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miércoles, 25 de marzo de 2020

Un virus anuncia el final del capitalismo



Cuando en 1989  se cayó el muro de Berlín y al año siguiente implosionó la URSS,  se dio por sentado en el inconsciente colectivo de la humanidad (con algunas pocas excepciones) de que el socialismo y el comunismo proclamados por Marx y Engels habían sido una mera utopía sin posibilidades de realización efectiva y permanente. Hasta se teorizó a la ligera sobre el fin  las ideologías proclamándose el triunfo definitivo de las “democracias liberales” con EEUU como modelo. Pero, el tremendo aumento de la inequidad a nivel mundial y el surgimiento de amplios bolsones de pobreza aun en los países más “desarrollados” aguó rápidamente la fiesta del triunfo del capitalismo, arrojando nubarrones sobre su supuesta  capacidad de llevar a la humanidad a un buen puerto en forma definitiva. Las dudas en cuanto a un verdadero triunfo del capitalismo se fueron ahondando a medida que las crisis del sistema se siguieron produciendo aunque no hubiera ningún fantasma  comunista al que echarle culpas, ya en la crisis del 2008, no solo se cayó generalizadamente en la cuenta de que el capitalismo era un sistema exhausto sino que la bibliografía marxista volvió a salir de los anaqueles y a obtener “raitings” editoriales.
El capitalismo produjo, precisamente en aquellos días de la finalización de la experiencia soviética, una forma de organización política, económica y social de la humanidad  muy singular, que dio en llamarse globalización El desarrollo científico tecnológico ( desarrollo de las fuerzas productivas en el léxico marxista)  le permitió al capitalismo establecer un sistema mundial hiperconectado y con masivos flujos demográficos permanentes que impulsó la economía mundial a niveles de producción e intercambios sin precedentes. Sin embargo la profecía marxista  (de la contradicción entre fuerzas productivas y relaciones de producción) supuestamente superada por  un capitalismo que se reinventaba permanentemente a sí mismo, se vino a cumplir precisamente en el momento del aparente mayor logro del capital: la globalización del sistema. Resultó ser entonces que  las relaciones de producción y propiedad del capitalismo neoliberal de la etapa de la globalización  no sólo traban el desarrollo de las fuerzas productivas (en un sentido beneficioso para la humanidad) sino que están llevando al género humano al desastre con peligros de extinción. Esto ya se había puesto de manifiesto con la alteración de la ecología planetaria (problema que sigue hoy más vigente que nunca aunque haya salido de los grandes titulares por obvios motivos). La cuestión es que el desarrollo de las fuerzas productivas del capitalismo globalizado es un falso desarrollo,  un crecimiento hipertrofiado, degenerativo y perverso. El capital en su forma globalizada financiera  ha llevado a la humanidad a un tipo de producción irracional, de objetos no necesarios,  ha creado demandas de bienes fútiles y  ha puesto en funcionamiento gigantescos sistemas de servicios suntuarios totalmente prescindibles (con la contracara de miles de millones de excluidos totalmente del sistema). Millones de personas viajando por el mundo sin ninguna necesidad real ( con la contracara de las inmigraciones desesperadas huyendo de  la guerra o la pobreza) inversiones multimillonarias en divertimento y  entretenimiento y abandono de las inversiones realmente necesarias en educación y salud. El covid 19 podrá ser finalmente controlado (no sabemos aún a expensas de cuantas víctimas), pero el estallido de un sistema económico y político  de altísima fragilidad, como el del capitalismo globalizado que se basa en la dinámica de grandes grupos de capital financiero sin control estatal alguno, es ya irreversible. De esta crisis económica solo se saldrá  a partir de un retorno a un protagonismo del Estado  mucho mayor incluso que en el SXX (estado-benefactor) y del armado de un sistema económico mundial con planificación de la producción  y del consumo mundiales a partir de acuerdos intergubernamentales, en principio, y supra-gubernamentales  finalmente.  Es decir con la constitución de una gobernanza política global que articule a los estados nacionales en un gran sistema  mundial, con la re-estatalización de los sistemas vitales para el funcionamiento social como el financiero, el de las comunicaciones y transportes y el educativo y sobre todo el sanitario para empezar. ¿Resuena Marx no?.
Mariano Ciafardini
Doctor en Ciencia Políticas

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