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viernes, 9 de octubre de 2020

La decadencia del imperio americano (II)

 

La decadencia del imperio americano (II)

Cuando un sudoroso Richard Nixon  saco su pañuelo, para secarse la frente, la suerte, en su contra, estaba echada. Era el primer debate presidencial televisivo  de la historia. Poco se sabía  entonces del impacto real que habría de tener la televisión, que hacía un tiempo que  había llegado ya a una audiencia de  millones de espectadores, en el curso de  unas elecciones presidenciales. Pero ya empezaba a quedar en claro que, al menos en televisión, una imagen vale más que mil palabras. Kennedy pareció haberlo anticipado  y se mostró rozagante, ágil y dinámico,  dándole, precisamente, casi más importancia a la imagen (de eso se trata, al fin de cuentas, en la tele-“visión”) que al contenido de su intervención. Aunque no descuidó tampoco este aspecto e introdujo,  sorpresivamente,   el debate sobre cuestiones geopolíticas y, sobre todo, acerca de la firmeza que debía tener EEUU ante Jruschov (URSS), tema para el que Nixon no estaba preparado. De todos modos  este último, afectado por una febrícula (hoy un  asesor de imagen no lo hubiera dejado participar en  televisión en esas condiciones), no perdió la compostura y se dedicó a remarcar los logros del gobierno de Eisenhower, del que él había sido vicepresidente. Al menos en temas de imagen televisiva, por aquel momento en blanco y negro, la democracia norteamericana parecía lucir bien. La decadencia institucional, no obstante, estaba a la vuela  de la esquina,  Tres años después Kennedy caía asesinado  bajo las balas, en Texas,  y en 1974 Nixon renunciaba a la presidencia bajo acusaciones de corrupción. La  contundencia   de la perspectiva temporal nos permite hoy  confirmar aquella tendencia decadente. El miércoles pasado observamos, azorados, en CNN, imágenes televisivas, a todo color, de algo que se pareció más a un riña en el barro que a un debate por la presidencia  de la mayor potencia mundial (al menos, y esto es lo preocupante, en términos de arsenal militar y nuclear). Los improperios,  insultos y agravios, ni siguiera políticos, sino preferentemente  de índole personal, fueron el único contenido y forma, ya que ni siquiera se respetaron los tiempos propios de alocución de cada uno. Que Trump lo haya hecho no asombró demasiado, ya que ese es el estilo que le permitió ganar las elecciones pasadas y eso es lo que a su electorado parece agradarle de él (lo que indica que la decadencia norteamericana, como no podía ser de otra forma, tiene también raíces socio culturales) Pero también vimos, en  primicia, a Joe (sleepy) Biden, insultar y agredir, lo que no se sabe si lo benefició, por mostrar que tiene algo de sangre en la venas y por lo tanto está vivo, o si le hizo perder uno de los pocos atributos que lo diferenciaban positivamente de su grotesco competidor. Lo que sí quedó en claro es que el escenario lo manejó Trump y que Biden no está en condiciones de manejarse ni siquiera a sí mismo.  Dejemos en manos de los manipuladores de la opinión publica las conclusiones sobre quién ¿ganó? el debate. Quedémonos  con una conclusión irrebatible: la decadencia institucional del “Gran Hermano  del Norte” es irremontable  y lo peor de todo impredecible. Otra evidencia de la descomposición general del sistema es el “desmanejo” socio-gubernamental de la pandemia, del que el contagio de Trump y su esposa no son más que un símbolo patético. La corrosión política es tan grande que si no fuera porque es demasiado “conspirativista” se podría sospechar que alguien filtró a un supercontagiador entre el entorno del presidente para generar el dominó de contagios que lo terminó alcanzando.

Mariano Ciafardini

Doctor en Ciencias Políticas

martes, 29 de septiembre de 2020

La decadencia del imperio americano

 

La decadencia del imperio americano

La decadencia institucional de los EEUU no es una novedad. En la década de los años 60,  a poco de que Dwight Eisenhower denunciara  el poderío del complejo militar industrial y su perversa influencia en la política del país,  en el lapso de seis años,  murieron asesinados el Presidente John Kennedy,  el ex fiscal general y candidato a presidente Robert Kennedy y el líder afroamericano Martin King. Una época brutal en la que quedó en claro que poco tenía de realidad la afamada  “democracia americana”. Ya en los 70  se asistió  al vergonzoso escándalo de espionaje político de “watergate”, que  causó la renuncia del presidente Nixon, e inauguró la era de los “gates” para los sucesivos  episodios de mentira y  corrupción “urbi et orbi”. La cosa pareció calmarse cuando el comienzo de la globalización entronó a Reagan, Bush padre, Clinton y Bush hijo en las sucesivas presidencias. Aunque la segunda presidencia de  éste último se logró a través de un indiscutido fraude, mediante la complicidad de su hermano, por lo que hubo que recompensar al perdedor, Al Gore, con un premio Nobel de la Paz, que parece ser un remedio que los norteamericanos tiene para situaciones de emergencia. Era la época de oro del dominio norteamericano, frente a la decadencia e  implosión soviética, cuando se oyó el canto al “final de la historia”. Sin embargo  ese canto era en realidad el “canto del cisne” y la pretendida hegemonía definitiva norteamericana se vino abajo como un castillo de naipes (house of cards), cuando el aparatoso esquema financiero, montado al calor de la globalización, demostró ser no más que  un armado fraudulento. Ya el otorgamiento (de emergencia) a  Obama del premio Nobel ¡de la Paz! apareció como un esfuerzo, patético, para dotar al primer magistrado de un glamour, que el hecho de ser  el primer presidente afroamericano parecía no hacerle alcanzar, frente a la debacle económica financiera  que despuntaba. Pero con Trump la decadencia institucional  volvió como una recaída, la que sí parece ser definitiva. Nunca antes un presidente recién elegido fue víctima de ataques tan explícitos y graves (connivencia con un país extranjero para hacer fraude) a partir del día mismo de su triunfo electoral, ataques que se mantuvieron y agudizaron cada vez más durante su mandato. Más que en la “trampa de Tucídides”, ante el ascenso chino,  EEUU parece estar cayendo hacia dentro de su propio lodazal institucional, cuando, a un mes de la elecciones, Trump anuncia que desconocerá los resultados, si el no gana,  y la oposición demócrata no logró consenso para designar un oponente que al menos no sufriera de una demencia senil, que le hace confundir los datos de muertos por coronavirus en su propio país. A tal punto se anuncia una disputa no-democrática  por la presidencia  que parece ser que  las elecciones las ganará el que logre llenar el cargo vacante en la Suprema Corte, que aparece como  el canal institucional que, de ahora en más, va a determinar quién es el presidente en la “gran democracia del norte”. Se está llegando a hablar incluso de una sórdida guerra civil. Triste, solitario y, sobre todo, final.

Mariano Ciafardini

 Abogado  Doctor en Ciencias Políticas

jueves, 27 de agosto de 2020

El éxito soviético

El éxito soviético

Desde 1989 se habla, casi en un soliloquio universal, desde la derecha hasta la izquierda, sobre el “fracaso soviético”. Las consecuencias teóricas que sacan unos y otros, como corolario de la afirmación, son, por supuesto, distintas, pero la afirmación en si no se discute y, obviamente, quienes quedan mal parados a partir de ello, por más contorsiones intelectivas que realicen, son los izquierdistas. Por más que intenten enjuagarse las manos en las aguas del “antiestalinismo”, les resulta  muy difícil despegar, al pensamiento de izquierda en general y al marxismo  en particular, de semejante “fracaso histórico”, ni siquiera los trotskistas salen indemnes.

¿Pero y si no existiera tal “fracaso”? ¿O por el contrario si el “proceso” del llamado socialismo real, tomado como un todo, y, en particular, el balance del papel jugado  por la Unión de la Repúblicas Socialistas Soviéticas, no diera un resultado macro-político negativo, desde el punto de vista marxista, sino, por el contrario, el de un gran éxito histórico?

Porque la evidencia empírica sustancial que se esgrime, como contundente,  acerca de tal fracaso, es, simplemente, la de que la Unión Soviética dejó de existir y que los países que la componían , principalmente Rusia, prosiguieron como naciones independientes  en el marco de dinámicas económicas y  políticas propias  del sistema capitalista. Pero eso es sacar una conclusión simplista, a partir de un análisis superficial y coyuntural de los hechos, sensacionalista e impactante por lo catastrófico pero, sobre todo, parcial y ahistórico.

No es un análisis suficientemente profundo  para  un proceso histórico de tal envergadura (la primer toma del poder y mantenimiento de este, en toda la historia de la humanidad, que no fue llevado a cabo por un grupo económicamente hegemónico) y que, además, persistió política e institucionalmente por más de 70 años.

El solo hecho de que la URSS haya resistido y vencido al nazismo,  y aliviado en gran medida al mundo de tener que lidiar con semejante monstruo bélico y despótico, debería llevarnos a ser un tanto más cuidadosos a la hora de hablar de fracasos. Pero, además ¿cuántos movimientos de liberación,  de países neocoloniales y dependientes pudieron tener lugar, a la sombra del gran paraguas soviético? ¿cuántos movimientos populares hallaron espacio geopolítico para surgir y mantenerse en esa bipolaridad en la que la URSS se inmoló soportando un asedio y un boicot insidioso y permanente de parte de todo “occidente”? y, ¿cuántas luchas y triunfos obreros en sus reclamos  por mejoras en las condiciones de vida hubieran tenido un muy distinto resultado para peor  sin la existencia del país de los soviets,  que tuvo que  contrabalancear las avarientas tendencias de un capitalismo dominante y poderoso, durante todo el siglo XX, a costa de un esfuerzo económico  y bélico que no quiso pero que le fue impuesto insidiosamente e hipócritamente?

Pero no nos quedemos solo en ello, vayamos más allá  y arriesguemos   un interrogante que  no solamente pone en duda la afirmación del “fracaso de la URSS” y de la experiencia del “socialismo real” del siglo XX  sino que abona  la conclusión exactamente contraria:  ¿No es acaso el monumental proceso chino de la actualidad,  que no solo ha demostrado,  en  números concretos, su efectivo pathos socialista, al sacar de la pobreza a 800 millones de personas,  sino que aparece, indiscutiblemente, como el freno real, en términos geopolíticos y económicos, del neoliberalismo y las erráticas, por no decir suicidas, tendencias políticos financieras de los grandes grupos de especulación y fraude mundiales, una consecución evolutiva,  en forma de marcha y contramarcha dialéctica, de la gesta inaugurada por la Revolución de Octubre y continuada por  la URSS’.

La revolución China  fue uno de los tantos (el principal podríamos decir) movimientos de liberación nacional y construcción del socialismo que se pudo desplegar gracias a la existencia del “stopper” soviético. Esta condición de posibilidad de tales movimientos no resta mérito alguno a sus dirigentes  ni, especialmente en este caso, al pueblo chino, que pago con sangre sudor y lágrimas tal atrevimientos, pero hay que reconocer que, aun así, tal sacrificio hubiera sido en vano, de no existir ese muro de contención de la reacción mundial, que hubiera ahogado en sangre tanto a China como  a todos los otros movimientos populares que se desarrollaron en el S XX. Cuando  China, de la mano de Deng Xiao Ping adopta la política de la “Reforma y Apertura”, que la conduciría al monumental fenómeno político económico  en que se ha convertido, allá por el año 1978/9, ya se habían restablecido los contactos con la URSS, interrumpido principalmente durante todo el proceso de la revolución cultural y, según el propio Kissinger,  “el trato de camaradas había vuelto a ser la regla  en las relaciones chino soviéticas”. ¿No estaba, entonces,  de algún modo entonces la URSS “pasándole la posta” a la gran nación China y a su revolución socialista? ¿No sería esa la manera real de ver “el todo” de la cuestión? En este sentido, y teniendo en cuenta lo que es China hoy y lo que representa para la paz mundial y el desarrollo de los pueblos, habría que concluir, sin temor a exagerar, en que el proceso soviético  fue un éxito. Pero ello, claro, siempre y cuando se considere que China sigue en términos reales construyendo el  socialismo como continuidad de la tarea emprendida inicialmente por la URSS.

Veamos algunos análisis al respecto.

 

China y el futuro

Cristina Reigadas  en el Sitio web Eramus en un artículo titulado: “Visiones del futuro y encrucijada civilizatoria: China, Occidente y la pandemia” (Erasmus Año XXII - 2020 Artículos originales p. 127 en línea: junio de 2020)  ofrece unas muy interesantes reflexiones  acerca de China,  sobre todo teniendo en cuenta que su enfoque no es desde el marxismo  y que, además, no está exento de señalamientos críticos y planteo de dudas acerca del proceso chino actual tomado como un todo, lo que realza la pretensión de objetividad de  las citas que hemos extraído.

 Así Reigadas, desde un inicio, plantea que: “Mientras que la pandemia acentúa la debilidad política de Occidente y su carencia de ideas para enderezar el rumbo de la historia, pareciera que el peligro amarillo no sólo tiene una visión del futuro para sí y para el mundo sino que está dispuesto a ejecutarla con decisión y hasta con cierta arrogancia. Porque, además, ha salido victorioso de la pandemia.” Pero ya adentrándose en consideraciones “epocales” adelanta que: “Quizás porque desde hace siglos los imperios se han desarrollado en el terreno geocultural de lo que llamamos Occidente, y hoy la posta pasa…nuevamente a Oriente, Occidente corre el riesgo no sólo de perder el liderazgo mundial sino de tornarse insignificante, por cansancio y hartazgo cultural, impotente frente un sistema económico que ha producido más desigualdad y a un sistema político, la democracia y los Estados Nacionales, jaqueados por sus escasos rendimientos…Corre el peligro, sobretodo, de ser conducido por una potencia que no termina de comprender porque nunca la ha escuchado suficientemente”

 En cuanto a la Reforma Política Constitucional efectuada por el XIX Congreso del Partido Comunista Chino  en 2017, Reigadas  afirma que constituye: “un momento trascendente en la explicitación de esta visión. En él se anuncia una ‘nueva era’, ’el sueño chino como sueño de la humanidad’, una comunidad armónica, pacífica y próspera enlazada en un destino común, guiada por el principio rector del ‘socialismo específicamente chino’. Especificidad que conjuga hoy, en un experimento político extraordinario, distintas tradiciones culturales y políticas, tanto del pasado como del presente y las proyecta al futuro con carácter global…Lo ‘específicamente chino aúna la idea de igualdad y justicia del socialismo, la economía de mercado capitalista estatalmente orientada, la apuesta por la innovación tecnológica, especialmente digital y en el campo de la inteligencia artificial y el neoconfucianismo que aporta la legitimación por la virtud, todo esto anudado en un fuerte nacionalismo que constituye el consenso ideológico-político básico´”

Y agrega que “Lo ‘específicamente chino’ se ideologiza, se aleja de las influencias liberales existentes en los anteriores gobiernos a Xi, y en éste camino construye una línea histórica que va de Mao (reivindicado) a Xi, pasando por Deng. Con esta Reforma, Xi concentra el poder en su persona, aprueba la posibilidad de la reelección indefinida, se erige en el núcleo de la nación y su pensamiento en fuente de la doctrina política china. Sólo Sun-Yat-sen y Mao Zedong habían ostentado estos privilegios…’El Sueño Chino’ tiene como objetivos básicos eliminar la corrupción, asegurar un moderado bienestar para todos, recuperar el lugar que le corresponde a China en el mundo, promover la innovación (especialmente tecnológica), y llevar la sabiduría y logros chinos a otros pueblos. Así la ‘nueva era’ y el ‘rejuvenecimiento’ chino consisten en un desarrollo basado en la inclusión, la innovación, la regresión del nacionalismo (siendo esta cuestión paradojal) y de los populismos, y la concreción de ‘todos bajo el cielo’, una humanidad unida mediante la regla de la virtud”.

 Reigadas está convencida de que: “Esta visión no constituye un plan más de gobierno, ni para el Estado ni para los intelectuales que la sustentan: es un proyecto político, una épica y una utopía, que busca saldar la deuda que China tiene consigo misma y que finalmente tiene su kairós. Tan lejos llega este sentimiento que algunos consideran que se trata de un acontecimiento histórico-epocal extraordinario y único en los últimos 50, 500 (o quizás 5000 años)…Ciertamente el pasaje del sueño chino al sueño mundial llevará tiempo y no se transitará sin riesgos ni dificultades, dado que pasar de una Visiones del futuro y encrucijada civilizatoria: China, Occidente y la pandemia, de una globalización desigual y conflictiva a una pacífica, armoniosa y con equidad requerirá complejas negociaciones entre distintos pueblos, naciones y regiones, entre muy diversas organizaciones económicas, políticas y sociales, entre distintos valores, estilos de vida y culturas. En la realización del sueño, ‘Tianxia’, el ‘imperio’ y ‘la Iniciativa de la Franja y de la Ruta’ son cuestiones clave…Tianxia es el mundo. Y en cuanto utopía del mundo y del gobierno mundial es un orden moral universal que integra los valores e intereses del mundo, siendo superior a las naciones y a los pueblos…La civilización que pueda resolver los tres problemas básicos que la versión 1.0 del Imperio no pudo resolver: la desigualdad económica, el fracaso de los Estados, la declinación política, la ineficiencia de la gobernanza, la decadencia nihilista de la cultura, debidos al liberalismo económico, político y cultural, pondrá las bases para el imperio mundial 2.0. Estamos en los albores de este Imperio y ahora es el turno de China. El nacionalismo y el fortalecimiento del Estado, y la sinificación conducirán sin embargo hacia un universalismo enriquecido por la capacidad universalista del confucianismo para absorber diferentes culturas. (Jiang, 2020)”

Una cita final de Reigadas es contundente: “El “sueño chino como sueño mundial”, ´tianxia´, ´imperio´ y la diplomacia de la gente forman parte de una visión que empieza a ocupar el vacío de visiones que Occidente no ha podido aportar. Aun cuando esa visión no pueda comprenderse sin Occidente y por fuera de él. …Si China será el nuevo imperio mundial nadie puede responderlo. Pero sí podemos ahondar en las orientaciones y sentidos de su visión del mundo. En China hay un rico debate intelectual del que no podemos permanecer al margen…China ha tomado la iniciativa. El monólogo occidental (incluyo a nuestra América Latina) ha terminado y comienza el diálogo intercultural”

 

China y el socialismo

Veamos ahora algunos enfoques que dan por descontado que China es realmente un pais  socialista o que está efectivamente construyendo el socialismo.

 Para empezar hemos de citar a alguien cuya autoridad política y moral es indiscutible. En una entrevista de 1994, Fidel Castro declaró: “Si quieres hablar sobre socialismo, no olvidemos lo que logró el socialismo en China. En un tiempo era la tierra del hambre, la pobreza, los desastres. Hoy no hay nada de eso. Hoy China puede alimentar, vestir, educar y cuidar la salud de 1.200 millones de personas…Creo que China es un país socialista y Vietnam también es una nación socialista”. (“Fidel: China es la esperanza más prometedora para el Tercer Mundo” John Ross https://www.learningfromchina.net/china-is-most-promising-hope-for-third-world-fidel/).

Bruno Guigue, el 29/11/2018,  en su artículo de la revista Rebelión, “El socialismo chino y el mito del fin de la historia” (ver web) afirma, en el mismo sentido  en que comenzamos nuestras reflexiones,  al comienzo de este artículo, que: “La desbandada soviética parecía validar la tesis liberal según la cual el capitalismo -y no su contrario el socialismo- se adaptaba al sentido de la historia. Todavía hoy la ideología dominante reitera esta idea simple: si la economía planificada de los regímenes socialistas cayó, es porque no era viable” y agrega: “Los partidarios de esta teoría están tanto más convencidos en cuanto que el sistema soviético no es el único argumento que habla en su favor. Las reformas económicas emprendidas por la China popular a partir de 1979, según ellos, también confirman la superioridad del sistema capitalista”. Y, allí mismo, sentencia: “El problema es que esa narración es un cuento de hadas”.

Guigue  está convencido de que el capitalismo: “fue erradicado progresivamente en la China popular en el período maoísta (1950-1980)”  y que “en el marco de las reformas económicas de Deng Xiaoping a partir de 1979… se inyectó una dosis masiva de capitalismo en la economía, pero -la precisión es importante- esa inyección tuvo lugar bajo la impulsión del Estado” La economía de mercado afirma: “es un instrumento, no una finalidad; la apertura es una condición de eficacia”.

Citando a Michel Aglietta y Guo Bai  en cuanto a que “«Los reformadores chinos quieren que el comercio refuerce el crecimiento de la economía nacional, no que la destruya»”,  insiste en que: “Lejos de ser los enclaves que solo benefician a un puñado de «compradores», la nueva liberalización del comercio fue uno de los principales mecanismos que han permitido liberar el enorme potencial de la población. Decir que China se convirtió en «capitalista» después de haber sido «comunista» indica, pues, una visión ingenua del proceso histórico. Que haya capitalistas en China no convierte el país en «capitalista», si se entiende con esta expresión un país donde los dueños de capitales privados controlan la economía y la política nacionales”.

Cita también a  Jean-Louis Beffa, respecto de que China representa: “la única alternativa creíble al capitalismo occidental…Después de más de 30 años de un desarrollo inédito… ¿no es hora de concluir que China ha encontrado la receta de un contramodelo eficaz al capitalismo occidental? …la economía china no es una economía de mercado ni una economía capitalista. Tampoco un capitalismo de Estado, porque en China es el propio mercado el que está controlado por el Estado” y concluye: “Pero si el régimen chino tampoco es un capitalismo de Estado, ¿entonces es «socialista», ya que es el propietario de los medios de producción o al menos ejerce el control de la economía? La respuesta a esta pregunta es claramente positiva…China permanece en un Estado fuerte que dicta su ley a los mercados financieros y no al revés. Su élite dirigente es patriota. Incluso aunque conceda una parte del poder económico a los capitalistas «nacionales», no pertenece a la oligarquía financiera globalizada. Adepta a la ética de Confucio, dirige un Estado que solo es legítimo porque garantiza el bienestar de 1.400 millones de chinos”

Guigue,  quien es graduado de la Escuela Normal Superior y de la ENA (Escuela Nacional de Administración de Francia), se remonta luego a una  reflexión histórica: “Además no hay que olvidar que la orientación económica adoptada en 1979 ha sido posible por los esfuerzos realizados en el período anterior. Al contrario que los occidentales, los comunistas chinos subrayan la continuidad -a pesar de los cambios efectuados- entre el maoísmo y el posmaoísmo. << Mao nos puso de pie, Deng nos hizo ricos>>. Y esos chinos consideran perfectamente normal que el retrato de Mao figure en los billetes de banco. Todo el apego que todavía hoy tienen los chinos a Mao Zedong se debe a que lo identifican con la dignidad nacional recuperada». En 1950 China estaba en ruinas. Treinta años después todavía era un país pobre desde el punto de vista del PIB por habitante. Pero era un Estado soberano unificado, equipado y dotado de una industria naciente. El ambiente era frugal, pero la población estaba nutrida, cuidada y educada como no había estado en todo el siglo XX. En realidad la China actual es hija de Mao y Deng, de la economía dirigida que la unificó y de la economía mixta que la ha enriquecido. Pero el capitalismo liberal al estilo occidental no aparece en China”.  Y finaliza sus reflexiones diciendo: “Nunca una empresa occidental financiaría un proyecto que no fuera rentable. No es el caso de China, que piensa a largo plazo. Con su poder financiero público acumulado desde hace dos decenios, China no se preocupa prioritariamente de una rentabilidad a corto plazo si sus intereses estratégicos lo exigen…Es difícil admitir, sin duda, que un país dirigido por un partido comunista haya conseguido en 30 años multiplicar por 17 su PIB por habitante. Ningún país capitalista lo ha conseguido nunca…Como de costumbre los hechos son testarudos. El Partido Comunista de China no renuncia a su papel dirigente en la sociedad y proporciona su armazón a un Estado fuerte. Heredero del maoísmo, este Estado conserva el control de la política monetaria y del sistema bancario. Reestructurado en los años 90, el sector público sigue siendo la columna vertebral de la economía china, representa el 40 % de los activos y el 50 % de los beneficios generados por la industria, predomina en el 80-90 % en los sectores estratégicos: siderurgia, petróleo, gas, electricidad, energía nuclear, infraestructuras, transportes, armamento. En China todo lo que es importante para el desarrollo del país y para su proyección internacional está estrechamente controlado por el Estado soberano…Al convertirse en la primera potencia económica del mundo, la China popular elimina el pretendido «fin de la historia». Envía al segundo puesto a un Estados Unidos moribundo minado por la desindustrialización, el sobreendeudamiento, el desmoronamiento social y el fracaso de sus aventuras militares (Fuente: https://www.legrandsoir.info/le-socialisme-chinois-et-le-mythe-de-la-fin-de-l-histoire.html)

 

Otro gran  intelectual, el italiano, recientemente fallecido, Doménico Losurdo, en su artículo de junio de 2017 “¿China se ha convertido al capitalismo?”, en cuanto a los orígenes del sistema económico “mixto” en China señala: “Aunque el Partido Comunista de China tomó el poder a nivel nacional en 1949, 20 años antes había comenzado a ejercer su poder en una región u otra, regiones cuyo tamaño y población eran comparables a los de un país europeo pequeño o mediano. Durante gran parte de estos 85 años en el poder, la China gobernada parte o totalmente por los comunistas, se caracterizó por la coexistencia de diferentes formas de economía y propiedad. Así fue como Edgar Snow describió la situación a finales de los años treinta en las áreas «liberadas»: ´Para garantizar el éxito en estas tareas era necesario para los rojos, incluso desde los primeros días, comenzar una especie de construcción económica. […] La economía soviética (china) en el Noroeste era una curiosa mezcla de capitalismo privado, capitalismo de estado y socialismo primitivo. Las empresas privadas y la industria fueron permitidas y fomentadas, y las transacciones privadas que se ocupan de la tierra y sus productos fueron autorizadas aunque con restricciones. Al mismo tiempo, el Estado poseía y explotaba empresas tales como pozos de petróleo, pozos de sal y minas de carbón, y comerciaba con ganado, pieles, sal, lana, algodón, papel y otras materias primas. Pero no estableció un monopolio en estos artículos y en todas ellas las empresas privadas podían, hasta cierto punto, competir. Una tercera clase de economía fue creada con el establecimiento de cooperativas, en las que el gobierno y las masas participaron como socios, compitiendo no sólo con el capitalismo privado, sino también ¡con el capitalismo de estado!”. Y continúa: “En un ensayo en enero de 1940 («Sobre la Nueva Democracia»), Mao Zedong aclaró el significado de la revolución que tuvo lugar en ese momento: ‘Aunque esta revolución, en un país colonial y semicolonial, durante su primera etapa o primer paso, todavía es fundamentalmente democrático-burgués en su carácter social, y aunque su misión objetiva es despejar el camino para el desarrollo del capitalismo, ya no es una revolución del tipo antiguo dirigida por la burguesía con el objetivo de establecer una sociedad capitalista y un Estado bajo la dictadura burguesa. Pertenece a un nuevo tipo de revolución dirigida por el proletariado con el objetivo, en una primera etapa, de establecer una sociedad de nueva democracia y un Estado bajo la dictadura conjunta de todas las clases revolucionarias. Por lo tanto, esta revolución realmente sirve para despejar un camino aún más amplio para el desarrollo del socialismo’. Y en otra oportunidad, el 18 de enero de 1957, en una charla en una Conferencia de Secretarios de Comités de Partidos Provinciales, Municipales y Autónomas Mao afirmó : ‘se trata de distinguir entre la expropiación económica y la expropiación política de la burguesía. Sólo esta última debe llevarse a cabo hasta el final, mientras que la primera, si no está contenida dentro de límites claros, puede poner el riesgo el desarrollo de las fuerzas productivas. A diferencia del “capital político”, el capital económico de la burguesía no debería ser objeto de una expropiación total, al menos que sirva al desarrollo de la economía nacional y así, indirectamente, a la causa del socialismo’ ”

Estas reflexiones parecen dar respuesta satisfactoria, al menos en un primer nivel de análisis, a la pregunta de si la China actual es capitalista o socialista. Al menos quedan puestos en evidencia aquellos presupuestos o prejuicios que surgen de un entendimiento mecanicista y panfletario de los principios marxistas y de lo que significa ser socialista o estar en un camino al socialismo.

 

China y el marxismo

Abordando la cuestión desde un  ángulo distinto,  y ya involucrándose en la cuestión propiamente ideológica, el académico y periodista inglés John Ross, presuponiendo el triunfo de China  en la puja  geopolítica con EEUU, atribuye al marxismo y a su desarrollo actual, por parte de las autoridades chinas, la razón de este éxito.  En su artículo “Cómo el marxismo de Xi Jinping supera a Occidente” publicado en su sitio de internet “Learning from China”  Ross toma las formulaciones de dos asesores del presidente Trump, McMaster y Cohn, quienes en un intento de defender la economía occidental neoclásica que analiza la economía y la sociedad como simplemente compuestas de unidades individuales, reformulan la conocida sentencia de  Margaret Thatcher acerca de que  “No existe la sociedad. Hay hombres y mujeres individuales  y  afirman, a partir de allí, que en la esfera internacional el mundo no es una "comunidad global" sino una arena donde naciones, actores no gubernamentales y empresas se involucran y compiten por la ventaja". Ross contrapone a esta “doctrina” capitalista sobre las relaciones internacionales los dichos de Xi Jinping sobre la necesidad de construir una "Comunidad de Destino Común", lo que implica profundizar la globalización, fortalecer el crecimiento económico, y oponerse al aislacionismo que forma el núcleo de la política exterior de China-. A ello están asociadas  las ideas de "ganar-ganar", “uno más uno es mayor que dos”, etc.  Para Ross estos conceptos de Xi Jinping, se derivan del marxismo y están presupuestos en los textos del padre fundador de la teoría capitalista en tanto que  Adam Smith ya en su  “Teoría de los sentimientos morales”. Y cita: “ No importa cuán egoísta sea el hombre, evidentemente hay algunos principios  que hacen que se  interese en la buena fortuna de otros" y agrega Ross que,  en   “The Wealth of Nations”, Smith encontró la manera en que esto se plasmaba en la realidad  al aludir a  la división del trabajo, “de la que se derivan tantas ventajas y es la necesaria  consecuencia de una cierta propensión en la naturaleza humana la propensión a transportar, intercambiar e intercambiar una cosa por otra. Esta propensión es uno de esos principios originales en la naturaleza humana” Ello prosigue Ross lo ejemplifica Smith en el famoso caso de la fábrica de alfileres “cada persona que haga una décima parte de cuarenta y ocho mil alfileres puede considerarse que fabrica cuatro mil ochocientos alfileres en un día. Pero si todos hubieran trabajado por separado e independientemente, y sin que ninguno de ellos haya sido educado para este peculiar negocio, ciertamente no podrían haber hecho veinte, tal vez ni un alfiler en un día "… "Es la gran multiplicación de las producciones de todas las diferentes artes, como consecuencia de la división del trabajo, lo que ocasiona, en una sociedad bien gobernada, esa opulencia universal que se extiende a los rangos más bajos de la gente".

Es decir, afirma Ross, que el propio fundador del pensamiento liberal de mercado consideraba  como imprescindible la acción común en beneficio mutuo. Y esto, prosigue, lo tomó Marx, al resolver el problema que Adam Smith había planteado sobre la relación del interés individual y los intereses sociales, revirtiendo (tal cual hiciera con Hegel) la situación en la que Smith estaba "parado sobre su cabeza". Y afirma que “Esto aclara por qué no existe una contraposición fundamental entre interés propio e interés social ni disputa sobre cuál es la más fundamental”. Seguidamente Ross  se refiere a Xi Jinping diciendo que, obviamente: “no intercala sus discursos en eventos como como Davos o el seminario One Belt One Road con largas citas de Marx. Pero, hablando en un lenguaje comprensible para una masa, incluida una audiencia no marxista, Xi Jinping expresa y desarrolla con precisión estas ideas de Marx” y que “El concepto de 'ganar-ganar' no es una frase psicológica vacía para 'sentirse bien', sino que expresa el hecho de que, debido a que la división del trabajo, aumenta la productividad de todos los que participan en ella, la división del trabajo no es, literalmente, un juego de suma cero a nivel nacional o internacional…Del análisis anterior se desprende claramente porque China apoya la globalización, como expresión internacional de la división del trabajo. Nuevamente, expresado en forma popular en el discurso de Xi Jinping Davos: ‘Te guste o no, la economía global es el gran océano del que no puedes escapar. Cualquier intento de cortar el flujo de capital, tecnologías, productos, industrias y personas entre economías, y canalizar las aguas del océano hacia lagos y arroyos aislados simplemente no es posible. De hecho, va en contra de la tendencia histórica” (el resaltado es nuestro)

 

En el mismo sentido  Lucas Amorim en un artículo en  https://exame.com/mundo/marxismo-seguira-como-base-da-economia-chinesa-diz-xi-jinping/amp/?__twitter_impression=true, titulado “El marxismo seguirá siendo la base de la economía china, dice Xi Jinping El presidente chino dice que el país no debería intentar copiar las ideologías occidentales que han llevado al "desempleo" y la "polarización”, refiere que  “Han pasado 42 años desde que Deng Xiaoping abrió la economía china cerrada y atrasada en 1978. Desde entonces, China ha sacado de la miseria a 800 millones de personas, se ha convertido en la segunda economía más grande del mundo y ha comenzado a liderar algunos de los frentes más prometedores en tecnología, como redes 5G. La escalada se produjo con el mantenimiento de un régimen político centrado en el Partido Comunista, que decide internamente los líderes del país, y sigue controlando las actividades sociales con mano de hierro.”

Y se pregunta: “¿Es posible que China continúe con esta dualidad en un mundo cada vez más polarizado con Estados Unidos y con la necesidad de reinventar la economía una vez más, pasando de la producción en masa con foco en las exportaciones a un régimen centrado en el consumo interno? Para el presidente chino, Xi Jinping , la respuesta es un rotundo "sí". En un artículo publicado el sábado en la revista política Qiushi y reeditado por el South China Morning Post de Hong Kong, Xi dijo que el marxismo continuará guiando la política económica del país…La base de la política económica de China sólo puede ser la política económica marxista". Y sigue Amorim :” Para quienes esperaban un cambio de actitud, Xi, quien también es el secretario general del partido comunista, duplicó la apuesta por la estrategia de las últimas décadas. Para él, el sistema socialista con características chinas es un pilar de la política económica del país que no solo condujo al desarrollo económico sino que consolidó la posición del partido. Según el SCMP, Xi dijo que después de 30 años de reforma y apertura, y en medio de un cambio en el orden global, dirigir al país hacia el futuro será una gran prueba para el partido comunista. El presidente chino negó que la política marxista pudiera retrasarse y dijo que permitía que los mercados jugaran un papel decisivo en la asignación de recursos, pero también asegura el control del gobierno. China, según su presidente, no debería intentar copiar las ideologías occidentales o su sistema capitalista. Para él, muchos países capitalistas sufrieron crisis, desempleo, creciente polarización y crecientes conflictos sociales.” Y cita a Xi: "China debe apoyar y desarrollar su economía controlada públicamente, mientras apoya otros tipos de propiedad", dijo. "La posición dominante del control público no se puede cambiar y el liderazgo de la economía controlada por el estado no se puede cambiar".

Finalmente Amorim explica que “El discurso de Xi Jinping llega en un momento de creciente presión externa e interna.” Pero, concluye: “Un activo del gobierno chino es la rápida recuperación económica tras la nueva pandemia de coronavirus. Junto con Egipto y Vietnam, se espera que el país sea uno de los únicos en crecer en 2020: las previsiones oscilan entre el 1,5% y el 3%.”

 

China y el legado soviético

Retornemos ahora a la hipótesis inicial, en  torno a la valoración histórica de la URSS y de su proceso político económico y cultural que se extendió desde 1917 a 1989.

Saikat Bhattacharyya es un investigador indio de Kolkata que actualmente trabaja en la Universidad de Jadavpur, Kolkata, Bengala Occidental, India. En el sitio Regional Rapport, Bhattacharyya publicó, entre otros,  tres artículos: “Marx 2000. Desde el Manifiesto Comunista a la Ruta de la Seda Parte I”, de Junio 1, 2018,  Parte II”     de Junio 4, 2018 y “El Progreso Gradual de Stalin a Xi” de julio 24, 2020.( ver  Web)

El pensamiento de Bhattacharyya resulta interesante por la secuencialidad histórica que asume, la que  podría puntualizarse así:

1) “Para  Marx y Engels  la clase obrera despojaría a la clase capitalista de su derecho a la propiedad privada y gradualmente se iría hacia la propiedad social de todos los medios de producción. El tránsito entre el momento de la toma del poder estatal por la clase obrera y el establecimiento completo de la propiedad social sería la dictadura de la clase trabajadora…Engels en su libro "Anti Duhring" explicó además que la clase trabajadora después de tomar el poder del estado debía declarar la propiedad estatal de los medios de producción y debía luchar contra la crisis de sobreacumulación”.

2) “Lenin intentó relacionar la propiedad estatal, prescripta por Engels, de la industria de base, desarrollada bajo la dictadura del proletariado,  con el proceso de industrialización dirigido por el Estado de la Clase Trabajadora…Lenin abogó por la industrialización dirigida por el estado. Mientras que Marx-Engels habían pensado en la estatización  de las industrias desarrolladas existentes sin abordar la cuestión del desarrollo industrial (en tanto  imaginaban la revolución  como inicialmente en países ya industrializados), la principal preocupación de Lenin era el desarrollo industrial y el progreso tecnológico en la Rusia atrasada. Mientras que Marx-Engels se preocuparon  solo por la planificación dirigida por el estado, para controlar la crisis de sobreacumulación, y, gradualmente, ir eliminando los incentivos económicos individualistas, Lenin nunca hizo una distinción entre estos dos objetivos del estado dirigido por la clase trabajadora…Por ello, la Unión Soviética surgió como un poder que apuntaba al desarrollo de las industrias de tecnología y armamento”. Esa habría sido  una de las “actualizaciones” que introdujo Lenin al marxismo, junto con su teoría del imperialismo y la de la existencia de los países dependientes, entre otras cosas. 

3) “Después del final de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética, bajo Stalin, se convirtió en una de las dos superpotencias en  guerra fría junto  con los Estados Unidos. En realidad, en  el período de Stalin se experimentó una rápida industrialización debido a la política comunista de aniquilación de las relaciones feudales en el campo y  la inversión planificada dirigida por el estado en sectores no rentables como las industrias de infraestructura básica, educación y salud. Pero después de alcanzar este nivel, la Unión Soviética debería haber dado más espacio para el emprendimiento privado y los incentivos económicos individuales, manteniendo las industrias claves bajo la planificación estatal… La Unión Soviética creó una sociedad educada y saludable que podría haber sido ideal para un mayor crecimiento cualitativo a través del emprendimiento privado guiado por la planificación estatal…Además, el mundo capitalista estaba siguiendo el mecanismo keynesiano de creación de demanda, liderado por el estado, para contrarrestar la crisis de sobreacumulación. Stalin ignoró a Keynes como alguien que quería reformar el capitalismo y salvarlo. Por el contrario Si el movimiento comunista hubiera podido integrar las políticas keynesianas exitosamente hubieran podido  hacerle jugar al mercado un buen rol en la economía socialista de la URSS y otros países de Europa Oriental.

Stalin en su libro, “Problemas económicos del socialismo en la URSS” afirmó que la planificación es la base de la economía socialista y  la motivación por la ganancia operaba solo muy escuetamente en la economía socialista planificada.
Stalin logró la construcción rápida de industria pesadas, de educación y salud. Esto creó una base productiva y laboral y una gran  infraestructura muy rápidamente. Pero después de eso, la economía soviética comenzó a lidiar con la escasez de los bienes de consumo y  la producción de la industria ligera”.

4) “Después de la muerte de Stalin, Kruschev se convirtió en Jefe soviético y comenzó a criticar las políticas estalinistas. Este parece haber sido el comienzo de los problemas económicos internos de la URSS, o por lo menos de la visualización de los mismos. El crecimiento económico comenzó a disminuir.  Kruschev requería mayor rol del  mercado y de los   incentivos  económicos individuales en la economía de la Unión Soviética pero esto no se produjo o no fue suficiente para una reproducción del capital que fuera competitiva con el mundo occidental.”

5) “En esas circunstancias Mao Ze Dong  emergió para muchos  como el líder número uno del comunismo internacional precisamente  después de las críticas de Kruschev  a Stalin…Mao reafirmó el legado de Stalin en el movimiento comunista y al mismo tiempo criticó a Stalin por haber hecho depender  demasiado al desarrollo  económico   de la burocracia del sistema…  Mao criticó la posición de Stalin en su libro “Crítica de los problemas económicos del socialismo en la URSS” y dijo que la planificación es la superestructura, pero  la base de una economía socialista planificada es la producción de bienes (mercancías) y  dijo además que la ley del valor funciona completamente bajo una economía socialista vista como un todo. Mao dijo además que la economía socialista produce mirando el valor de uso, mientras que la economía capitalista produce mirando el valor de cambio. Otra forma de decir lo mismo es que en la economía socialista, la inversión debe estar orientada a las necesidades sociales, mientras que en una economía capitalista, la inversión debe estar orientada a las ganancias. La propuesta principal de Mao fue que la planificación no cambia el modo de producción, es decir,  la ley del valor permanece intacta. Solo reemplaza las ganancias como  objetivo principal y determinante de  la inversión. Por lo tanto, el dinero de inversión bajo el socialismo ya no es D-M- (D + D’) y este es un  cambio que  lleva a cabo,  desde la superestructura,  la comisión planificadora. Luego, mientras los individuos todavía trabajan por el incentivo de la ganancia individual,  en la superestructura  la comisión de planificación impide que se auto-active el capital, invirtiendo prioritariamente en razón de las necesidades sociales y no para obtener ganancias. Stalin se equivocó al pensar que este cambio en la naturaleza del dinero de inversión se hacía  desde la base. Así, mientras Stalin pensaba que la propiedad privada estaba en una etapa moribunda, Mao enfatizó que la propiedad privada permanece y renace en reacción a cada acción que se toma  bajo la economía socialista planificada. …Mao señaló  como otro inconveniente importante de la economía planificada de Stalin el de dar demasiada importancia a las industrias pesadas, mientras que se preocupaba poco por las industrias livianas señalando que los planificadores, economistas y burócratas pueden determinar el valor de uso de las industrias pesadas y la infraestructura, pero el valor de uso de las industrias ligeras está determinado solo por las personas. Por lo tanto, las personas deben participar en las decisiones sobre  qué producir, cómo producir y para quién producir. La decisión debe tomarse democráticamente en la planificación económica. No debe dejarse en manos de los burócratas.” 

6) “Para la década de 1970, Occidente  experimentó un cambio tremendo. Se comenzó a utilizar la deuda para crear demanda y se comenzó a reducir el papel del estado en la economía.  Se empezó a decir que la intervención del estado en la economía era ineficiente y terminaba siendo  un desincentivo para trabajar duro. Basado en el canal de crédito del petrodólar los Estados Unidos se aseguraron de un crédito ilimitado y con esto se  inflaron los precios de sus activos y  se comenzó también  a obtener  ganancias comerciando activos. Así, los capitalistas pudieron obtener ganancias en el comercio de activos y la crisis de sobreproducción se resolvió temporalmente. Poco a poco, Occidente, principalmente  los EE. UU.,  comenzó a externalizar la base de sus fábricas  a los países del Tercer Mundo para obtener más ganancias, mediante el aprovechamiento de mano de obra barata. Además, Occidente y los Estados Unidos comenzaron a beneficiarse, como ya dijimos, mediante el comercio de activos…Otra dimensión del auge del capitalismo financiero,  fue el hecho de  que EEUU les permitió a los cárteles de la OPEP, liderados por Arabia Saudita, que  pudieran subir el precio del petróleo muy por encima de los costos de producción, y parte de esta alta renta aumentaba el consumo en los países ricos en petróleo, mientras que otra parte financiaba las operaciones de los Estados Unidos en el  crédito  y el comercio de activos. Así, el capitalismo global comenzó a observar el renovado crecimiento.”

7)  “Entre 1920 y 1970, la Unión Soviética registró la segunda tasa de crecimiento más alta después de Japón. Pero después de 1970, la Unión Soviética se estancó por completo. Su tasa demográfica de fertilidad cayó por debajo de la tasa de reemplazo…Gorbachov decidió (erróneamente) encarar   primero  las reformas políticas pero  destruyó el monopolio político del partido comunista. Luego comenzó las reformas económicas pero al permitir el libre juego de las fuerzas del mercado,  sin un poder político consolidado que las regule la Unión Soviética, rica en petróleo, padeció la “enfermedad holandesa” debido a los altos precios mundiales del petróleo. Eso hizo que toda la base de la industria  de la Unión Soviética no se actualizara, volviéndose no competitiva  en el mercado global. La economía abierta resultó en la desindustrialización de la economía de la Unión Soviética…La Unión Soviética, como ya había perdido la ventaja demográfica, tenía  trabajo  educado pero costoso. Por lo tanto, no logró atraer suficiente capital occidental. Todos en la Unión Soviética culpaban al gobierno comunista de los problemas económicos, mientras que la falta de centralización en el poder de toma de decisiones le daba pocas posibilidades al  partido comunista para cambiar el rumbo. Como resultado, la Unión Soviética se derrumbó en 1991. Esa fue una gran derrota ideológica para el movimiento comunista…La Unión Soviética colapsó porque su estructura económico política era ideal para la era capitalista monopolista leninista, pero  no para la era capitalista financiera post-leninista.  De hecho, para  la Unión Soviética las tasas de crecimiento más altas con menor productividad eran  parte del  éxito socialista al haber dado  a la clase trabajadora más tiempo libre, a diferencia del mundo capitalista.” 

 8) “En ese momento, Deng Xiaoping, lider de la China comunista, desde 1978, entendió que se abría para China una  oportunidad de obtener tecnología y capital occidentales lo que permitiría industrializar China rápidamente. Deng aprovechó la oportunidad. Mucha gente en todo el mundo pensó que Deng se estaba moviendo hacia el capitalismo. No lograron comprender  que Deng solo estaba reaccionando correctamente ante el cambio de las condiciones materiales. El capitalismo se había transformado del capitalismo de producción al capitalismo financiero. La deuda para crear demanda se había  vuelto  momentáneamente más importante que la misma producción para el abastecimiento. Los consumidores se hicieron más importantes que los trabajadores. El capitalismo se transformaba  reaccionando ante la crisis de sobreproducción. Y esta transformación presentaba a China una oportunidad histórica, advertida claramente por Deng…Deng surgió cuando China soportaba aun los efectos negativos de la Revolución Cultural. …Deng aceptó la contribución de Mao a la lucha contra el imperialismo, erradicando el feudalismo y construyendo fuertes industrias de educación, salud, infraestructura física y militar, y  también aceptó la crítica de Mao a Stalin. Deng aceptó que la base de una economía socialista planificada sigue siendo la producción mercantil donde la ley del valor actúa plenamente y la propiedad privada emerge todos los días…Deng también aceptó que los planificadores no pueden determinar el valor de uso de la industria ligera o de industria de bienes de consumo sino que es la gente la que tiene que decidir eso.  Esto a su vez presentaba el inconveniente de que no podía consultarse al público  con mecanismos de  participación que y como producir ya que la gente  no comprende las cuestiones complejas vinculadas con la  producción. Solo los profesionales entienden del tema. Pero las personas pueden decidir el valor de uso al revelar sus preferencias en el mercado. El mercado es necesario entonces en las industrias ligeras y en los bienes y servicios de consumoPero Deng también apreciaba el poder de la economía socialista para invertir en la producción de valores de uso. Entendió que el socialismo puede tener la ventaja sobre ello solo si resuelve antes plenamente la producción de mercancías de consumo masivo a partir de las reglas del mercado capitalista. Entonces, Deng permitió que la propiedad privada operara, permitió un mercado competitivo y aprovechó el mercado global y la tecnología global, los cuales eran superiores a su contraparte china. Con ello activó por completo una base de producción de “commodities” mientras daba a la vez  prioridad de inversión en gran escala  priorizando en esto si  el valor de uso (necesidades sociales) sobre el valor de cambio (ganancia)…Por lo tanto, Deng se negó a la privatización desenfrenada y a la política electoral liberal, a diferencia de Gorbachov en la URSS. Deng continuó manteniendo la propiedad estatal en sectores clave e industrias y servicios de infraestructura, mientras permitía la propiedad privada en el sector de bienes de consumo. La iniciativa privada motivada por el valor de cambio (motivación monetaria) es buena para  identificar  áreas con  ventajas competitivas, mientras que la creación de valor de uso (infraestructura) dirigida por el estado continúa creando nuevas áreas de ventaja competitiva sin tener en cuenta el valor de cambio (ganancia).”

9) “China comenzó así a industrializarse utilizando capital y tecnología de EE. UU., Occidente y Japón, mientras que EE. UU continuó  endeudándose con  China y otros países y generando demanda de productos hechos en China. Y en 2013, bajo el liderazgo de Xi Jinping, China optó por  una idea diferente a la del capitalismo para contrarrestar la crisis de sobreproducción. A China se le ocurrió la Iniciativa “Belt&Road”,  que consiste en invertir en infraestructura como puertos, ferrocarriles y carreteras, en todo el mundo y ayudar a diferentes regiones pobres a desarrollar y compartir la prosperidad de China. China puede soportar largos períodos de gestación y pérdidas a largo plazo, mientras que el sistema occidental no puede. Esto se debe, si,  a que en la economía china continúa la apropiación de la plusvalía del trabajo asalariado. Pero mientras en Occidente la manera de utilizar la plusvalía es decidida por la clase capitalista y banquera privada, en China lo mismo lo deciden los líderes de la clase trabajadora…Esto es porque  la clase trabajadora puede afrontar  inversiones de largo plazo  a lo que rehúyen la clase capitalista y los banqueros privados. Por lo tanto,  el sistema occidental es más propenso a comerciar activos a corto plazo con fines de lucro,  pero China puede realizar inversiones reales con un largo período de gestación. Esto simplemente prueba que el sistema chino puede lidiar con la crisis de sobreproducción sin endeudamiento externo y, sin ser autosuficiente, mantener la base industrial más o menos intacta. Esto también muestra que China mantendrá el poder de asignación de recursos más en manos del Estado que en manos de los capitalistas privados…Esta es la nueva dimensión de la lucha entre el comunismo y el capitalismo en la nueva era de Belt&Road.  Así, la mayor parte del proyecto Belt Road será desarrollado por bancos estatales y corporaciones de infraestructura estatales…China también lanzó un plan de oro, yuan y petróleo para todos los países que venden petróleo, y obtuvo el 12% del mercado mundial de futuros de petróleo en solo los primeros 50 días. Así, pronto el BRI comenzará a ser financiado por el propio yuan. Por lo tanto, China ya es el centro de producción del mundo y pronto emergerá también como el centro financiero global. La economía más fuerte del mundo bajo la dictadura de la clase trabajadora es definitivamente el evento más importante de la historia. El liderazgo comunista chino ya ha convertido a la clase capitalista china en el mero apéndice del socialismo.  Una vez que China se convierta también en el centro financiero transformará  a la clase capitalista global en una  herramienta para cumplir los objetivos establecidos por el liderazgo comunista…El movimiento comunista mundial ahora posee la economía más grande del mundo y puede tener la mejor tecnología del mundo en los próximos 10-15 años…China ya está celebrando el cumpleaños  200 de Marx con renovado vigor. La Unión Soviética demostró cómo abolir el feudalismo en las economías atrasadas e industrializarse rápidamente invirtiendo de manera no rentable a través de la planificación estatal en las industrias de educación, salud e infraestructura básica. Las reformas chinas han demostrado que el mercado funciona mejor bajo la dictadura de la clase trabajadora, donde continúa la apropiación de la plusvalía del trabajo asalariado, pero el uso del excedente está determinado por el liderazgo de la clase trabajadora, no por los líderes capitalistas. Esta es la mejor manera de resolver la crisis de sobreacumulación a nivel agregado y la motivación monetaria a nivel individual. Entonces China ya es un modelo a seguir para el mundo en desarrollo…Xi se convirtió en Presidente después de que la producción china se hizo demasiado grande para depender solo  de la demanda del mercado global. Por lo tanto, Xi recomendó la creación de una demanda de inversión en infraestructura que no solo crea áreas de nueva ventaja competitiva, sino que también crea demanda para las industrias y servicios existentes. Con ello queda   demostrada una nueva ventaja de una economía socialista. El socialismo no solo invierte en la creación de valor de uso mejor que el capitalismo, sino que también puede crear demanda en el proceso y, por lo tanto, hacer que la inversión motivada por las ganancias dependa de la creación de demanda a través del valor de uso planificado. Por lo tanto, la creación de valor de cambio se vuelve permanentemente dependiente de la creación de valor de uso que no proporciona ningún retorno de valor de cambio. Así que Xi está liderando la etapa más avanzada de socialismo alcanzada por la humanidad hasta ahora…Es decir que las recomendaciones de política de Deng se hicieron teniendo en cuenta las ventajas y desventajas de las políticas de Stalin, analizando las críticas de Stalin por Mao e identificando las áreas de fracaso de las políticas de Mao. Las políticas de Xi se basan en el éxito de Deng. Esta es la razón por la cual la política de Deng está demostrando ser la mejor política de desarrollo jamás creada en la humanidad. Las políticas de Deng serán una gran fuente de inspiración para desarrollar las fuerzas productivas del Tercer Mundo y reducir la brecha en las fuerzas productivas y los salarios entre el Tercer Mundo y el Primer Mundo. Del mismo modo, las políticas de Xi están inspirando a las personas del primer mundo a buscar inversiones priorizadas por valor de uso sobre inversiones priorizadas por valor de cambio (ganancias).” (Los resaltados y los paréntesis son nuestros)

 Así Bhattacharyya concluye en que “La economía socialista progresó gradualmente de Stalin a Xi Jinping, el modelo de industrialización rápida de Stalin fue criticado por Mao y Deng aprendió de la teoría y las prácticas de Mao, pero Xi está construyendo una nueva etapa de la economía socialista donde el capital se vuelve dependiente del flujo de inversión sin fines de lucro …El mercado es necesario en las industrias ligeras y en los bienes y servicios de consumo…Por lo tanto, Deng se negó a ir a la privatización desenfrenada y la política electoral a diferencia de Gorbachov de la URSS. Deng continuó manteniendo la propiedad estatal en sectores clave e industrias y servicios de infraestructura, mientras permitía la propiedad privada en el sector de bienes de consumo. El deseo privado de valor de cambio (motivación monetaria) permite identificar el área con una ventaja competitiva, mientras que la creación de valor de uso (infraestructura) dirigida por el estado continúa creando nuevas áreas de ventaja competitiva sin tener en cuenta el valor de cambio…El socialismo no solo invierte en la creación de valor de uso mejor que el capitalismo, sino que también puede crear demanda en el proceso y, por lo tanto, hacer que la inversión motivada por las ganancias dependa de la creación de demanda a través del valor de uso planificado… la creación de valor de cambio se vuelve permanentemente dependiente de la creación de valor de uso que no proporciona ningún retorno de valor de cambio. Así que Xi está liderando la etapa más avanzada de socialismo alcanzada por la humanidad hasta ahora…Por lo tanto,  las recomendaciones de política de Deng se crearon teniendo en cuenta las ventajas y desventajas de las políticas de Stalin, analizando las críticas de Stalin por Mao e identificando las áreas de fracaso de las políticas de Mao. Las políticas de Xi se basan en el éxito de Deng. Esta es la razón por la cual la política de Deng está demostrando ser la mejor política de desarrollo jamás creada en la humanidad. Las políticas de Deng serán una gran fuente de inspiración para desarrollar las fuerzas productivas del Tercer Mundo y reducir la brecha en las fuerzas productivas y los salarios entre el Tercer Mundo y el Primer Mundo. Del mismo modo, las políticas de Xi están inspirando a las personas del primer mundo a buscar inversiones priorizadas por valor de uso sobre inversiones priorizadas por valor de cambio…El socialismo no solo invierte en la creación de valor de uso mejor que el capitalismo, sino que también puede crear demanda en el proceso y, por lo tanto, hacer que la inversión motivada por las ganancias dependa de la creación de demanda a través del valor de uso planificado. La economía socialista progresó gradualmente de Stalin a Xi Jinping, el modelo de industrialización rápida de Stalin fue criticado por Mao, y Deng aprendió de la teoría y las prácticas de Mao, pero Xi está construyendo una nueva etapa de la economía socialista donde el capital se vuelve dependiente del flujo de inversión sin fines de lucro.”

 Las citas han sido extensas y obviamente  seleccionadas  y extrapoladas de acuerdo a lo que intentamos demostrar en este artículo, pero como se podrá apreciar no tienen desperdicio alguno y tienen un poder descriptivo y demostrativo mayor que el que podríamos haber intentado nosotros, por lo que hemos decidido basar este artículo en ellas. Tratándose de un período histórico  tan extenso y tan complejo merece sin duda tratamientos más abundantes y profundos  que sin lugar a dudas tendrán lugar de ahora en más, pero no puede ponerse en dudas que lo aquí expuesto constituye una hipótesis consistente y una sólida línea de interpretación

 

China frente al neoliberalismo

Mientras tanto veamos qué es lo que pasa en el mundo del capitalismo verdaderamente existente.  Nuevamente vamos a apoyarnos en una acertada síntesis de Saikat Bhattacharyya –publicada el 25 de enero de 2017 en el Regional Rapport, “Modelo de globalización del orden capitalista financiero neoliberal” en la que señala que: el orden capitalista financiero, principalmente neoliberal, está conformado por tres fuerzas:

1) El cártel de la OPEP, principalmente saudí, que controla el mercado del petróleo y las ventas de petróleo en dólares estadounidenses y deposita esos ingresos en dólares de la venta de petróleo en la Reserva Federal de los Estados Unidos.

2) El Tercer Mundo, especialmente China, produce bienes y servicios utilizando su mano de obra barata y capital de Estados Unidos y otros países del primer mundo. Luego, la producción se exporta principalmente a los países del Tercer Mundo y a EE. UU., China,  deposita los ingresos netos de exportación, así como las deudas e inversiones externas en la Fed de EE. UU.

3) El mercado de activos de EE. UU. Obtiene deuda de los depósitos de la Fed de EE. UU. Por lo tanto, los precios de los activos estadounidenses se inflan y las ganancias se obtienen mediante el comercio de activos. Así surgió un sistema globalizado de gestión de la demanda basado en el petróleo, la mano de obra barata y las finanzas.

 Pero reflexiona Bhattacharyya hoy estamos frente a una “Caída del orden neoliberal y ascenso de ‘OBOR. Ahora, en 2007, la economía de Estados Unidos está fuertemente endeudada con China, Japón, Arabia Saudita y otros países del Tercer Mundo. China ya es un centro de fabricación global con la mayor reserva de divisas en la Fed de EE. UU. Por tanto, el modelo financiero neoliberal se vuelve problemático. La reunión del G-8 de 2008 vio por primera vez a Estados Unidos pidiendo un rescate a China para salvar su sistema financiero. China, para salvar sus depósitos valorados en 4 billones de dólares en la Fed estadounidense, decidió rescatar el sistema financiero estadounidense. China comenzó a pensar en una forma alternativa de invertir sus ganancias extranjeras y generar demanda a partir de ese día. Por lo tanto, en octubre de 2013, a China se le ocurrió esta brillante idea de "One Belt One Road" (OBOR), donde China invertirá gradualmente sus reservas de divisas, incluidas las ganancias netas de exportación, en sectores de infraestructura reales en lugar de letras del Tesoro de EE. UU. Por lo tanto, China ya no quiere depender del mercado financiero estadounidense para generar demanda para sus exportaciones. Más bien, China quiere pasar a un sistema sostenible en el que China mantendrá un superávit en cuenta corriente y compartirá sus recursos con el resto del mundo mediante la inversión en megaproyectos de inversión en todo el mundo.” Y prosigue: “Si tratamos de entender realmente por qué China tuvo  que llegar a la idea de OBOR, debemos aceptar que el sistema de generación de demanda financiera es insostenible y que OBR nació debido  a la falla del sistema. El sistema neoliberal se basa en las ganancias  de la negociación de activos. Este sistema de gestión de la deuda miope creó un lado cultural que también es miope. Las construcciones culturales neoliberales incluyen consumismo, ganancia rápida de dinero, individualismo…, etc…” ( la traducción del inglés es nuestra)

Así Bhattacharyya  concluye: “El capitalismo financiero neoliberal nació a partir de  una demanda rápida sostenida con deuda. Esta fórmula de gestión de la demanda miope creó instituciones sociales y culturales miopes. El OBOR enfrentará desafíos de estas instituciones y cultura miope aún existentes. Por lo tanto, OBOR tiene que crear culturas e instituciones sociales con visión de futuro que coincidan con su programa de gestión de la demanda a largo plazo. Con el sistema de ruta de la seda”

La síntesis  de los orígenes de la globalización financiera y sus limitaciones que la conducen inexorablemente a la crisis es clarísima. Coincidimos por nuestra parte desde un  análisis marxista que nos ha llevado a identificar a la globalización financiera como la última de las tres etapas del capital (“Globalización tercera –y última – etapa del capitalismo” Ed Luxemburg  Buenos Aires  2011)  

 

El capitalismo. Nada que ofrecer

El capitalismo está en una crisis terminal, La centralidad de lo financiero que en el siglo XIX era una posibilidad remota se ha convertido, a partir de la globalización en un proceso sistémico, que empezó con las relaciones imperialistas de dependencia, y siguió luego con los mecanismos institucionales de transformación de los salarios en capital dinero a través de los sistemas de pensiones por capitalización y después alimentado por la emisión de títulos de deuda privada y de deuda pública cada vez más masiva en los países capitalistas centrales. Un sistema financiero mundial ultra parasitario que cuenta con una protección irresponsable e irracional a partir de la intervención de la Fed (Banco Central de los EE.UU.)  y el BCE, que siguen brindando su apoyo a los inversores financieros con un nuevo rescate de los bancos por parte del Estado y la consiguiente “socialización de las pérdidas” a costa de los asalariados”.[1]

 Y como si la irracionalidad de base de todo esto fuera poca, debe agregarse a todo ello la irrupción del big data y de los algoritmos en una suerte de manejo automático, y por lo tanto parcialmente fuera del control de la mente humana, de las operaciones financieras globales con el comercio de alta frecuencia (en inglés high-frequency trading, (HFT)  “trading automático” basada en la decisión estadística que gestiona el “big data” de los datos financieros,  a los que se agregan  lo que se conoce como “robot-investing” [2]

Esta bomba de tiempo económico financiera,  casi fuera de las manos del control político racional, armada de espaldas a cualquier interés verdaderamente humano y con pronóstico de muerte anunciado por explosión descontrolada, sería el “vencedor” de la batalla contra el socialismo soviético.

Teniendo en cuenta todo lo compilado anteriormente, ¿no parece que fuera exactamente lo contrario?

Mariano Ciafardini

Doctor en Ciencias Políticas                 

 



[1] Husson Michele   Herramienta web N° 30  ISSN 1852-472. Agosto de 2020.

 Revista Herramientas.

[2] Chesnaiss, Francoise Ibidem             

sábado, 1 de agosto de 2020

Un cambio civilizatorio

Un cambio civilizatorio  

La crisis del sistema capitalista, que hoy aparece como un dato innegable y contundente, fue prevista por el pensamiento de izquierda desde hace ya un buen tiempo. Es llamativo  el grado de precisión que revisten algunos análisis, como el siguiente, hecho en tiempos tan tempranos como en el año 2004: “Detrás de la expansión de los desequilibrios se encuentra la prosperidad efímera generada por la segunda burbuja financiera centrada en la especulación inmobiliaria. La baja de las tasas de interés hasta llegar al 1%, y la multiplicación de incentivos públicos,  impulsaron una avalancha de préstamos hipotecarios sobre viviendas: los precios de casas y departamentos se fueron a las nubes …De todos modos de seguir así esta relación perversa donde los norteamericanos acumulan déficit y deudas mientras los otros acumulan una enorme montaña de papeles destinados a desvalorizarse y donde todos juntos depredan velozmente los recursos petroleros; la civilización burguesa entrará pronto en una seguidilla de turbulencias y depresiones imposibles de controlar.” (“Estados Unidos en el centro de la crisis mundial”. Jorge Beinstein 30/10/2004. Rebelión –ver Web-). Beinstein No solo anuncia la crisis bursátil con mucha más anticipación que la de algunos gurúes de Wall Street (que en realidad avisaron cuando ya se podía decir que estaba en curso) sino  que ubica correcta y precisamente el nodo de la misma en las hipotecas “subprime” que, para esa época, muy pocos fuera de los “brokers” y los agentes del mundo financiero, sabían siquiera lo que eran.

Y el mismo autor,  años más tarde, cuando ya se había producido la crisis de la burbuja  financiera inmobiliaria, que él mismo había pronosticado afirmó: “Que Soros y Volcker abran la expectativa de un colapso del sistema económico mundial no significa que el mismo se produzca de manera inevitable, después de todo una de las principales características de una decadencia civilizatoria, como la que estamos presenciando, es la existencia de una profunda crisis de percepción en las elites dominantes, sin embargo la acumulación de datos económicos negativos y su proyección realista para los próximos meses nos están señalando que la gran catástrofe anunciada por ellos tiene muy altas probabilidades de realización.” (Jorge Beinstein “Señales de implosión” 03/03/2009  Rebelión –ver Web- el resaltado es nuestro).

Por esos mismos tiempos y desde otro enfoque llegaba a muy  similares conclusiones Armando Bartra: “La humanidad enfrenta una emergencia polimorfa pero unitaria. Una Gran Crisis cuyas sucesivas, paralelas o entreveradas manifestaciones conforman un periodo histórico de intensa turbulencia. Un desgarriate cuyas múltiples facetas tienen el mismo origen y se retroalimentan. Un estrangulamiento planetario que no deja títere con cabeza pero se ensaña con los más pobres.” (El hombre de hierro. Límites sociales y naturales del capital en la perspectiva de la Gran Crisis” Editorial Itaca México  2008 –ver Web- El resaltado es nuestro)

Y en el mismo trabajo  bajo el subtítulo de “Recesión económica o crisis civilizatoria” introduciendo  un concepto que también usaría profusamente Fidel Castro, se pregunta y contesta lo siguiente: “Porqué Gran Crisis y no sólo crisis Las recesiones económicas son por lo general breves y, en éstas, al desplome sigue una recuperación del crecimiento más o menos prolongada. La Gran Crisis, en cambio, supone un deterioro duradero de las condiciones naturales y sociales de la producción, lapso en el que puede haber periodos económicos de expansión o de receso … Finalmente, la Gran Crisis pone en entredicho a la propia civilización industrial. La ciega carrera tecnológica y el desbocado crecimiento de la producción en un orden movido, no por la generosidad, sino por la codicia, nos condujeron a un mundo física, económica, social y espiritualmente inhabitable. La pretensión de hacer tabla rasa de la diversidad natural talando bosques, aplanando tierras y enclaustrando aguas, todo para establecer vertiginosos monocultivos; la intención de barrer con la diversidad cultural emparejando a los hombres transformados así en simples trabajadores y consumidores; el desarrollo de la industria a costa de la agricultura y de las ciudades en demérito del campo, fueron magnas transformaciones hechas en nombre de la construcción de un mundo de abundancia y una sociedad opulenta. El resultado ha sido un mundo de escasez tanto ambiental como económica y una sociedad física y espiritualmente estragada.” (ídem El resaltado es nuestro). Y, más adelante, utilizando ahora los términos de: “Encrucijada civilizatoria, sigue afirmando: “Las civilizaciones y los sistemas económicos no se desvanecen de un día para otro y tanto la duración como el curso de la Gran Crisis son impredecibles. Pero si bien es posible que el capitalismo supere el presente estrangulamiento recesivo, con sólo algunos retoques la enfermedad sistémica que lo aqueja es definitivamente terminal, porque hoy no sólo tropieza con sus contradicciones internas, se topa también con sus límites externos… La gran crisis es sistémica y no coyuntural porque no sólo desfonda el modelo neoliberal imperante durante los pasados treinta años, también pone en cuestión el modo capitalista de producir y socava las bases mismas de la sociedad industrial. Si –como Braudel– llamamos “civilización occidental” a un orden espacialmente globalizante, socialmente industrial, económicamente capitalista, culturalmente híbrido, intelectualmente racionalista y que históricamente se define por su “lucha sin fin contra la civilización tradicional” …, la presente es –en sentido estricto– una crisis civilizatoria  (ídem El resaltado es nuestro).

También ya después de desatada  la crisis bursátil, en su artículo “Los límites del planeta y la crisis civilizatoria. Ámbitos y sujetos de las resistencias”,  Edgardo Lander expresaba:  “Existe un amplio consenso en torno al hecho de que estamos viviendo una crisis global. Pero, ¿de qué crisis estamos hablando? Evidentemente no nos encontramos ante una crisis sólo financiera, ni ante una más de las crisis cíclicas que han caracterizado históricamente a la economía capitalista. Como afirma Armando Bartra, se trata de una crisis sistémica, no coyuntural, cuya novedad ‘radica en la pluralidad de dimensiones que la conforman; emergencias globales mayores que devienen críticas precisamente por su origen común y convergencia’. Una crisis que es simultáneamente medioambiental, energética, alimentaria, migratoria, bélica, y económica. No se trataría así, de un nuevo ciclo recesivo del capitalismo, sino de un ‘quiebre histórico’. Se trata de una profunda crisis civilizatoria. El patrón del desarrollo y el progreso ha encontrado su límite. A pesar de que una elevada proporción de la población no tiene acceso a las condiciones básicas de la vida, la humanidad ya ha sobrepasado los límites de la capacidad de carga de la Tierra. Sin un freno a corto plazo de este patrón de crecimiento desbordado y una reorientación hacia el decrecimiento, la armonía con el resto de la vida y una radical redistribución del acceso a los bienes comunes del planeta, no está garantizada la continuidad de la vida humana a mediano plazo”. (Caracas 2008. ver en la Web. El resaltado es nuestro)

Precisamente, y también por esos tiempos, el politólogo marxista Atilio Boron,  en una ponencia  denominada “De la guerra infinita a la crisis infinita”, presentada  ante el XI Encuentro Internacional sobre Globalización y Problemas del Desarrollo de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de cuba (ANEC),  del 2/6 de marzo de 2009, recurre al concepto de crisis civilizatoria en dos oportunidades: “Nos hallamos ante una crisis general capitalista, la primera de una magnitud comparable a la que estallara en 1929 y a la llamada “Larga depresión” de 1873-1896. Una crisis integral, civilizatoria,  multidimensional, cuya duración, profundidad y alcances geográficos seguramente habrán de ser de mayor envergadura que las que le precedieron” y “estamos en presencia de una crisis que es mucho más que una crisis económica o financiera. Se trata de una crisis integral  de un modelo civilizatorio que es insostenible económicamente, políticamente, sin apelar cada vez más a la violencia en contra de los pueblos; insustentable también ecológicamente dada la destrucción, en algunos casos  irreversible del medio ambiente e insostenible socialmente porque degrada la condición humana hasta límites inimaginables y destruye la trama misma de la vida social” (Borón Atilio “Crisis civilizatoria y agonía del capitalismo” Ed. Luxemburg  Buenos Aires 2009. Los resaltados son nuestros)

Esos dos párrafos, entre algunos otros, del discurso de Borón  fueron tomados por Fidel Castro,  como un  resumen de la citada reunión, sobre “Globalización y desarrollo”, en una nota suya publicada en el diario Gramma, de la Habana, el 9 de marzo de 2009.

Fidel ya venía alertando  sobre la tamaña dimensión de la crisis  cuando, en 2005, en el marco de un encendido discurso, en la Universidad de la Habana, dijo: “Porque me atrevo a afirmar que hoy esta especie está en un real y verdadero peligro de extinción, y nadie podría asegurar, escuchen bien, nadie podría asegurar que sobreviva a ese peligro” y “Ese es el mundo en que estamos viviendo, no es un mundo lleno de bondad, es un mundo lleno de egoísmo; no es un mundo lleno de justicia, es un mundo lleno de explotación, de abuso, de saqueo, donde un número de millones de niños mueren cada año —y podrían salvarse—, simplemente porque les faltan unos centavos de medicamentos, un poco de vitaminas y sales minerales y unos pocos dólares de alimentos, suficientes para que puedan vivir.  Mueren cada año, a causa de la injusticia, casi tantos como los que murieron en aquella colosal guerra que mencioné hace unos minutos. ¿Qué mundo es ese?  ¿Qué mundo es ese donde un imperio bárbaro proclama el derecho de atacar sorpresiva y preventivamente a 70 o más países, que es capaz de llevar la muerte a cualquier rincón del mundo, utilizando las más sofisticadas armas y técnicas de matar?  Un mundo donde impera el imperio de la brutalidad y de la fuerza” (Discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz, Presidente de la República de Cuba, en el acto por el aniversario 60 de su ingreso a la universidad, efectuado en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, el 17 de noviembre de 2005.)

 El  28/10/2010, nuevamente en la revista digital  Rebelión, cuando Wall Street  empezaba a recuperar el ánimo, que se transformaría en una segunda nueva  ola de euforia financiera en los años subsiguientes, Jorge Beinstein  sentenciaba en su artículo “Declinación del capitalismo, fin del crecimiento global, ilusiones imperiales y periféricas” que :“Las fanfarronerías de los lejanos años 1990, acerca del mileno capitalista-neoliberal, han pasado a ser curiosidades históricas, tal vez sus últimas manifestaciones (ya a la defensiva) han sido las campañas mediáticas que nos señalaban el pronto fin de las «turbulencias financieras» y el inmediato retorno de la marcha triunfal de la globalización. Ahora, al comenzar el último trimestre de 2010 las expectativas optimistas de los altos mandos del planeta (jefes de estado, presidentes de bancos centrales, gurúes de moda y demás estrellas mediáticas) van dando paso a un pesimismo abrumador. Se habla de trayectoria de las economías centrales en forma de W como si después del desinfle iniciado en 2007-2008 hubiera ocurrido una verdadera recuperación a la que ahora seguiría una segunda caída y a cuyo término llegaría la expansión durable del sistema, algo así como una segunda penitencia que permitiría a las élites purgar sus pecados (financieros) y retomar el camino ascendente….La «recuperación» no ha sido otra cosa que un alivio efímero obtenido gracias a una sobredosis de «estímulos» que prepararon las condiciones para una recaída que se anuncia terrible. …Pero es imposible ignorar la realidad. Los productos financieros derivados constituyen la componente mayoritaria decisiva de la trama especulativa global, solo cinco bancos de los Estados Unidos más el Deutsche Bank han acumulado esos frágiles activos por unos 320 billones (millones de millones) de dólares2 equivalentes a aproximadamente 4,2 veces el Producto Bruto Mundial (año 2015), eso representa el 65 % de la totalidad de productos financieros derivados del planeta registrados en diciembre de 2015 por el Banco de Basilea. Esa hiper-concentración financiera debería ser una señal de alarma y el panorama se agrava cuando constatamos que dicha masa financiera se está desinflando de manera irresistible: en diciembre de 2013 los derivados globales llegaban a unos 710 billones de dólares, apenas dos años después, en diciembre de 2015 el Banco de Basilea registraba 490 billones de dólares… en solo 24 meses se evaporaron 220 billones de dólares, cifra equivalente a unas 2,8 veces el Producto Bruto Global de 2015.” (Ver Web)

Para este entonces los artículos notas y hasta libros acerca de la crisis terminal del capitalismo fueron numerosos, desde distintos enfoque y perspectivas. De hecho nosotros publicamos  “Globalización tercera y última etapa del capitalismo” (Luxemburg BA 2011).

Pero volviendo a Beinstein que, como vimos, fue  unos de los pioneros en el pronósticos  descriptivos de la crisis general del sistema,   citaremos ahora unos párrafos de su artículo “Alertas rojas: señales de implosión en la economía global. El capitalismo global a la deriva” de  Jorge Beinstein del  12/07/2016 que son por demás elocuentes: “La crisis de 2008 fue el punto de inflexión. En diciembre de 1998 los derivados globales llegaban a unos 80 billones de dólares equivalentes a 2,5 veces el Producto Bruto Global de ese año, en diciembre de 2003 alcanzaban los 200 billones de dólares (5,3 veces el PBG) y a mediados de 2008, en plena euforia financiera, saltaron a 680 billones (11 veces el PBG), la recesión de 2009 los hizo caer: para mediados de ese año habían bajado a 590 billones (9,5 veces el PBG). Se había acabado la euforia especulativa y a partir de allí las cifras nominales se estancaron o subieron muy poco reduciendo su importancia respecto del Producto Bruto Global: en diciembre de 2013 rondaban los 710 billones (9,3 veces el PBG) y luego se produjo el gran desinfle: 610 billones en diciembre de 2014 (7,9 veces el PBG) para caer en diciembre de 2015 a 490 billones (6,2 veces el PBG). El aparente “circulo virtuoso” había mostrado su verdadero rostro: en realidad se trataba de un círculo vicioso donde el parasitismo financiero se había expandido gracias a las dificultades de la economía real a la que drogaba mientras la cargaba de deudas cuya acumulación terminó por enfriar su dinamismo lo que a su vez bloqueó el crecimiento del globo financiero.…La decadencia de la mayor civilización que ha conocido la historia humana nos presenta diversos escenarios futuros, alternativas de autodestrucción y de regeneración, de genocidio y de solidaridad, de desastre ecológico y de reconciliación del ser humano con su entorno ambiental. Estamos retomando un viejo debate sobre alternativas interrumpido por la euforia neoliberal, la crisis rompe el bloqueo y nos permite pensar el futuro…Ahora las señales de alarma se multiplican, desde desajustes financieros graves hasta perturbaciones geopolíticas cargadas de guerras y desestabilizaciones, desde crisis institucionales hasta declinaciones económicas. Los comentaristas occidentales se maravillaban, en los años 1990, ante el espectáculo de la implosión de la URSS, es probable que dentro de no mucho tiempo empiecen a horrorizarse ante desastres mucho mayores centrados en Occidente…La crisis era previsible, en líneas generales, desde hace aproximadamente una década, bastaba con extrapolar la tendencia hacia la hipertrofia financiera con centro en los Estados Unidos pero de alcance global. Dicha tendencia aparecía como el resultado mayor de la crisis de sobreproducción crónica que sufre la economía mundial desde comienzos de los años 1970 y que causó la desaceleración del Producto Bruto y de la Demanda globales. Era casi imposible que se produjera la reversión de estos fenómenos, claro que no se podían establecer fechas, pero yo diría que hacia fines de los años 1990, en plena fase terminal de la burbuja bursátil las cartas estaban echadas. Alcanzaba con poseer un cierto nivel científico, no estar intoxicado por el delirio ideológico neoliberal y ser honesto para descubrir y decir la verdad. Lamentablemente fuimos muy pocos, a nivel internacional, los economistas que nos atrevimos a decir la verdad, y lo pagamos muy caro: fuimos silenciados, aislados. Se nos acusaba de catastrofistas, pero el tiempo nos dio la razón. Lo que aparece realmente como increíble es que hace apenas un año todavía la inmensa mayoría de los medios de comunicación, seudo expertos y reputados economistas seguían negando la crisis o si la admitían subestimaban por completo su magnitud. Fue tal vez la mayor manipulación mediática de la historia…Sí, nos encontramos ante una crisis sistémica. Yo prefiero hablar de crisis de civilización, es decir de la civilización burguesa que presenta múltiples aspectos: económico-financiero, ambiental, energético, alimentario, militar, y cuyo motor se encuentra en el centro del mundo: los Estados Unidos... Estamos ahora en el comienzo de lo que muy probablemente será un largo período de turbulencias, marcado por la declinación general del sistema…Hemos ingresado en un período histórico donde al conjunto del capitalismo, como sistema planetario, le será cada vez más difícil reproducirse. (Rebelión –ver Web el resaltado es nuestro).

 La extensión de la cita se justifica con solo leerla y advertir la claridad  con que se resume todo el proceso de alerta temprana, por parte de algunos intelectuales de izquierda, que, basándose en el análisis socio histórico y económico concreto, pudieron avisorar la crisis desde  que empezó a gestarse, en el momento mismo de la euforia neoliberal. Como el propio autor lo señala fue el mayor proceso de ocultamiento de una verdad evidente en la historia de la humanidad y estuvo a cargo de la “inteligencia” de la derecha neoliberal a través de sus enormes capacidades de difusión  y comunicación.

Otro intelectual de izquierda, como se advertirá también latinoamericano, Emiliano Terán Mantovani  en su artículo “Por qué hablamos de crisis civilizatoria? Breve genealogía de nuestro actual tiempo extraordinario” del 19 diciembre 2019 nos dice :La diferencia de este, con tiempos anteriores, pudiésemos resumirla en tres factores: uno, que llegamos a límites de capacidad de muy buena parte de los sistemas sociales y ecológicos para soportar las perturbaciones y agresiones que están sufriendo estos; dos, que los eventos sociales y ecológicos van teniendo características de eventos extremos; y tres, que dichos sistemas tienden a la caotización y que por su alto nivel de integración (dada en buena medida la globalización) pueden generar una  cadena de acontecimientos o punto de inflexión –que también pueden ser pensados como ‘efecto dominó’– con consecuencias imprevisibles. No vivimos sólo una crisis de las democracias o las instituciones modernas. Tampoco esta crisis puede explicarse únicamente por una ‘escasez’ de recursos o por un ‘desbordamiento’ demográfico. Y aunque es un factor determinante, tampoco es únicamente un problema de la crisis estructural del capitalismo. Se trata de una crisis total, esencial y existencial, que trastoca incluso el orden de la vida en la Tierra (y por tanto de las otras especies que conviven con nosotros), que nos interpela como especie en relación a nuestro rol en ella… Esto, a su vez, nos permite enlazar con la idea de que la crisis en la que estamos inmersos es en realidad una de carácter civilizatorio”. (Ver Web Los resaltados son nuestros)

Resulta significativo el hecho de que Terán Mantovani introduzca en su reflexión  un  terminología propia de la geología y la arqueología para dar  la idea de la magnitud del cambio al que nos abismamos:   “Dos de las principales polémicas que se han generado en torno al debate sobre el Antropoceno nos pueden ayudar a dejar más claro por qué hablar de una crisis civilizatoria. La primera, tiene que ver con la crítica que se le ha hecho al concepto, por colocar al humano en abstracto como responsable de la crisis, cuando en cambio esto ha sido el resultado de patrones específicos de poder que han generado divisiones sociales y desigualdades en los procesos de apropiación, usufructo y degradación de la riqueza natural. De ahí que  Jason Moore haya hablado de ‘Capitaloceno’, señalando que es precisamente el capital y todas sus estructuras de poder, el factor que define esta nueva era geológica; o bien, Christophe Bonneuil proponga el ‘Occidentaloceno’, haciendo referencia a la responsabilidad de la crisis por parte de los países ricos industrializados de Occidente. La segunda polémica tiene que ver con el punto de origen del Antropoceno. ¿Cuándo se produce el punto de inflexión histórico que convierte al humano o al particular orden civilizatorio, en la principal variable de transformación geológica? A nuestro juicio, esto es fundamental pensarlo no a partir de un solo punto de origen (dado que la historia no es lineal y luego de un punto de inflexión se producen nuevas tensiones y diversas posibilidades), sino en el escalamiento de al menos tres períodos que han sido determinantes para comprender, en su profundidad, el carácter de la crisis civilizatoria. Además de la apuesta post-capitalista, el cambio es civilizatorio Sabemos que es un cuestionamiento radical, porque pone en cuestión no sólo al capitalismo histórico y la modernidad colonial, sino incluso los rasgos históricos dominantes de la propia condición humana. Pero nos invita y permite reformular toda la cartografía de la transformación socio-ecológica. No parece bastar la apuesta post-capitalista si no podemos resolver, retejer, re-articular, reconstituir el vínculo esencial entre humanos y naturaleza, compaginar nuestro estar en la Tierra con los ritmos de la vida en el planeta. No parece bastar aquella apuesta sin desarmar al patriarcado, al racismo, los esquemas de dominación jerárquica, los binarismos, las cosmovisiones fragmentadas, sin recuperar la relación holística y de totalidad con la naturaleza”. (Idem. Ver Web Los resaltados son nuestros)

Hoy, en medio de la pandemia del  Covid 19, aparecen confluyendo las crisis  ecológica, el calentamiento global, el agotamiento de recursos indispensables, la aparición de nuevos virus de origen zoonóticos,  la profundización de la crisis económica estructural con su dramáticas consecuencias   de profunda desigualdad y de pauperización y marginalidad de enormes masa de la población mundial ,la explosión de las burbujas financieras y, finalmente, la crisis política y geopolítica general. Retomando formas de expresión seudo-geológicas para tratar de  dar cuenta de la magnitud de la cuestión podríamos decir que  todo ello  puede considerarse, desde un punto de vista holístico,  una manifestación  de un  profundo cambio en la biosfera-noosfera  planetaria , por usar el término de Vernadski ,  al que era afecto Teilhard de Chardin[1].  Tales términos  son muy  útiles en estos momentos porque permiten, como venimos diciendo al fenómeno humano en paralelo con los enfoques históricos y de clase, como un todo biológico, con una “vida”(dinámica) propia,  más allá de (y en paralelo con) las intencionalidades políticas, económicas y sociales de los seres humanos, en su accionar histórico concreto.

 En efecto,  una población de más de 7.000.000.000 de habitantes que, a partir del  enorme desarrollo del transporte los medios de desplazamiento  y  las comunicaciones  están en un permanente y  dinámico  interflujo físico y virtual, es algo que  devino en un fenómeno “ bio-social” , es decir  como si fuera  una inmensa masa de tejido vital que se ha empezado a mover en lapsos ahora claramente perceptibles, como un gigantesco desplazamiento tectónico,   generando en pocos años  un escenario sustancialmente distinto de todo lo que  ha conocido la humanidad desde hace   miles de años. En el cuadro siguiente se ve  con claridad la contundencia de esta explosión demográfica  sobre todo desde  la revolución industrial a fines del S XIX y ya  su disparada en forma inusitada  desde hace solo unas décadas atrás.

 

 

Descripción: Resultado de imagen para poblacion mundial hace 100000 años

Naciones Unidas (publicado en internet,  agosto 2017) 

 El término Antropozoico   fue usado por Antonio Stoppani en el siglo XIX para definir una nueva era geológica afectada por la actividad de la humanidad. El Antropoceno fue usado en el año 2000 por el ganador del premio Nobel de química Paul Crutzen, quien considera que la influencia del comportamiento humano sobre la Tierra en las recientes centurias ha sido significativa, y ha constituido una nueva era geológica. 

 Pero quien  utiliza  el término “Capitaloceno” es   Renán Vega Cantor:

1.       “Cuando una de cada diez personas en el mundo sobrevive con menos de dos dólares al día, la inmensa riqueza que acumulan tan sólo unos pocos resulta obscena. Sólo ocho personas (concretamente ocho hombres), poseen la misma riqueza que la mitad más pobre de la población mundial, 3.600 millones de personas. […]

2.        Siete de cada diez personas vive en un país en el que la desigualdad ha aumentado en los últimos 30 años.

3.        La desigualdad extrema tiene un enorme impacto en las vidas de las mujeres, sobrerrepresentadas en los sectores con peores salarios y que sufren mayores niveles de discriminación en el ámbito laboral y asumen la mayor parte del trabajo de cuidados no remunerado. Al ritmo actual, llevará 170 años alcanzar la igualdad salarial entre hombres y mujeres.

4.        La evasión y elusión fiscal por parte de las grandes multinacionales priva a los países pobres de al menos 100.000 millones de dólares cada año en ingresos fiscales, dinero suficiente para financiar servicios educativos para los 124 millones de niños y niñas sin escolarizar o servicios sanitarios que podrían evitar la muerte de al menos seis millones de niños y niñas cada año.

Con datos como estos, resulta muy amañado seguir diciendo que la población en sí misma es el problema, cuando este estriba en la desigualdad social y económica, lo que conduce a marcados desniveles de apropiación de la producción y el consumo dentro de los países y a nivel mundial. Claro que debe plantearse un control en el crecimiento de la población, ante la reducción acelerada de los bienes comunes de la naturaleza, pero algo más crucial radica en señalar la destrucción que ocasiona el consumo intensivo de los ricos, y el costo ambiental que esto trae para el planeta.  No es tanto la reducción de los pobres lo que necesita el planeta tierra, sino más bien la reducción de los ricos y su consumo y despilfarros ostentosamente obscenos. En el capitaloceno la pregunta esencial no es cuánto le cuesta un pobre al medio ambiente, sino cuánto le cuesta un rico, cuestión que apunta a vincular la desigualdad con la destrucción ambiental. Si Antropoceno es una palabra que genera algún rechazo, Capitaloceno va a ser un término absolutamente denostado y ocultado, porque apunta a señalar al sistema capitalista como el responsable de las catástrofes climáticas y ambientales que destruyen diversas formas de vida, asesinan diariamente a millones de seres humanos (pobres y explotados) y pone en peligro la misma supervivencia de nuestra especie. Y plantea, por supuesto, que la única alternativa para que la humanidad pueda sobrevivir es rebasar el capitalismo” (Ver revista Herramientas en la  Web)

Y, finalmente, Marta Pérez Folgado en  “El Antropoceno: ¿Tendremos nuestra propia era geológica?” en unas reflexiones acerca de si se justificaría definir los últimos tiempos de la humanidad y del planeta  con designaciones “epocales” o “eónicas”, nos muestra datos de brutal contundencia: “A nadie se le escapa que el ser humano ha cambiado la faz del planeta Tierra, desde el momento que empezamos a asentarnos y nos hicimos agricultores y ganaderos hasta la situación actual de cambio global en un entorno completamente industrializado. ¿La habremos cambiado lo suficiente como para que merezca definir una nueva era geológica? Los límites oficiales de los eones, eras, periodos y épocas geológicas los define la Comisión Internacional de Estratigrafía, y no es algo baladí. Se crean subcomisiones y grupos de trabajo sobre los límites que no están claros o las nuevas propuestas, y después de intensas reuniones, cada cierto tiempo se publica una nueva Tabla Cronoestratigráfica Internacional, una relación consensuada de los distintos periodos geológicos. La época geológica en la que nos encontramos es el Holoceno, que comenzó hace sólo 11.700 años. Sin embargo, hace ya tiempo que se viene hablando de la necesidad de introducir una nueva división. Aunque anteriormente se habían sugerido términos como Homogenoceno o Antroceno, hace años que se utiliza la palabra Antropoceno, acuñada en el año 2000 por el Nobel de Química Paul Crutzen. Dentro de la subcomisión de estratigrafía del Cuaternario, el grupo de trabajo del Antropoceno (que incluye al español Alejandro Cearreta, Profesor Titular de la Universidad del País Vasco) se ha fijado 2016 como fecha objetivo en la que tomar una decisión.

Descripción: Variación en distintos indicadores de actividad humana desde el comienzo de la Revolución Industrial hasta el año 2000. Se aprecia la Gran Aceleración sufrida a partir de 1950.

 

Variación en distintos indicadores de actividad humana desde el comienzo de la Revolución Industrial hasta el año 2000. Se aprecia la Gran Aceleración sufrida a partir de 1950.Fuente: Steffen et al, 2011.

 

Descripción: Cambios a nivel global en el Sistema Tierra como resultado del espectacular aumento de la actividad humana, entre el comienzo de la Revolución Industrial y el año 2000. La subida a partir de 1950 de la mayoría de los parámetros define la Gran Aceleración.

 

Impacto en el Sistema Tierra resultado del espectacular aumento de la actividad humana, entre el comienzo de la Revolución Industrial y el año 2000. A partir de 1950 entra en la Gran Aceleración.Fuente: Steffen et al, 2011.

Ahora bien, ¿merece la pena definir una nueva época geológica que habría empezado hace sólo 64 años en un planeta de 4500 millones de años de antigüedad? ¿Debería ser una subdivisión dentro del Holoceno? ¿Obviamos que su aparición debe ser global y sincrónica, situando el comienzo en la Revolución Neolítica o la Industrial? Incluso, como afirman algunos: ¿Hay que definir con el nombre del ser humano (anthropos) algo que no debería hacer referencia a toda la humanidad, pues sólo una parte de ella ha sido responsable del desastre medioambiental?” (Ver Web).

Más allá de estas interesantes y graves cuestiones planteadas y luego de este escueto recorrido por los textos de algunos autores que se han referido a la crisis civilizatoria en ciernes no se puede negar que estamos ante una metamorfosis de lo humano que viene a resumir decenas de miles de años de la vida de la humanidad sobre el planeta. Una gran alteración  “bionoosférica”

Estamos  entonces en momentos de profunda crisis política, económica, ecológica y social que se viene expandiendo por el mundo, es claramente visible desde mediados de la década del 2000, y aparece como un punto de clivaje bio-noosférico  con características de crisis civilizatoria.[2] 

 Pero en el momento actual y como síntoma evidente de esta crisis epocal nos hallamos frente a  una pandemia de coronavirus de la que no ha podido escapar ningún rincón del planeta   y al ingreso del mundo entero en una recesión económica que promete superar  a cualquier otra anterior del capitalismo moderno, podría  ser  “epocal” es decir de las que resumen no cientos sino miles de años de existencia de la humanidad.

Dos características salientes de este nuevo escenario son:

 1) Hay un riesgo ya permanente de pandemias, ineludible  e inevitable debido a la cantidad de habitantes del planeta, la necesidad de producción mega masiva de alimentos en forma permanente y  las formas de hiper- interconexión global  socio-política y económica en que vive la  multitudinaria humanidad  actualmente. Todo lo que  hace que muy probablemente, haya que convivir, de ahora en más, con el riesgo de   que cualquier nueva enfermedad contagiosa que aparezca, en cualquier lugar del planeta, se convierta en  pandemia. Ello, probablemente, conllevará a una metamorfosis profunda en los modos de vida, los hábitos y las formas de relación laboral educativa y social en todo el mundo.

 2) La forma en que están organizadas la producción y el consumo,  en términos de libre mercado, casi sin regulaciones ni control estatal  alguno, en una inmensa parte del territorio del planeta, hace que  las cuarentenas obligatorias, determinadas  por estas pandemias, generen situaciones incontrolables  de desempleo, tanto formal como informal, y aumento, y profundización, de la  exclusión social hasta situaciones de hambre.  Del mismo modo los cambios en las formas de vida trabajo  y relaciones social necesarias, para estar más resguardado de los contagios eventuales de nuevas enfermedades,  no son  posibles de articular en el marco de la actual organización capitalista  de la producción y el consumo

 Un dato inmodificable, de la realidad actual, es el demográfico. La población del mundo no va a disminuir sino, muy por el contrario,  la tendencia es al aumento hasta llegar incluso a los 10.000.000.000 de habitantes  en relativamente corto tiempo. El  otro dato,  también irreversible, es el de   la interconexión del entramado  global  que ha generado una red interconectada de  conocimientos y practicas científicos,  técnicos y  de funcionamiento industrial y de servicios   que no admite vuelta atrás, es decir,  es imparable por la propia dinámica de la explosión demográfica.

Es decir  que solo teniendo en cuenta el problema sanitario el mundo debería incorporar  desde ya  una serie de cambios fundamentales en lo que respecta a las relaciones de producción, intercambio y consumo para hacerse menos mórbido. Y ello  repetimos solo teniendo en cuenta los riesgos epidémicos. 

Pero en realidad la gravedad de la cuestión es mucho mayor y va mucho más allá de cuestiones sanitarias En realidad, esta pandemia ha acelerado algo que ya estaba inscripto  en la dinámica económica mundial que era el hecho de que nos estábamos abismando a una profunda recesión como resultado de una crisis de sobreproducción y sobregiro financiero, como ha quedado bien en claro en las citas de los autores con que iniciamos este trabajo. Es decir que el problema existía,  independientemente de la enfermedad contagiosa  Pero  resulta que la enfermedad  nos ha puesto, de golpe, frente a la urgencia de un cambio, demostrándonos con definitiva contundencia que estábamos produciendo irracionalmente  mercancías y servicios que el mundo no estaba en condiciones de producir mientras que dejábamos de producir otros que si son indispensables para mantener un equilibrio biosférico. Es claro que  las pautas “racionales “ del consumo siempre estuvieron alteradas en el capitalismo  y que este proceso se agudizó durante la gran producción industrial del siglo XX pero en la actual globalización financiera  en la que la dinámica de la producción capitalista misma está determinada por las exigencias de la renta financiera  las modalidades  de consumo están consecuentemente alteradas a grado máximo y alejadas en términos generales de lo normal y necesario  entre quienes consumen regularmente y disminuidas criminalmente para vastos sectores de la humanidad. Por dar un ejemplo muy puntual estábamos gastando incalculables recursos en  turismo, particularmente turismo de lujo, entretenimientos  y esparcimientos no educativos ni saludables  y servicios exóticos  solo  accesibles a minorías de la población mundial, es decir de esencia elitista, en lugar de construir  una estructura sanitaria  habitacional  y alimentaria  sólida  y resistente a emergencias  (como precisamente la de la pandemia)  para toda la población mundial.  Hoy, desde  nuestros aislamientos forzosos y  compelidos a consumir bastante menos  y en algunos casos lo realmente necesario , las clases medias   empezamos a visualizar que no habría que haber invertido los miles de millones de dólares que se han gastado en  el entretenimiento y el espectáculo masivos  en marcas de automóviles de lujo  en  yates  y mansiones  en hoteles y resorts de hiper lujo y tantos otros rubros de bienes y servicios totalmente prescindibles,  cuya existencia  en muchos caso aplaudíamos aun cuando estuvieran fuera de nuestro alcance, y sí habría que haber invertido  en  equipamiento  sanitario, hospitales , médicos  e investigación científica para la salud, mejoras habitacionales  para sacar del hacinamiento a millones que hoy están más a la merced de la pandemia que nadie y tantas otras cosas que hoy tanta falta hacen  . La pregunta es  entonces: ¿qué  estaba produciendo la humanidad  y para qué? Por otro lado la pandemia hace también evidente que  un mundo  en el que, con el desarrollo tecnológico  y la capacidad productiva que se ha alcanzado,  tenga todavía miles de millones de pobres y déficits habitacionales,  alimenticios y educativos, como  los que hoy se registran, no es viable porque no hay forma de que un sector social se salve solo, que escape  a la crisis social que se produce en situaciones como esta que hoy vivimos. Precisamente esta es una de las  crudas  constataciones a las que nos arroja la pandemia.  O se establece un equilibrio solido de supervivencia que abarque a toda la población mundial sin exclusiones,  o la propia viabilidad de la raza humana estará permanentemente puesta en cuestión y nadie, repetimos nadie, podrá salvarse  de la crisis por si solo  o en grupos  de privilegio .

 Es necesario hacer la siguiente reflexión SI todos los habitantes del mundo  vivieran como la clase media,  no digamos ya de los países capitalistas desarrollados,  sino de cualquier país del llamado tercer mundo,  los recursos planetarios no darían abasto. SI todos quisieran vacacionar, o cambiar de ropa cada temporada siguiendo a la moda, o salir a comer afuera semanalmente,  como lo hace cualquier persona de ingresos medios,   de Argentina  o Brasil o Sudáfrica, sin ir más lejos, no darían abasto el transporte, los hospedajes, la industria textil ni la alimentaria actualmente existentes. Ni que hablar de querer emular  algunos de  los gastos en lujo superfluo extremos y modos de vida elitistas  de las clases altas y medias altas. Entonces hay un grave problema distributivo,  de modo de vida y   de pautas de consumo  que debe ser profundamente revisado y cambiado.

Obviamente eso implica en un mismo movimiento la necesidad de transformar el modo de producción lo que nos lleva directamente de nuevo a Marx y al materialismo histórico.

El “rediseño” productivo,  en un modo distinto del capitalista y de todos los modos pre-capitalistas de producción, basados en la explotación de un sector o sectores de la sociedad por otros,  y su reemplazo  por una estrategia racionalmente planificada y programada , al menos en sus lineamientos básicos,  a nivel mundial y a partir de los principios de inclusión humana total y sustentabilidad  ambiental y ecológica, resulta urgente e  imprescindible  para que esa gran biomasa antropomorfa  que cubre vastas zonas de la roca planetaria  y que ha sido capaz de llegar a un desarrollo inteligente  pueda,  usando  esas inteligencia  (y dándose verdaderamente  cuenta del riesgo de extinción)   comenzar  a reformularse vitalmente, de un modo sustentable  que incluya a toda la humanidad.

Mariano Ciafardini

Doctor en Ciencias Políticas

Centro de Estudios y Formación Marxista

Héctor P. Agosti (CEFMA)

 

 

 

 



[1] Vladímir Vernadski elaboró la teoría de la noosfera a principios  del siglo XX, como una capa  que se agregó  al planeta con el advenimiento del ser humano (noos: mente, inteligencia), luego de la capa biológica de plantas y animales , a la que denominó biosfera.  El antropólogo y paleontólogo jesuita Teilhard de Chardin  volvió a utilizar esos términos en su obra, desplegada en las década de 1930 y 1940.

[2] Hay que decir que este punto de inflexión  también coincide desde el punto de vista marxista con la pronosticada por Marx  finalización del capitalismo como modo de producción, por haberse llegado a un grado máximo de la contradicción entre las relaciones de producción y el desarrollo de las fuerzas productivas.