Estamos ante la crisis final del
capitalismo (o como ser marxista leninista hoy)
A partir de la pandemia de coronavirus
han aparecido y seguirán apareciendo muchos pronósticos políticos y
económicos y sobre los grandes cambios
que se cernirán sobre la humanidad “una vez
pasadas las cuarentenas mundiales”
y luego de ¿millones? de muertos. Muchos de estos pronósticos también especulan
en cuanto a cómo serán las formas de la vida cotidiana y las de la organización
social en general pospandémicas. También
aparecen algunas opiniones en cuanto que nada cambiará demasiado y se efectúan
comparaciones con situaciones de crisis anteriores, en las que, luego de la
crisis, no se registró ningún cambio estructural, es decir que tales crisis fueron
funcionales al sistema capitalista mismo.
¿Aumento del control social?
Antes de entrar al tema de fondo de esta nota debemos responder a quienes,
ven oscuras nubes en el horizonte, no
por los resultados de la pandemia, sino
por el avance del hipercontrol social con
pretexto de la mismas (básicamente se refieren a China y a sus capacidades tecnológica
para identificar y ubicar uno por uno on
line a la mayoría de sus mil quinientos millones de habitantes, lo que por otra
parte es verdaderamente una proeza tecnológica impresionante) A esto hay que contestar que, en principio, no existen sociedades (al menos
desde los orígenes de las primeras
civilizaciones) que estén exentas de control. Las propias formas de
organización de sociedades de miles o
millones de personas, formas sin las
cuales estas serían inviables, son, en sí mismas, formas de control.
Que a algunos de nosotros nos haya tocado vivir en sociedades divididas en clases pero, dentro de ellas, en el sector de las clases “acomodadas” y que, por lo tanto, no hayamos tenido que
sufrir el horroroso y denigrante control
perpetuo que sufren, en forma directa, las clases “subalternas” y la brutal falta de
libertad que implica el tener que
levantarse todos los días a conseguir, en desesperante inmediatez, el alimento diario
de ellos y de su familia, nos puede
hacer pensar erróneamente que el capitalismo es una sociedad sin controles y con márgenes de libertad. Pero un mínimo grado de observación
y reflexión saliéndonos de nuestra situación de clase (poniéndonos en el lugar del otro) nos
permite ver que esto no es así en absoluto. Además debe decirse que aunque alguien, en
estas sociedades de clase, se sienta “incontrolado”
y plenamente libre, porque hace lo que
quiere y/o lo que “sus principios” les
indican, eso que él “quiere hacer” y esos “principios”,
que lo inspiran, le han sido inculcados por el medio familiar y
social en el que se desarrolló y, en ellos, fue
formateado y moldeado, por años
de trabajo de las agencias de control del sistema sobre su cabeza filosófica y
política pensante Y hoy, esas agencias y
todo su mundo de redes, desde las familiares, escolares, mediáticas
policiales y un largo etc., siguen influyendo sobre él y sobre nosotros.
La cuestión es hasta qué punto somos conscientes de la existencia de estas formas de control, sutiles algunas y no tanto otras, y de la manera que
operan sobre nosotros, ya que ahí
empieza la verdadera libertad. No vamos a
debatir acá sobre el añejo tema de libertad versus determinismo, pero, en todo caso, respecto de la cuestión
del control, más que plantear la falsa dicotomía entre sociedades con control e
imaginarias sociedades de grandes espacios de
libertad individual (que no existen, ni nunca existieron), el debate serio y útil sería aquel acerca
de cuáles son las formas concretas de control social , quien las implementa, a quienes representan
esos que las implementan y a qué intereses y propósitos responde la estrategia
general de control de que se trate.
En el diario digital Sputnik del
8/4/20 bajo el titula “Destacan el inevitable aumento de control” se señaló que
“ Los sistemas de control y vigilancia a ciudadanos de cualquier país siempre
han existido y solo se irán reforzando, señaló a Sputnik el representante del
Centro de Innovación Skolkovo en China, Evgueni Kosolápov…Siempre hemos estado bajo control, observados.
Cualquier Estado, sea China o Corea, localizará a una persona, si lo necesita.
Hubo control y lo hay, era lento, en una caja de cambios manual, ahora está
pasando a una caja de cambios automática, es un proceso inevitable". Y se agregó que “Sin
embargo, el experto declaró que por ahora solo con respecto a Corea del Sur se puede hablar de un sistema de
control digital total sobre la ciudadanía en el contexto del coronavirus”. Aun
así ¿hubiera sido preferible que Corea
del Sur no utilizara el sistema de
reconocimiento por considerarlo
“orwelliano”, y hubiera renunciado a
contener la primera ola de la pandemia del modo rápido y eficaz como la controló?
¿Cuándo
termine la pandemia?
Otro tema al que hay que
referirse previamente es el de la suposición expresa o implícita en muchas de
las opiniones predictivas a las que nos referimos acerca del final de la pandemia. Se hacen
pronósticos afirmando que lo que se predice, para bien o para mal, va a tener lugar: “cuando pase la pandemia”. Como si en determinada fecha más o menos
próxima el coronavirus vaya a desaparecer por completo y el mundo pase a quedar
indemne de resurgimiento de contagios, nuevas olas, mutaciones o aparición de otros virus tan o
más “virulentos” que este.
Habría que decir, en principio,
que hay que usar con cuidado, o relativizar, eso de:
“cuando acabe la pandemia…”, en tanto que ésta, (no es triste la verdad, lo que no
tiene es remedio) se podría afirmar, que
no va a acabar por mucho tiempo, al menos no en forma definitiva. Aunque disminuyan sensiblemente los casos de
Covid 19, producidos por el virus SARS
cov2, estas posibles infecciones, de propagación mundial, que ya habían empezado antes, como el SARS, el Ebola o la gripe A, no son más que formas en que se expresa el peligro latente de contagio mundial de enfermedades transmisibles,
en una humanidad con siete mil millones de habitantes, que apunta a llegar a los diez mil millones, y
todos interconectados y en desplazamiento permanente. De lo que nos estamos
dando cuenta es de que hemos transformado al mundo en un “mundo pandémico” y de
lo que se ha de tratar de ahora en más es de como modificamos nuestras formas
de vida para neutralizar y superar los efectos sanitarios que se generan. Thomas
Wright miembro principal de la “Brookings Institution”, en su artículo “Estirando el
orden internacional hasta su punto de ruptura”, con el que, en términos generales, discrepamos
de su visión en cuanto a las posibles salidas de la crisis económica, dice, sin embargo, ciertamente, que “El mayor error que pueden cometer los
analistas geopolíticos puede ser creer que la crisis terminará en tres o cuatro
meses. Es muy probable que, una larga
crisis pueda estirar el orden internacional hasta su punto de ruptura. Incluso
después de que haya una vacuna disponible, la vida no volverá a la normalidad.
COVID-19 no fue un cisne negro y no será la última pandemia. Un mundo nervioso
cambiará permanentemente. Nunca antes un solo evento había cambiado la vida de
todos simultáneamente y tan repentinamente”. Es decir es un evento único en toda la
historia dela especie humana, como al fin y al cabo lo es la globalización y la
actual densidad demográfica, y, de aquí
en más, lo consecuente sería que se sigan produciendo situaciones que tampoco
hayan sido experimentadas anteriormente en la historia conocida. En el
anteriormente citado diario digital
Sputnik otro titular reza “El 'american
way of life' podría estar tocando su fin. Ese, y gran parte de los estilos de
vida del globo. El culpable: el coronavirus. El autor de la afirmación: el
editor de la revista Technology Review, Gideon Lichfield, una publicación que
está estrechamente ligada el archifamoso Instituto Tecnológico de Massachusetts
[MIT]”.
Hay científicos, por ejemplo, que relacionan esta alta potencialidad
de los virus a diseminarse, con la
producción industrial de animales para el consumo ( reportaje a la investigadora
del grupo de acción sobre Erosión tecnología
y concentración, Silvia Ribeiro,
en el diario argentino Página 12 del 3 de abril), práctica industrial
que, por el momento, es inimaginable de
poder abandonarse así como así, sin desencadenar un problema alimentario
de proporciones gigantescas que causaría muchas más muertes que cualquier pandemia. Un simple ejemplo del desafío frente al que nos
encontramos.
También se habla de rebrotes de
la pandemia actual como lo señala el doctor Zhang Wenhong, quien encabeza la
lucha contra el coronavirus en la ciudad de Shanghái, quien asegura que dentro de medio año el mundo se
verá obligado a resistir un nuevo brote del covid- ( publicado en Sputnik el 19. 14 abr 2020)En otro artículo de RT en español, del 29 de abril Luis
Segura afirma : “ Aunque hayan
pasado casi seis meses desde el brote de la pandemia de coronavirus o covid-19
y, de momento, se hayan registrado más de tres millones de contagiados y más de
200.000 muertos, no podemos ni siquiera predecir un futuro inmediato debido a
que existen muchas incertidumbres que todavía no han sido resueltas…podría
conseguirse una vacuna, pero no servir para terminar con el virus al estar el
SARS-CoV-2 en constante mutación –en España y solo en el mes de marzo se
identificaron veinte cepas diferentes, las cuales, además, no son iguales que
la original que apareció en China–. Por tanto, aún encontrándose una vacuna,
esta podría ser ineficaz. Es más, incluso, el virus podría mutar y volverse más
agresivo y afectar a grupos de edad a los que hasta ahora no había afectado”.
Parece que habrá, entonces, que convivir un largo tiempo
con los virus y con las fluctuaciones de la cantidad de infectados y consecuentemente con cuotas de muertos por
esas infecciones. Con lo que, lo más
probable, es que, de ahora en más, debamos empezar a vivir en semi-cuarentenas
permanentes, tratando de evitar, todo lo
que se pueda, las aglomeraciones y
utilizando al máximo las posibilidades del teletrabajo y de las
reuniones on line y obviamente de la comunicación interpersonal on line (esto
último ya se venía haciendo pero ahora tendrá que ocupar un lugar más
exclusivo). Hasta el barbijo se transformará, tal vez, en parte de la
indumentaria cotidiana de la nueva realidad a la que nos abismamos. Cuando se dice que la vida tal como la
conocimos hasta ahora no va a seguir así, se está hablando, entre otras cosas,
de esto. No se puede seguir
transportando gente amontonada, ni aglomerarse para ver espectáculos o por simple divertimento, al menos ya no de la forma en que se ha venido
haciendo hasta ahora. Estamos entrando en la era de la comunicación virtual en
serio. Resuena la letra de la canción de
la banda argentina de rock “Los Redonditos de Ricota”, acerca de que: “el
futuro ya llegó” y “llegó como vos no lo esperabas…todo un palo, ya lo ves”. (Todo un Palo. 1987. Del
cielito records)
Ante todo esto y aunque sea
obvio, hay que señalar que de ninguna manera esto quiere decir que se haya acabado ni la acción,
ni las manifestaciones, ni la institucionalidad, ni la teoría o la
investigación política, ya que la
política es básicamente la fuerza (y la
confrontación) de las ideas y esta
fuerza, hoy, tiene muchísima importancia dado que, de acuerdo a la corrección
con que hagamos la caracterización de la situación y los pronósticos sobre lo
que irá sobreviniendo, mayor o menor será la capacidad de las acciones que se
lleven a cabo para superar la misma. Además estas ideas tienen hoy muchos medios de manifestarse y expandirse
exponencialmente que no implican necesario amuchamiento (y que son en todo caso
tan o más eficaces que las acciones con contacto físico). Aunque también es
obvio que, cuando las circunstancias ameriten la congregación física, está tendrá, inexorablemente, lugar más allá
de cualquier pandemia, o de cualquier control social, aunque se trate de
cientos de miles en las calles, con
máscaras y antiparras caseras.
Pero ya no habría, al menos no
rotundamente, un “cuando termine…”. Lo nuevo ya empezó, y empezó de esta manera,
así que vayamos adecuándonos, y buscando las formas pertinentes de acción
política, porque llegó para quedarse.
¡Continuidad del capitalismo?
Entrando, ya si, al abordaje del tema que se adelanta en el título de
este trabajo, vemos que, dejando aparte a los que piensan ( ¿y desean?) que nada cambiará o que
el capitalismo saldrá de esta fortalecido, algunos
otros opinan, ante la crisis económica agravada o acelerada por
la pandemia, que lo que está en la
picota es el neoliberalismo o el
“capitalismo como lo conocimos hasta ahora” y deslizan la necesidad de
importantes “reformas”, con lo que
queda en claro que, según ellos,
capitalismo va a seguir habiendo, solo que hay que mejorarlo. Y
esto sobre la base “empírica” de que
hace mucho que existe y que otras veces que se predijo su caída esta no fue tal
y que hubo otras crisis y el capitalismo salió de ellas incluso “fortalecido”.
Quienes así piensan imaginan,
en muchos casos, un regreso a una forma generalizada de estado benefactor o intervencionista renaciendo al estilo
Europa o EEUU de la posguerra, (como si la historia no hubiera transcurrido y
se pudiera volver hacia atrás solo deseándolo a partir de la desesperación). Aquí
también hay una cierta falacia en la proposición ya que,
si ese intervencionismo estatal, se está imaginando en una forma
autónoma de intereses privados y para todos los países y regiones del mundo
(absolutamente todos) y no solo para los
países industrializados (como lo fue en el SXX), lo que se está imaginando, en realidad y
aunque se evite expresarlo, es un
sistema mundial que ya no podría denominarse capitalista y al que le vendría más ajustado el término de socialista (no
socialdemócrata) o en tránsito al socialismo.
También hay pronósticos que anuncian la desaparición del capitalismo
pero lo hacen con superficialidad. Slavoj Zizek es sin duda un erudito y a él
debemos que se haya mantenidos las referencias a Marx e incluso a Lenin y Mao
aun en los más oscuros tiempos de la verborragia postmoderna y, también le
debemos, precisamente, las refrescantes diatribas contra ese pensamiento obscurantista
de esta última modernidad. Es un “rock star” de la filosofía, como se definiera
él mismo hace ya un tiempo. Gusta impactar con sus afirmaciones provocativas y
generalmente lo logra. Esta vez lanza la opción (de segunda mano) de “barbarie
o comunismo reinventado”. Si lo hubiera dejado en los desadjetivados términos
de Engels o Rosa Luxemburg hubiera sido poco original, pero, al menos,
oportuno. Sin embargo hubo de agregar lo de “reinventado” con lo que vació la
famosa fórmula propuesta, ya que, en tanto no defina (y no lo hace) en que
consiste tal “reinvención”, la alternativa se transforma en: barbarie o algo
(“alguna forma”) que está enla cabeza de Zizek pero que no dice qué es, ni
siquiera agrandes rasgos.
El capitalismo ha llegado a su fin (es decir al momento en que la
humanidad le pondrá fin)
En su artículo “La economía mundial al principio de la gran recesión publicado
en la revista Herramientas n° 28 de
2020 (https://herramienta.com.ar/articulo.php?id=3171), Francois Chesnais refiriéndose
a Michael Roberts, recordó que para este guru de la teoría de la baja de la tasa de
gananias retener tres leyes marxistas eran las fundamentales y lo cita: “1° La
ley del valor: sólo el trabajo crea valor. 2° La ley de la acumulación: los
medios de producción se incrementan para aumentar la productividad del trabajo
y para dominar el trabajo. 3° La ley de la rentabilidad: las dos primeras leyes
crean una contradicción entre el aumento de la productividad del trabajo y la
disminución de la rentabilidad del capital. Esto sólo puede superarse mediante
crisis recurrentes de producción e inversión; y a largo plazo, mediante la sustitución del capitalismo”. El resaltado es nuestro en tanto que aquí estamos planteando que ese largo plazo ya ha concluído
Chesnais agrega que “el problema
consiste en no darle una formulación ahistórica. .. enunciar la ley en términos
que trasciendan las sucesivas fases de desarrollo (capitalismo de libre
competencia, capitalismo monopolista, capitalismo financierizado) que han sido
identificadas por los marxistas (Hilferding, Lenin, los teóricos de la
financierización)…”. Y nos muestra una
figura de Roberts

También se refiere Chesnais al argentino Esteban Maito de quien
Roberts extrajo los datos para los primeros años de su cuadro cuando este cita a Henryk Grossman: “A medida
que las contra-tendencias se debilitan, los antagonismos del capitalismo global
se agudizan gradualmente y la tendencia al derrumbe se acerca cada vez más a su
forma final de hundimiento absoluto”.
Finalmente Chesnais señala que “muchos
parámetros han cambiado en comparación con el período de crisis de 2007-2008.
No sólo se trata de la pérdida de eficacia de los instrumentos monetarios, de
la pérdida de efectividad de las intervenciones de los bancos centrales y del
elevado nivel de la deuda pública, sino también de la capacidad de acción de la
burguesía mundial.
Hoy, más que nunca, la economía ha perdido relación con el ámbito
productivo existe una enorme economía de
papel, alimentada básicamente por la persistencia de los déficits públicos y
los mecanismos de innovación financiera, que no se corresponde con la
situación real de la economía. Basas siempre mayores de capitales especulativos
y ficticios se mueven de un lado hacia otro buscando en las inversiones
financieras una rentabilidad que no encuentran en el sector real de la economía,
debido a la caída de la tasa de beneficio en este podemos concluir que el
sistema capitalista se ha ido convirtiendo en realidad en un capitalismo
ficticio, cuyas reglas de juego son radicalmente distintas y hasta antagónicas
al clásico capitalismo productivo, esto es el fundado en la generación y acumulación de plusvalor
( ver “Siglo XXI Crisis de una
civilización” Machalita Bbmuckk Academia Edu. )
Queda en claro, entonces, que el
problema con que se enfrenta el mundo capitalista terminal es el de su modo de producción en sí.
Este modo de producción, en su fase neoliberal
global, de hecho favorece, cuando no genera directamente, estas
pandemias y muchos otros males “colaterales”, pero el principal perjuicio que genera es la
pobreza y la exclusión social crónicas y crecientes, y la alienación individual, la violencia bélica y social y la
destrucción del equilibrio ecológico del planeta. Las “relaciones de
producción” que el capitalismo, en su
etapa financiera neoliberal, impone y necesita
están “trabando el desarrollo” de las “fuerzas productivas” en el
estricto sentido marxista de los términos.
Entendiéndose, como debe
hacerse, que, hoy por hoy, “desarrollo
de fuerzas productivas” implica ya, directamente, desarrollo de las condiciones de
vida humana, sustentable, sin exclusiones y en armonía con el hábitat, se llega a la cuenta que el capitalismo, en su forma actual de neoliberalismo,
no solo obstruye esta posibilidad, que es real teniendo en cuenta el desarrollo
científico técnico (con los recursos actuales podría vivir toda la población
del planeta con sus necesidades básicas satisfechas y oportunidades de
desarrollo individual para todos), sino que, en principio, altera el desempeño de las fuerzas
productivas humanas al imponer pautas de consumo (y por ende de producción)
sectoriales, irracionales, innecesarias
y superfluas y dejar fuera del consumo básico a más de la mitad de la población
global. Y finalmente las destruye con las muertes masivas de seres humanos en guerras,
migraciones forzosas y pandemias,
y destruye la fuente misma de los recursos, es decir el planeta.
Un ejemplo concreto de esta irracionalidad, en el momento actual, es
la decisión de EEUU de desfinanciar, nada menos que, a la Organización Mundial de
la salud en medio de una pandemia o de instar a la culpabilización de
China en lugar de unirse con ella para
la lucha contra un mal del que EEUU es el principal afectado. Impactante es al
respecto la lectura de esta nota de
Sputnik del 14.04.2020, cuyos párrafos
esenciales reproducimos: ”La pandemia se
expandió a la velocidad del avión porque las grandes transnacionales y del
mundo financiero no quisieron interrumpir sus negocios a tiempo. Donald Trump y
Boris Johnson subestimaron la enfermedad, hasta que el primer ministro
británico terminó en cuidados intensivos. Las grandes fábricas de Bérgamo, en
Italia, se negaron a dejar de producir. Confindustria, la patronal industrial
italiana, lanzó el 28 de febrero una campaña con el hashtag #YesWeWork",
"Bergamo non si ferma", y continuaron la actividad hasta el 23 de
marzo, cuando el brote ya hacía estragos, forzando a los trabajadores a
realizar paros y huelgas para obligar a cerrar las fábricas, a pesar de lo cual
numerosas actividades fueron exentas. En el corazón financiero del mundo, Nueva
York, con 20 millones de habitantes, la cuarentena solo se hizo efectiva el 22
de marzo, cuando ya iban más de 7.000 contagios. "Disculpen nuestra
arrogancia como neoyorquinos —dijo el gobernador Mario Cuomo el 2 de marzo—,
creemos que tenemos el mejor servicio médico del mundo justo aquí en Nueva
York. Cuando se compara lo que pasó en otros países con lo que pasa aquí, no
creemos que vaya a ser tan malo", dijo”. Capitalismo en estado puro.
Es claro que cuando decimos que
todos podríamos vivir bien y en equilibrio “biosférico” estamos suponiendo una
inconmensurable reducción de gastos superfluos y lujos y modificaciones
esenciales en las pautas de consumo, en tanto
que, sin ese presupuesto, no se puede pensar en darle casa, vestimenta,
educación, salud y comida a todos, pues el mismo planeta no lo aguantaría. Por
cierto que, para que un mundo sin excluidos, en términos reales, sea posible, habrá que asumir algunas formas
de planificación demográfica, pero ello no puede hacerse hasta que no se supere
la dialéctica del señorío y la servidumbre que atraviesa desde hace milenios la civilización ya que,
sino, en lugar de planificación
demográfica humanitaria habría alto riesgo de caer en privaciones del derecho reproductivo raciales y clasistas.
Hemos llegado al momento en que es necesario sustituir globalmente este modo de producción (y de vida) por otro
superior, como ya lo había anunciado Marx,
porque ahora se empiezan a dar las condiciones leninistas en cuanto a
que: “los de arriba no pueden y los de abajo no quieren” mantener el sistema
actual. Al respecto hay que decir
que por primera vez en el seno del propio mundo capitalista se
están poniendo jurídicamente en duda, en forma cada vez más generalizada, la
naturaleza de las relaciones de propiedad y los principios mismos de la
propiedad privada al plantearse la
necesidad urgente de hacer prevalecer lo público sobre lo privado. Ya se habla
de impuestos a las grandes fortunas, se ordena a grandes fábricas de
automóviles producir respiradores y las
estrategias gubernamentales se ven cada vez más dispuestas a avanzar contra cualquier
interés privado si la urgencia lo requiere. Proyectos y acciones
gubernamentales que habrían sido inimaginables hasta hace muy poco.
Desde un punto de vista
materialista histórico, es decir para el
marxismo, los sistemas socioeconómicos
tienen, precisamente, historicidad, es decir tienen comienzo y fin. Eso lo
sabemos (los que queremos saberlo
seriamente) a partir, por lo menos, desde Vico o Hegel, y los marxistas lo sabemos ya con más
precisión desde obras como “la Ideología Alemana (1853) y los “Grundrisse” (publicados en 1939)
y el propio Manifiesto (1848).
Es cierto que Lenin vaticinó el
fin del capitalismo a partir de que este
entró en su fase imperialista (1880 circa) y, es de suponer, que él esperara (nunca lo dijo) que, con el desarrollo mundial de la revolución, a partir del triunfo bolchevique en Rusia (1917),
que, a más tardar, para las décadas del 30 o del 40 de ese siglo en que él
vivía (XX), se hubiera ya extendido, definitivamente triunfante, por todo o
casi todo el planeta o, al menos, sobre los países más industrializados. Por
eso hablaba del “imperialismo” como fase superior del capitalismo en el sentido
de segunda y última.
Curiosamente, o no tanto, en
las décadas del 30 y el 40 lo que se desarrolló fue el fascismo, con el que los grandes capitales europeos (incluidos
los de los países “antifacistas”)
pusieron drásticamente fin a la
posibilidad de una expansión de la revolución socialista a toda Europa y
consolidaron el aislamiento económico mundial de la URSS y de la República Popular
China.
Pero ahora sí, se puede saber, teniendo a nuestra disposición los datos provenientes de la misma consecución
histórica desde aquellos tiempos hasta
nuestros días, que las etapas del
capitalismo no eran dos (capitalismo de libre competencia e imperialismo) sino tres
(precisamente el número dialéctico): 1 capitalismo de libre competencia
(1400-1870/80), 2 imperialismo (1890-1985/90) y 3 ( y último) globalización neoliberal y financiera (esto lo hemos
desarrollado en nuestro “Globalización tercera –y última- etapa del capitalismo
. Ed Luxemburg BA 2011). Por lo que,
desde nuestro punto de vista, la crisis del neoliberalismo, que tanto se
anuncia ahora, pandemia mediante,
implica la finalización de todo el sistema capitalista como modo de
producción y no solo de su connotación neoliberal, advenida en los 80/90. Algunos autores que también lo
ven así son Wim Dierckxsens y Walter Formento. En la página de internet del
primero, afirman que: “Lo que se nos viene encima es una crisis de una magnitud
que solo se ha visto en dos ocasiones en los últimos dos mil años. La primera
fue entre los siglos IV y VI (entre los años 300 y 500 dc), cuando el Imperio
Romana y el esclavismo desaparecieron y surgió el feudalismo. Y el segundo
momento vino con el declive del feudalismo y el surgimiento del capitalismo a
partir del siglo XVI (año 1500), cada una con su propia racionalidad económica”.
Desde el punto de vista dialéctico , es decir desde el más puro
análisis hegeliano-marxista una de las más importantes diferencias entre la postura idealista mecanicista de la evolución gradual rectilínea de “repetición
empecinada” y la evolución dialéctica está en que esta última descubrió entre
otras múltiples cuestiones la del salto de lo cuantitativo a lo cualitativo, un
salto revolucionario, el desafío leninista está en determinar el punto o la línea
nodal donde surge la discontinuidad y ello no se hace ( no se debe hacer) en
forma de apuesta irresponsable ( que lleva a considerar a cada
momento que nos hallamos en una situación revolucionaria) sino en
advertir a partir del análisis dela “situación concreta en el momento concreto”
a partir de los datos de la realidad cuando se está verdaderamente ante las condiciones
objetivas y subjetiva para la gran transformación revolucionaria. Nosotros
creemos que el resumen fáctico
desplegado en este artículo proporciona los elementos suficientes para ello.
La crisis del sistema es anterior a la pandemia
Hay que aclarar que este fin de
ciclo no está, obviamente, determinado por la pandemia, la que es un efecto totalmente (¿?) coyuntural, sino que se veía venir desde mucho antes, por
lo menos desde la crisis de 2008, de la que, dicho sea de paso, el mundo no había
salido todavía cuando se inició la pandemia,
y no ha salido hasta ahora. Es decir que
esta es una crisis dentro de aquella crisis. La debacle se avecinaba. De
hecho uno de los desencadenadores de la
crisis financiera y de las bolsas de valores fue la actual crisis del petróleo,
que según Dierckxsens y Formento se desarrolló: “como forma de una guerra por la energía y la producción
real, una guerra geopolítica para mantener dividida a Europa. Para que la Unión
Europea pos-Brexit anti-globalista no consolide su articulación con Rusia y el
multipolarismo BRICS”.
Y esa crisis del petróleo trae de su mano una crisis monetaria que como lo señalan los mismos autores lleva “a
una fragilidad muy elevada al esquema de moneda de reserva mundial Dólar-Petróleo,
impuesto por las corporaciones multinacionales norteamericanas en 1973” pero “Ahora,
la crisis del patrón monetario Dólar-Petróleo ha ingresado en otra crisis…. Una
crisis donde se pone de manifiesto concretamente que el patrón monetario
impuesto por una correlación determinada de poder mundial -1950<>1973-
también ha llegado a su fin y con él el
sistema fínanciero….” ( página de Wim Dierckxsens de internet). El derrumbe
nunca antes visto del petróleo del 20 de
abril de este año no es más que parte del síndrome que indica la enfermedad
terminal del sistema.
Es decir que estas crisis
energéticas, comerciales y monetarias no fueron generadas por la pandemia, sino
que la precedieron y fueron, y son,
síntomas de la crisis general financiera
y económica del sistema, que ya no tiene posibilidad de recuperación bajo las
reglas que lo llevaron a la situación en la que se encuentra.
Las supuestas recuperaciones
económicas post 2008 de las grandes economías capitalistas (entre las que,
obviamente, no incluimos a China) se produjeron, no a partir de aumentos reales
de la producción, ni de una reorganización de la misma, sino de emisiones monetarias gigantescas
con el llamado “quantitative easing”. Es decir no se solucionó la crisis
sino que se “pateó la pelota para adelante”, ¡dándose créditos a sí mismos
mediante la emisión monetaria y de valores en forma descontrolada!. Emisión que
ni siquiera se dirigió al sector productivo o al consumo, sino, exclusivamente,
al financiero.
Los trillones de dólares inyectados por el gobierno estadounidense,
con el fin de evitar una implosión de su sistema financiero han beneficiado en
lo fundamental a este sector. Los grandes bancos que recibieron estos fondos no
los prestaron para reactivar la economía real lo que hicieron, en primer lugar,
fue mejorar sus balanzas para poder pagar a sus directivos gratificaciones sin precedentescon el consentimiento fraudulento del gobiern
ajustaron los valores ficticios a los reales, o sea, todo fue preparado para que la
especulación bancaria continuase. Así,
los cuatro mayores bancos han colocado trillones de dólares en productos
derivados. (ver “Siglo XXI Crisis de una civilización”. Machalita Bbmuckk. Academia Edu.)
Hoy se ha vuelto producir,
principalmente desde la FED y el tesoro norteamericanos, una emisión descomunal de billones (millones
de millones) de dólares, nunca antes vista (hay que reconocer que esta vez sí se destinó
una parte al consumo y a sectores productivos aunque sin demasiada
planificación) pero ya no alcanza, las bolsas podrán (fieles a su naturaleza
cortoplacista) fluctuar, y hasta tener avances, pero su caída definitiva es imparable.
SI consideramos entonces al proceso histórico del capitalismo dividido
en etapas y aceptamos la hipótesis de
que estas etapas son tres, podemos afirmar que ahora sí, nos encontramos en el
final, de la última etapa, de toda la
progresión histórica del sistema capitalista y, los efectos que están a la
vista, son solo el comienzo de todo un
período de transición a un nuevo modo de producción y de nuevas formaciones económicos sociales en el pleno
sentido marxista que tiene estos términos.
El “leninismo” actual
Sin embargo el advenimiento del
socialismo mundial (ni socialdemocracia, ni estado benefactor, que son reliquias
del siglo XX) no se va a dar a partir de
marchas triunfales de ejércitos liberadores, ni de guerrillas victoriosas
accediendo al poder, ni de guerras civiles en las que gana el bando “bueno”, sino a partir de la evidente superioridad para
afrontar la crisis de los países con
gobiernos en manos de Partidos
Comunistas (especialmente China, pero también Vietnam, Cuba y Corea del Norte )
o de gobiernos “populistas” (no por casualidad aborrecidos por las grandes
burguesías) y , además, por el alzamiento
cívico y los pronunciamientos electorales de los pueblos del tercer mundo y de los mismos países
capitalistas centrales, contra las políticas de los grupos financieros globales
y demás elementos parasitarios de la sociedad .Pero toda esta pluralidad y
diversidad de agentes locales y globales , institucionales y populares deberán
actuar, cada vez más, en una sinergia de complementariedades, solidaridades y
acoplamientos de fuerzas,
constituyéndose así en un único gran sujeto político internacional con
expresiones propias nacionales. Todo este
en conjunto complejo conforma hoy el
sujeto histórico revolucionario (así lo expusimos en nuestro “El sujeto
histórico en la globalización Ed Centro Cultural de la Cooperación BA 2015).
Con respecto a la superioridad
China frente a las crisis económicas o
sanitarias John Ros investigador principal del Instituto Chongyang de Estudios
Financieros, Universidad Renmin de China señalo en su artículo “La vida humana
está por encima de la economía en una
pandemia”, que: “ El mejor desempeño de
China ante los EE. UU., tanto en la
crisis de 2008 como en el brote de Covid-19 significará un cambio geopolítico a
favor de Beijing. Mientras más tiempo continúe Estados Unidos con su desastrosa
respuesta pandémica, mayor será el cambio. La pandemia tiene un curso global
claro. A pesar del brote de coronavirus que comenzó en China, Beijing lo ha
controlado rápidamente: el número de casos de transmisión nacional se redujo a
prácticamente cero a fines de marzo. En los Estados Unidos y Europa occidental,
por el contrario, el número de casos aumenta vertiginosamente sin un pico a la
vista.” Y que” En los últimos 12 años, el mundo ha pasado por dos enormes
pruebas globales: la crisis financiera internacional y la pandemia de
coronavirus. En ambos, China ha superado por mucho a Estados Unidos. Esto
conducirá necesariamente a un cambio importante en la geopolítica a favor de
China. Mientras más tiempo continúe Estados Unidos con su actual respuesta
desastrosa al coronavirus, mayor será ese cambio.”
Hay que tener en cuenta que, lo más probable, es que las grandes economías
del capitalismo neoliberal, occidental no implosionen abruptamente ante la
crisis (y esto es bueno pensando sobre
todo en las personas que habitan dichos
países) sino que, de la mano de
liderazgos cada vez más centralizados, de
corte industrialistas, neo-roosveltiano
o desarrollistas, con planes keynessianos, pero, con una, seguramente creciente, participación y control ciudadano (al
menos mediante mecanismos de rendiciones de cuentas), vayan sentándose a la mesa del tablero mundial,
con el bloque de aquellos otros países, que hoy aparecen como la alianza
estratégica de China con Rusia (pero que
son mucho más que eso). Y lo que se empezará a discutir, y a acordar, en este nuevo espacio (adopte la
forma que adopte) serán, inevitablemente, nuevas formas de organización
mundial de lo político y lo económico, que habrán de implicar
necesariamente la planificación económica y la reformulación de las pautas
productivas pero principalmente las de
consumo. Quienes llevaran a cabo estos acuerdos deberán ser, ya sí, alianzas exclusivamente
interestatales (sin participación ni directa ni indirecta de intereses
privados), y tales acuerdos habrán de contemplar, fundamentalmente, la
redistribución de la riqueza en orden a los intereses primarios de todos los habitantes del planeta y del planeta
mismo, sin exclusión de nación alguna. Sin alguna performance de este tipo no
hay salida posible de la crisis (aun para quien la
vea desde la óptica más conservadora).
Los ya citados Dierckxsens y Formento) ven asimismo que: “la Gran Formación Social
Emergente (con China como epicentro y el tándem chino-ruso como motor) propone reconectar
el capital ficticio a la economía productiva, redes de comercio, inversiones en
infraestructuras y aprovechamiento de la energía en curso, de cara a una transición
energética. Y generar una Zona de Estabilidad, en definitiva, para posibilitar
una alternativa post crisis al mundo con miras a una posible transición
posiblemente gradual al postcapitalismo… no sería nada
de extrañar que Trump y Xi Jinping logren un acuerdo para que con China formen
un frente internacional
para afrontar el coronavirus…. No habrá duda entonces, que Xi Jinping está en
posición en óptima de negociar con Trump quien ya tuvo comunicación telefónica
con el presidente de China. Putin, Trump y Xi Jinping ya están hablando de
sentarse después de las elecciones en Estados Unidos, y decidir las nuevas
reglas del juego para este mundo post
crisis.”
Por qué no pensar entonces que, una transición hacia el post-capitalismo,
será, inevitablemente, “desigual y combinada”, con avances profundos en algunos
terrenos como la des-financierización de la economía, la des-mercantilización
de la sanidad y la seguridad social, (por ejemplo) en primer término e,
inmediatamente, abordando (conscientes de las resistencias de la gran burguesía financiera mundial y teniendo en cuenta las
correlaciones de fuerza), el control del casino financiero mundial, la
estatización de la industria farmacéutica (para que los medicamentos dejen de
ser una mercancía producida en función de su rentabilidad), y de las
industrias estratégicas y los medios de comunicación, amén de la recuperación pública de los llamados
“recursos naturales” (bienes comunes, en realidad).
Es decir que las bases del socialismo mundial se podrían empezar a
construir a partir de grandes acuerdos internacionales, de nuevo tipo, que
involucren principalmente, aunque no exclusivamente, a las grandes potencias
económicas mundiales junto a los líderes de las grandes religiones y a
organismos como las propias Naciones Unidas y otros actores de relevancia
global. Acuerdos, de nuevo tipo, que tengan por objeto ir eliminando la concentración hiper-multmillonaria
de capital en manos de propietarios-decisores individuales o de grupos elitistas como son
los grupos financieros globales actuales
(es decir ir desposeyendo a los “super” ricos), ir eliminando esta vez
en serio y definitivamente, de la faz de
la tierra, a la pobreza y la inaccesibilidad a los recursos naturales en la que
todavía está gran parte de la población mundial, e ir construyendo así una sociedad mundial
“medianamente acomodada”.
De todos modos hay que estar alerta frente a
llamamientos a constituir formas de “gobernanza global” que en realidad lo que
pretenden es institucionalizar el control mundial de la política y la economía
mundiales en forma directa por los grupos financieros internacionales. Hay que
saber distinguir los intentos globalizadores suicidas, provenientes de la
alienación política neoliberal, del
llamado sincero a una construcción de una globalización solidaria, inclusiva,
racional en el consumo y la producción ecológica y, finalmente, socialista
¿Que
hacer?
Lo que nos toca como sujetos políticos responsables, individuales, es difundir y explicar , desde nuestras organizaciones,
la idea de que están hoy dadas las condiciones para el cambio estructural
revolucionario , incluso a nivel mundial, y empujar la formación de bloques
intergubernamentales a niveles
regionales y mundiales, reclamando que
el primer orden del día, de la primera
jornada de funcionamiento de estos entes internacionales y regionales, sea tratar la cuestión acerca de cómo empezar a
implementar las bases de los cambios estructurales post capitalistas y
socialistas. Obviamente todo esto habrá
que hacerlo sin dejar de luchar por las
reivindicaciones concretas de cada sector
laboral o social, en cada lugar concreto, porque: el hecho de que estén dadas las
condiciones para el gran cambio, con el que hemos siempre soñado, no quiere decir que tal cambio vaya a
producirse por la ley de la gravitación
universal.
NO SE TERMINA SOLO EL NEOLIBERALISMO SE ESTÁ TERMINANDO TODO
EL CAPITALISMO COMO MODO DE PRODUCCIÓN. (ESTO DEBE ENTENDERSE
PARA IDEAR CON SUFICIENTE DETERMINACION LAS FORMAS DE ACCIÓN
PERTINENTES PARA EMPUJAR EL CAMBIO)
Mariano Ciafardini
Doctor en Ciencias Políticas
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