control social?
Antes de entrar al tema de fondo de esta nota debemos responder a quienes,  ven oscuras nubes en el horizonte, no por los resultados de la pandemia,  sino por el avance del  hipercontrol social con pretexto de la mismas (básicamente se refieren a China y a sus capacidades tecnológica para identificar y ubicar  uno por uno on line a la mayoría de sus mil quinientos millones de habitantes, lo que por otra parte es verdaderamente una proeza tecnológica impresionante)  A esto hay que contestar que,  en principio, no existen sociedades (al menos desde los orígenes de las primeras  civilizaciones) que estén exentas de control. Las propias formas de organización de  sociedades de miles o millones de personas, formas  sin las cuales  estas  serían inviables,  son, en sí mismas,  formas de control.
 Que a algunos de nosotros nos  haya tocado vivir en  sociedades divididas en clases pero,  dentro de ellas, en el sector de las clases “acomodadas”  y que, por lo tanto, no hayamos tenido que sufrir  el horroroso y denigrante control perpetuo  que sufren, en forma directa,  las clases “subalternas” y la brutal falta de libertad que implica  el tener que levantarse todos los días a conseguir,  en desesperante inmediatez, el alimento diario de ellos y de su familia,  nos puede hacer pensar erróneamente que el capitalismo es una sociedad sin controles  y con márgenes de  libertad. Pero un mínimo grado de observación y reflexión saliéndonos de nuestra situación de clase   (poniéndonos en el lugar del otro) nos permite ver que esto no es así en absoluto.  Además debe decirse que aunque alguien, en estas  sociedades de clase, se sienta “incontrolado” y plenamente libre,  porque hace lo que quiere y/o  lo que “sus principios” les indican,   eso que él “quiere hacer” y esos “principios”, que lo inspiran,  le han  sido inculcados por el medio familiar y social en el que se desarrolló y, en ellos, fue  formateado  y moldeado, por años de trabajo de las agencias de control del sistema sobre su cabeza filosófica y política pensante  Y hoy, esas agencias y todo su mundo de redes, desde las familiares, escolares,  mediáticas  policiales y un largo etc.,  siguen influyendo sobre él y sobre nosotros. La cuestión es hasta qué punto somos conscientes de la existencia  de estas formas de control, sutiles  algunas y no tanto otras, y de la manera que operan sobre nosotros,  ya que ahí empieza la verdadera libertad.  No vamos a debatir acá sobre el añejo tema de libertad versus determinismo,  pero, en todo caso, respecto de la cuestión del control, más que plantear la falsa dicotomía entre sociedades con control e imaginarias sociedades de grandes espacios de  libertad individual (que no existen, ni nunca existieron),  el debate serio y útil sería aquel acerca de   cuáles son las formas  concretas de control social ,  quien las implementa, a quienes representan esos que las implementan y a qué intereses y propósitos responde la estrategia general de control de que se trate.
En  el diario digital Sputnik del 8/4/20 bajo el titula “Destacan el inevitable aumento de control” se señaló que “ Los sistemas de control y vigilancia a ciudadanos de cualquier país siempre han existido y solo se irán reforzando, señaló a Sputnik el representante del Centro de Innovación Skolkovo en China, Evgueni Kosolápov…Siempre hemos estado bajo control, observados. Cualquier Estado, sea China o Corea, localizará a una persona, si lo necesita. Hubo control y lo hay, era lento, en una caja de cambios manual, ahora está pasando a una caja de cambios automática, es un proceso inevitable". Y se agregó  que “Sin embargo, el experto declaró que por ahora solo con respecto a Corea del Sur se puede hablar de un sistema de control digital total sobre la ciudadanía en el contexto del coronavirus”. Aun así  ¿hubiera sido preferible que Corea del Sur  no utilizara el sistema de reconocimiento  por considerarlo “orwelliano”,  y hubiera renunciado a contener la primera ola de la pandemia del modo rápido y eficaz  como la controló?
¿Cuándo termine la pandemia?
Otro tema  al que hay que referirse previamente es el de la suposición expresa o implícita en muchas de las opiniones predictivas a las que nos referimos  acerca del final de la pandemia. Se hacen pronósticos  afirmando  que lo que se predice,  para bien o para mal,  va a tener lugar: “cuando pase la pandemia”.  Como si en determinada fecha más o menos próxima el coronavirus vaya a desaparecer por completo y el mundo pase a quedar indemne de resurgimiento de contagios, nuevas olas,  mutaciones o aparición de otros virus tan o más “virulentos” que este.
Habría que decir, en principio, que  hay que  usar con cuidado, o relativizar,   eso de: “cuando acabe la pandemia…”, en tanto  que ésta, (no es triste la verdad, lo que no tiene es remedio)  se podría afirmar, que no va a acabar por mucho tiempo, al menos no  en forma definitiva.  Aunque disminuyan sensiblemente los casos de Covid 19, producidos por el virus  SARS cov2, estas posibles infecciones, de propagación mundial,  que ya habían empezado antes, como el  SARS,  el Ebola o la gripe A,  no son más que formas en que se expresa  el peligro latente de  contagio mundial de enfermedades transmisibles, en una humanidad con siete mil millones de habitantes,  que apunta a llegar a los diez mil millones, y todos interconectados y en desplazamiento permanente. De lo que nos estamos dando cuenta es de que hemos transformado al mundo en un “mundo pandémico” y de lo que se ha de tratar de ahora en más es de como modificamos nuestras formas de vida para neutralizar y superar los efectos sanitarios que se generan. Thomas Wright miembro principal de la “Brookings  Institution”, en su artículo “Estirando el orden internacional hasta su punto de ruptura”,  con el que, en términos generales, discrepamos de su visión en cuanto a las posibles salidas de la crisis económica,  dice, sin embargo, ciertamente, que  “El mayor error que pueden cometer los analistas geopolíticos puede ser creer que la crisis terminará en tres o cuatro meses.  Es muy probable que, una larga crisis pueda estirar el orden internacional hasta su punto de ruptura. Incluso después de que haya una vacuna disponible, la vida no volverá a la normalidad. COVID-19 no fue un cisne negro y no será la última pandemia. Un mundo nervioso cambiará permanentemente. Nunca antes un solo evento había cambiado la vida de todos simultáneamente y tan repentinamente”.  Es decir es un evento único en toda la historia dela especie humana, como al fin y al cabo lo es la globalización y la actual densidad demográfica,  y, de aquí en más, lo consecuente sería que se sigan produciendo situaciones que tampoco hayan sido  experimentadas  anteriormente en la historia conocida. En el anteriormente citado diario digital  Sputnik  otro titular reza “El 'american way of life' podría estar tocando su fin. Ese, y gran parte de los estilos de vida del globo. El culpable: el coronavirus. El autor de la afirmación: el editor de la revista Technology Review, Gideon Lichfield, una publicación que está estrechamente ligada el archifamoso Instituto Tecnológico de Massachusetts [MIT]”.
Hay científicos, por ejemplo, que relacionan esta alta potencialidad de los virus a diseminarse,  con la producción industrial de animales para el consumo ( reportaje a la investigadora del grupo de acción sobre Erosión tecnología  y concentración, Silvia Ribeiro,  en el diario argentino Página 12 del 3 de abril), práctica industrial que, por el momento, es inimaginable de  poder abandonarse así como así, sin desencadenar un problema alimentario de proporciones  gigantescas que  causaría muchas más  muertes que cualquier pandemia. Un  simple ejemplo del desafío frente al que nos encontramos.
También se habla  de rebrotes de la pandemia actual como lo señala el doctor Zhang Wenhong, quien encabeza la lucha contra el coronavirus en la ciudad de Shanghái, quien  asegura que dentro de medio año el mundo se verá obligado a resistir un nuevo brote del covid- ( publicado en Sputnik  el 19. 14 abr 2020)En otro artículo de RT en español, del 29 de abril Luis Segura afirma : “ Aunque hayan pasado casi seis meses desde el brote de la pandemia de coronavirus o covid-19 y, de momento, se hayan registrado más de tres millones de contagiados y más de 200.000 muertos, no podemos ni siquiera predecir un futuro inmediato debido a que existen muchas incertidumbres que todavía no han sido resueltas…podría conseguirse una vacuna, pero no servir para terminar con el virus al estar el SARS-CoV-2 en constante mutación –en España y solo en el mes de marzo se identificaron veinte cepas diferentes, las cuales, además, no son iguales que la original que apareció en China–. Por tanto, aún encontrándose una vacuna, esta podría ser ineficaz. Es más, incluso, el virus podría mutar y volverse más agresivo y afectar a grupos de edad a los que hasta ahora no había afectado”.
 Parece que habrá, entonces,  que convivir un  largo tiempo  con los virus y con las fluctuaciones de la cantidad de infectados  y consecuentemente con cuotas de muertos por esas infecciones. Con lo  que, lo más probable, es que, de ahora en más, debamos empezar a vivir en semi-cuarentenas permanentes, tratando de evitar,  todo lo que se pueda, las aglomeraciones y  utilizando al máximo las posibilidades del teletrabajo y de las reuniones on line y obviamente de la comunicación interpersonal on line (esto último ya se venía haciendo pero ahora tendrá que ocupar un lugar más exclusivo). Hasta el barbijo se transformará, tal vez, en parte de la indumentaria cotidiana de la nueva realidad a la que nos abismamos.  Cuando se dice que la vida tal como la conocimos hasta ahora no va a seguir así, se está hablando, entre otras cosas, de esto. No se puede seguir  transportando gente amontonada, ni aglomerarse para ver espectáculos  o por simple divertimento,  al menos ya no de la forma en que se ha venido haciendo hasta ahora. Estamos entrando en la era de la comunicación virtual en serio. Resuena  la letra de la canción de la banda argentina de rock “Los Redonditos de Ricota”, acerca de que: “el futuro ya llegó” y “llegó como vos no lo esperabas…todo un  palo, ya lo ves”. (Todo un Palo. 1987. Del cielito records)
 Ante todo esto y aunque sea obvio, hay que señalar que de ninguna manera esto  quiere decir que se haya acabado ni la acción, ni las manifestaciones, ni la institucionalidad, ni la teoría o la investigación  política, ya que la política es básicamente  la fuerza (y la confrontación) de las ideas  y esta fuerza, hoy, tiene muchísima importancia dado que, de acuerdo a la corrección con que hagamos la caracterización de la situación y los pronósticos sobre lo que irá sobreviniendo, mayor o menor será la capacidad de las acciones que se lleven a cabo para superar la misma. Además estas ideas tienen hoy  muchos medios de manifestarse y expandirse exponencialmente que no implican necesario amuchamiento (y que son en todo caso tan o más eficaces que las acciones con contacto físico). Aunque también es obvio que, cuando las circunstancias ameriten la congregación física, está tendrá, inexorablemente, lugar más allá de cualquier pandemia, o de cualquier control social, aunque se trate de cientos de miles  en las calles, con máscaras y antiparras caseras.
Pero  ya no habría, al menos no rotundamente,  un “cuando termine…”.  Lo nuevo ya empezó, y empezó de esta manera, así que vayamos adecuándonos, y buscando las formas pertinentes de acción política,  porque llegó para quedarse.

¡Continuidad del capitalismo?
Entrando, ya si, al abordaje del tema que se adelanta en el título de este trabajo, vemos que, dejando aparte a los que  piensan ( ¿y desean?) que nada cambiará o que el capitalismo saldrá de esta fortalecido,   algunos otros  opinan, ante  la crisis económica agravada o acelerada por la pandemia,  que lo que está en la picota es el neoliberalismo  o el “capitalismo como lo conocimos hasta ahora” y deslizan la necesidad de importantes “reformas”, con lo que queda en claro que, según ellos,  capitalismo va a seguir habiendo, solo que hay que mejorarlo. Y esto  sobre la base “empírica” de que hace mucho que existe y que otras veces que se predijo su caída esta no fue tal y que hubo otras crisis y el capitalismo salió de ellas incluso “fortalecido”.
Quienes así piensan  imaginan, en muchos casos, un regreso a una forma generalizada de estado benefactor  o intervencionista renaciendo al estilo Europa o EEUU de la posguerra, (como si la historia no hubiera transcurrido y se pudiera volver hacia atrás solo deseándolo a partir de la desesperación). Aquí también hay una cierta falacia en la proposición  ya que,  si ese intervencionismo estatal, se está imaginando en una forma autónoma de intereses privados y para todos los países y regiones del mundo (absolutamente todos)  y no solo para los países industrializados (como lo fue en el SXX),  lo que se está imaginando, en realidad y aunque se evite expresarlo,  es un sistema mundial que ya no podría denominarse capitalista  y al que le vendría  más ajustado el término de socialista (no socialdemócrata) o en tránsito al socialismo.
También hay pronósticos que anuncian la desaparición del capitalismo pero lo hacen con superficialidad. Slavoj Zizek es sin duda un erudito y a él debemos que se haya mantenidos las referencias a Marx e incluso a Lenin y Mao aun en los más oscuros tiempos de la verborragia postmoderna y, también le debemos, precisamente, las refrescantes diatribas contra ese pensamiento obscurantista de esta última modernidad. Es un “rock star” de la filosofía, como se definiera él mismo hace ya un tiempo. Gusta impactar con sus afirmaciones provocativas y generalmente lo logra. Esta vez lanza la opción (de segunda mano) de “barbarie o comunismo reinventado”. Si lo hubiera dejado en los desadjetivados términos de Engels o Rosa Luxemburg hubiera sido poco original, pero, al menos, oportuno. Sin embargo hubo de agregar lo de “reinventado” con lo que vació la famosa fórmula propuesta, ya que, en tanto no defina (y no lo hace) en que consiste tal “reinvención”, la alternativa se transforma en: barbarie o algo (“alguna forma”) que está enla cabeza de Zizek pero que no dice qué es, ni siquiera agrandes rasgos.

El capitalismo ha llegado a su fin (es decir al momento en que la humanidad le pondrá fin)
En su artículo “La economía mundial al principio de la gran recesión publicado en la revista Herramientas  n° 28  de 2020 (https://herramienta.com.ar/articulo.php?id=3171),  Francois Chesnais refiriéndose a  Michael Roberts,  recordó que para este guru  de la teoría de la baja de la tasa de gananias retener tres leyes marxistas eran las fundamentales y lo cita: “1° La ley del valor: sólo el trabajo crea valor. 2° La ley de la acumulación: los medios de producción se incrementan para aumentar la productividad del trabajo y para dominar el trabajo. 3° La ley de la rentabilidad: las dos primeras leyes crean una contradicción entre el aumento de la productividad del trabajo y la disminución de la rentabilidad del capital. Esto sólo puede superarse mediante crisis recurrentes de producción e inversión; y a largo plazo, mediante la sustitución del capitalismo”.  El resaltado es nuestro  en tanto que aquí estamos planteando que ese largo plazo ya ha concluído
Chesnais agrega que “el problema consiste en no darle una formulación ahistórica. .. enunciar la ley en términos que trasciendan las sucesivas fases de desarrollo (capitalismo de libre competencia, capitalismo monopolista, capitalismo financierizado) que han sido identificadas por los marxistas (Hilferding, Lenin, los teóricos de la financierización)…”.  Y nos muestra una figura de Roberts
Descripción: 4Tasa de ganancia mundial (A world rate of profit) 1869-2007, Michael Roberts(2020)
También se refiere Chesnais al argentino Esteban Maito de quien Roberts extrajo los datos para los primeros años de su cuadro  cuando este cita a Henryk Grossman: “A medida que las contra-tendencias se debilitan, los antagonismos del capitalismo global se agudizan gradualmente y la tendencia al derrumbe se acerca cada vez más a su forma final de hundimiento absoluto”.
Finalmente Chesnais señala que  “muchos parámetros han cambiado en comparación con el período de crisis de 2007-2008. No sólo se trata de la pérdida de eficacia de los instrumentos monetarios, de la pérdida de efectividad de las intervenciones de los bancos centrales y del elevado nivel de la deuda pública, sino también de la capacidad de acción de la burguesía mundial.
Hoy, más que nunca, la economía ha perdido relación con el ámbito productivo  existe una enorme economía de papel, alimentada básicamente por la persistencia de los déficits públicos y los mecanismos de innovación financiera, que no se corresponde con la situación real de la economía. Basas siempre mayores de capitales especulativos y ficticios se mueven de un lado hacia otro buscando en las inversiones financieras una rentabilidad que no encuentran en el sector real de la economía, debido a la caída de la tasa de beneficio en este podemos concluir que el sistema capitalista se ha ido convirtiendo en realidad en un capitalismo ficticio, cuyas reglas de juego son radicalmente distintas y hasta antagónicas al clásico capitalismo productivo, esto es el fundado en la generación y acumulación de plusvalor ( ver  “Siglo XXI Crisis de una civilización” Machalita Bbmuckk Academia Edu. )
 Queda en claro, entonces, que el problema con que se enfrenta el mundo capitalista  terminal es el de su modo de producción en sí. Este modo de producción, en su fase neoliberal  global, de hecho favorece, cuando no genera directamente, estas pandemias y muchos otros males “colaterales”,  pero el principal perjuicio que genera es la pobreza y la exclusión social crónicas y crecientes, y la alienación  individual, la violencia bélica y social y la destrucción del equilibrio ecológico del planeta. Las “relaciones de producción” que el  capitalismo, en su etapa financiera neoliberal, impone y necesita  están “trabando el desarrollo” de las “fuerzas productivas” en el estricto sentido marxista de los términos.
 Entendiéndose, como debe hacerse, que, hoy  por hoy, “desarrollo de fuerzas productivas” implica ya,  directamente, desarrollo de las condiciones de vida humana, sustentable, sin exclusiones y en armonía  con el hábitat, se llega a la cuenta  que el capitalismo, en su forma actual de neoliberalismo, no solo obstruye esta posibilidad, que es real teniendo en cuenta el desarrollo científico técnico (con los recursos actuales podría vivir toda la población del planeta con sus necesidades básicas satisfechas y oportunidades de desarrollo individual para todos), sino que, en principio,  altera el desempeño de las fuerzas productivas humanas al imponer pautas de consumo (y por ende de producción) sectoriales,  irracionales, innecesarias y superfluas y dejar fuera del consumo básico a más de la mitad de la población global. Y finalmente las destruye con las muertes masivas  de seres humanos  en guerras,  migraciones forzosas y pandemias,  y destruye la fuente misma de los recursos, es decir el planeta.
Un ejemplo concreto de esta irracionalidad, en el momento actual, es la decisión de EEUU de desfinanciar, nada menos que, a la Organización Mundial de la salud en medio de una pandemia o de instar a la culpabilización de China  en lugar de unirse con ella para la lucha contra un mal del que EEUU es el principal afectado. Impactante es al respecto la lectura de esta nota  de Sputnik del  14.04.2020, cuyos párrafos esenciales reproducimos: ”La pandemia se expandió a la velocidad del avión porque las grandes transnacionales y del mundo financiero no quisieron interrumpir sus negocios a tiempo. Donald Trump y Boris Johnson subestimaron la enfermedad, hasta que el primer ministro británico terminó en cuidados intensivos. Las grandes fábricas de Bérgamo, en Italia, se negaron a dejar de producir. Confindustria, la patronal industrial italiana, lanzó el 28 de febrero una campaña con el hashtag #YesWeWork", "Bergamo non si ferma", y continuaron la actividad hasta el 23 de marzo, cuando el brote ya hacía estragos, forzando a los trabajadores a realizar paros y huelgas para obligar a cerrar las fábricas, a pesar de lo cual numerosas actividades fueron exentas. En el corazón financiero del mundo, Nueva York, con 20 millones de habitantes, la cuarentena solo se hizo efectiva el 22 de marzo, cuando ya iban más de 7.000 contagios. "Disculpen nuestra arrogancia como neoyorquinos —dijo el gobernador Mario Cuomo el 2 de marzo—, creemos que tenemos el mejor servicio médico del mundo justo aquí en Nueva York. Cuando se compara lo que pasó en otros países con lo que pasa aquí, no creemos que vaya a ser tan malo", dijo”. Capitalismo en estado puro.
 Es claro que cuando decimos que todos podríamos vivir bien y en equilibrio “biosférico” estamos suponiendo una inconmensurable reducción de gastos superfluos y lujos y modificaciones esenciales en las pautas de consumo, en tanto  que, sin ese presupuesto, no se puede pensar en darle casa, vestimenta, educación, salud y comida a todos, pues el mismo planeta no lo aguantaría. Por cierto que, para que un mundo sin excluidos, en términos reales,  sea posible, habrá que asumir algunas formas de planificación demográfica, pero ello no puede hacerse hasta que no se supere la dialéctica del señorío y la servidumbre que atraviesa  desde hace milenios la civilización ya que, sino,  en lugar de planificación demográfica humanitaria habría alto riesgo de caer en privaciones  del derecho reproductivo raciales y clasistas.
Hemos llegado al momento en que es necesario  sustituir globalmente  este modo de producción (y de vida) por otro superior, como ya lo había anunciado Marx,  porque ahora se empiezan a dar las condiciones leninistas en cuanto a que: “los de arriba no pueden y los de abajo no quieren” mantener el sistema actual. Al respecto hay que decir  que  por primera vez  en el seno del propio mundo capitalista se están poniendo jurídicamente en duda, en forma cada vez más generalizada, la naturaleza de las relaciones de propiedad y los principios mismos de la propiedad privada  al plantearse la necesidad urgente de hacer prevalecer lo público sobre lo privado. Ya se habla de impuestos a las grandes fortunas, se ordena a grandes fábricas de automóviles producir  respiradores y las estrategias gubernamentales se ven cada vez más dispuestas a avanzar contra cualquier interés privado si la urgencia lo requiere. Proyectos y acciones gubernamentales que habrían sido inimaginables hasta hace muy poco.
 Desde un punto de vista materialista histórico,  es decir para el marxismo,  los sistemas socioeconómicos tienen, precisamente, historicidad, es decir tienen comienzo y fin. Eso lo sabemos  (los que queremos saberlo seriamente) a partir, por lo menos, desde Vico o  Hegel, y los marxistas lo sabemos ya con más precisión desde obras como “la Ideología Alemana  (1853) y los “Grundrisse” (publicados en 1939) y el propio Manifiesto (1848).
 Es cierto que Lenin vaticinó el fin del capitalismo a partir de que  este entró en su fase imperialista (1880 circa) y, es de suponer,  que él esperara  (nunca lo dijo)  que,  con el desarrollo mundial de la revolución,  a partir del triunfo bolchevique en Rusia (1917), que, a más tardar, para las décadas del 30 o del 40 de ese siglo en que él vivía (XX), se hubiera ya extendido, definitivamente triunfante, por todo o casi todo el planeta o, al menos, sobre los países más industrializados. Por eso hablaba del “imperialismo” como fase superior del capitalismo en el sentido de segunda y última.
 Curiosamente, o no tanto, en las décadas del 30 y el 40 lo que se desarrolló fue el fascismo,  con el que los grandes capitales europeos (incluidos los de los países “antifacistas”) pusieron drásticamente fin  a la posibilidad de una expansión de la revolución socialista a toda Europa y consolidaron el aislamiento económico  mundial de la URSS y de la República Popular China.
Pero ahora sí, se puede saber, teniendo a nuestra disposición  los datos provenientes de la misma consecución histórica desde aquellos tiempos  hasta nuestros días,  que las etapas del capitalismo no eran dos (capitalismo de libre competencia e imperialismo) sino tres (precisamente el número dialéctico): 1 capitalismo de libre competencia (1400-1870/80), 2 imperialismo (1890-1985/90) y 3  ( y último) globalización  neoliberal y financiera (esto lo hemos desarrollado en nuestro “Globalización tercera –y última- etapa del capitalismo . Ed Luxemburg BA 2011).  Por lo que, desde nuestro punto de vista, la crisis del neoliberalismo, que tanto se anuncia ahora, pandemia mediante,  implica la finalización de todo el sistema capitalista como modo de producción y no solo de su connotación neoliberal, advenida  en los 80/90. Algunos autores que también lo ven así son Wim Dierckxsens y Walter Formento. En la página de internet del primero, afirman que: “Lo que se nos viene encima es una crisis de una magnitud que solo se ha visto en dos ocasiones en los últimos dos mil años. La primera fue entre los siglos IV y VI (entre los años 300 y 500 dc), cuando el Imperio Romana y el esclavismo desaparecieron y surgió el feudalismo. Y el segundo momento vino con el declive del feudalismo y el surgimiento del capitalismo a partir del siglo XVI (año 1500), cada una con su propia racionalidad económica”.
Desde el punto de vista dialéctico , es decir desde el más puro análisis hegeliano-marxista una de las más importantes  diferencias entre la postura  idealista mecanicista  de la evolución gradual rectilínea de “repetición empecinada” y la evolución dialéctica está en que esta última descubrió entre otras múltiples cuestiones la del salto de lo cuantitativo a lo cualitativo, un salto revolucionario, el desafío leninista está en determinar el punto o la línea nodal donde surge la discontinuidad y ello no se hace ( no se debe hacer) en forma de apuesta irresponsable ( que lleva a considerar  a cada  momento que nos hallamos en una situación revolucionaria) sino en advertir a partir del análisis dela “situación concreta en el momento concreto” a partir de los datos de la realidad cuando se está verdaderamente ante las condiciones objetivas y subjetiva para la gran transformación revolucionaria. Nosotros creemos que  el resumen fáctico desplegado en este artículo proporciona los elementos suficientes para ello.

La crisis del sistema es anterior a la pandemia
 Hay que aclarar que este fin de ciclo no está, obviamente, determinado por la pandemia,  la que es un efecto totalmente (¿?) coyuntural,  sino que se veía venir desde mucho antes, por lo menos desde la crisis de 2008, de la que, dicho sea de paso, el mundo no había salido todavía  cuando se inició la pandemia,  y no ha salido hasta ahora. Es decir que esta es una crisis dentro de aquella crisis. La debacle se avecinaba. De hecho  uno de los desencadenadores de la crisis financiera y de las bolsas de valores fue la actual crisis del petróleo, que según  Dierckxsens y Formento  se desarrolló: “como forma de  una guerra por la energía y la producción real, una guerra geopolítica para mantener dividida a Europa. Para que la Unión Europea pos-Brexit anti-globalista no consolide su articulación con Rusia y el multipolarismo BRICS”.
Y esa crisis del petróleo trae de su mano  una crisis monetaria que   como lo señalan los mismos autores lleva “a una fragilidad muy elevada al esquema de moneda de reserva mundial Dólar-Petróleo, impuesto por las corporaciones multinacionales norteamericanas en 1973” pero “Ahora, la crisis del patrón monetario Dólar-Petróleo ha ingresado en otra crisis…. Una crisis donde se pone de manifiesto concretamente que el patrón monetario impuesto por una correlación determinada de poder mundial -1950<>1973- también ha llegado a su fin  y con él el sistema fínanciero….” ( página de Wim Dierckxsens de internet). El derrumbe nunca antes  visto del petróleo del 20 de abril de este año no es  más que  parte del síndrome que indica la enfermedad terminal del sistema.
Es decir  que estas crisis energéticas, comerciales y monetarias no fueron generadas por la pandemia, sino que  la precedieron y fueron, y son, síntomas  de la crisis general financiera y económica del sistema, que ya no tiene posibilidad de recuperación bajo las reglas que lo llevaron a la situación en la que se encuentra.
 Las supuestas recuperaciones económicas post 2008 de las grandes economías capitalistas (entre las que, obviamente, no incluimos a China) se produjeron, no a partir de aumentos reales de la producción, ni de una reorganización de la misma,  sino de emisiones monetarias  gigantescas  con el llamado “quantitative easing”. Es decir no se solucionó la crisis sino que se “pateó la pelota para adelante”, ¡dándose créditos a sí mismos mediante la emisión monetaria y de valores en forma descontrolada!. Emisión que ni siquiera se dirigió al sector productivo o al consumo, sino, exclusivamente, al financiero.
Los trillones de dólares inyectados por el gobierno estadounidense, con el fin de evitar una implosión de su sistema financiero han beneficiado en lo fundamental a este sector. Los grandes bancos que recibieron estos fondos no los prestaron para reactivar la economía real lo que hicieron, en primer lugar, fue mejorar sus balanzas para poder pagar a sus directivos gratificaciones sin precedentescon el consentimiento fraudulento del gobiern ajustaron los valores ficticios a los reales, o sea, todo fue preparado para que la especulación bancaria continuase.  Así, los cuatro mayores bancos han colocado trillones de dólares en productos derivados. (ver “Siglo XXI Crisis de una civilización”.  Machalita Bbmuckk. Academia Edu.)

Hoy se ha vuelto producir,  principalmente desde la FED y el tesoro norteamericanos,  una emisión descomunal de billones (millones de millones) de dólares, nunca antes vista  (hay que reconocer que esta vez sí se destinó una parte al consumo y a sectores productivos aunque sin demasiada planificación) pero ya no alcanza, las bolsas podrán (fieles a su naturaleza cortoplacista) fluctuar, y hasta tener avances,  pero su caída definitiva es imparable.
SI consideramos entonces  al proceso histórico del capitalismo dividido en etapas  y aceptamos la hipótesis de que estas etapas son tres, podemos afirmar que ahora sí, nos encontramos en el final,  de la última etapa, de toda la progresión histórica del sistema capitalista y, los efectos que están a la vista, son solo el comienzo  de todo un período de transición a un nuevo modo de producción y de nuevas  formaciones económicos sociales en el pleno sentido marxista que tiene estos términos.
El “leninismo” actual
Sin embargo  el advenimiento del socialismo mundial (ni socialdemocracia, ni estado benefactor, que son reliquias del siglo XX) no se va a dar  a partir de marchas triunfales de ejércitos liberadores, ni de guerrillas victoriosas accediendo al poder, ni de guerras civiles en las que gana el bando “bueno”,  sino a partir de la evidente superioridad para afrontar la crisis de los países  con gobiernos  en manos de Partidos Comunistas (especialmente China, pero también Vietnam, Cuba y Corea del Norte ) o de gobiernos “populistas” (no por casualidad aborrecidos por las grandes burguesías) y , además,  por el alzamiento cívico y los pronunciamientos electorales de los pueblos  del tercer mundo y de los mismos países capitalistas centrales, contra las políticas de los grupos financieros globales y demás elementos parasitarios de la sociedad .Pero toda esta pluralidad y diversidad de agentes locales y globales , institucionales y populares deberán actuar, cada vez más, en una sinergia de complementariedades, solidaridades y acoplamientos  de fuerzas, constituyéndose así en un único gran sujeto político internacional con expresiones propias nacionales. Todo este en conjunto complejo  conforma hoy el sujeto histórico revolucionario (así lo expusimos en nuestro “El sujeto histórico en la globalización Ed Centro Cultural de la Cooperación BA 2015).
 Con respecto a la superioridad China  frente a las crisis económicas o sanitarias John Ros investigador principal del Instituto Chongyang de Estudios Financieros, Universidad Renmin de China señalo en su artículo “La vida humana está por encima de  la economía en una pandemia”, que:  “ El mejor desempeño de China ante  los EE. UU., tanto en la crisis de 2008 como en el brote de Covid-19 significará un cambio geopolítico a favor de Beijing. Mientras más tiempo continúe Estados Unidos con su desastrosa respuesta pandémica, mayor será el cambio. La pandemia tiene un curso global claro. A pesar del brote de coronavirus que comenzó en China, Beijing lo ha controlado rápidamente: el número de casos de transmisión nacional se redujo a prácticamente cero a fines de marzo. En los Estados Unidos y Europa occidental, por el contrario, el número de casos aumenta vertiginosamente sin un pico a la vista.” Y que” En los últimos 12 años, el mundo ha pasado por dos enormes pruebas globales: la crisis financiera internacional y la pandemia de coronavirus. En ambos, China ha superado por mucho a Estados Unidos. Esto conducirá necesariamente a un cambio importante en la geopolítica a favor de China. Mientras más tiempo continúe Estados Unidos con su actual respuesta desastrosa al coronavirus, mayor será ese cambio.”
 Hay que tener en cuenta que,  lo más probable, es que las grandes economías del capitalismo neoliberal, occidental no implosionen abruptamente ante la crisis (y esto es bueno pensando  sobre todo en las personas  que habitan dichos países) sino que,  de la mano de liderazgos cada vez más  centralizados, de corte industrialistas, neo-roosveltiano  o desarrollistas, con planes keynessianos,  pero, con una, seguramente  creciente, participación y control ciudadano (al menos mediante mecanismos de rendiciones de cuentas),  vayan sentándose a la mesa del tablero mundial, con el bloque de aquellos otros países, que hoy aparecen como la alianza estratégica  de China con Rusia (pero que son mucho más que eso). Y lo que se empezará a discutir,  y a acordar, en este nuevo espacio (adopte la forma que adopte) serán, inevitablemente, nuevas formas de organización mundial  de lo político y lo  económico, que habrán de implicar necesariamente la planificación  económica y la reformulación de las pautas productivas pero principalmente las de consumo. Quienes llevaran a cabo estos acuerdos  deberán ser, ya sí, alianzas exclusivamente interestatales (sin participación ni directa ni indirecta de intereses privados), y tales acuerdos habrán de contemplar, fundamentalmente, la redistribución de la riqueza en orden a  los intereses primarios de todos  los habitantes del planeta y del planeta mismo, sin exclusión de nación alguna. Sin alguna performance de este tipo no hay salida posible de la crisis (aun para quien la vea desde la óptica más conservadora).
Los ya citados  Dierckxsens y Formento)  ven asimismo que: “la Gran Formación Social Emergente (con China como epicentro y el tándem chino-ruso como motor) propone reconectar el capital ficticio a la economía productiva, redes de comercio, inversiones en infraestructuras y aprovechamiento de la energía en curso, de cara a una transición energética. Y generar una Zona de Estabilidad, en definitiva, para posibilitar una alternativa post crisis al mundo con miras a una posible transición posiblemente gradual al postcapitalismo no sería nada de extrañar que Trump y Xi Jinping logren un acuerdo para que con China formen un frente internacional para afrontar el coronavirus…. No habrá duda entonces, que Xi Jinping está en posición en óptima de negociar con Trump quien ya tuvo comunicación telefónica con el presidente de China. Putin, Trump y Xi Jinping ya están hablando de sentarse después de las elecciones en Estados Unidos, y decidir las nuevas reglas del juego para este mundo post crisis.”
Por qué no pensar entonces que, una transición hacia el post-capitalismo, será, inevitablemente, “desigual y combinada”, con avances profundos en algunos terrenos como la des-financierización de la economía, la des-mercantilización de la sanidad y la seguridad social, (por ejemplo) en primer término e, inmediatamente,  abordando  (conscientes de las  resistencias de la gran burguesía financiera  mundial y teniendo en cuenta las correlaciones de fuerza),  el  control del casino financiero mundial, la estatización de la industria farmacéutica (para que los medicamentos dejen de ser una mercancía producida en función de su rentabilidad), y  de  las industrias estratégicas y los medios de comunicación, amén de  la recuperación pública de los llamados “recursos naturales” (bienes comunes, en realidad).
Es decir que las bases del socialismo mundial se podrían empezar a construir a partir de grandes acuerdos internacionales, de nuevo tipo,  que involucren principalmente, aunque no exclusivamente, a las grandes potencias económicas mundiales junto a los líderes de las grandes religiones y a organismos como las propias Naciones Unidas y otros actores de relevancia global. Acuerdos, de nuevo tipo, que tengan por objeto  ir eliminando la concentración hiper-multmillonaria de capital  en  manos de propietarios-decisores  individuales o de grupos elitistas como son los grupos financieros globales actuales  (es decir ir desposeyendo a los “super” ricos), ir eliminando esta vez en serio y definitivamente,  de la faz de la tierra, a la pobreza y la inaccesibilidad a los recursos naturales en la que todavía está gran parte de la población mundial,  e ir construyendo así una sociedad mundial “medianamente acomodada”.
 De todos modos hay que estar alerta frente a llamamientos a constituir formas de “gobernanza global” que en realidad lo que pretenden es institucionalizar el control mundial de la política y la economía mundiales en forma directa por los grupos financieros internacionales. Hay que saber distinguir los intentos globalizadores suicidas, provenientes de la alienación política neoliberal,  del llamado sincero a una construcción de una globalización solidaria, inclusiva, racional en el consumo y la producción ecológica  y, finalmente, socialista
¿Que hacer?
Lo que nos toca como sujetos políticos responsables, individuales,  es difundir y explicar , desde nuestras organizaciones, la idea de que están hoy dadas las condiciones para el cambio estructural revolucionario , incluso a nivel mundial, y empujar la formación de bloques intergubernamentales  a niveles regionales y mundiales, reclamando  que el primer orden del día,  de la primera jornada de funcionamiento de estos entes internacionales y regionales,  sea  tratar la cuestión acerca de cómo empezar a implementar las bases de los cambios estructurales post capitalistas y socialistas.   Obviamente todo esto habrá que hacerlo sin dejar de luchar  por las reivindicaciones  concretas de cada sector laboral o social, en cada lugar concreto,  porque: el hecho de que estén dadas las condiciones para el gran cambio, con  el  que hemos siempre soñado,  no quiere decir que tal cambio vaya a producirse  por la ley de la gravitación universal.
NO SE TERMINA SOLO EL NEOLIBERALISMO SE ESTÁ TERMINANDO TODO
EL CAPITALISMO COMO MODO DE PRODUCCIÓN. (ESTO DEBE  ENTENDERSE
PARA IDEAR CON SUFICIENTE DETERMINACION LAS FORMAS DE ACCIÓN
PERTINENTES PARA EMPUJAR EL CAMBIO)
Mariano Ciafardini
Doctor en Ciencias Políticas   


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