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jueves, 2 de noviembre de 2017

LaLa revolución rusa .Merecido reconocimiento en su centenario

La revolución rusa .Merecido  reconocimiento en su centenario

Las especulaciones  en cuanto a lo que habría sucedido  si tal o cual hecho se hubiera producido  o no se hubiera producido, es decir la reflexión contra-fáctica,  en el terreno histórico, no es, en general, conducente y, la mayoría de las veces, es una simple pérdida de tiempo, atento a que las alternativas que se   hubieran abierto  de haber sido distintas las cosas,  en determinada situación histórica, son,  en principio, infinitas y, por lo tanto, impredecibles.
Sin embargo en algunos contados casos una reflexión de ese tipo puede llevarnos a ciertos “insigths”, a impresiones profundas,  que ayudan a interpretar  la dimensión de determinados acontecimientos históricos sin convertir  al argumento contra-fáctico en una suerte de metodología de investigación o análisis  histórico-político.
Este es el caso del de la revolución rusa  de 1917 y, su consecuencia inseparable, el  proceso soviético subsiguiente.
Decimos  que estos  dos  elementos son inseparables porque si la revolución rusa hubiera sido sólo  la toma de poder en  Petrogrado,  o aún del de toda Rusia,  sólo por un tiempo,  el evento hubiera tenido menos trascendencia que la “Comuna de París”,  cosa que sabía muy bien los bolcheviques que contaban los días  con la ansiedad de superar los dos meses y diez días del asalto al poder  de los artesanos parisinos.
Pero la principal reflexión contra-fáctica es para nosotros la siguiente: sin la revolución rusa y el proceso soviético consecuente el marxismo no habría sido lo que fue,  en el siglo XX , ni sería hoy la teoría filosófica social económica y política  que es , cuya autoridad no ha podido soslayarse ni menos aún superarse por ninguna otra, a pesar de la saturación ideológica que producen las usinas mediáticas del capitalismo,   sobre todo en estos tiempos de  neoliberalismo y ”fin de la historia”.
Es decir  el marxismo  (como teoría en permanente  desarrollo) tiene la autoridad y la consistencia que hoy tiene,  y la potencia teórica a desarrollarse en su propio seno,  debido a que  fue  el sustento teórico de un  proceso fáctico que cambió la historia de la humanidad y, como trataremos de explicar en este artículo, la sigue cambiando.
Es importante remarcar en principio esta dependencia existencial del marxismo  en tanto es, paradójicamente,  desde supuestas posiciones marxistas desde donde se ensayan intentos, permanentes y obsesivos, de disrupción entre (1)la “toma del palacio de invierno” y los primeros años de la revolución que coincide  con los años en que Lenin estaba vivo (1923) y, tal vez, un poco más y(2) el proceso soviético “stalinista” de allí en adelante. Este es un error no solo en la visión de la realidad sino en la metodología y coherencia del análisis porque marxismo-revolución rusa de 1917- Unión Soviética (1922-1991) constituyen un trinomio conceptual inseparable y, mucho menos aún, oponible (en términos absolutos) entre sí.  Es decir  que  contrafácticamente se podría afirmar que Marx y el marxismo sin la Unión Soviética  o alguna otra forma de plasmación en forma de contrapoder real y efectivo al capitalismo serían hoy asimilables a Saint Simón o Fourier y el socialismo utópico o a cualquier otro  sistema de ideas no practicable ni practicado que la historia ubica en una poco visible y visitada zona de “grandes pensadores y grandes  pensamientos” de la humanidad.
Creemos que lo que lleva a estas posiciones marxistas a coincidir en esta visión negativa del proceso soviético, por su “stalinización”, con las posiciones de la socialdemocracia en general y hasta con las de la derecha y la ultra derecha ideológicas que condenan el proceso “in totum”, es que se les escapa la grandiosidad histórica del “acontecimiento-proceso”, la magnitud “epocal” del mismo, y, especialmente, su continuidad y vigencia,  lo que es entonces oportuno  reivindicar precisamente en este centenario.
La “Gran Revolución de Octubre”, entendida  como  el acontecimiento-proceso  que va desde la toma del Palacio de Invierno,  en San Petersburgo, por los bolcheviques,  el 7 de noviembre de 1917, hasta la “implosión” de  la URSS en 1989-91, implicó,  no sólo  el primer  triunfo  de un asalto al poder político de un país por un grupo  de comunistas en toda la historia de la humanidad,   sino la transformación de ese país,  feudal,  atrasado y perdedor en la guerra,  en la segunda potencia mundial durante más de 50 años. Potencia que jugó un papel decisivo  en el límite al desarrollo del imperialismo  y  ejerció un  contra-balance mundial que permitió la sucesión de una cantidad de revoluciones comunistas y de ascensos al poder a movimientos de liberación nacional, sin cuya existencia no habrían sido posibles.
No se puede negar que la existencia de la URSS y a partir de ella de la China Comunista y Corea del Norte,  y luego los países socialistas de Europa Oriental y finalmente Cuba  y Vietnam  socialistas  constituyeron el cambio geopolítico económico y socio cultural  más grande en toda la modernidad capitalista y la alteración más profunda  que había sufrido nunca antes el poder del capital. Incluso  los modelos de estados de bienestar  e intervencionismo estatal, que tanto beneficiaron a los trabajadores y pueblos del mundo capitalista “desarrollado”, contemporáneo a la URSS, fueron producto de la exigencia política de las masas  sustentada en  la existencia de esa potencia y de ese mundo alternativo.
Pero la revolución Rusa y la URSS no sólo son existencias gloriosas de la izquierda  del pasado. A pesar del desmadre  que superó y arrastró consigo a Gorbachov, con sus intentos de Glasnost y Perestroika,  a principios de los 90, y que permitió la ascensión de Yeltsin quien, desde su ebriedad, se limitó a contemplar como capitalistas extranjeros, ex burócratas y mafiosos  ( un término no excluye el otro) depredaban el estado de la ex URSS,   el pueblo ruso  y muchos de sus dirigentes dieron muestras  de que existía una herencia de orgullo nacional solidaridad y antiimperialismo, constituida durante los años  de socialismo  y defensa de la patria, cuando, a partir del año 2000, se unieron en la reconstrucción y renovación de las estructuras de gobierno y de poder en la Federación Rusa.
Por supuesto esa reconstrucción y renovación,  que llevó a Rusia hoy a jugar, nuevamente, un papel de potencia mundial determinante, no hubiera sido posible sin el legado soviético.
Por dar algunos datos a finales de los años 80 la URSS representaba  el 25%  de la producción de la aviación civil del planeta  y el 40% de la aviación militar.
Rostec , la corporación industrial tecnológica  rusa,  una las corporaciones más grandes del mundo, es heredera del complejo industrial tecnológico soviético,  y la gasífera Gazprom  y la petrolera Rosneft  no surgieron de la nada.
Debe recordarse  que ya en 1957 la URSS fue la primera en lanzar al espacio una nave no tripulada,  el Sputnik 1,  y el mismo año lanzó el Sputnik 2, con la perra Laika  en su interior, para lanzar en 1961, también por primera vez en la historia humana, un ser humano al espacio  en la nave Vostok 1, tripulada por el famoso Yuri Gagarin. En ese mismo año se lanzó la Venera 1,  que pasó cerca de Venus  en  el mes de mayo y en 1962 la Marsik 1 que llegó a marte en 1963. A partir de allí el programa espacial soviético compitió permanente mente por  el liderazgo frente a los EEUU,  sobre todo con el programa de estaciones espaciales permanentes MIR.
Ni que hablar del tributo que deben rendir las fuerzas armadas  rusas actuales a la historia del Ejército Rojo y las fuerzas armadas de la Unión Soviética, que soportaron los dos mayores embates guerreros de la historia de la humanidad hasta el presente : la segunda guerra mundial y la guerra fría.
Toda esta potencialidad, que generó el “socialismo realmente existente” en el siglo XX,  no está hoy al servicio de los intereses financieros globales   o de políticas de intervencionismo imperialismo o neocolonialismo como muchos suponían a principios de los 90 y algunos piensan hoy todavía,  sino todo lo contrario.
 Ya en 1999 siendo todavía Yeltsin presidente  pero con Putin como Secretario del Consejo de Seguridad Nacional  y a meses de ser designado presidente interino,  las FFAA rusas  tomaron el aeropuerto de Pristina en la ex Yugoslavia en abierto desafío a la intervención   de una OTAN, títere de los EEUU.  En la vergonzosa votación  de las Naciones Unidas,  que aprobó  la resolución 1973 del año 2011  mediante la cual se  engendró  la invasión  criminal a Libia, Rusia fue  uno de los países que se abstuvo  y que más abrogó por  detener  o postergar la acción, junto con China.  El papel que ha jugado Rusia  en apoyo a los “oblasts”  de Donbass y Lugansk,  acosados por  el gobierno pro-OTAN  ucraniano de Poroshenko , y la intervención militar rusa  en Siria,  que terminó con el asedio  CIA-MI 6- OTAN –Isis,  contra la república árabe y su gobierno elegido democráticamente por amplia mayoría, demuestran cabalmente  de qué lado está hoy Rusia  en estas cuestiones vitales para la paz  de la humanidad, el respeto de las autonomías y soberanías nacionales, la integración cooperativa  y la solidaridad mundial.
 Para los Latinoamericanos  no hay prueba más contundente de ello que  el apoyo del gobierno y el pueblo Ruso al gobierno y el pueblo  bolivarianos de Venezuela.
Pero todo empezó allá por noviembre de 1917, en la capital de  un imperio feudal que se sostenía sobre el sufrimiento de un pueblo de campesinos miserables, en estado de servidumbre,  en un mundo donde el avance arrollador del capitalismo  y el imperialismo  sugerían  un camino de miseria  y explotación extrema  para la inmensa mayoría de las mujeres y hombres del planeta.
Este destino  que tuvo su más desenfadada expresión en el militarismo nazi  y su intento de colonizar “razas inferiores”, fue frenado por la Revolución y la URSS,  que no sólo derrotó a la jauría feroz  que el capital les echó encima, a costa de 24 000 000 de muertos y un país devastado, sino que se recuperó  velozmente ( a una velocidad impensable en un sistema capitalista) y cambio la correlación de fuerzas  mundial, permitiendo a la humanidad  sostener el sueño de un mundo mejor , conservar los ánimos de lucha y, en muchos casos, avanzar decididamente hacia él. Y aun lo sigue haciendo.
Esta visión que aquí exponemos    nos parece  oportuna  no sólo  para la reflexión, sino para la celebración de un  acontecimiento que  está situado entre  los más grandes de la civilización, y permite, además,  entender a  la Revolución de “Octubre” y al proceso soviético  no como un error, una desviación  o, menos aún,  como un fracaso  de la lucha por un mundo verdaderamente democrático, igualitario y sin existencias de   ricos y pobres , sino como solo  una etapa de esa lucha con sus luces y sus sombras pero que permite un balance fundamentalmente positivo  . Una etapa complejísima y muy difícil  en medio de las peores calamidades bélicas de la historia humana,  pero en la que la llama encendida de la revolución más importante de la modernidad y, tal vez,  de la civilización, desde el neolítico hasta la actualidad, se supo mantener y transmitir.
¿No es acaso  el proceso de luchas antiimperialistas de América Latina y el Caribe  una continuidad de las luchas de los 60/70? ¿No heredó la Revolución Bolivariana de Venezuela  la inspiración de la Revolución Cubana y toda su solidaridad? ¿Y  esas luchas  y revoluciones del siglo XX,  como el Vietnam heroico,  la Revolución Cubana y su no menos heroico proceso de dignidad y resistencia  y tantas otras luchas por la liberación nacional y contra el imperialismo,  no fueron acaso posibles sólo las condiciones internacionales creadas   por la existencia de la URSS,  un campo socialista y una Revolución China?
¿Es entonces casualidad que precisamente sean hoy Rusia y China las potencias que encabezan un  camino de desarrollo  alternativo  al desastre de la estrategia financiera y depredadora global neoliberal? ¿Es casualidad que sean esas dos potencias las que apoyan a Venezuela hoy contra los embates del imperio?¿ Es casualidad que sean esas dos potencias las que apoyan a Cuba frente al patético accionar de los EEUU y a la hipocresía de Europa Occidental?
Es evidente que  estos dos gigantescos procesos político revolucionarios  de la URSS y China Popular hijos ambos de la Revolución Rusa han tenido su continuidad sino en forma de  resistencia si en forma  resiliente cada uno con sus propias peculiaridades.
No ha habido fracasos históricos, sólo contradicciones  propias de un proceso civilizatorio, con los costos inevitables de un movimiento de luchas ideológicas, políticas (militares)  y económicas que está, nada más ni nada menos que,  cambiando un rumbo milenario de la humanidad estructurada en  la guerra y la explotación del ser humano por el propio ser humano,  para reemplazarlo por un mundo   de entendimientos, armonías,  articulaciones,  cooperación y solidaridad. El cambio es gigantesco  y el viejo mundo de la guerra y la violencia  se va yendo dando zarpazos brutales. Pero la llama de Petrogrado,  que evocaba las luchas milenarias de la humanidad por su autosuperación, no se apagó más,  y difícilmente la puedan apagar ya hoy los estertores de un sistema  que se hunde todos los días un poco más en su propia crisis.

MARIANO CIAFARDINI



domingo, 24 de septiembre de 2017

A DONDE VA TRUMP?


Hacer inteligible el rumbo de la administración Trump es una tarea compleja que siempre corre el riesgo de naufragar, como lo corre también su propio gobierno.
El magnate newyorquino de emprendimientos inmobiliarios, Donald John Trump, había sido parte ya del “Partido de la Reforma” de los EEUU, de Ross Perot, en el año 2000, un partido de empresarios con intereses muy vinculados al mercado interno y al desarrollo de la economía nacional estadounidense, que pretendía ser alternativa real entre demócratas y republicanos pero nunca lo logró. De todos modos, Perot pudo  llegar al 19 % de los votos en 1992 y a imponer el gobernador de Minnesota en  1998.  Es decir que ya en ese tiempo inicial de la llamada “gobalización”, había sectores significativos del electorado norteamericano a los que las políticas tanto republicanas como demócratas del nuevo ciclo capitalista global les producían tanto desencanto como para llevarlos  a la anomalía de votar una alternativa extraña a la tendencia general secular.
Si se tiene en cuenta que el programa de Perot  en aquellos días era bastante similar al que ofreció Trump  su reciente  campaña presidencial ( y que sigue defendiendo actualmente en su cargo, al menos con el discurso) proponiendo alto grado de proteccionismo,  protección de la industria territorialmente situada en el país, lucha contra las drogas mezclado con  diatribas   antiinmigratorias y discriminatorias, debe concluirse en que Trump no es tan “paracaidista” en la política norteamericana como se ha publicado insistentemente, sino que expresa a un sector de negocios y de votantes que vienen apareciendo como perjudicados por las políticas  tanto  demócratas como  republicanas  desde finales de la “era Reagan”.
Claro que este intento de disputa por el poder no deja de aparecer, en principio, como un tanto “quijotesco”, sobre todo teniendo en cuenta la envergadura de los oponentes, pero el solo hecho del triunfo de Trump merece, al menos, considerar que el análisis “políticamente correcto”  del escenario estadounidense presenta esta vez algunas novedades.
Para abordarlas es necesario trazar una génesis histórica de las alternativas clásicas de la política norteamericana y a partir de allí tratar de descifrar si la “novedad” Trump es realmente eso o constituye simplemente más de lo mismo
La política norteamericana tanto en su aspecto interno como internacional supo tener sus grandes regularidades o movimientos pendulares paradigmáticos desde que, en el siglo XIX, y después de los grandes avatares que sucedieron a la independencia, se consolidó la política industrialista  y proteccionista del partido Republicano, de la mano de Abraham Lincoln. No hubiera podido ser de otra manera ya que la situación del capitalismo mundial así lo imponía. La sola existencia del imperio comercial inglés obligaba a esa estrategia proteccionista si se quería impulsar el desarrollo de EEUUU como país capitalista y entrar en una competencia de igual a igual con los europeos. De hecho  los países que así no lo hicieron pasaron a ser países “dependientes”. 
El siglo XX “corto” (Hobsbawm dixit) de 1914-1980,  fue sin dudas de los demócratas y sus políticas de intervencionismo estatal “new deal” y “apertura” al mundo, cuyo paradigma fue  Franklin  Roosevelt pero que se extendieron hasta los 60 de Johnson e, incluso, hasta los 70 de Carter. Obviamente ya desarrollado EEUU como país capitalista y transformado en imperialista, correspondía a su industrialismo una estrategia desarrollista, keynesiana con el complemento de las políticas del pleno empleo  hacia su patio interno y los demócratas eran el partido con la estructura y los arraigos territoriales indicados para esa tarea. Desde ya que ello no implicaba en absoluto que los republicanos fueran desplazados del poder en tanto el “Grand Old Party” era precisamente el de los industriales y banqueros del imperialismo norteamericano  como Rockefeller y JP Morgan, vinculados a lo que ya en esos tiempos empezó a llamarse “complejo militar industrial” y determinantes de la política internacional.
En los 80, el terremoto neoliberal con epicentro en Gran Bretaña tuvo el especial efecto de generar una suerte de alineación en  las posiciones pendulares del  ya clásico bipartidismo de la “gran democracia del norte” y, aunque los dos partidos siguieron alternándose en el gobierno,  ahora casi con una precisión matemática,  los derroteros estratégicos de la política norteamericana se mantuvieron, en general, casi sin modificaciones a lo largo de los períodos del binomio Reagan-Bush padre y las dobles reelecciones  Bill Clinton, Bush junior y Obama. Tiempos de pensamiento único, que contenían ocultas hacia dentro las tensiones internas realmente existentes entre dos expresiones de las dos facciones principales de la nueva forma del capitalismo financiero global que caracteriza a esta última etapa del sistema. Estas tensiones han ido en aumento en el marco de u n particular escenario mundial que para los EEUU de norteamerica significó esencialmente desterritorialización de gran parte del parque industrial con destino a China, el sudeste asiático  y las maquilas mexicanas, aumento de empleo en el sector servicios, particularmente la intermediación  comercial y el servicio financiero, y un  terrible aumento de la deuda interna y externa del país.
En realidad, hasta  2001 no se hacían notorias para el gran público, y para la mayoría de los analistas, las contradicciones internas insalvables en el bloque hegemónico estadounidense y mundial. El 11 de septiembre de 2001 hicieron su aparición con una puesta en escena de una trágica magnificencia sin precedentes ni el mundo real ni en la ficción cinematográfica.
En ese momento sólo una voz periodística se animó o tuvo la sagacidad suficiente como para ver y denunciar que la impresionante  implosión de las torres y el simultáneo atentado al Pentágono no eran ajenos a maniobras luctuosas del que ahora se conoce como “estado profundo”, fue la del periodista francés, especializado en los conflictos del oriente medio, Thierry Meyssan, en su ensayo “La gran Impostura”. Luego, como ocurrió en su momento con el asesinato de John Kennedy, este tipo de apreciaciones, inicialmente denostadas como “conspirativistas”, comenzaron a generalizarse  hasta alcanzar, como ya está sucediendo hoy, alto  grado de verosimilitud.
El estado profundo, aunque su nombre evoque una administración paralela permanente en las sombras con una coherencia propia, que puede coincidir o no con la del gobierno institucional de turno, es, en realidad, el accionar de los servicios de inteligencia utilizados por grandes intereses dominantes que, lejos de ser monolíticos, están siempre divididos en dos o más bloques, enfrentados. Es decir que hay siempre más de un estado profundo conspirando en las sombras. Eso sí, cualquiera de ellos representa intereses de distintas facciones del gran capital internacional.
¿Cuáles eran los intereses que en su enfrentamiento estaban dando lugar a semejantes demostraciones de fuerza (y delirio)?
Mientras la economía celebraba como festivos globos de colores lo que eran en realidad fraudulentas burbujas financieras que harían su primer estallido en el año 2008, llevándonos a la crisis recesiva mundial de la que aún no salimos y que amenaza con perpetuarse y aun agravarse si se produce un segundo estallido que podría ser mayor aún que el primero, los analistas político económicos argentinos Gabriel Merino y Walter Formento publicaban diversos trabajos que finalmente darían a la luz su ensayo denominado “La crisis financiera global” ( Buenos Aires Continente 2001) en la que por primera vez se daba  cuenta de que la aparente armonía interna del capitalismo del fin de la historia, celebrada en el pensamiento único o en expresiones como “el consenso de Washington” no era para nada tal, incluso desde  los comienzos mismos  de la era neoliberal.
Según estos autores el desarrollo de un sector dominante y poderoso del   globalismo financiero mundial que crecía junto a exponenciales tasas de crecimiento de PBI mundial y que permitía a las clases medias de “occidente” acceder a viviendas (prestadas hipotecariamente) automóviles económicos, viajes turísticos y todo el “merchandising” tecnológico de última generación, implicaba necesariamente excluir de la conducción de ese proceso financiero económico mundial, y por tanto de la competencia inter-capitalista, a otros también poderosos sectores del capital que, en el siglo XX,  habían sido, incluso, los líderes del poder político y económico de occidente.
En “La Crisis Financiera Global” Formento y Merino explican con claridad como  a partir de los años 90 se desarrolla un proyecto estratégico de globalización financiera neoliberal  que cooptó las cúpulas de los partidos demócrata estadounidense y laborista británico,  con Clinton y Blair respectivamente a la cabeza, impulsado por un conjunto  de redes financieras angloamericanas, que tiene como pilares a  instituciones financieras como el “Citigroup –State” “Street Corp” “Barclays – Rothschild”, “HSBC”, Lloyd’s y otras. Sin embargo , según los autores citados,,  el avance de este proyecto deja  “un tendal de perdedores a su paso  que no son solamente las grandes mayorías excluidas y sumidas en la miseria, sino también un conjunto de intereses que constituyen polos de poder mundial y/o imperialismos retrasados débiles, los cuales deben subordinarse o directamente perecer” ( pag 21). Estos sectores estarían más representados políticamente, al interior de EEUU, por el Partido Republicano y tendrían su base financiera  en la banca norteamericana más tradicional como  el “Bank  of America”,  el grupo Rockefeller, la banca Morgan o “Goldman Sachs”.
Es interesante ver como el trabajo de Merino y Formento  explica con detalle como el enfrentamiento de estos dos grupos termina en crisis políticas y económicas como el atentado a las torres del 11 de septiembre o la caída financiera del 2008.
Si este enfrentamiento se ha constituido en la contradicción principal al interior del capitalismo hegemónico,  la complejidad se agrava con la existencia  de distintos sectores en pugna dentro de la facción denominada “retrasada”,  que tendrían su expresión en los sectores neoconsevadores, el “Tea Party” y divisiones dentro del complejo industrial militar. Estos sectores no habrían tenido a Donald Trump como su candidato natural sino a Marco Rubio o a Ted Cruz, sin embargo ninguno de ellos se acercó siquiera a la intención de votos en favor de Trump  por lo que la realidad de los hechos lo impuso como anómala figura del GOP.
Si esta hipótesis es  al menos aproximadamente correcta, ello explicaría por qué  el tradicional bipartidismo norteamericano se encuentra  en un virtual empate crítico, pero irreconciliable, que genera las fisuras suficientes  como para que haya emergido  un personaje como Trump. El actual presidente  intenta representar a un extenso sector de trabajadores y clase media norteamericana que vienen perdiendo económicamente y sufriendo en forma directa las consecuencias de la crisis económica social y cultural que genera este enfrentamiento no resuelto de grupos de millonarios, que,  por otra parte, no  han hecho más que enriquecerse a su costa  y a costa del resto de los pueblos del mundo Además  estos concentradores de poder y riquezas, que otrora acordaron con el sindicalismo vernáculo un cierto pacto social, a partir de los últimos 20 años, ya ni siquiera derraman hacia el interior de los EEUU sino que prestan ( y se cobran) con garantías hipotecarias.
De este modo sería posible comprender porque Trump se mueve en un terreno farragoso que va más allá de sus propias contradicciones personales.
No solo abunda  en contradicciones entre sus dichos y entre estos y sus actos, sino que, en menos de un año de gobierno, expulsó, o tuvo que expulsar,  de su gabinete a cuatro de sus iniciales espadas  Michael Flynn, Sean Spicer, Reince Priebus  y Steve Bannon.
Flynn es un militar retirado que estuvo a cargo de áreas de inteligencia militar hasta el 2014 y trabajó luego privadamente como experto en cuestiones de medio oriente y su opinión básica sobre el conflicto era que había que dejar de apoyar veladamente a grupos terroristas y combatir claramente y sin ambigüedades  a grupos como el Daesh, motivos por los que fue despedido aparentemente en aquel año. En este sentido era partidario incluso de la alianza con Rusia a tal fin. Esta visión parece ser la del propio  Trump,  ya que, al menos hasta lo que va de su gobierno, la situación en Siria se ha estabilizado  con importantes avances de las tropas  sirias sobre los grupos terroristas que han dejado de recibir apoyo externo. Casualmente es el mismo  Meyssan quien desde su “Red Voltaire” señala  ahora, con  insistencia, el advenimiento de este nuevo escenario positivo en la región.
 Además Flynn  propugnaba la extradición del clérigo turco Gulan, acusado por Erdogan  de ser el organizador del intento de golpe de estado en su contra en julio de 2016. Se sospecha  que el gobierno de Obama estuvo implicado en ese intento de golpe como represalia  ante ciertos gestos del gobierno de Turquía de llegar a acuerdos con Rusia sobre la cuestión siria.
Flynn tuvo que salir de su cargo a los pocos días de ser nombrado debido a la brutal campaña política y mediática montada sobre la base de la acusación de haber mentido al vicepresidente Pence acerca de una reunión que sostuvo con el embajador ruso. El hecho en sí no habría dado para tanto pero en el marco de esa campaña se lo tomó como indicio de que el propio Trump estaba  en conexión extraoficial con los rusos (de lo que no existió nunca prueba alguna), llegándose incluso a la amenaza de juicio político al presidente por traición a la patria.
Por otro lado, el reemplazo de Priebus por John Kelly como jefe de gabinete fue visto como  un paso de alejamiento de Trump del “stablishment” republicano, expresión, como se vio, del grupo financiero americanista rezagado,  y una búsqueda de apoyo en cierto grupo de militares con una posición particular dentro del  denominado complejo militar industrial que no está de acuerdo con la forma en que se ha venido manejando la estrategia militar internacional. Kelly quien perdió un hijo en Afganistán fue convocado por Trump entre otras cosas  porque el presidente pensó que era de los que sabían acerca del costo de enviar tropas a la guerra, además de que el militar es conocido por sus críticas a los burócratas políticos a cargo del departamento de estado, cargo que ocupó durante el gobierno anterior Hillary Clinton.
En este sentido se advierte el enfrentamiento de Trump con las poderosas facciones en la pugna por el poder político en los EEUU.
Esta situación también explicaría la monumental campaña desestabilizadora (¿destituyente?) que sufre desde antes de asumir el cargo dentro de la que se destaca por su significación simbólica  la intención de vincularlo con el espionaje ruso. La renuncia del secretario de prensa Spicer y el fugaz paso de su reemplazante Scaramucci por el cargo reflejan la dura batalla que libra cotidianamente Trump con los medios de comunicación más poderosos del mundo que no solo influyen en la opinión de la audiencia norteamericana sino en la de todo el mundo.
En estas circunstancias, las merecidas acusaciones  que recibió Trump por no mostrarse claramente contrario al racismo y la segregación a raíz de los hechos de Charlottesville, y que generaron la salida del “impresentable” Bannon,  no pueden, sin embargo, y particularmente si se tiene en cuenta el tratamiento que le dieron los medios a estos hechos, dejar de vincularse con la campaña de desestabilización que viene sufriendo, de contornos muy similares a la “revoluciones de colores” ideadas por la inteligencia británica, financiadas por George Soros, y apoyadas por el gobierno de Obama y su Secretaria de Estado, Hillary Clinton en África, Oriente Medio y Ucrania.
Estos tres últimos personajes son, no casualmente, vinculados por Merino y Formento con la facción financiera global angloamericana  dominante.
Lo cierto es que todo ello tiene a Estados Unidos, como país (¿y sociedad?), encerrado en un atolladero del que no queda claro cómo va a salir, ya que aún imaginando un apartamiento de Trump de la jefatura máxima (por los métodos usados en los casos de Kennedy o de Nixon o alguno más novedoso) no aparece como de fácil resolución la contradicción principal que tuvo como resultado el hecho de que Trump esté allí ahora, y que describimos anteriormente. Ello a su vez está impactando en el desconcierto, la impotencia y la reacción intempestiva, de la política exterior norteamericana en todo el mundo. No es necesario insistir demasiado en los riesgos que aparea esta situación.   
Con el agravante de que cuando uno está en un pantano no sólo no avanza sino que se hunde cada vez más.

MARIANO CIAFARDINI




martes, 4 de julio de 2017

EL PROXIMO G 20 ¿Un punto de inflexión?


En un mundo atravesado por una partición binaria política que se podría esquematizar sociológicamente entre incluidos y excluidos pero que en realidad refleja la partición también binaria anunciada ya en 1848, entre el trabajo  y  el capital, todos los realineamientos políticos coyunturales por más complejos y diversos que parezcan terminan tendiendo hacia uno de los polos de esa binariedad.  .
Parece que a pesar de toda el agua que ha corrido bajo los puentes desde la época bipolar por excelencia de la guerra fría,  la tendencia a la polarización continua.  Y por qué no habría de ser así si la contradicción principal  “biopolítica” sigue sin resolverse.
Ya está quedando bastante claro que en el mundo no hay tres, cinco  o cientos de centros de poder paralelos de la misma intensidad a nivel global,  sino que son, nuevamente, solo dos.
Uno es el proyecto que nace a mediados de los 80 con el resurgimiento del neoliberalismo de un sesgo marcadamente financiero y que se confundió desde un principio con el término globalización (lo que no es exacto porque globalización implica un proceso mucho más complejo relacionado con el desarrollo de la fuerzas productivas y las formas de producción comercialización y acumulación del capital y grandes transformaciones en la estructuración del sujeto histórico del cambio).
Este es el proyecto financierista  que hace pivote en Wall Street y  la City de Londres corporizado en   grandes corporaciones bancarias como el “City Group”, toda la banca Rotschild,  EL BANCO Santander, el HSBC y algunas otras grandes entidades financieras, cuya estrategia es la de condicionar la producción a lo que convenga a un mayor y más rápido retorno de la renta financiera, aunque ello implique una producción irracional superflua, de consumo inducido por la propaganda, totalmente coyuntural,  sin planificación alguna  y que corre hacia delante sin saber (es más , sin que le interese saber) a donde lleva esta huida hacia el futuro, con alta dosis de apuesta y especulación.
Este “proyecto” apunta  a  una matriz geográfica de  grandes ciudades,  centros lujosísimos implantados a lo largo y ancho del globo, principalmente ciudades capitales, con importantes infraestructuras y tesoros artísticos invaluables, convertidas en plazas financieras, nodos de una red financiera global, habitadas por hiper-ricos  y clases medias acomodadas y, por supuesto, con necesarios  comandos de fuerzas de élites policiales y militares que garanticen la seguridad. Fuera de las murallas de estos  centros de la vida “a full”,  centros fabriles automatizados, rigurosamente controlados, en un primer cordón  de segmentariedad  de la especialización del trabajo. Y luego la gran llanura de “ilotas” supervivientes, excluidos incluso de un trabajo agrario  altamente tecnificado y  automatizado con poca  necesidad de mano de obra. Masas destinadas a un maltusianismo regulatorio demográfico a partir de la eliminación física para la que ya va preparando  las conciencias la usina ideológica de Hollywood con la moda de los “zombies” y los muertos vivos  Es decir personas que se pueden matar ( o dejar morir)  sin mayor remordimiento porque, en realidad, ya están muertos.
Frente a ese “proyecto”,  y a partir  de un fenómeno que se inició  como parte indispensable de  la estrategia neoliberal antes descripta,  de relocalización  y tercerización de la producción para lograr la  gran acumulación de capital nunca vista en la historia humana, se fue desarrollando otro proyecto. Primero subsidiariamente  pero luego fue adquiriendo     autonomía imparablemente  y, finalmente, a partir  del inicio del milenio, se constituyó  como eje alternativo contrapuesto al neoliberalismo financierista. Esto sucedió  en  países que fueron denominados “emergentes”, principalmente China, que, en efecto, emergieron en forma industrial tan velozmente que  pasaron los límites  de la subsidiariedad  que se suponía que no debían superar.
Es decir que el propio sistema capitalista, hoy neoliberal, a partir  de la inevitable contradicción que lo atraviesa ha creado su propia alternativa (¿no afirmaba acaso esto Marx ya también en 1848)?  Esta alternativa  se ha desarrollado  en forma de  un proyecto  que, en términos clásicos  de los usados en los siglos XIX y gran parte del XX, se podría llamar también capitalista y de mercado, pero  puesto a funcionar en este momento histórico del capitalismo paradigmáticamente financiero,  se ha convertido en una traba, un escollo, algo que hace entrar en cortocircuito a la expresión real del capitalismo actual que es su expresión financiera pura y dura.
 Ensayando un punto de vista pretendidamente hegeliano podríamos decir que  no hay  nada más subversivo  para un sistema que se está desarrollando  en sus ritmos históricos,  que confrontarlo con sus formas del pasado, pues estas  ya nunca  son, ni pueden ser las mismas formas exactas del pasado en tanto que  adoptan, por necesidad dialéctica, un aspecto de síntesis entre elementos positivos del pasado  y lo sincretizan con una perspectiva futura que niega el sistema actualmente imperante. Estas perspectivas que se hallan presentes en esta nueva alternativa que ha surgido desde los “emergentes” contiene ni más ni menos que elementos nodales de   las prácticas  de la planificación, la industrialización y la cooperación internacional, enemigos jurados  de la esencia del capital financiero.
De hecho políticamente el mundo se ha configurado así: China , Rusia , la Organización de Cooperación de Shangai y los Brics por un lado  y los poderosso sectores del capital financiero ya mencionados  que manejan los servicios secretos y dominan poderosos sectores de la política y la FFAA de EEUU Europa Occidental y otros países del mundo.
 Los choque directos entre estas dos fuerzas mundiales se ven en Siria, en Ucrania, en el mar de la China, también en América Latina situaciones como las de Venezuela y Brasil revelan finalmente esta tensión bipolar pero, además, en el mundo “desarrollado” se sienten impactos que parecieran indicar que la que está avanzando realmente día a día,  en un complejo camino de idas y venidas, pero con saldos medibles, es la opción alternativa  de un programa industrialista  de construcción de una gran infraestructura de comunicación mundial  y de incentivación del comercio  en el marco de una planificación de complementariedades que aunque aún muy general e incompleta y con contradicciones promete irse desarrollando.
 Hoy por hoy eso recibe el nombre de Ruta de la Seda  e integración Euroasiática, y, en nuestro ámbito,  Integración Latinoamericana y del Caribe,  aunque la región esté atravesando un momento de convulsiones gravemente desestabilizantes del proyecto.
Los síntomas del impacto del impresionante desarrollo de este proyecto alternativo   en el “mundo desarrollado  son sin ir más lejos el hecho de que  Trump  haya ganado las elecciones en los EEUU y sea su presidente. Ello, más que cualquier otra cosa, representa la imposibilidad del grupo financiero globalizador de imponer su candidata  en el corazón mismo del gobierno de su proyecto. Trump destruyó el equilibrio  de las relaciones con la UE y especialmente con la Alemania de Merkel que constituía el eje político internacional del proyecto globalista financiero. Otro ejemplo es el “Brexit” que altera nada más y nada menos  que al segundo centro de la estrategia neoliberal financierista: la City de Londres y, por si fuera poco, los principales gobiernos aliados de la estrategia financierista global, es decir los países  usurarios de la Unión Europea: Alemania y Francia, se encuentran en una crisis crónica temiendo todos los días que no caiga en cadena el sistema bancario italiano, lo que haría que la crisis Griega pareciera un simple problema de caja.
Hecha esta descripción somera del panorama mundial reamente existente debe decirse que todos estos actores van a encontrarse cara a cara  en la ciudad alemana de Hamburgo el 7 y 8 de julio.  
La historia del G 20 es realmente significativa y sugestiva. En la década de 1970 los países capitalistas más poderoso para hacerse fuertes y limar las asperezas de la crisis del petróleo crean el G7 ( Alemania , Canadá, EEUU, Francia, Italia, Japón y Reino Unido). Cuando el avance del neoliberalismo atropellaba como locomotora se incluyó a una Rusia devastada, corrupta y entregada de pies y manos a los grupos financieros por el gobiernos de Yeltsin en 1999 y se forma el grupo de los 8 que tenía su antecedente en el grupo de los 7 + Rusia. Ese mismo 1999 se produce la primera advertencia seria sobre el rumbo de la tan triunfante hasta entonces globalización con la crisis de los “Tigres Asiáticos”, lo que llevó a un primer gesto de temor y prudencia que impulso a pensar en un grupo más ampliado que incluyera ya no sólo a Rusia sino a países emergentes que se estaban desarrollando a tasas mucho más elevadas que los “desarrollados” principalmente a China. Pasado ese primer susto  la cosa quedo en un cierto “stand by” hasta que la crisis del 2008  obligó al “stablishment” capitalista occidental  financierista  principalmente a EEUU y la UE a reconocer que no se podía seguir sin retomar sistemáticamente la reunión de los 20 que desplazó en importancia al G8 Y a un G8 ampliado que llegó a funcionar  en algún momento. Desde entonces la alianza chino-rusa (país este último que en el 2000 hizo un giro radical desde el entreguismo humillante de Yeltsin al nacionalismo en marcha de Putin), comenzó a tallar fuerte en el G 20 a punto tal que  hasta en el Foro de Davos  de enero de 2017,  donde están  todos los miembros del G 20 más muchos otros grupos e instituciones, fue el presidente Xi Jinping quien abrogó por el libre comercio mundial, criticó del proteccionismo y se convirtió en la voz cantante de la reunión.
Pero el precedente más indicativo de lo que va a ocurrir en el G 20 del 7 y 8 de julio en la cumbre de Hamburgo se puede rastrear en el relanzamiento de mayo de este año del proyecto de la Ruta de la Seda en el Centro Internacional de Convenciones de Beijin con la presencia de más de 100 mandatarios del todo el mundo  y una delegación de primera línea de los EEUU.
Ha habido algunas señales muy llamativas  en el gobierno de Trump a pesar de toda su gesticulación  belicista  y de ciertas acciones provocadoras que responden seguramente a la presión del complejo militar industrial que lo sostiene (hay que entender que Trump no pertenece al riñón de ninguno de los grupos financieros que se enfrentan en los EEUU  porque lo que su situación política es muy precaria. Estos hechos llamativos son por un lado que el 22 de junio  el funcionario de mayor jerarquía en la política exterior de China Yang Jiechi se reunió con el presidente Trump quien dijo que Estados Unidos está dispuesto a cooperar en proyectos relacionados  con la iniciativa de la Franja y la Ruta.
Los días 20 y 21 de junio se llevó a cabo en Pekín el “Noveno Diálogo Oficial Estados Unidos-China de Alto Nivel”, copatrocinado por la Cámara de Comercio de Estados Unidos y el Centro de China para el Intercambio Económico Internacional, y al final emitieron una Declaración Conjunta en la que señalan que “ambas partes coincidieron en que los dos países pueden participar en cooperación plena bajo la iniciativa de la ‘Franja y Ruta’ y a través de diversos otros medios”. Ambas partes acordaron realizar una conferencia conjunta sobre la Franja y la Ruta dentro de los próximos 12 meses.
Más de 200 funcionarios del gobierno chino y estadounidense se reunieron en San Francisco, California, junto con representantes de compañías de infraestructura, en el “Foro de Cooperación en Transporte EU-China 2017”, en donde el cónsul general de China dijo que “la cooperación entre China y Estados Unidos en el frente de la infraestructura está lista para convertirse en el nuevo hito en la participación comercial entre los dos países”.
En Detroit Michigan, más de 3000 participantes llenaron el Centro Cobo el pasado 20 y 21 de junio en la conferencia patrocinada por el presidente de la compañía china de comercio internacional Ali Baba, Jack Ma. El vicegobernador del estado de Michigan, Brian Calley, dijo durante su intervención en el acto que el comercio con China, “es la situación tradicional en la que todos ganan”. Por su parte, Ma le dijo a los asistentes: “Si se pierden China, pierden el futuro”.
Todos los informes indican que el Presidente Trump espera tener una reunión bilateral oficial con el Presidente Putin el 7 de julio durante la reunión del G20 en Hamburgo; no un mero “encuentro casual” al margen de la reunión, sino una verdadera cumbre, y también sostener una reunión similar con el Presidente de China, Xi Jinping, ahí mismo. La prensa británica como los diarios Independent y Telegraph de Londres, se muestran muy consternados ante esos informes (que comenzó a difundir inicialmente la agencia Associated Press), por el temor de que Trump y Putin puedan tomar decisiones sobre cooperación, como hicieron Trump y Xi en Mar-a-Lago.
Por su lado Merkel quien después del fracaso de Hillary y del Brexit inglés se ha transformado en la voz cantante del proyecto financiero mundial globalizador , recuperando un poco los alicaídos ánimos con el triunfo de Macron representante de la banca Rothschild está preparando una alianza entre todos sus adláteres europeos  para hacer frente a esta posibilidad de acuerdo  Trump- Putin- XI,  atacando fundamentalmente a Trump  y a Rusia . Todo ello indica un escenario de fuerte enfrentamiento del que puede salir a la realidad un escenario todavía medio oculto en el que se advierta ya más claramente que el proyecto Chino- Ruso- tercermundista es ya dominante en el juego de fuerzas globales.
MARIANO CIAFARDINI

OGEOC

domingo, 12 de marzo de 2017

EL MANIFIESTO NUESTROAMERICANO

La característica estructural  de esta última etapa del capitalismo denominada globalización financiera es precisamente, en términos generales, la de la existencia de enormes masas de liquidez  dispuestas a ser  prestadas en busca de una renta de retorno lo más inmediato posible. El abuso de este recurso determinado por la ley de la competencia intercapitalista llevó a extender el préstamo en todas sus formas  y derivados  en condiciones  de alto riesgo  y escasas garantías reales de devolución, con lo que  la irracionalidad del procedimiento dejó a grandes instituciones financieras y a las arcas de varios estados poderosos en situaciones  contables netamente negativas,  que apenas se sostienen sobre la base de una emisión  sin respaldo real en  una producción de bienes equivalentes algunos, lo que determina, a su vez, la caída del valor de la moneda que se imprime , básicamente el dólar y en segundo lugar el euro  y la libra esterlina correspondientes a los estados u organizaciones  supraestatales que más han echado mano al “quantitative easing”.
Este es el escenario económico financiero mundial en que estamos hoy,  y todos estos desajustes son aprovechados por algunos grupos transnacionales para acumular y centralizar  más riquezas  y eliminar competidores , con lo que el equilibrio económico mundial se desbalancea más aun, generando una extendida recesión que lleva ya más de ocho años,  sosteniendo y agravando el injusto e irracional reparto de riquezas que es el cáncer crónico del sistema, y generador de todos los problemas políticos  y sociales  que se agudizan cada vez más. El peor de todos ellos las guerras y su consecuencia inmediata: las migraciones masivas.
Entre tanto el mundo se ha configurado de forma  que los centros industriales  incluso de la producción con alta tecnología se han radicado en determinados países que están en condiciones de producir más y a menor costo y, como los precios de los fletes, por el avance del transporte inciden  casi insignificantemente en precio final del producto,  el resto del mundo queda cada vez más  obligado a consumir  esos bienes, exportados desde esos países o regiones. Por otro lado existen, en ciertos países que alcanzaron el grado máximo de desarrollo  capitalista en el siglo XX, nichos de investigación y producción tecnológica que han avanzado de manera tan significativa  que la brecha  entre  el nivel desarrollado en ellos  es prácticamente insalvable para el resto del mundo, especialmente por los países menos desarrollados, que se han mantenido en el rango de la producción primaria o  con escaso valor agregado. Con la excepción de China y en parte Rusia que por motivos de la nueva arquitectura productiva mundial  o sobre la base de adelantos que habían logrado en el pasado sobre todo en el plano militar y espacial  están en condiciones reales de competir con la tecnología de punta.
Para los países  como  los latinoamericanos y del Caribe , fuertemente primario exportadores,  en particular de granos,  productos alimenticios, petróleo  y minerales , y con una clase trabajadora  mal paga en amplios sectores  de los servicios y la industria,  pero que mantiene, en los sectores ocupados formalmente,   niveles salariales  mayores a los de extensas regiones asiáticas  o africanas se plantea un dilema de difícil solución.
Ninguno de los países del área,  ni siquiera los más extensos como Brasil, México o Argentina, están en condiciones de competir por si mismos  con los desarrollos industriales o tecnológicos  mencionados  ni de insertarse por sí solos  en alguna cadena virtuosa de valor  a nivel mundial. Este ha sido el talón de Aquiles de los gobiernos populares surgidos en la región a partir del 2000,  algunos de los cuales han caído  por golpes institucionales  o directamente en las urnas, a manos de  grupos de derecha neoliberales,   dado que su deseo de distribuir equitativamente a la par de generar un desarrollo efectivo de sus economías,  ha chocado contra esta dura realidad global  en forma sistemática, dejándolos cada vez mas sólo con el deseo y sin oportunidades reales de dar continuidad a los impulsos redistributivos  iniciales. Se habla de errores en la gestión  o en las estrategias electorales pero el peor error sería no ver esta realidad económica estructural de fondo. Y lo grave es que todavía muchos de sus protagonistas aun no la ven.
Los pueblos que siempre son más inteligentes que sus dirigentes,  aun incluso que los grandes líderes, no están dispuestos a acompañar proyectos que intuyen, con razón, que aunque han dado algunos frutos en su momento no tienen futuro claro y que, tarde o temprano, conducirán a “más de lo mismo”,  en medio de excusas,  disculpas y explicaciones basadas finalmente en la injusticia estructural del sistema,  cosa que los pueblos no necesitan que se les explique  ya que la han sufrido históricamente  y es por lo tanto  la hipótesis de la que se parte y que se supone que la vanguardia política debería proporcionar la estrategia para superarla.
El keynesianismo, el desarrollismo, la sustitución de importaciones, el “vivir  con lo nuestro” y todas las recetas cepalianas de los 50 y 60  o los enfoques de la teoría de la dependencia tuvieron su momento de verdad cuando el capitalismo estaba estructurado como imperialismo   e imperaba en todo el mundo la impronta industrializadora y la tendencia al estado de bienestar. Pero eso ya fue. El salto del imperialismo a la globalización es un salto cualitativo dentro del sistema capitalista tan grande como lo fue el del liberalismo comercial   que reinó hasta el siglo XIX al imperialismo monopolista de estado que se impuso en el siglo XX y las posibilidades concretas de los países del tercer mundo de salir de su crónica situación de dominados y dependientes tienen frente a si un desafío distinto y mucho más complejo. Ya ha pasado el tiempo y la oportunidad de la “liberación nacional” y la posibilidad de desarrollar industrialmente en forma autónoma un país  en contra del sistema amundial. Los únicos países que lograron eso en el siglo XX fueron la URSS y relativamente China apoyada por la URSS y finalmente Cuba y Vietnam  pero también bajo el paraguas soviético  y con grandes restricciones en su capacidad de desarrollo industrial ( el boom industrial de Vietnam corresponde a otro proceso que se genera ya en la globalización).
Sin  embargo esta nueva época  de la interconexión económica mundial a una escala jamás vista antes por la humanidad  tiene, como no podía ser de otra manera, a la par de sus trampas y complejidades, sus oportunidades.
Semejante desarrollo  demográfico   y la creciente e  y la expectativa de elevar la calidad de vida de enormes masas  que se han incorporado al trabajo industrial y a los
servicios en el mundo desarrollado y en las llamadas economías emergentes, necesitan de los alimentos que provee nuestra región  y semejante desarrollo de la producción industrial  y de servicios necesita imperiosamente de nuestros minerales.
Hasta ahora,  en el desorden y la irracionalidad del desarrollo capitalista mundial,  los necesitados de estos recursos los han tomado  en relaciones bilaterales con cada uno de nuestros países,  las más de la veces de forma abusiva,  aprovechando la venalidad de los gobiernos o las situaciones  de extrema necesidad de ingreso de divisas  para atender urgencias nacionales y, otras, en un comercio “normal” pero favorecido por el precio de unas materias primas que  aun en sus mejores momentos  no alcanzó a compensar  los gastos de los imprescindibles insumos tecnológicos e industriales que se deben importar para mantener un nivel mínimo de standard vital medio de la población. Todo ello a la par del aprovechamiento que han hecho las oligarquías económicas locales de estas situaciones extorsivas en que se encuentran nuestros países, para acaparar la mayor parte de la riqueza que ingresara en divisas.
Sin embargo  esta necesidad que tiene el desarrollo de la economía mundial de nuestros recursos nos pone por primera vez en la historia del sistema, en la posición  de poder aprovechar  el actual escenario recesivo mundial  del que se intentara salir,  posicionándonos como bloque  que haga de esta  situación primarista exportadora no un defecto sino una virtud.
Esto puede sonar revulsivo  luego de tantos años de pensamiento cepalino, desarrollista  y de las teorías de la dependencias que fulguraron en los años 50/70 y que impregnaron el pensamiento de izquierda y popular, como ya lo adelantáramos. Pero insistimos en que  esos  eran otros tiempos y lo acertado de aquellas posiciones puede  convertirse en una traba hoy si no entendemos  la necesidad de adecuar la estrategia al cambio mundial.
Claro que este primarismo exportador de mantenerse así como así no haría más que mantenernos en la situación actual  o llevarnos a situaciones peores, si se sigue planteando en forma aislada, país por país. Pero distinta pareciera ser  la cuestión si se lograra articular una monopolización  de estos recursos por el conjunto de los estados latinoamericanos,  como recursos estratégicos a nivel regional.
La masa de insumos  alimentarios minerales y energéticos es tan grande  que nos pondría evidentemente en una posición negociadora privilegiada.
Además una articulación económico productiva bien planteada podría lograr las tan mentadas inversiones de capitales pero no para la especulación financiera o el pago de servicios de deuda sino para un mega desarrollo infraestructural  en función de esa estrategia única exportadora y comercial.
Imagínese lo atractivo que resultaría para capitales Chinos Rusos o de cualquieras otras partes del mundo, un mega proyecto de conectividad, comunicación y transporte terrestre y fluvial  con desarrollo de puertos estratégicos en distintos puntos del continente  desde México hasta Chile y Argentina para desplegar la producción y exportación de productos que son indispensables para el desarrollo mundial. Y lo importante que sería  la realización de dicho proyecto para el desarrollo  de todos los países de la región la generación de empleo  abaratamiento de costos, desarrollo tecnológico, florecimiento de ciudades y mejoramiento acelerado del nivel de vida.
Además habría un acercamiento y una integración real de nuestros pueblos y nuestras culturas lo que potenciaría el espíritu de la Patria Grande  Nuestroamericana. La potencia de esa comunidad humana no tendría límites más que los que nosotros nos demos a nosotros mismos. Esa sería la verdadera liberación nacional de de la nación americana entera.
La cuestión política
Hay quienes ven esta opción como una utopía deseable pero concluyen en que si no podemos lograr acceder  al poder  en cada uno de nuestros países mal podemos pensar en una integración de ese tipo. Eso es cierto pero solo en parte. Este modo de pensar  está dejando de lado la visión dialéctica de que  para acceder al poder real en cada uno de nuestros países ( desde  una iniciativa popular que no termine traicionando  los intereses generales) lo primero que tenemos que tener es un programa económico creíble que muestre una verdadera perspectiva de desarrollo, y no parches o dadivas  bien intencionadas pero que se convierten en limosnas para aliviar  apenas los sufrimientos de quienes tienen que seguir esperando eternamente que las viejas recetas  sesentitstas den resultado  cuando el mundo nos lo permita.
Con eso no se puede construir ningún movimiento popular revolucionario sólido y sustentable que permita alcanzar , y mantener, verdaderamente el poder  en los países de la región y obviamente por ese camino  la gran transformación regional es imposible. Se avanza algo como hasta ahora  pero el proyecto se empantana con las primeras derrotas populares.
El gran desafío de los partidos y movimientos populares y de izquierda hoy es saber articular en la militancia  y el diálogo con las masas esta posibilidad real  de Patria Grande  Nuestroamericana con las luchas, imprescindibles e inevitables de la urgencia cotidiana, reivindicativas o electorales.
Solo si amplios sectores de los trabajadores y de los pueblos van haciendo carne esta relación imprescindible entre la lucha nacional y la lucha por el proyecto regional y lo transforman en una exigencia ante los gobiernos incluso ante sus mismos gobiernos populares y de izquierda la utopía latinoamericanista puede dar el salto hacia la concreción.
En este sentido hay ya un comienzo impulsado por el foro de San Pablo   esa organización de partidos populares y de izquierda que se constituyó en los trágicos 90 y se mantiene firme y creciente dando muestras de una incipiente evolución hacia la conversión en algo más en un foro es decir una organización política popular y de izquierda supranacional regional nuestroamericana, lo que sería un hito histórico en nuestro continente.   
En ella revisten partidos de gobierno  de las íltimas décadas como el PT de Brasil,  el Mas de Bolivia, Alianza País de Ecuadro  el Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua, el Farabundo Martí Para la Liberación Nacional de El Salvador,  el PSUV de Venezuela y el Frente Amplio de Uruguay, además  todos los partidos comunistas de la región latinoamericana y el Caribe  incluido obviamente el PC Cubano,   el Partido Socialista  Chileno  y su desprendimiento el Socialismo Allendistas partidos del ex presidente y mártir chileno Salvador Allende, partidos de larga trayectoria de lucha  revolucionaria incluso guerrillera  como UNRG de Guatemala  y sus desprendimientos,  los partidos por la liberación de Puerto Rico y de Santo Domingo  y  partidos miembros del Frente para la Victoria  de Cristina Kirchner,  de la Argentina etc.
En las últimas reuniones de este Foro  se ha conseguido acordar  un programa base mínimo  con contenido políticos económicos y sociales,  para lo que debería ser una plataforma política de acción  de un gran movimiento político  social Latinoamericano y del Caribe denominado “Consenso Nuestroamericano”. No se exagera si se considera que este es un primer paso  para la formación de una gran organización política y social regional  que consigue  un grado de concreción por primera vez en la historia Latinoamericana desde los intentos bolivarianos y sanmartinianos del siglo XIX.
Este programa que está destinado a ser un documento en permanente debate y transformación  sobre la base de sus inamovibles principios antiimperialista  y de soberanía de la región  puede convertirse en el instrumento que movilice a nuestros pueblos detrás de la conciencia de que la única salida es la regional  y que los gobiernos de nuestros estados  tienen desde ahora en más como obligación primera hacer el esfuerzo máximo por articularse en una acción programática común  que considere a la región como una unidad económica política y social,  que se debe parar monolíticamente, como tal, ante el mundo,  si se quiere salir  del crónico circulo vicioso de la pobreza y el atraso congénito . Debemos insistir en que  no existe ya, definitivamente, posibilidad alguno de  liberación nacional y social de ningún país de la región por separado, e, incluso los que la han logrado  en otros contextos históricos, como el ncaso de Cuba  y podría decirse Nicaragua,  y la mantienen a altos costos y sacrificios, no tienen garantía  alguna de poder sostenerla eternamente si no se encara este camino común de una vez y para siempre.
En su parte programática económica el documento hace hincapié rotundo e la necesidad de la integración regional y la urgencia de encarar mega proyectos financieros comerciales y productivos conjuntos  que se constituyan en una estrategia única, solidaria e internamente equitativa, ante  el resto del mundo y de  asumir la planificación de un mega desarrollo infraestructural urgente que los haga viables .
Nuestros países  con sus gobiernos populares de las últimas décadas  han avanzado  en el armado institucional supranacional a un ritmo no desprecianle Es obvio que la creación más importante  en el plano institucional regional   producto de ese avance de los movimientos y gobiernos populares de las ultimas década es la CELAC  una OEA sin Estados Unidos ni Canadá, que en cierta medida refleja en lo institucional lo que es el FORO  en lo político partidario y movimientista.
La CELAC es el ámbito en el que se debería elaborar política y técnicamente una estrategia financiera  productiva y comercial conjunta, complementaria y recíprocamente  compensatoria entre todos los países de la región,  con expertos en las distintas áreas técnicas y en la economía y la geopolítica  mundial, al calor de un espíritu autonomista liberador de la región , de redistribución y equidad, bienestar para los pueblos protección del medio ambiente y de los recursos estratégicos y profundización de la democracia y la participación popular en cada instancia que corresponda.
 Una de las acciones recientes  más trascendentales del organismo, reemplazante de la pérfida OEA,  es el inicio de la construcción de una relación directa CELAC- CHINA, que  se correlaciona directamente  con la inspiración de este “manifiesto nuestroamericano” del Foro de San Pablo   en la medida que establece un plano de relación  entre bloques   y no bilateralidades totalmente desbalanceadas pero es necesario meter a los gobiernos nacionales de cabeza en la Celac  hacerlos que abandonen esa posición expectante y reticente que ha ganado a muchos de ellos. Tal vez  la salida de EEUU de la alianza transpacífica y al entrada de China en él , lo que constituye  una puesta de cabeza geopolítica de dicha alianza,  permita articular ahora si a los países  latinoamericanos que integran dicha alianza como México, Perú y Chile  con los del Mercosur  los del Alba y Petrocaribe  y los integrantes de otras alianzas  sub regionales  y empezar a concretar las acciones  imprescindibles para la salida del laberinto en que sumió a la región  el colonialismo inicial  el imperialismo norteamericano del siglo XX y el consenso de Washington y la globalización financiera .
Pero si esto no lo impulsan los pueblos difícilmente el avance venga solo de arriba. Para ello  la difusión y el debate del documento del Foro de San Pablo es una herramienta insustituible. La responsabilidad ahora es de los partidos  y los movimientos populares.



miércoles, 1 de febrero de 2017

QUE TRUMP NO NOS TAPE EL BOSQUE


Desde Hegel por lo menos la dialéctica de la esencia y la apariencia está disponible para todos aquellos que quieran pensar en serio.
Este es uno de esos momentos históricos en los que si no se diferencia (y se une a la vez) lo que aparece de lo que Es,  resulta prácticamente imposible entender gran cosa.
Lo que aparece hoy en el mundo  es Trump, y vaya si aparece.  Desde que ganó las elecciones el planeta no deja de hablar de él. En Argentina ha logrado lo imposible: que los medios periodísticos y televisivos levanten, aunque sea de tanto en tanto, la mirada del ombligo vernáculo para hablar algo de política y economía internacional.
Trump aparece en primer lugar como lo que es personalmente: un derechista xenófobo, misógino y racista,  de modales brutales, lenguaje poco cuidado y dispuesto a encarar una estrategia poco clara de endurecimiento de su gobierno tanto política como económicamente frente al resto de la humanidad. Aparece con una "aparente" intención de cerrarse en principio a acuerdos de cualquier tipo y,  a partir de allí,  renegociar punto por punto todo con todos con la supuesta intención de volver a convertir a EEUU en el centro mundial más importante de radicación de establecimientos industriales que exporten al mundo al estilo de los tiempos en los que reinaba el "made in Usa". Con el mismo fin quiere expulsar del territorio estadounidense a la mayor cantidad de inmigrantes posible para reducir la oferta laboral y aumentar las posibilidades de empleo y la calidad del empleo para enormes masas de trabajadores norteamericanos que constituyeron su base electoral. Esto es lo que aparece.
Pero no es lo único que aparece (la dialéctica de la esencia y la apariencia da sus frutos si se toman sus términos integralmente y no en forma sesgada).
Aparece en también que esta cerrazón hacia el mundo va dirigida a todos sin excepciones. Más allá de las alusiones directas contra China entendibles porque allí están la mayoría de las empresas "norteamericanas" que quiere re-radicar lo cierto es que no hay preferencias ideológicas o geográficas ni culturales.  De hecho se enfrenta a aliados históricos como los de Europa Occidental y coquetea con enemigos históricos como Rusia. Algo impensable de un presidente norteamericano por lo menos a partir de los últimos cien años.
También aparece, por otro lado , el hecho históricamente inédito de que un presidente de EEUU, habiendo ya ganado las elecciones y hasta asumido el cargo,  tiene a toda la gran prensa norteamericana y "occidental" en su contra con ataques y denostaciones sistemáticas, al punto que ( desprevenidamente)  podría llegar a pensarse el oximoron de que, nada menos que en EEUU, habría ganado un candidato en contra de los intereses de todo el poder mundial occidental??? Que es el poder al que esos medios responden.
Lo que si es cierto y también aparece es que personajes claramente integrantes de ese poder globalizador financiero imperialista como Soros están haciendo esfuerzos económicos descomunales en su contra.
Además Trump  aparece enfrentado con gran parte de los organismos de inteligencia norteamericanos a los que acusa entre otras cosas nada menos que de haber fraguado el 11 S !! y de haber ayudado a desarrollar el Isis!!! (Aunque conto en el momento más crítico de la campaña electoral con una no despreciable ayuda del FBI, que imputo, a días de las elecciones, a su contrincante y figura ganadora Hillary Clinton, de graves delitos políticos.
Estas son las apariencias. ¿Cuál es la esencia?
La esencia no se “deriva” de las apariencias” si no estaríamos reincidiendo en el pensamiento aristotélico –moderno que es el camino fácil y generalizado pero que no conduce más que a tautologías o descripciones de lo ya sabido.
Por el contrario la esencia del asunto es lo que subyace , es el fundamento de lo que aparece, y lo comprende también. Para encontrar la esencia del fenómeno es necesario siempre regresar al todo. Y el todo en este caso  es el sistema político-económico  global dominante y sus movimientos históricos internos.
 Desde este punto de vista no pueden caber dudas de que estamos ante una tremenda contradicción interna del  poder mundial capitalista, que dentro de los grandes grupos capitalistas y financieros con origen y punto de referencia en EEUU,  Europa Occidental y Japón se han agudizado sustancialmente las contradicciones y amenazan  con profundizarse aceleradamente. La última vez que el mundo estuvo en una situación “aparentemente” parecida se sucedieron la primera y la segunda guerras mundiales. Claro que la situación era parecida pero no la misma, sobre todo por los cien años de distancia y la  muy distinta estructura política y económica global.
Otro asunto esencial a tener en cuenta es que en el comienzo mismo de la agudización de esta confrontación interimperialista existe, en el escenario mundial, otro polo que no está dentro de la contradicción sino  que “aparece” en una posición alternativa, como lo es la alianza ruso-china junto con  el Grupo de Cooperación de Shangai,  los Brics  y el proyecto de la ruta de la seda, todos ámbitos que incluyen a estos dos gigantes con un pasado reciente bastante común y sobre todo bastante distinto del del resto del mundo.  No estamos diciendo que este polo alternativo no tenga contradicciones pero por el momento las mismas no parece que tiendan  a agudizarse.  Tampoco estamos diciendo que este polo "sur-oriental" esté planteando una alternativa clara anticapitalista. Al menos no es lo que por el momento aparece. Pero es evidente que si lo que representa hoy el punto máximo de desarrollo del capital son los grupos financieros globalizados y las empresas transnacionales asociadas a ellos,  este polo  o estos varios polos aunados en esta diversidad de lazos de cooperación no son parte de ello.
Frente a este escenario cabe a las fuerzas populares de América Latina tomar nota de la esencia del momento lo que implica  en primero término   entender (lo que es casi evidente) que en semejante panorama un actor simplemente nacional no tiene expectativa alguna de escapar al tornado global que se avecina y mucho menos de incidir en él. México  que está además cerca del ojo del huracán lo sabe muy bien trágicamente. La única alternativa y que puede ser además una gran oportunidad histórica es avanzar  en la construcción del bloque regional político económico que esté en condiciones de escala que le permitan pararse como un actor más en el turbulento momento histórico  y desde allí elegir las alianzas y tratados que convenga a los pueblos del continente como un pueblo único.
Las batallas políticas nacionales deben darse con esta consigna como cabeza de la lista y como ordenadora del resto. De otro modo el resto de las reivindicaciones  que son muchas y muy importantes se van a ir licuando en el imposibilismo o lo que es peor aún en el posibilismo.
A tal efecto resulta de máxima importancia  el gran paso que ha dado recientemente el Foro de San Pablo al elaborar un primer documento de lo que se ha dado en llamar “El Consenso de Nuestra América” una suerte de base para un programa político económico y social  de América Latina y el Caribe consensuado por una gran cantidad de partido s populares y de izquierda de la región con invitación a los demás a integrarse al debate. Este puede ser un instrumento para la militancia y la organización que permita salir de los callejones en los que pretende encerrarnos la contraofensiva de la derecha.
Mariano Ciafardini
Instituto Argentino de estudios Geopolíticos (IADEG)
Observatorio Geopolítico de Conflictos (OGEOC)