La revolución rusa .Merecido reconocimiento en su centenario
Las especulaciones en cuanto a lo que habría sucedido si tal o cual hecho se hubiera producido o no se hubiera producido, es decir la reflexión contra-fáctica, en el terreno histórico, no es, en general, conducente y, la mayoría de las veces, es una simple pérdida de tiempo, atento a que las alternativas que se hubieran abierto de haber sido distintas las cosas, en determinada situación histórica, son, en principio, infinitas y, por lo tanto, impredecibles.
Sin embargo en algunos contados casos una reflexión de ese tipo puede llevarnos a ciertos “insigths”, a impresiones profundas, que ayudan a interpretar la dimensión de determinados acontecimientos históricos sin convertir al argumento contra-fáctico en una suerte de metodología de investigación o análisis histórico-político.
Este es el caso del de la revolución rusa de 1917 y, su consecuencia inseparable, el proceso soviético subsiguiente.
Decimos que estos dos elementos son inseparables porque si la revolución rusa hubiera sido sólo la toma de poder en Petrogrado, o aún del de toda Rusia, sólo por un tiempo, el evento hubiera tenido menos trascendencia que la “Comuna de París”, cosa que sabía muy bien los bolcheviques que contaban los días con la ansiedad de superar los dos meses y diez días del asalto al poder de los artesanos parisinos.
Pero la principal reflexión contra-fáctica es para nosotros la siguiente: sin la revolución rusa y el proceso soviético consecuente el marxismo no habría sido lo que fue, en el siglo XX , ni sería hoy la teoría filosófica social económica y política que es , cuya autoridad no ha podido soslayarse ni menos aún superarse por ninguna otra, a pesar de la saturación ideológica que producen las usinas mediáticas del capitalismo, sobre todo en estos tiempos de neoliberalismo y ”fin de la historia”.
Es decir el marxismo (como teoría en permanente desarrollo) tiene la autoridad y la consistencia que hoy tiene, y la potencia teórica a desarrollarse en su propio seno, debido a que fue el sustento teórico de un proceso fáctico que cambió la historia de la humanidad y, como trataremos de explicar en este artículo, la sigue cambiando.
Es importante remarcar en principio esta dependencia existencial del marxismo en tanto es, paradójicamente, desde supuestas posiciones marxistas desde donde se ensayan intentos, permanentes y obsesivos, de disrupción entre (1)la “toma del palacio de invierno” y los primeros años de la revolución que coincide con los años en que Lenin estaba vivo (1923) y, tal vez, un poco más y(2) el proceso soviético “stalinista” de allí en adelante. Este es un error no solo en la visión de la realidad sino en la metodología y coherencia del análisis porque marxismo-revolución rusa de 1917- Unión Soviética (1922-1991) constituyen un trinomio conceptual inseparable y, mucho menos aún, oponible (en términos absolutos) entre sí. Es decir que contrafácticamente se podría afirmar que Marx y el marxismo sin la Unión Soviética o alguna otra forma de plasmación en forma de contrapoder real y efectivo al capitalismo serían hoy asimilables a Saint Simón o Fourier y el socialismo utópico o a cualquier otro sistema de ideas no practicable ni practicado que la historia ubica en una poco visible y visitada zona de “grandes pensadores y grandes pensamientos” de la humanidad.
Creemos que lo que lleva a estas posiciones marxistas a coincidir en esta visión negativa del proceso soviético, por su “stalinización”, con las posiciones de la socialdemocracia en general y hasta con las de la derecha y la ultra derecha ideológicas que condenan el proceso “in totum”, es que se les escapa la grandiosidad histórica del “acontecimiento-proceso”, la magnitud “epocal” del mismo, y, especialmente, su continuidad y vigencia, lo que es entonces oportuno reivindicar precisamente en este centenario.
La “Gran Revolución de Octubre”, entendida como el acontecimiento-proceso que va desde la toma del Palacio de Invierno, en San Petersburgo, por los bolcheviques, el 7 de noviembre de 1917, hasta la “implosión” de la URSS en 1989-91, implicó, no sólo el primer triunfo de un asalto al poder político de un país por un grupo de comunistas en toda la historia de la humanidad, sino la transformación de ese país, feudal, atrasado y perdedor en la guerra, en la segunda potencia mundial durante más de 50 años. Potencia que jugó un papel decisivo en el límite al desarrollo del imperialismo y ejerció un contra-balance mundial que permitió la sucesión de una cantidad de revoluciones comunistas y de ascensos al poder a movimientos de liberación nacional, sin cuya existencia no habrían sido posibles.
No se puede negar que la existencia de la URSS y a partir de ella de la China Comunista y Corea del Norte, y luego los países socialistas de Europa Oriental y finalmente Cuba y Vietnam socialistas constituyeron el cambio geopolítico económico y socio cultural más grande en toda la modernidad capitalista y la alteración más profunda que había sufrido nunca antes el poder del capital. Incluso los modelos de estados de bienestar e intervencionismo estatal, que tanto beneficiaron a los trabajadores y pueblos del mundo capitalista “desarrollado”, contemporáneo a la URSS, fueron producto de la exigencia política de las masas sustentada en la existencia de esa potencia y de ese mundo alternativo.
Pero la revolución Rusa y la URSS no sólo son existencias gloriosas de la izquierda del pasado. A pesar del desmadre que superó y arrastró consigo a Gorbachov, con sus intentos de Glasnost y Perestroika, a principios de los 90, y que permitió la ascensión de Yeltsin quien, desde su ebriedad, se limitó a contemplar como capitalistas extranjeros, ex burócratas y mafiosos ( un término no excluye el otro) depredaban el estado de la ex URSS, el pueblo ruso y muchos de sus dirigentes dieron muestras de que existía una herencia de orgullo nacional solidaridad y antiimperialismo, constituida durante los años de socialismo y defensa de la patria, cuando, a partir del año 2000, se unieron en la reconstrucción y renovación de las estructuras de gobierno y de poder en la Federación Rusa.
Por supuesto esa reconstrucción y renovación, que llevó a Rusia hoy a jugar, nuevamente, un papel de potencia mundial determinante, no hubiera sido posible sin el legado soviético.
Por dar algunos datos a finales de los años 80 la URSS representaba el 25% de la producción de la aviación civil del planeta y el 40% de la aviación militar.
Rostec , la corporación industrial tecnológica rusa, una las corporaciones más grandes del mundo, es heredera del complejo industrial tecnológico soviético, y la gasífera Gazprom y la petrolera Rosneft no surgieron de la nada.
Debe recordarse que ya en 1957 la URSS fue la primera en lanzar al espacio una nave no tripulada, el Sputnik 1, y el mismo año lanzó el Sputnik 2, con la perra Laika en su interior, para lanzar en 1961, también por primera vez en la historia humana, un ser humano al espacio en la nave Vostok 1, tripulada por el famoso Yuri Gagarin. En ese mismo año se lanzó la Venera 1, que pasó cerca de Venus en el mes de mayo y en 1962 la Marsik 1 que llegó a marte en 1963. A partir de allí el programa espacial soviético compitió permanente mente por el liderazgo frente a los EEUU, sobre todo con el programa de estaciones espaciales permanentes MIR.
Ni que hablar del tributo que deben rendir las fuerzas armadas rusas actuales a la historia del Ejército Rojo y las fuerzas armadas de la Unión Soviética, que soportaron los dos mayores embates guerreros de la historia de la humanidad hasta el presente : la segunda guerra mundial y la guerra fría.
Toda esta potencialidad, que generó el “socialismo realmente existente” en el siglo XX, no está hoy al servicio de los intereses financieros globales o de políticas de intervencionismo imperialismo o neocolonialismo como muchos suponían a principios de los 90 y algunos piensan hoy todavía, sino todo lo contrario.
Ya en 1999 siendo todavía Yeltsin presidente pero con Putin como Secretario del Consejo de Seguridad Nacional y a meses de ser designado presidente interino, las FFAA rusas tomaron el aeropuerto de Pristina en la ex Yugoslavia en abierto desafío a la intervención de una OTAN, títere de los EEUU. En la vergonzosa votación de las Naciones Unidas, que aprobó la resolución 1973 del año 2011 mediante la cual se engendró la invasión criminal a Libia, Rusia fue uno de los países que se abstuvo y que más abrogó por detener o postergar la acción, junto con China. El papel que ha jugado Rusia en apoyo a los “oblasts” de Donbass y Lugansk, acosados por el gobierno pro-OTAN ucraniano de Poroshenko , y la intervención militar rusa en Siria, que terminó con el asedio CIA-MI 6- OTAN –Isis, contra la república árabe y su gobierno elegido democráticamente por amplia mayoría, demuestran cabalmente de qué lado está hoy Rusia en estas cuestiones vitales para la paz de la humanidad, el respeto de las autonomías y soberanías nacionales, la integración cooperativa y la solidaridad mundial.
Para los Latinoamericanos no hay prueba más contundente de ello que el apoyo del gobierno y el pueblo Ruso al gobierno y el pueblo bolivarianos de Venezuela.
Pero todo empezó allá por noviembre de 1917, en la capital de un imperio feudal que se sostenía sobre el sufrimiento de un pueblo de campesinos miserables, en estado de servidumbre, en un mundo donde el avance arrollador del capitalismo y el imperialismo sugerían un camino de miseria y explotación extrema para la inmensa mayoría de las mujeres y hombres del planeta.
Este destino que tuvo su más desenfadada expresión en el militarismo nazi y su intento de colonizar “razas inferiores”, fue frenado por la Revolución y la URSS, que no sólo derrotó a la jauría feroz que el capital les echó encima, a costa de 24 000 000 de muertos y un país devastado, sino que se recuperó velozmente ( a una velocidad impensable en un sistema capitalista) y cambio la correlación de fuerzas mundial, permitiendo a la humanidad sostener el sueño de un mundo mejor , conservar los ánimos de lucha y, en muchos casos, avanzar decididamente hacia él. Y aun lo sigue haciendo.
Esta visión que aquí exponemos nos parece oportuna no sólo para la reflexión, sino para la celebración de un acontecimiento que está situado entre los más grandes de la civilización, y permite, además, entender a la Revolución de “Octubre” y al proceso soviético no como un error, una desviación o, menos aún, como un fracaso de la lucha por un mundo verdaderamente democrático, igualitario y sin existencias de ricos y pobres , sino como solo una etapa de esa lucha con sus luces y sus sombras pero que permite un balance fundamentalmente positivo . Una etapa complejísima y muy difícil en medio de las peores calamidades bélicas de la historia humana, pero en la que la llama encendida de la revolución más importante de la modernidad y, tal vez, de la civilización, desde el neolítico hasta la actualidad, se supo mantener y transmitir.
¿No es acaso el proceso de luchas antiimperialistas de América Latina y el Caribe una continuidad de las luchas de los 60/70? ¿No heredó la Revolución Bolivariana de Venezuela la inspiración de la Revolución Cubana y toda su solidaridad? ¿Y esas luchas y revoluciones del siglo XX, como el Vietnam heroico, la Revolución Cubana y su no menos heroico proceso de dignidad y resistencia y tantas otras luchas por la liberación nacional y contra el imperialismo, no fueron acaso posibles sólo las condiciones internacionales creadas por la existencia de la URSS, un campo socialista y una Revolución China?
¿Es entonces casualidad que precisamente sean hoy Rusia y China las potencias que encabezan un camino de desarrollo alternativo al desastre de la estrategia financiera y depredadora global neoliberal? ¿Es casualidad que sean esas dos potencias las que apoyan a Venezuela hoy contra los embates del imperio?¿ Es casualidad que sean esas dos potencias las que apoyan a Cuba frente al patético accionar de los EEUU y a la hipocresía de Europa Occidental?
Es evidente que estos dos gigantescos procesos político revolucionarios de la URSS y China Popular hijos ambos de la Revolución Rusa han tenido su continuidad sino en forma de resistencia si en forma resiliente cada uno con sus propias peculiaridades.
No ha habido fracasos históricos, sólo contradicciones propias de un proceso civilizatorio, con los costos inevitables de un movimiento de luchas ideológicas, políticas (militares) y económicas que está, nada más ni nada menos que, cambiando un rumbo milenario de la humanidad estructurada en la guerra y la explotación del ser humano por el propio ser humano, para reemplazarlo por un mundo de entendimientos, armonías, articulaciones, cooperación y solidaridad. El cambio es gigantesco y el viejo mundo de la guerra y la violencia se va yendo dando zarpazos brutales. Pero la llama de Petrogrado, que evocaba las luchas milenarias de la humanidad por su autosuperación, no se apagó más, y difícilmente la puedan apagar ya hoy los estertores de un sistema que se hunde todos los días un poco más en su propia crisis.
MARIANO CIAFARDINI
Un enfoque hecho siempre desde lo que para mí es la visión más realista y avanzada para examinar con acierto los problemas históricos, sociales, económicos y políticos, que es materialismo histórico, es decir el marxismo aplicado al examen del proceso humano.
Seguidores
Translate
jueves, 2 de noviembre de 2017
domingo, 24 de septiembre de 2017
A DONDE VA TRUMP?
Hacer inteligible el rumbo de la administración Trump es una
tarea compleja que siempre corre el riesgo de naufragar, como lo corre también
su propio gobierno.
El magnate newyorquino de emprendimientos inmobiliarios,
Donald John Trump, había sido parte ya del “Partido de la Reforma” de los EEUU,
de Ross Perot, en el año 2000, un partido de empresarios con intereses muy
vinculados al mercado interno y al desarrollo de la economía nacional
estadounidense, que pretendía ser alternativa real entre demócratas y
republicanos pero nunca lo logró. De todos modos, Perot pudo llegar al 19 % de los votos en 1992 y a
imponer el gobernador de Minnesota en
1998. Es decir que ya en ese
tiempo inicial de la llamada “gobalización”, había sectores significativos del
electorado norteamericano a los que las políticas tanto republicanas como
demócratas del nuevo ciclo capitalista global les producían tanto desencanto
como para llevarlos a la anomalía de
votar una alternativa extraña a la tendencia general secular.
Si se tiene en cuenta que el programa de Perot en aquellos días era bastante similar al que
ofreció Trump su reciente campaña presidencial ( y que sigue
defendiendo actualmente en su cargo, al menos con el discurso) proponiendo alto
grado de proteccionismo, protección de
la industria territorialmente situada en el país, lucha contra las drogas
mezclado con diatribas antiinmigratorias y discriminatorias, debe
concluirse en que Trump no es tan “paracaidista” en la política norteamericana como
se ha publicado insistentemente, sino que expresa a un sector de negocios y de
votantes que vienen apareciendo como perjudicados por las políticas tanto
demócratas como republicanas desde finales de la “era Reagan”.
Claro que este intento de disputa por el poder no deja de
aparecer, en principio, como un tanto “quijotesco”, sobre todo teniendo en
cuenta la envergadura de los oponentes, pero el solo hecho del triunfo de Trump
merece, al menos, considerar que el análisis “políticamente correcto” del escenario estadounidense presenta esta
vez algunas novedades.
Para abordarlas es necesario trazar una génesis histórica de
las alternativas clásicas de la política norteamericana y a partir de allí
tratar de descifrar si la “novedad” Trump es realmente eso o constituye
simplemente más de lo mismo
La política norteamericana tanto en su aspecto interno como
internacional supo tener sus grandes regularidades o movimientos pendulares
paradigmáticos desde que, en el siglo XIX, y después de los grandes avatares
que sucedieron a la independencia, se consolidó la política industrialista y proteccionista del partido Republicano, de
la mano de Abraham Lincoln. No hubiera podido ser de otra manera ya que la
situación del capitalismo mundial así lo imponía. La sola existencia del
imperio comercial inglés obligaba a esa estrategia proteccionista si se quería
impulsar el desarrollo de EEUUU como país capitalista y entrar en una
competencia de igual a igual con los europeos. De hecho los países que así no lo hicieron pasaron a
ser países “dependientes”.
El siglo XX “corto” (Hobsbawm dixit) de 1914-1980, fue sin dudas de los demócratas y sus
políticas de intervencionismo estatal “new deal” y “apertura” al mundo, cuyo
paradigma fue Franklin Roosevelt pero que se extendieron hasta los
60 de Johnson e, incluso, hasta los 70 de Carter. Obviamente ya desarrollado
EEUU como país capitalista y transformado en imperialista, correspondía a su
industrialismo una estrategia desarrollista, keynesiana con el complemento de
las políticas del pleno empleo hacia su
patio interno y los demócratas eran el partido con la estructura y los arraigos
territoriales indicados para esa tarea. Desde ya que ello no implicaba en
absoluto que los republicanos fueran desplazados del poder en tanto el “Grand
Old Party” era precisamente el de los industriales y banqueros del imperialismo
norteamericano como Rockefeller y JP
Morgan, vinculados a lo que ya en esos tiempos empezó a llamarse “complejo
militar industrial” y determinantes de la política internacional.
En los 80, el terremoto neoliberal con epicentro en Gran
Bretaña tuvo el especial efecto de generar una suerte de alineación en las posiciones pendulares del ya clásico bipartidismo de la “gran
democracia del norte” y, aunque los dos partidos siguieron alternándose en el
gobierno, ahora casi con una precisión
matemática, los derroteros estratégicos
de la política norteamericana se mantuvieron, en general, casi sin
modificaciones a lo largo de los períodos del binomio Reagan-Bush padre y las
dobles reelecciones Bill Clinton, Bush
junior y Obama. Tiempos de pensamiento único, que contenían ocultas hacia
dentro las tensiones internas realmente existentes entre dos expresiones de las
dos facciones principales de la nueva forma del capitalismo financiero global
que caracteriza a esta última etapa del sistema. Estas tensiones han ido en
aumento en el marco de u n particular escenario mundial que para los EEUU de
norteamerica significó esencialmente desterritorialización de gran parte del
parque industrial con destino a China, el sudeste asiático y las maquilas mexicanas, aumento de empleo
en el sector servicios, particularmente la intermediación comercial y el servicio financiero, y un terrible aumento de la deuda interna y
externa del país.
En realidad, hasta 2001 no se hacían notorias para el gran
público, y para la mayoría de los analistas, las contradicciones internas
insalvables en el bloque hegemónico estadounidense y mundial. El 11 de
septiembre de 2001 hicieron su aparición con una puesta en escena de una
trágica magnificencia sin precedentes ni el mundo real ni en la ficción
cinematográfica.
En ese momento sólo una voz periodística se animó o tuvo la
sagacidad suficiente como para ver y denunciar que la impresionante implosión de las torres y el simultáneo
atentado al Pentágono no eran ajenos a maniobras luctuosas del que ahora se
conoce como “estado profundo”, fue la del periodista francés, especializado en
los conflictos del oriente medio, Thierry Meyssan, en su ensayo “La gran Impostura”.
Luego, como ocurrió en su momento con el asesinato de John Kennedy, este tipo
de apreciaciones, inicialmente denostadas como “conspirativistas”, comenzaron a
generalizarse hasta alcanzar, como ya
está sucediendo hoy, alto grado de
verosimilitud.
El estado profundo, aunque su nombre evoque una
administración paralela permanente en las sombras con una coherencia propia,
que puede coincidir o no con la del gobierno institucional de turno, es, en
realidad, el accionar de los servicios de inteligencia utilizados por grandes
intereses dominantes que, lejos de ser monolíticos, están siempre divididos en
dos o más bloques, enfrentados. Es decir que hay siempre más de un estado
profundo conspirando en las sombras. Eso sí, cualquiera de ellos representa
intereses de distintas facciones del gran capital internacional.
¿Cuáles eran los intereses que en su enfrentamiento estaban
dando lugar a semejantes demostraciones de fuerza (y delirio)?
Mientras la economía celebraba como festivos globos de
colores lo que eran en realidad fraudulentas burbujas financieras que harían su
primer estallido en el año 2008, llevándonos a la crisis recesiva mundial de la
que aún no salimos y que amenaza con perpetuarse y aun agravarse si se produce
un segundo estallido que podría ser mayor aún que el primero, los analistas
político económicos argentinos Gabriel Merino y Walter Formento publicaban diversos
trabajos que finalmente darían a la luz su ensayo denominado “La crisis financiera
global” ( Buenos Aires Continente 2001) en la que por primera vez se daba cuenta de que la aparente armonía interna del
capitalismo del fin de la historia, celebrada en el pensamiento único o en
expresiones como “el consenso de Washington” no era para nada tal, incluso
desde los comienzos mismos de la era neoliberal.
Según estos autores el desarrollo de un sector dominante y
poderoso del globalismo financiero
mundial que crecía junto a exponenciales tasas de crecimiento de PBI mundial y que
permitía a las clases medias de “occidente” acceder a viviendas (prestadas
hipotecariamente) automóviles económicos, viajes turísticos y todo el “merchandising”
tecnológico de última generación, implicaba necesariamente excluir de la
conducción de ese proceso financiero económico mundial, y por tanto de la
competencia inter-capitalista, a otros también poderosos sectores del capital
que, en el siglo XX, habían sido,
incluso, los líderes del poder político y económico de occidente.
En “La Crisis Financiera Global” Formento y Merino explican
con claridad como a partir de los años
90 se desarrolla un proyecto estratégico de globalización financiera
neoliberal que cooptó las cúpulas de los
partidos demócrata estadounidense y laborista británico, con Clinton y Blair respectivamente a la cabeza,
impulsado por un conjunto de redes
financieras angloamericanas, que tiene como pilares a instituciones financieras como el “Citigroup
–State” “Street Corp” “Barclays – Rothschild”, “HSBC”, Lloyd’s y otras. Sin
embargo , según los autores citados,, el
avance de este proyecto deja “un tendal
de perdedores a su paso que no son
solamente las grandes mayorías excluidas y sumidas en la miseria, sino también
un conjunto de intereses que constituyen polos de poder mundial y/o
imperialismos retrasados débiles, los cuales deben subordinarse o directamente
perecer” ( pag 21). Estos sectores estarían más representados políticamente, al
interior de EEUU, por el Partido Republicano y tendrían su base financiera en la banca norteamericana más tradicional
como el “Bank of America”,
el grupo Rockefeller, la banca Morgan o “Goldman Sachs”.
Es interesante ver como el trabajo de Merino y Formento explica con detalle como el enfrentamiento de
estos dos grupos termina en crisis políticas y económicas como el atentado a
las torres del 11 de septiembre o la caída financiera del 2008.
Si este enfrentamiento se ha constituido en la contradicción
principal al interior del capitalismo hegemónico, la complejidad se agrava con la existencia de distintos sectores en pugna dentro de la
facción denominada “retrasada”, que
tendrían su expresión en los sectores neoconsevadores, el “Tea Party” y
divisiones dentro del complejo industrial militar. Estos sectores no habrían
tenido a Donald Trump como su candidato natural sino a Marco Rubio o a Ted Cruz,
sin embargo ninguno de ellos se acercó siquiera a la intención de votos en
favor de Trump por lo que la realidad de
los hechos lo impuso como anómala figura del GOP.
Si esta hipótesis es al menos aproximadamente correcta, ello
explicaría por qué el tradicional
bipartidismo norteamericano se encuentra
en un virtual empate crítico, pero irreconciliable, que genera las
fisuras suficientes como para que haya
emergido un personaje como Trump. El
actual presidente intenta representar a
un extenso sector de trabajadores y clase media norteamericana que vienen
perdiendo económicamente y sufriendo en forma directa las consecuencias de la
crisis económica social y cultural que genera este enfrentamiento no resuelto
de grupos de millonarios, que, por otra
parte, no han hecho más que enriquecerse
a su costa y a costa del resto de los
pueblos del mundo Además estos
concentradores de poder y riquezas, que otrora acordaron con el sindicalismo
vernáculo un cierto pacto social, a partir de los últimos 20 años, ya ni
siquiera derraman hacia el interior de los EEUU sino que prestan ( y se cobran)
con garantías hipotecarias.
De este modo sería posible comprender porque Trump se mueve
en un terreno farragoso que va más allá de sus propias contradicciones
personales.
No solo abunda en
contradicciones entre sus dichos y entre estos y sus actos, sino que, en menos
de un año de gobierno, expulsó, o tuvo que expulsar, de su gabinete a cuatro de sus iniciales
espadas Michael Flynn, Sean Spicer,
Reince Priebus y Steve Bannon.
Flynn es un militar retirado que estuvo a cargo de áreas de
inteligencia militar hasta el 2014 y trabajó luego privadamente como experto en
cuestiones de medio oriente y su opinión básica sobre el conflicto era que
había que dejar de apoyar veladamente a grupos terroristas y combatir
claramente y sin ambigüedades a grupos
como el Daesh, motivos por los que fue despedido aparentemente en aquel año. En
este sentido era partidario incluso de la alianza con Rusia a tal fin. Esta
visión parece ser la del propio Trump, ya que, al menos hasta lo que va de su
gobierno, la situación en Siria se ha estabilizado con importantes avances de las tropas sirias sobre los grupos terroristas que han dejado
de recibir apoyo externo. Casualmente es el mismo Meyssan quien desde su “Red Voltaire” señala ahora, con
insistencia, el advenimiento de este nuevo escenario positivo en la
región.
Además Flynn propugnaba la extradición del clérigo turco
Gulan, acusado por Erdogan de ser el
organizador del intento de golpe de estado en su contra en julio de 2016. Se
sospecha que el gobierno de Obama estuvo
implicado en ese intento de golpe como represalia ante ciertos gestos del gobierno de Turquía de
llegar a acuerdos con Rusia sobre la cuestión siria.
Flynn tuvo que salir de su cargo a los pocos días de ser
nombrado debido a la brutal campaña política y mediática montada sobre la base
de la acusación de haber mentido al vicepresidente Pence acerca de una reunión
que sostuvo con el embajador ruso. El hecho en sí no habría dado para tanto
pero en el marco de esa campaña se lo tomó como indicio de que el propio Trump
estaba en conexión extraoficial con los
rusos (de lo que no existió nunca prueba alguna), llegándose incluso a la
amenaza de juicio político al presidente por traición a la patria.
Por otro lado, el reemplazo de Priebus por John Kelly como
jefe de gabinete fue visto como un paso
de alejamiento de Trump del “stablishment” republicano, expresión, como se vio,
del grupo financiero americanista rezagado,
y una búsqueda de apoyo en cierto grupo de militares con una posición
particular dentro del denominado
complejo militar industrial que no está de acuerdo con la forma en que se ha
venido manejando la estrategia militar internacional. Kelly quien perdió un
hijo en Afganistán fue convocado por Trump entre otras cosas porque el presidente pensó que era de los que
sabían acerca del costo de enviar tropas a la guerra, además de que el militar
es conocido por sus críticas a los burócratas políticos a cargo del
departamento de estado, cargo que ocupó durante el gobierno anterior Hillary
Clinton.
En este sentido se advierte el enfrentamiento de Trump con
las poderosas facciones en la pugna por el poder político en los EEUU.
Esta situación también explicaría la monumental campaña
desestabilizadora (¿destituyente?) que sufre desde antes de asumir el cargo
dentro de la que se destaca por su significación simbólica la intención de vincularlo con el espionaje
ruso. La renuncia del secretario de prensa Spicer y el fugaz paso de su
reemplazante Scaramucci por el cargo reflejan la dura batalla que libra
cotidianamente Trump con los medios de comunicación más poderosos del mundo que
no solo influyen en la opinión de la audiencia norteamericana sino en la de
todo el mundo.
En estas circunstancias, las merecidas acusaciones que recibió Trump por no mostrarse claramente
contrario al racismo y la segregación a raíz de los hechos de Charlottesville,
y que generaron la salida del “impresentable” Bannon, no pueden, sin embargo, y particularmente si
se tiene en cuenta el tratamiento que le dieron los medios a estos hechos,
dejar de vincularse con la campaña de desestabilización que viene sufriendo, de
contornos muy similares a la “revoluciones de colores” ideadas por la
inteligencia británica, financiadas por George Soros, y apoyadas por el
gobierno de Obama y su Secretaria de Estado, Hillary Clinton en África, Oriente
Medio y Ucrania.
Estos tres últimos personajes son, no casualmente,
vinculados por Merino y Formento con la facción financiera global
angloamericana dominante.
Lo cierto es que todo ello tiene a Estados Unidos, como país
(¿y sociedad?), encerrado en un atolladero del que no queda claro cómo va a
salir, ya que aún imaginando un apartamiento de Trump de la jefatura máxima
(por los métodos usados en los casos de Kennedy o de Nixon o alguno más
novedoso) no aparece como de fácil resolución la contradicción principal que
tuvo como resultado el hecho de que Trump esté allí ahora, y que describimos
anteriormente. Ello a su vez está impactando en el desconcierto, la impotencia
y la reacción intempestiva, de la política exterior norteamericana en todo el
mundo. No es necesario insistir demasiado en los riesgos que aparea esta
situación.
Con el agravante de que cuando uno está en un pantano no
sólo no avanza sino que se hunde cada vez más.
MARIANO CIAFARDINI
martes, 4 de julio de 2017
EL PROXIMO G 20 ¿Un punto de inflexión?
En un mundo atravesado por una partición binaria política
que se podría esquematizar sociológicamente entre incluidos y excluidos pero
que en realidad refleja la partición también binaria anunciada ya en 1848,
entre el trabajo y el capital, todos los realineamientos
políticos coyunturales por más complejos y diversos que parezcan terminan
tendiendo hacia uno de los polos de esa binariedad. .
Parece que a pesar de toda el agua que ha corrido bajo los
puentes desde la época bipolar por excelencia de la guerra fría, la tendencia a la polarización continua. Y por qué no habría de ser así si la contradicción
principal “biopolítica” sigue sin
resolverse.
Ya está quedando bastante claro que en el mundo no hay tres,
cinco o cientos de centros de poder
paralelos de la misma intensidad a nivel global, sino que son, nuevamente, solo dos.
Uno es el proyecto que nace a mediados de los 80 con el
resurgimiento del neoliberalismo de un sesgo marcadamente financiero y que se
confundió desde un principio con el término globalización (lo que no es exacto
porque globalización implica un proceso mucho más complejo relacionado con el
desarrollo de la fuerzas productivas y las formas de producción
comercialización y acumulación del capital y grandes transformaciones en la
estructuración del sujeto histórico del cambio).
Este es el proyecto financierista que hace pivote en Wall Street y la City de Londres corporizado en grandes
corporaciones bancarias como el “City Group”, toda la banca Rotschild, EL BANCO Santander, el HSBC y algunas otras
grandes entidades financieras, cuya estrategia es la de condicionar la producción
a lo que convenga a un mayor y más rápido retorno de la renta financiera,
aunque ello implique una producción irracional superflua, de consumo inducido
por la propaganda, totalmente coyuntural,
sin planificación alguna y que corre
hacia delante sin saber (es más , sin que le interese saber) a donde lleva esta
huida hacia el futuro, con alta dosis de apuesta y especulación.
Este “proyecto” apunta
a una matriz geográfica de grandes ciudades, centros lujosísimos implantados a lo largo y
ancho del globo, principalmente ciudades capitales, con importantes
infraestructuras y tesoros artísticos invaluables, convertidas en plazas
financieras, nodos de una red financiera global, habitadas por hiper-ricos y clases medias acomodadas y, por supuesto,
con necesarios comandos de fuerzas de élites
policiales y militares que garanticen la seguridad. Fuera de las murallas de
estos centros de la vida “a full”, centros fabriles automatizados, rigurosamente
controlados, en un primer cordón de
segmentariedad de la especialización del
trabajo. Y luego la gran llanura de “ilotas” supervivientes, excluidos incluso
de un trabajo agrario altamente
tecnificado y automatizado con poca necesidad de mano de obra. Masas destinadas a
un maltusianismo regulatorio demográfico a partir de la eliminación física para
la que ya va preparando las conciencias
la usina ideológica de Hollywood con la moda de los “zombies” y los muertos
vivos Es decir personas que se pueden
matar ( o dejar morir) sin mayor
remordimiento porque, en realidad, ya están muertos.
Frente a ese “proyecto”,
y a partir de un fenómeno que se
inició como parte indispensable de la estrategia neoliberal antes descripta, de relocalización y tercerización de la producción para lograr
la gran acumulación de capital nunca
vista en la historia humana, se fue desarrollando otro proyecto. Primero
subsidiariamente pero luego fue
adquiriendo autonomía imparablemente y, finalmente, a partir del inicio del milenio, se constituyó como eje alternativo contrapuesto al
neoliberalismo financierista. Esto sucedió en
países que fueron denominados “emergentes”, principalmente China, que,
en efecto, emergieron en forma industrial tan velozmente que pasaron los límites de la subsidiariedad que se suponía que no debían superar.
Es decir que el propio sistema capitalista, hoy neoliberal,
a partir de la inevitable contradicción
que lo atraviesa ha creado su propia alternativa (¿no afirmaba acaso esto Marx
ya también en 1848)? Esta
alternativa se ha desarrollado en forma de un proyecto
que, en términos clásicos de los
usados en los siglos XIX y gran parte del XX, se podría llamar también
capitalista y de mercado, pero puesto a
funcionar en este momento histórico del capitalismo paradigmáticamente financiero,
se ha convertido en una traba, un
escollo, algo que hace entrar en cortocircuito a la expresión real del
capitalismo actual que es su expresión financiera pura y dura.
Ensayando un punto de
vista pretendidamente hegeliano podríamos decir que no hay
nada más subversivo para un
sistema que se está desarrollando en sus
ritmos históricos, que confrontarlo con sus
formas del pasado, pues estas ya nunca son, ni pueden ser las mismas formas exactas
del pasado en tanto que adoptan, por
necesidad dialéctica, un aspecto de síntesis entre elementos positivos del
pasado y lo sincretizan con una
perspectiva futura que niega el sistema actualmente imperante. Estas
perspectivas que se hallan presentes en esta nueva alternativa que ha surgido
desde los “emergentes” contiene ni más ni menos que elementos nodales de las
prácticas de la planificación, la
industrialización y la cooperación internacional, enemigos jurados de la esencia del capital financiero.
De hecho políticamente el mundo se ha configurado así: China
, Rusia , la Organización de Cooperación de Shangai y los Brics por un
lado y los poderosso sectores del
capital financiero ya mencionados que
manejan los servicios secretos y dominan poderosos sectores de la política y la
FFAA de EEUU Europa Occidental y otros países del mundo.
Los choque directos
entre estas dos fuerzas mundiales se ven en Siria, en Ucrania, en el mar de la
China, también en América Latina situaciones como las de Venezuela y Brasil
revelan finalmente esta tensión bipolar pero, además, en el mundo
“desarrollado” se sienten impactos que parecieran indicar que la que está
avanzando realmente día a día, en un
complejo camino de idas y venidas, pero con saldos medibles, es la opción
alternativa de un programa
industrialista de construcción de una
gran infraestructura de comunicación mundial y de incentivación del comercio en el marco de una planificación de
complementariedades que aunque aún muy general e incompleta y con
contradicciones promete irse desarrollando.
Hoy por hoy eso
recibe el nombre de Ruta de la Seda e
integración Euroasiática, y, en nuestro ámbito, Integración Latinoamericana y del Caribe, aunque la región esté atravesando un momento
de convulsiones gravemente desestabilizantes del proyecto.
Los síntomas del impacto del impresionante desarrollo de
este proyecto alternativo en el “mundo
desarrollado son sin ir más lejos el
hecho de que Trump haya ganado las elecciones en los EEUU y sea
su presidente. Ello, más que cualquier otra cosa, representa la imposibilidad
del grupo financiero globalizador de imponer su candidata en el corazón mismo del gobierno de su
proyecto. Trump destruyó el equilibrio
de las relaciones con la UE y especialmente con la Alemania de Merkel
que constituía el eje político internacional del proyecto globalista
financiero. Otro ejemplo es el “Brexit” que altera nada más y nada menos que al segundo centro de la estrategia
neoliberal financierista: la City de Londres y, por si fuera poco, los principales
gobiernos aliados de la estrategia financierista global, es decir los
países usurarios de la Unión Europea:
Alemania y Francia, se encuentran en una crisis crónica temiendo todos los días
que no caiga en cadena el sistema bancario italiano, lo que haría que la crisis
Griega pareciera un simple problema de caja.
Hecha esta descripción somera del panorama mundial reamente
existente debe decirse que todos estos actores van a encontrarse cara a
cara en la ciudad alemana de Hamburgo el
7 y 8 de julio.
La historia del G 20 es realmente significativa y sugestiva.
En la década de 1970 los países capitalistas más poderoso para hacerse fuertes
y limar las asperezas de la crisis del petróleo crean el G7 ( Alemania ,
Canadá, EEUU, Francia, Italia, Japón y Reino Unido). Cuando el avance del
neoliberalismo atropellaba como locomotora se incluyó a una Rusia devastada, corrupta
y entregada de pies y manos a los grupos financieros por el gobiernos de
Yeltsin en 1999 y se forma el grupo de los 8 que tenía su antecedente en el
grupo de los 7 + Rusia. Ese mismo 1999 se produce la primera advertencia seria
sobre el rumbo de la tan triunfante hasta entonces globalización con la crisis
de los “Tigres Asiáticos”, lo que llevó a un primer gesto de temor y prudencia
que impulso a pensar en un grupo más ampliado que incluyera ya no sólo a Rusia sino
a países emergentes que se estaban desarrollando a tasas mucho más elevadas que
los “desarrollados” principalmente a China. Pasado ese primer susto la cosa quedo en un cierto “stand by” hasta
que la crisis del 2008 obligó al “stablishment”
capitalista occidental financierista
principalmente a EEUU y la UE a reconocer que no se podía seguir sin
retomar sistemáticamente la reunión de los 20 que desplazó en importancia al G8
Y a un G8 ampliado que llegó a funcionar
en algún momento. Desde entonces la alianza chino-rusa (país este último
que en el 2000 hizo un giro radical desde el entreguismo humillante de Yeltsin
al nacionalismo en marcha de Putin), comenzó a tallar fuerte en el G 20 a punto
tal que hasta en el Foro de Davos de enero de 2017, donde están todos los miembros del G 20 más muchos otros
grupos e instituciones, fue el presidente Xi Jinping quien abrogó por el libre
comercio mundial, criticó del proteccionismo y se convirtió en la voz cantante
de la reunión.
Pero el precedente más indicativo de lo que va a ocurrir en
el G 20 del 7 y 8 de julio en la cumbre de Hamburgo se puede rastrear en el
relanzamiento de mayo de este año del proyecto de la Ruta de la Seda en el
Centro Internacional de Convenciones de Beijin con la presencia de más de 100
mandatarios del todo el mundo y una
delegación de primera línea de los EEUU.
Ha habido algunas señales muy llamativas en el gobierno de Trump a pesar de toda su
gesticulación belicista y de ciertas acciones provocadoras que
responden seguramente a la presión del complejo militar industrial que lo
sostiene (hay que entender que Trump no pertenece al riñón de ninguno de los
grupos financieros que se enfrentan en los EEUU
porque lo que su situación política es muy precaria. Estos hechos
llamativos son por un lado que el 22 de junio
el funcionario de mayor jerarquía en la política exterior de China Yang
Jiechi se reunió con el presidente Trump quien dijo que Estados Unidos está
dispuesto a cooperar en proyectos relacionados
con la iniciativa de la Franja y la Ruta.
Los días 20 y 21 de junio se llevó a cabo en Pekín el
“Noveno Diálogo Oficial Estados Unidos-China de Alto Nivel”, copatrocinado por
la Cámara de Comercio de Estados Unidos y el Centro de China para el
Intercambio Económico Internacional, y al final emitieron una Declaración
Conjunta en la que señalan que “ambas partes coincidieron en que los dos países
pueden participar en cooperación plena bajo la iniciativa de la ‘Franja y Ruta’
y a través de diversos otros medios”. Ambas partes acordaron realizar una
conferencia conjunta sobre la Franja y la Ruta dentro de los próximos 12 meses.
Más de 200 funcionarios del gobierno chino y estadounidense
se reunieron en San Francisco, California, junto con representantes de
compañías de infraestructura, en el “Foro de Cooperación en Transporte EU-China
2017”, en donde el cónsul general de China dijo que “la cooperación entre China
y Estados Unidos en el frente de la infraestructura está lista para convertirse
en el nuevo hito en la participación comercial entre los dos países”.
En Detroit Michigan, más de 3000 participantes llenaron el
Centro Cobo el pasado 20 y 21 de junio en la conferencia patrocinada por el
presidente de la compañía china de comercio internacional Ali Baba, Jack Ma. El
vicegobernador del estado de Michigan, Brian Calley, dijo durante su
intervención en el acto que el comercio con China, “es la situación tradicional
en la que todos ganan”. Por su parte, Ma le dijo a los asistentes: “Si se
pierden China, pierden el futuro”.
Todos los informes indican que el Presidente Trump espera
tener una reunión bilateral oficial con el Presidente Putin el 7 de julio
durante la reunión del G20 en Hamburgo; no un mero “encuentro casual” al margen
de la reunión, sino una verdadera cumbre, y también sostener una reunión
similar con el Presidente de China, Xi Jinping, ahí mismo. La prensa británica
como los diarios Independent y Telegraph de Londres, se muestran muy
consternados ante esos informes (que comenzó a difundir inicialmente la agencia
Associated Press), por el temor de que Trump y Putin puedan tomar decisiones
sobre cooperación, como hicieron Trump y Xi en Mar-a-Lago.
Por su lado Merkel quien después del fracaso de Hillary y
del Brexit inglés se ha transformado en la voz cantante del proyecto financiero
mundial globalizador , recuperando un poco los alicaídos ánimos con el triunfo
de Macron representante de la banca Rothschild está preparando una alianza
entre todos sus adláteres europeos para
hacer frente a esta posibilidad de acuerdo
Trump- Putin- XI, atacando
fundamentalmente a Trump y a Rusia .
Todo ello indica un escenario de fuerte enfrentamiento del que puede salir a la
realidad un escenario todavía medio oculto en el que se advierta ya más
claramente que el proyecto Chino- Ruso- tercermundista es ya dominante en el
juego de fuerzas globales.
MARIANO CIAFARDINI
OGEOC
domingo, 12 de marzo de 2017
EL MANIFIESTO NUESTROAMERICANO
La característica estructural
de esta última etapa del
capitalismo denominada globalización financiera es precisamente, en términos
generales, la de la existencia de enormes masas de liquidez dispuestas a ser prestadas en busca de una renta de retorno lo
más inmediato posible. El abuso de este recurso determinado por la ley de la
competencia intercapitalista llevó a extender el préstamo en todas sus formas y derivados
en condiciones de alto
riesgo y escasas garantías reales de
devolución, con lo que la irracionalidad
del procedimiento dejó a grandes instituciones financieras y a las arcas de varios
estados poderosos en situaciones
contables netamente negativas,
que apenas se sostienen sobre la base de una emisión sin respaldo real en una producción de bienes equivalentes algunos,
lo que determina, a su vez, la caída del valor de la moneda que se imprime ,
básicamente el dólar y en segundo lugar el euro
y la libra esterlina correspondientes a los estados u
organizaciones supraestatales que más
han echado mano al “quantitative easing”.
Este es el escenario económico financiero mundial en que
estamos hoy, y todos estos desajustes
son aprovechados por algunos grupos transnacionales para acumular y
centralizar más riquezas y eliminar competidores , con lo que el
equilibrio económico mundial se desbalancea más aun, generando una extendida
recesión que lleva ya más de ocho años, sosteniendo y agravando el injusto e
irracional reparto de riquezas que es el cáncer crónico del sistema, y
generador de todos los problemas políticos
y sociales que se agudizan cada
vez más. El peor de todos ellos las guerras y su consecuencia inmediata: las
migraciones masivas.
Entre tanto el mundo se ha configurado de forma que los centros industriales incluso de la producción con alta tecnología
se han radicado en determinados países que están en condiciones de producir más
y a menor costo y, como los precios de los fletes, por el avance del transporte
inciden casi insignificantemente en
precio final del producto, el resto del
mundo queda cada vez más obligado a
consumir esos bienes, exportados desde
esos países o regiones. Por otro lado existen, en ciertos países que alcanzaron
el grado máximo de desarrollo
capitalista en el siglo XX, nichos de investigación y producción
tecnológica que han avanzado de manera tan significativa que la brecha
entre el nivel desarrollado en
ellos es prácticamente insalvable para
el resto del mundo, especialmente por los países menos desarrollados, que se
han mantenido en el rango de la producción primaria o con escaso valor agregado. Con la excepción
de China y en parte Rusia que por motivos de la nueva arquitectura productiva
mundial o sobre la base de adelantos que
habían logrado en el pasado sobre todo en el plano militar y espacial están en condiciones reales de competir con la
tecnología de punta.
Para los países
como los latinoamericanos y del
Caribe , fuertemente primario exportadores,
en particular de granos,
productos alimenticios, petróleo
y minerales , y con una clase trabajadora mal paga en amplios sectores de los servicios y la industria, pero que mantiene, en los sectores ocupados
formalmente, niveles salariales mayores a los de extensas regiones
asiáticas o africanas se plantea un
dilema de difícil solución.
Ninguno de los países del área, ni siquiera los más extensos como Brasil, México
o Argentina, están en condiciones de competir por si mismos con los desarrollos industriales o
tecnológicos mencionados ni de insertarse por sí solos en alguna cadena virtuosa de valor a nivel mundial. Este ha sido el talón de
Aquiles de los gobiernos populares surgidos en la región a partir del 2000, algunos de los cuales han caído por golpes institucionales o directamente en las urnas, a manos de grupos de derecha neoliberales, dado que su deseo de distribuir
equitativamente a la par de generar un desarrollo efectivo de sus economías, ha chocado contra esta dura realidad
global en forma sistemática, dejándolos
cada vez mas sólo con el deseo y sin oportunidades reales de dar continuidad a
los impulsos redistributivos iniciales.
Se habla de errores en la gestión o en
las estrategias electorales pero el peor error sería no ver esta realidad
económica estructural de fondo. Y lo grave es que todavía muchos de sus
protagonistas aun no la ven.
Los pueblos que siempre son más inteligentes que sus dirigentes, aun incluso que los grandes líderes, no están
dispuestos a acompañar proyectos que intuyen, con razón, que aunque han dado
algunos frutos en su momento no tienen futuro claro y que, tarde o temprano,
conducirán a “más de lo mismo”, en medio
de excusas, disculpas y explicaciones
basadas finalmente en la injusticia estructural del sistema, cosa que los pueblos no necesitan que se les
explique ya que la han sufrido históricamente y es por lo tanto la hipótesis de la que se parte y que se
supone que la vanguardia política debería proporcionar la estrategia para
superarla.
El keynesianismo, el desarrollismo, la sustitución de importaciones,
el “vivir con lo nuestro” y todas las
recetas cepalianas de los 50 y 60 o los
enfoques de la teoría de la dependencia tuvieron su momento de verdad cuando el
capitalismo estaba estructurado como imperialismo e
imperaba en todo el mundo la impronta industrializadora y la tendencia al
estado de bienestar. Pero eso ya fue. El salto del imperialismo a la globalización
es un salto cualitativo dentro del sistema capitalista tan grande como lo fue
el del liberalismo comercial que reinó
hasta el siglo XIX al imperialismo monopolista de estado que se impuso en el
siglo XX y las posibilidades concretas de los países del tercer mundo de salir
de su crónica situación de dominados y dependientes tienen frente a si un
desafío distinto y mucho más complejo. Ya ha pasado el tiempo y la oportunidad
de la “liberación nacional” y la posibilidad de desarrollar industrialmente en
forma autónoma un país en contra del sistema
amundial. Los únicos países que lograron eso en el siglo XX fueron la URSS y
relativamente China apoyada por la URSS y finalmente Cuba y Vietnam pero también bajo el paraguas soviético y con grandes restricciones en su capacidad
de desarrollo industrial ( el boom industrial de Vietnam corresponde a otro
proceso que se genera ya en la globalización).
Sin embargo esta nueva
época de la interconexión económica
mundial a una escala jamás vista antes por la humanidad tiene, como no podía ser de otra manera, a la
par de sus trampas y complejidades, sus
oportunidades.
Semejante desarrollo
demográfico y la creciente e y la expectativa de elevar la calidad de vida
de enormes masas que se han incorporado
al trabajo industrial y a los
servicios en el mundo desarrollado y en las llamadas
economías emergentes, necesitan de los alimentos que provee nuestra región y semejante desarrollo de la producción
industrial y de servicios necesita
imperiosamente de nuestros minerales.
Hasta ahora, en el
desorden y la irracionalidad del desarrollo capitalista mundial, los necesitados de estos recursos los han
tomado en relaciones bilaterales con
cada uno de nuestros países, las más de
la veces de forma abusiva, aprovechando
la venalidad de los gobiernos o las situaciones
de extrema necesidad de ingreso de divisas para atender urgencias nacionales y, otras,
en un comercio “normal” pero favorecido por el precio de unas materias primas
que aun en sus mejores momentos no alcanzó a compensar los gastos de los imprescindibles insumos
tecnológicos e industriales que se deben importar para mantener un nivel mínimo
de standard vital medio de la población. Todo ello a la par del aprovechamiento
que han hecho las oligarquías económicas locales de estas situaciones extorsivas
en que se encuentran nuestros países, para acaparar la mayor parte de la
riqueza que ingresara en divisas.
Sin embargo esta
necesidad que tiene el desarrollo de la economía mundial de nuestros recursos
nos pone por primera vez en la historia del sistema, en la posición de poder aprovechar el actual escenario recesivo mundial del que se intentara salir, posicionándonos
como bloque que haga de esta situación primarista exportadora no un
defecto sino una virtud.
Esto puede sonar revulsivo
luego de tantos años de pensamiento cepalino, desarrollista y de las teorías de la dependencias que
fulguraron en los años 50/70 y que impregnaron el pensamiento de izquierda y
popular, como ya lo adelantáramos. Pero insistimos en que esos
eran otros tiempos y lo acertado de aquellas posiciones puede convertirse en una traba hoy si no
entendemos la necesidad de adecuar la
estrategia al cambio mundial.
Claro que este primarismo exportador de mantenerse así como así
no haría más que mantenernos en la situación actual o llevarnos a situaciones peores, si se sigue
planteando en forma aislada, país por país. Pero distinta pareciera ser la cuestión si se lograra articular una
monopolización de estos recursos por el
conjunto de los estados latinoamericanos,
como recursos estratégicos a nivel regional.
La masa de insumos
alimentarios minerales y energéticos es tan grande que nos pondría evidentemente en una posición
negociadora privilegiada.
Además una articulación económico productiva bien planteada
podría lograr las tan mentadas inversiones de capitales pero no para la
especulación financiera o el pago de servicios de deuda sino para un mega
desarrollo infraestructural en función
de esa estrategia única exportadora y comercial.
Imagínese lo atractivo que resultaría para capitales Chinos
Rusos o de cualquieras otras partes del mundo, un mega proyecto de conectividad,
comunicación y transporte terrestre y fluvial
con desarrollo de puertos estratégicos en distintos puntos del continente desde México hasta Chile y Argentina para
desplegar la producción y exportación de productos que son indispensables para
el desarrollo mundial. Y lo importante que sería la realización de dicho proyecto para el
desarrollo de todos los países de la
región la generación de empleo
abaratamiento de costos, desarrollo tecnológico, florecimiento de
ciudades y mejoramiento acelerado del nivel de vida.
Además habría un acercamiento y una integración real de
nuestros pueblos y nuestras culturas lo que potenciaría el espíritu de la
Patria Grande Nuestroamericana. La
potencia de esa comunidad humana no tendría límites más que los que nosotros nos
demos a nosotros mismos. Esa sería la verdadera liberación nacional de de la
nación americana entera.
La cuestión política
Hay quienes ven esta opción como una utopía deseable pero
concluyen en que si no podemos lograr acceder
al poder en cada uno de nuestros
países mal podemos pensar en una integración de ese tipo. Eso es cierto pero
solo en parte. Este modo de pensar está
dejando de lado la visión dialéctica de que
para acceder al poder real en cada uno de nuestros países ( desde una iniciativa popular que no termine
traicionando los intereses generales) lo
primero que tenemos que tener es un programa económico creíble que muestre una
verdadera perspectiva de desarrollo, y no parches o dadivas bien intencionadas pero que se convierten en
limosnas para aliviar apenas los
sufrimientos de quienes tienen que seguir esperando eternamente que las viejas
recetas sesentitstas den resultado cuando el mundo nos lo permita.
Con eso no se puede construir ningún movimiento popular revolucionario
sólido y sustentable que permita alcanzar , y mantener, verdaderamente el poder
en los países de la región y obviamente por ese camino la gran transformación regional es imposible.
Se avanza algo como hasta ahora pero el
proyecto se empantana con las primeras derrotas populares.
El gran desafío de los partidos y movimientos populares y de
izquierda hoy es saber articular en la militancia y el diálogo con las masas esta posibilidad
real de Patria Grande Nuestroamericana con las luchas, imprescindibles
e inevitables de la urgencia cotidiana, reivindicativas o electorales.
Solo si amplios sectores de los trabajadores y de los pueblos
van haciendo carne esta relación imprescindible entre la lucha nacional y la
lucha por el proyecto regional y lo transforman en una exigencia ante los gobiernos
incluso ante sus mismos gobiernos populares y de izquierda la utopía
latinoamericanista puede dar el salto hacia la concreción.
En este sentido hay ya un comienzo impulsado por el foro de
San Pablo esa organización de partidos populares y de
izquierda que se constituyó en los trágicos 90 y se mantiene firme y creciente
dando muestras de una incipiente evolución hacia la conversión en algo más en
un foro es decir una organización política popular y de izquierda supranacional
regional nuestroamericana, lo que sería un hito histórico en nuestro continente.
En ella revisten partidos de gobierno de las íltimas décadas como el PT de Brasil, el Mas de Bolivia, Alianza País de Ecuadro el Frente Sandinista de Liberación Nacional
de Nicaragua, el Farabundo Martí Para la Liberación Nacional de El Salvador, el PSUV de Venezuela y el Frente Amplio de
Uruguay, además todos los partidos
comunistas de la región latinoamericana y el Caribe incluido obviamente el PC Cubano, el Partido Socialista Chileno
y su desprendimiento el Socialismo Allendistas partidos del ex presidente
y mártir chileno Salvador Allende, partidos de larga trayectoria de lucha revolucionaria incluso guerrillera como UNRG de Guatemala y sus desprendimientos, los partidos por la liberación de Puerto Rico
y de Santo Domingo y partidos miembros del Frente para la
Victoria de Cristina Kirchner, de la Argentina etc.
En las últimas reuniones de este Foro se ha conseguido acordar un programa base mínimo con contenido políticos económicos y sociales, para lo que debería ser una plataforma
política de acción de un gran movimiento
político social Latinoamericano y del
Caribe denominado “Consenso Nuestroamericano”. No se exagera si se considera
que este es un primer paso para la formación
de una gran organización política y social regional que consigue
un grado de concreción por primera vez en la historia Latinoamericana
desde los intentos bolivarianos y sanmartinianos del siglo XIX.
Este programa que está destinado a ser un documento en
permanente debate y transformación sobre
la base de sus inamovibles principios antiimperialista y de soberanía de la región puede convertirse en el instrumento que
movilice a nuestros pueblos detrás de la conciencia de que la única salida es
la regional y que los gobiernos de
nuestros estados tienen desde ahora en
más como obligación primera hacer el esfuerzo máximo por articularse en una
acción programática común que considere
a la región como una unidad económica política y social, que se debe parar monolíticamente, como tal,
ante el mundo, si se quiere salir del crónico circulo vicioso de la pobreza y
el atraso congénito . Debemos insistir en que
no existe ya, definitivamente, posibilidad alguno de liberación nacional y social de ningún país
de la región por separado, e, incluso los que la han logrado en otros contextos históricos, como el ncaso
de Cuba y podría decirse Nicaragua, y la mantienen a altos costos y sacrificios,
no tienen garantía alguna de poder
sostenerla eternamente si no se encara este camino común de una vez y para
siempre.
En su parte programática económica el documento hace hincapié
rotundo e la necesidad de la integración regional y la urgencia de encarar mega
proyectos financieros comerciales y productivos conjuntos que se constituyan en una estrategia única,
solidaria e internamente equitativa, ante
el resto del mundo y de asumir la
planificación de un mega desarrollo infraestructural urgente que los haga
viables .
Nuestros países con
sus gobiernos populares de las últimas décadas
han avanzado en el armado
institucional supranacional a un ritmo no desprecianle Es obvio que la creación
más importante en el plano institucional
regional producto de ese avance de los
movimientos y gobiernos populares de las ultimas década es la CELAC una OEA sin Estados Unidos ni Canadá, que en
cierta medida refleja en lo institucional lo que es el FORO en lo político partidario y movimientista.
La CELAC es el ámbito en el que se debería elaborar política
y técnicamente una estrategia financiera
productiva y comercial conjunta, complementaria y recíprocamente compensatoria entre todos los países de la
región, con expertos en las distintas
áreas técnicas y en la economía y la geopolítica mundial, al calor de un espíritu autonomista
liberador de la región , de redistribución y equidad, bienestar para los
pueblos protección del medio ambiente y de los recursos estratégicos y
profundización de la democracia y la participación popular en cada instancia
que corresponda.
Una de las acciones
recientes más trascendentales del
organismo, reemplazante de la pérfida OEA,
es el inicio de la construcción de una relación directa CELAC- CHINA,
que se correlaciona directamente con la inspiración de este “manifiesto nuestroamericano”
del Foro de San Pablo en la medida que establece un plano de
relación entre bloques y no
bilateralidades totalmente desbalanceadas pero es necesario meter a los gobiernos
nacionales de cabeza en la Celac
hacerlos que abandonen esa posición expectante y reticente que ha ganado
a muchos de ellos. Tal vez la salida de
EEUU de la alianza transpacífica y al entrada de China en él , lo que constituye una puesta de cabeza geopolítica de dicha
alianza, permita articular ahora si a
los países latinoamericanos que integran
dicha alianza como México, Perú y Chile
con los del Mercosur los del Alba
y Petrocaribe y los integrantes de otras
alianzas sub regionales y empezar a concretar las acciones imprescindibles para la salida del laberinto
en que sumió a la región el colonialismo
inicial el imperialismo norteamericano
del siglo XX y el consenso de Washington y la globalización financiera .
Pero si esto no lo
impulsan los pueblos difícilmente el avance venga solo de arriba. Para
ello la difusión y el debate del
documento del Foro de San Pablo es una herramienta insustituible. La
responsabilidad ahora es de los partidos
y los movimientos populares.
miércoles, 1 de febrero de 2017
QUE TRUMP NO NOS TAPE EL BOSQUE
Desde Hegel por lo menos la dialéctica de la esencia y la
apariencia está disponible para todos aquellos que quieran pensar en serio.
Este es uno de esos momentos históricos en los que si no se
diferencia (y se une a la vez) lo que aparece de lo que Es, resulta prácticamente imposible entender gran
cosa.
Lo que aparece hoy en el mundo es Trump, y vaya si aparece. Desde que ganó las elecciones el planeta no
deja de hablar de él. En Argentina ha logrado lo imposible: que los medios
periodísticos y televisivos levanten, aunque sea de tanto en tanto, la mirada
del ombligo vernáculo para hablar algo de política y economía internacional.
Trump aparece en primer lugar como lo que es personalmente:
un derechista xenófobo, misógino y racista, de modales brutales, lenguaje poco cuidado y
dispuesto a encarar una estrategia poco clara de endurecimiento de su gobierno
tanto política como económicamente frente al resto de la humanidad. Aparece con
una "aparente" intención de cerrarse en principio a acuerdos de
cualquier tipo y, a partir de allí, renegociar punto por punto todo con todos con
la supuesta intención de volver a convertir a EEUU en el centro mundial más
importante de radicación de establecimientos industriales que exporten al mundo
al estilo de los tiempos en los que reinaba el "made in Usa". Con el
mismo fin quiere expulsar del territorio estadounidense a la mayor cantidad de
inmigrantes posible para reducir la oferta laboral y aumentar las posibilidades
de empleo y la calidad del empleo para enormes masas de trabajadores
norteamericanos que constituyeron su base electoral. Esto es lo que aparece.
Pero no es lo único que aparece (la dialéctica de la esencia
y la apariencia da sus frutos si se toman sus términos integralmente y no en
forma sesgada).
Aparece en también que esta cerrazón hacia el mundo va dirigida
a todos sin excepciones. Más allá de las alusiones directas contra China entendibles
porque allí están la mayoría de las empresas "norteamericanas" que quiere
re-radicar lo cierto es que no hay preferencias ideológicas o geográficas ni
culturales. De hecho se enfrenta a
aliados históricos como los de Europa Occidental y coquetea con enemigos históricos
como Rusia. Algo impensable de un presidente norteamericano por lo menos a
partir de los últimos cien años.
También aparece, por otro lado , el hecho históricamente
inédito de que un presidente de EEUU, habiendo ya ganado las elecciones y hasta
asumido el cargo, tiene a toda la gran
prensa norteamericana y "occidental" en su contra con ataques y
denostaciones sistemáticas, al punto que ( desprevenidamente) podría llegar a pensarse el oximoron de que,
nada menos que en EEUU, habría ganado un candidato en contra de los intereses
de todo el poder mundial occidental??? Que es el poder al que esos medios responden.
Lo que si es cierto y también aparece es que personajes
claramente integrantes de ese poder globalizador financiero imperialista como
Soros están haciendo esfuerzos económicos descomunales en su contra.
Además Trump aparece
enfrentado con gran parte de los organismos de inteligencia norteamericanos a
los que acusa entre otras cosas nada menos que de haber fraguado el 11 S !! y
de haber ayudado a desarrollar el Isis!!! (Aunque conto en el momento más crítico
de la campaña electoral con una no despreciable ayuda del FBI, que imputo, a días
de las elecciones, a su contrincante y figura ganadora Hillary Clinton, de
graves delitos políticos.
Estas son las apariencias. ¿Cuál es la esencia?
La esencia no se “deriva” de las apariencias” si no
estaríamos reincidiendo en el pensamiento aristotélico –moderno que es el
camino fácil y generalizado pero que no conduce más que a tautologías o
descripciones de lo ya sabido.
Por el contrario la esencia del asunto es lo que subyace ,
es el fundamento de lo que aparece, y lo comprende también. Para encontrar la
esencia del fenómeno es necesario siempre regresar al todo. Y el todo en este
caso es el sistema político-económico global dominante y sus movimientos históricos
internos.
Desde este punto de
vista no pueden caber dudas de que estamos ante una tremenda contradicción
interna del poder mundial capitalista, que
dentro de los grandes grupos capitalistas y financieros con origen y punto de
referencia en EEUU, Europa Occidental y
Japón se han agudizado sustancialmente las contradicciones y amenazan con profundizarse aceleradamente. La última vez
que el mundo estuvo en una situación “aparentemente” parecida se sucedieron la
primera y la segunda guerras mundiales. Claro que la situación era parecida pero
no la misma, sobre todo por los cien años de distancia y la muy distinta estructura política y económica
global.
Otro asunto esencial a tener en cuenta es que en el comienzo
mismo de la agudización de esta confrontación interimperialista existe, en el
escenario mundial, otro polo que no está dentro de la contradicción sino que “aparece” en una posición alternativa,
como lo es la alianza ruso-china junto con
el Grupo de Cooperación de Shangai,
los Brics y el proyecto de la
ruta de la seda, todos ámbitos que incluyen a estos dos gigantes con un pasado
reciente bastante común y sobre todo bastante distinto del del resto del mundo.
No estamos diciendo que este polo
alternativo no tenga contradicciones pero por el momento las mismas no parece
que tiendan a agudizarse. Tampoco estamos diciendo que este polo
"sur-oriental" esté planteando una alternativa clara anticapitalista.
Al menos no es lo que por el momento aparece. Pero es evidente que si lo que
representa hoy el punto máximo de desarrollo del capital son los grupos
financieros globalizados y las empresas transnacionales asociadas a ellos, este polo o estos varios polos aunados en esta diversidad
de lazos de cooperación no son parte de ello.
Frente a este escenario cabe a las fuerzas populares de
América Latina tomar nota de la esencia del momento lo que implica en primero término entender (lo que es casi evidente) que en
semejante panorama un actor simplemente nacional no tiene expectativa alguna de
escapar al tornado global que se avecina y mucho menos de incidir en él. México que está además cerca del ojo del huracán lo sabe
muy bien trágicamente. La única alternativa y que puede ser además una gran
oportunidad histórica es avanzar en la
construcción del bloque regional político económico que esté en condiciones de
escala que le permitan pararse como un actor más en el turbulento momento
histórico y desde allí elegir las
alianzas y tratados que convenga a los pueblos del continente como un pueblo
único.
Las batallas políticas nacionales deben darse con esta
consigna como cabeza de la lista y como ordenadora del resto. De otro modo el
resto de las reivindicaciones que son
muchas y muy importantes se van a ir licuando en el imposibilismo o lo que es
peor aún en el posibilismo.
A tal efecto resulta de máxima importancia el gran paso que ha dado recientemente el
Foro de San Pablo al elaborar un primer documento de lo que se ha dado en
llamar “El Consenso de Nuestra América” una suerte de base para un programa político
económico y social de América Latina y
el Caribe consensuado por una gran cantidad de partido s populares y de izquierda
de la región con invitación a los demás a integrarse al debate. Este puede ser
un instrumento para la militancia y la organización que permita salir de los
callejones en los que pretende encerrarnos la contraofensiva de la derecha.
Mariano Ciafardini
Instituto Argentino de estudios Geopolíticos (IADEG)
Observatorio Geopolítico de Conflictos (OGEOC)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)